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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 27 de septiembre de 2018

LÁGRIMAS MARIANAS







Texto incluido en la exhibición de fotos de GFR Media en Plaza las Américas



LÁGRIMAS MARIANAS

Ayer me decidí a visitar la exposición de fotografías de El Nuevo Día con el tema del huracán María. La conmemoración del primer aniversario me ha revolcado -como a tantos puertorriqueños- las emociones que tenemos guardadas y que a la menor provocación, salen a flote. Debido a que estoy suscrita al periódico, había visto la mayor parte de las fotos.  No obstante, el hecho de tenerlas tan cerca en formato agrandado y rodeadas de muchas otras, así como recursos audiovisuales, le añadió una dimensión más humana a la experiencia.  No se trataba de un ejercicio morboso de presenciar desgracias ajenas, sino de sentir a cierto nivel el dolor humano y ponerme en contacto con el recuerdo de lo vivido.

Todos en Puerto Rico, en mayor o menor grado, hemos sufrido por la experiencia de María. Hemos sentido el miedo de perder nuestros hogares o de sufrir daños físicos. Otros, tristemente, perdieron mucho: techo, trabajo, salud y en al menos 2,975 casos, hasta la vida. Todavía estamos sufriendo los efectos de una respuesta ineficiente del gobierno local y federal, así como las explicaciones que no se sostienen y la indignación que produce el ninguneo con el que nos desprecia ese que ha tenido la osadía de llegar a la presidencia de E.U. con el respaldo de un número tan grande de personas que asusta.

El sufrimiento no se ha limitado a nuestro archipiélago. Los puertorriqueños que viven mayormente en E.U. vivieron días de angustia, al poder ver las imágenes que nosotros no podíamos ver de los estragos que causó María, debido al apagón masivo que nos tuvo sumidos en la obscuridad por meses.  Fueron muchas las veces que lloré al escuchar por radio los ruegos de familiares dispersos por Florida, Nueva York, Texas y otros estados, preguntando, rogando que alguien le dijera si su mamá, su hijo o  su hermano estaban bien.  Del lado de acá, los que lograban comunicarse y ni siquiera sabían si el mensaje se recibiría, pedían que informaran que estaban bien, para que sus familiares pudieran tener algo de tranquilidad.

Entre las fotos en la exposición había textos con relatos.  Hubo uno que me estremeció por ser un testimonio del tesón de nuestro pueblo y su deseo de salir adelante a pesar de la magnitud de la pérdida.  Es además, testimonio del apego que le tenemos a esta tierra, al proclamar que “el amor de nosotros está aquí”. Y eso es cierto aún para los que han tenido que partir –su amor sigue estando aquí. Allí, en la sala de exhibición de esas fotos que nos han permitido palpar el dolor, dejé mis lágrimas marianas, que sé no serán las últimas.

Al regresar a casa me detuve en el correo y recibí un paquete que había olvidado y que me sorprendió por lo rápido de su entrega.  Hace unos días vi un reportaje de dos mujeres que se dieron a la tarea de inventar una novedosa empresa. Con los toldos que afortunadamente ya se descartaron porque las familias repararon sus techos, estas mujeres han fabricado unos bolsos, que logran varios propósitos.  El primero es reciclar el material, de forma tal que no se siga contaminando el ambiente.  Al transformar el material, se le da un uso práctico -el bolso puede usarse para cargar objetos.  Parte de las ganancias serán destinadas a aportar a proyectos que ayuden a la reconstrucción de comunidades.

Cada bolso trae una tarjeta que indica de dónde proviene el material.  El bolso que yo compré fue parte del toldo que cobijó a una familia de Toa Baja.  Eso me hace sentir conectada de alguna manera a aquellos que perdieron infinitamente más que lo que perdí yo y me ayuda a mantenerme consciente del deber que tenemos de ayudar a los que menos tienen.  Sí, he llorado muchas lágrimas marianas y sé que lloraré más, pero siento una necesidad de contribuir de algún modo a aliviar el sufrimiento de tantos y hacer las denuncias que sean necesarias, ante actos que resultan vergonzosos ante la enorme pérdida de tantos de nuestros hermanos.  Cada quien ayuda de la manera que puede, pero se hace imperativo hacer algo por aliviar el dolor ajeno. Llorar nos limpia el alma; ayudar le añade alegría. 

27 de septiembre de 2018



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