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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 31 de mayo de 2018

LOS FRÍOS NÚMEROS




LOS FRÍOS NÚMEROS

Mis muertos son pocos, pero son los míos, como son los de los que perdieron a un familiar, a un amigo, a su compañero de vida.  De mis muertos sé con bastante certeza a qué se debió su muerte –cáncer, trauma en la cabeza, derrame cerebral –en fin, lo esperado tras una enfermedad o un accidente fatal.  Aún cuando en algunos casos esperamos el deceso, no deja de sacudirnos su inevitabilidad –algo de un anhelo de un milagro siempre nos queda.  Distinto es el caso de las muertes que no esperábamos, que nos revuelcan la vida.  Peor aún, es el caso de las muertes que se derivan de una vida ya trastocada.

María nos trastocó la vida a todos –sus vientos y sus aguas nos sacudieron, nos arrancaron pedazos del hogar –a veces el hogar completo y en algunos casos, arrancó un pedazo del alma al llevarse un ser querido.  Llegó cuando ya nos había sacudido la certeza de estar inmersos en una deuda de proporciones que mi cerebro es incapaz de comprender a plenitud.  Se habla de $300 millones, de $3000 millones; $30,000 millones y yo soy incapaz de alcanzar a entender cómo se calcula eso, particularmente cuando hay cifras más pequeñas, como la de los $625,000 anuales que recibe Natalie Jaresko, o los $225,000 de Julia Keleher, que no parecen ajustarse a la realidad que tienen los que no reciben ni una décima parte de eso.

Los números de la deuda y los salarios o pagos por contrato se refieren a dinero –algo que se considera frío, con un valor relativo.  Con $400 alguien -imagino que Natalie- puede pagar unos zapatos; mientras que otro paga la mensualidad de su auto, la renta o la compra para uno o varios meses, dependiendo de la composición familiar o sus hábitos de consumo.  Hay otros números –los de los muertos, que pueden reflejarse en una fría tabla –tan fría como el cadáver, pero que tienen una connotación significativa para sus dolientes.

Recuerdo haber  leído el caso de unas hermanas ancianas que fueron sepultadas por un derrumbe.  No sé si finalmente fueron sepultadas como corresponde, o si sus cuerpos permanecen en el lugar en que las sorprendió una muerte que tiene que haber sido horrorosa.  Leí sobre varios casos de muertos que permanecieron en el hogar y hasta de uno que lo movieron a un auto, porque no había forma de trasladarlo a una funeraria, muchas de las cuales ni siquiera podían aceptar muertos por falta de energía eléctrica.  Tras números que fueron variando, el gobierno fijó el número de muertos asociados a María en 64. 

Como es de suponer, el número fue variando y la razón para mantenerlo así, según el secretario de seguridad pública, Héctor Pesquera, es que estas son las muertes que han sido debidamente certificadas.  No tengo claro si eso aparece literalmente así en el certificado de defunción.  Es decir, si la persona se ahogó en una  inundación durante el huracán, presumo que aparecería muerte por ahogamiento y en causa secundaría, como resultado de inundación.  Recuerdo haber escuchado a Pesquera en una entrevista hace varios meses, aludiendo a la necesidad de modificar los protocolos para poder reflejar con certeza lo que ocasionó la muerte de una persona.

Puedo entender claramente que haya unos formularios que sean demasiado restrictivos y no permitan afirmar categóricamente que una persona murió por causa del huracán.  Lo que no puedo entender, es que el gobierno no haya hecho el más mínimo intento de un ejercicio de sensibilidad y decir: sólo podemos atribuir 64 muertes al huracán según los certificados de defunción, pero a base de los datos recibidos de familiares, funerarias y otros, podemos decir que hay x número de muertes que entendemos fueron causa indirecta del huracán.

Son demasiadas personas que no recibieron terapias; que no recibieron atención médica para sus heridas; que no pudieron recibir diálisis, quimioterapia; que no pudieron comprar sus medicamentos ya bien fuera porque el paso estaba obstruido o porque no tuvieron acceso a los médicos para obtener las recetas.  Hace poco fui a una cita con mi oftalmólogo y me dijo que todos los pacientes que vio ese día estaban descontrolados en su terapia diaria de gotas.  Una de las pacientes a mi lado me dijo que no había podido obtener la receta, porque el médico no estaba trabajando debido a la falta de energía eléctrica.  Y estos no son pacientes de la reforma de salud. Son pacientes privados o bajo el programa Medicare.  No quiero ni imaginar la situación en las sínsoras; en esos montes a los que nunca he ido, pero que son mis montes, porque este es nuestro país y todos merecemos un trato digno.

Antier se revolcó el avispero con la divulgación de un estudio de la Universidad de Harvard, que no es una universidad de esas de cursos por correspondencia y diplomas de dudosa validez, publicado por el New England Journal of Medicine, una identidad más que reconocida en su campo, que concluye que  a base de las encuestas científicamente realizadas y cuya metodología aparece claramente divulgada, hubo un total aproximado de 4,645 muertes atribuibles al huracán.  Sorprende cómo muchos en las redes sociales y hasta Pesquera, intentaron restarle validez al estudio sin tan siquiera haberlo leído.  Por lo menos Pesquera luego se expresó en un tono más conciliatorio.  Representantes del gobierno y la propia Universidad George Washington, a quien el gobierno encomendó otros estudio tras el reclamo de que se ofreciesen números que reflejasen una realidad que se intuye mucho mas de 64, se vieron en la necesidad de hacer distinciones entre el estudio publicado y el que está aun en proceso. 

No entiendo los números de la deuda; tampoco los cómputos que hace la Junta y que el gobierno los desprecia por momentos y por otros los acepta, sin que haya justificación para unos u otros.  En cuanto a los números de los muertos, nadie da por bueno 64 –todo el mundo entiende que debe ser mayor. Cuán mayor va a depender de muchos factores.  Tan frío es 64 como 4,645; como fríos están los cuerpos de los que todo apunta a que sean mas cercanos a 4,645; como fría es la actitud de los que se enfrascan en un cruel juego de escatimarle a las familias el derecho a sentir que sus muertos forman parte de un número mayor y que su llanto tiene más compañía en tantas familias que lloran no solo la angustia del horror vivido, sino también la ausencia de quienes ya no están.

31 de mayo de 2018

sábado, 19 de mayo de 2018

REINA EL AMOR







REINA EL AMOR

No pensaba ver la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle.  Hay algo de pompa excesiva, de convencionalismos restrictivos y sin sentido para nosotros, que no resuena en mí.  Por otro lado, una boda real trae recuerdos de los cuentos de hadas –de ese sueño de muchas niñas -entre las que debo confesar me incluyo- de encontrar ese príncipe azul que nos amará, cuidará y con el que viviremos felices para siempre.  Ya no creo en cuentos de hadas ni en príncipes azules, pero algo queda de esa ilusión de encontrar, no un príncipe, sino un hombre que me haga sentir como la reina de su corazón.
Supongo que la Princesa Diana tuvo al inicio el sueño de haber encontrado su príncipe, como yo lo tuve en algún momento.  Ella y yo nos casamos demasiado jóvenes, sin haber tenido suficiente experiencia de vida para identificar las señales de que ese que pensábamos era nuestro príncipe no era y en el caso de ella, se acercaba más a un sapo.  Pese a ello, conservo la ilusión de encontrar el verdadero amor, porque no me cabe duda de que existe.

Por alguna razón me motivé a ver la ceremonia real y no me arrepiento.  Tras la pompa, los sombreros extravagantes de las invitadas, los carruajes y la cara impasible de la Reina Isabel, se traslucía que entre Harry y Meghan hay algo genuino.  Hubo muchos ejemplos de que los tiempos han cambiado en la monarquía inglesa, como han cambiado para el resto del mundo.  Hace años era impensado que una actriz norteamericana divorciada, de madre negra, pudiese casarse con un príncipe inglés.  También era impensado que un negro pudiese ser presidente de Estados Unidos, o que Cuba flexibilizara sus restricciones de viaje a ciudadanos norteamericanos y permitiese el establecimiento de negocios por cuenta propia. 

Lo que a nosotros nos parece extraño -una monarquía, es totalmente normal para los británicos y hay un alto nivel de aceptación de esa extraña forma de gobierno que se combina con la existencia paralela de un primer ministro.  La monarquía ha ido modificándose en todas partes del mundo y las ruedas se mueven poco a poco, pero se mueven.  Como dice la canción de Bob Dylan, un cantante de protesta de los años ’60, The Times are A-changin’. Para los que no crean que hay cambios verdaderos, la boda de Meghan y Harry es un excelente ejemplo.

El vestido de la novia anticipaba que esta pareja está anclada en una visión mucho más práctica de la vida.  Era un vestido muy sencillo, aunque imagino que su costo era exorbitante.  La presencia de invitados del mundo del espectáculo también anunciaba los cambios, así como un coro de música góspel, todos negros, que interpretaron la canción Stand by me.  Al recitar los votos, no se incluyó la retahíla de nombres que tiene Harry, lo cual evitó que Meghan cometiera el error que cometió Diana al trasponer los nombres de Carlos en su boda. Al final de la ceremonia, un chelista negro interpretó la pieza Après un rêve (Después de un sueño), de Gabriel Fauré.  Cuando los novios -ya desposados- salieron de la iglesia, un coro góspel interpretaba This Little Light of Mine, que se popularizó durante los años cruciales de la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos.

Estoy segura que hay muchos más cambios, pero el que más me conmovió, por la trascendencia que tiene más allá de una boda entre dos personas de mundos diversos, fue el sermón del obispo afroamericano Michael Curry, de la Iglesia Episcopal.  Con un estilo similar al del Dr. Martin Luther King, ofreció un sermón dedicado al poder transformador del amor.  De hecho, citó al Dr. King, al decir “debemos descubrir el poder del amor -el poder redentor del amor y cuando hagamos eso, haremos de este viejo mundo un mundo nuevo. Porque el amor es el único camino.”  

Todo su sermón estuvo anclado en ese concepto del poder transformador del amor.  En un momento me sentí  conectada a la canción Imagine, del británico John Lennon, cuando el obispo invitaba a los asistentes a imaginar hogares y familias donde el amor es el camino; a imaginar vecindarios y comunidades donde el amor es el camino; gobiernos y naciones donde el amor es el camino; negocios y comercios donde el amor es el camino.  Nos invitaba a imaginar este mundo viejo y cansado cuando  el amor desinteresado, capaz de sacrificios y redentor es el camino.  Continúa diciendo que cuando el amor es el camino, hay suficiente lugar para todos los hijos de Dios, porque cuando el amor es el camino, nos tratamos unos a otros como familia. Termina su conmovedor sermón, afirmando que el Dr. King estaba en lo correcto, debemos descubrir el amor, el poder redentor del amor y le dice a Meghan y a Harry, “mi hermana, mi hermano, Dios te ame y te bendiga. Y que Dios nos sostenga a todos en esas manos todopoderosas del amor”.

Yo creo en ese poder redentor del amor, porque lo vi entre mis padres  -lo sentí y aún lo siento. Por ello, estas palabras resuenan en mi y quiero compartirlas con otros, con la esperanza de que los que aún no lo están, se convenzan del poder del amor, que está en cada uno de nosotros como esa pequeña lucecita en nuestro interior a la que alude la canción góspel, que clama porque la dejemos brillar.

19 de mayo de 2018





viernes, 18 de mayo de 2018

LA CULPA ES DEL GUACAMOLE



LA CULPA ES
 DEL GUACAMOLE

Ayer recibí una respuesta de esas que logran sacarme de balance y perder un poco de mi paz, porque parece un asunto tonto, pero no lo es. Ejemplifica una tendencia cada vez más generalizada a transferir la culpa a otra persona y no asumir responsabilidad por nada.  Es peor que la frase de la culpa es huérfana, porque se identifica como culpable a un ente separado de nosotros que a veces ni sabe que se le achaca una culpa realenga.

Yo había decidido acudir a la meca del consumismo, en un arranque de banalidad, porque sentía que últimamente me estaba privando de algunos pequeños lujos.  Tras dar vueltas y no toparme con nada que llamase poderosamente mi atención, me detuve a almorzar, anticipando una fría copita de vino para acompañar un plato con mariscos.  El joven que me atendió parecía no estar muy familiarizado con el menú, pero finalmente me decidí por unos tacos de langosta.  El vinito tardó bastante en llegar y los tacos, ni se diga.  Cuando finalmente llegaron, estaban fríos.  Como ese día estaba en plan de complacerme, me quejé, porque me gusta mi comida bien caliente. 

Tras otra espera, regresó el plato igualmente frío.  En este punto estaba molesta y peor aún, hambrienta, lo que me hace candidata ideal para el anuncio de Snickers (no eres tu cuando tienes hambre). Lo que colmó la copa fue que el mozo, al recibir mi queja por la comida fría, me dijo que eso se debía al guacamole -o sea, que la culpa es del guacamole.  Ese cuento se lo pudieron haber hecho a una persona que no cocine.  El asunto es sencillo: usted mantiene las tortillas y la carne calientes, hasta el momento preciso de servir, cuando añade todos los elementos y los sirve pronto, de forma tal que la temperatura de unos no afecte la de otros.

Como tenía tanta hambre, me comí un poco más de la mitad del plato, pero en un punto no seguí porque dejó de ser una experiencia agradable. Por fortuna, el gerente acudió a la mesa y no estaba en plan escapista.  Me dijo que le informaron que la comida no me gustó, lo cual es inexacto.  No es lo mismo que la comida tenga mal sabor a que esté fría.  Se disculpó y me descontó el plato de la cuenta, lo cual al menos, resulta algo positivo.

Me parece que esta experiencia debe servir de lección a muchas empresas, incluyendo el gobierno, que últimamente no pega una.  La lista de culpas ajenas es interminable.  En el caso de Whitefish, el gobernador dijo que no sabía que Ricardo Ramos se había disparado solito la maroma de contratar a una firma sin experiencia por tan sólo unos 300 milloncitos –vamos, una ganga.  Con los miles de semáforos que no funcionan, el secretario del DTOP ha dicho que esperan por la AEE y estos dicen que el DTOP no les informa para coordinar energizarlos.  Tengo uno a pasos de mi casa que no requiere coordinación con AEE porque ni siquiera hay semáforo –se lo llevó María.

Y ya que menciono a María, esta es la culpable ideal para todo.  En abril de este año planteé ante la Oficina de Ética que una carta mía de febrero de 2017, es decir, hace más de un año, permanecía sin contestar, mientras que por otro lado me requerían unos informes que alegaban yo no había rendido.  La respuesta de la empleada fue que debido a María todo se había retrasado.  ¡Pero si María fue en septiembre y mi carta es de febrero del 2017!  Menos mal que en ese momento no tenía hambre.

Hace unos días acudí a las oficinas de la AEE porque pese a que facturaron en diciembre y enero, es decir, después de María, desde esa fecha no recibo factura y tengo temor de recibir una de cantidades astronómicas.  Tras esperar casi dos horas, la joven que me atendió me preguntó si le llevé foto del contador.  Me gusta tomar fotos extrañas, pero la verdad nunca me he visto motivada a retratar el contador de luz –un aparato bastante feo, por cierto.  Me dijo que no podía hacer nada, porque no había lectura del contador.  Si le hubiese llevado la foto, habrían podido hacer el cálculo y facturar.  No me lo dijo, pero el razonamiento era que yo tenía la culpa por no haber llevado la foto  del contador.

Esta repartición de culpas no es exclusiva de esta administración, aunque parecen haber perfeccionado el arte.  Hace unos años, creo que bajo la administración de Aníbal Acevedo Vilá, debía localizar un expediente de un caso que mi oficina había trabajado y referido a otra división para el trámite conducente a aplicar medidas disciplinarias por una situación de hostigamiento sexual.  El empleado de la oficina que debía realizar el trámite me dijo que no había podido localizar el expediente.  La culpa, claro, es del expediente que no se deja localizar. Al mostrar mi molestia porque el expediente se había perdido, me dijo Licenciada, el expediente no está perdido, es que no ha podido ser localizado. Me imagino esos cubículos destinados a objetos perdidos, que bajo esta teoría ahora serían cubículos de objetos que no han podido ser localizados.  La serie Perdidos en el espacio se llamaría Sin poder ser localizados en el espacio.

Ayer vi una entrevista con el  director del Centro Comprensivo de Cáncer, designado por García Padilla, en la que le preguntaron por qué se inauguró dicho centro si todavía no estaba listo. El respondió que era el director, pero el gobernador le dijo que quería inaugurarlo y si el gobernador le dijo eso, ¿qué usted quería que yo hiciera? O sea, la culpa es del ex gobernador y él como médico y profesional que se debiera respetar a sí mismo, no podía hacer nada.

Y todos los días se señalan nuevos culpables, pero hasta ahora no he oído decir a representantes del gobierno que la culpa es del guacamole.  Deberían intentar esta nueva excusa, a ver quién se la traga.

18 de mayo de 2018

lunes, 7 de mayo de 2018

CHAMBEANDO Y AMANDO DURO




CHAMBEANDO Y AMANDO DURO

Me considero una persona de mente abierta.  Tengo amistades que rehúsan escuchar cualquier cosa en el género del hip hop, reguetón o música urbana.  Como excepción, puedo escuchar algunas canciones de Daddy Yankee y Calle 13.  Eso no quiere decir que me gusten todas sus acciones o modo de conducirse en público, pero hay contenido y talento en sus canciones.  La canción Despacito, un dúo de Luis Fonsi con Daddy Yankee, tiene excelente ritmo y una letra que si bien es un tanto fuerte en algunas líneas, no llega a cruzar del todo esa finísima línea entre  lo risqué y lo patentemente ofensivo, de mal gusto e incluso denigrante.  En tiempos recientes hemos visto como el género urbano ha evolucionado -o tal vez deba decir degenerado y culmina en algo llamado trap. 

Gracias a la tecnología, puedo buscar en ciertas aplicaciones cualquier canción e incluso, ver los vídeos de aquellas que han alcanzado popularidad.  Creo firmemente que no se puede hablar de lo que no se conoce, así que me di a la tarea de buscar la canción Chambea, de un joven que se denomina a si mismo Bad Bunny.  Lo he visto en programas de entrevistas regulares y aparte de su indumentaria para mi estrafalaria, pensaría que es un joven tranquilo, respetuoso.  Verlo en acción en uno de sus vídeos, interpretando sus canciones, es otra cosa.

El vídeo oficial de la canción lo muestra paseándose por el interior de una mansión, rodeado de chicas escasísimas de ropa y sobre las cuales la cámara se enfoca en sus traseros al descubierto.  Hay tomas de fajos de billetes y en ocasiones se muestra al cantante fumando una pipa que no creo que contenga tabaco del que venden en Walgreen’s o al menos, se nota la intención de proyectar que es una pipa de algo ilegal.  Tuve que buscar el significado de chambear, que no es el que se le da en Méjico a buscar trabajos ocasionales- lo que aquí llamaríamos chiripear.  Chambear en el mundo del trap es activar el resorte de un arma, para volver a disparar.

Parte de la letra de esta joyita de canción dice:

Chambea, jala cab…ya no te quedan balas
…………….
Ya Susan Soltero dijo que de balas va a haber aguacero
Gusanos como tu yo no los tolero
……………
……………
A tu mujer en cuatro voy a ponerla
Chin…ndo y fumando un pasto de la Perla
Tu cara ya nadie va a reconocerla

Y otras lindezas.  Cabe señalar que si fuerte es leer esos extractos, más fuerte es ver los vídeos, sobre todo uno en que Bad Bunny canta con otro de los del género, en una cancha, rodeado de niños.  En ese otro vídeo, el otro intérprete improvisa y dice algo como a esas pu..s me las tiro de tres en tres. No me cabe en la cabeza cómo alguien pueda pensar que estas canciones envían un mensaje positivo.  El mensaje que se transmite ensalza el uso de la droga y armas, pintando como algo positivo que se amenace con aniquilar al rival. A las mujeres se les trata como meros objetos –algo que se usa.

El problema con este tipo de música y su difusión es que se empieza a ver este lenguaje como si fuera algo normal. La gente se engancha en la melodía pegajosa y no se detienen a escuchar con detenimiento la letra y el mensaje que está detrás: la droga es algo tan mercadeable como el papel toalla; la vida humana vale en la medida que están conmigo; las mujeres están ahí para saciar mis instintos y cuando me estorben, las desecho sin contemplaciones.  La palabra es poderosísima –por eso siempre critiqué cuando se les decía perra a las mujeres o cuando se puso de moda entre los jóvenes llamarse nig…  Hay que saber lo que está detrás de las palabras que pronunciamos.

En 1983 se popularizó la canción Every breath you take del grupo The Police que me cautivó.  Me encantaba escucharla hasta que presté verdadera atención a la letra, que de primera intención parece ser de un hombre enamorado de la presencia de su compañera. Dice en algunas de sus líneas:

Every breath you take
Every move you make
Every bond you break
Every step you take
I’ll be watching you

Y para completar: Oh, can’t you see You belong to me.  Cuando presté verdadera atención me dí cuenta de que no se trata de un hombre enamorado; se trata de un hombre obsesionado.  Yo no quiero a nadie velando cada paso que doy, cada respiración que tomo.  La historia de casos de violencia doméstica en este país está llena de hombres que siguen a las mujeres a donde quiera que van, presos de unos celos obsesivos.

Recientemente hubo varias voces que se alzaron por una canción interpretada por Víctor Manuelle, un hombre que considero un caballero y quien inexplicablemente se unió a otro cantante del género –Farruko, para interpretar una canción llamada Amarte duro. En la canción, Farruko alude a que va a darle a su amada (¿?) bien duro, como Chris le daba a Rihanna.  Estos últimos son una ex pareja que se separaron precisamente por los golpes que él le propinaba.  Víctor Manuelle se disculpó –al menos eso se le reconoce, aunque fuera una de esas explicaciones poco creíbles.

Según Víctor Manuelle, la pareja tuvo una relación intensa y él se refería al amor antes del asunto de la violencia.  El que se crea este cuento seguramente se cree el de los componentes del chat de WhatsApp que alegan no sabían estaban interactuando con un juez.  La cosa no quedó ahí, porque el alcalde de Medellín escribió una carta que Víctor Manuelle se vio obligado a contestar, quejándose con razón de la línea que dice Esto que yo siento es puro como la coca ‘e Medallo Y no soy Pablo, pero tu sabe’ lo que hablo. En Puerto Rico, entre otros, tenemos un problema de drogas –no se pretende tapar el cielo con la mano, pero ninguno de sus alcaldes o el gobernador se sentiría cómodo a que se aluda a ese hecho como algo normal.

¿Dónde fue que se le quedó el cerebro enganchado a Víctor Manuelle, que no vio lo que a todas luces resultaba ofensivo?  Debe ser en el mismo lugar que se le enganchó al Director Ejecutivo de la Compañía de Comercio y Exportación cuando anunció públicamente que le otorgaba un certificado a Bad Bunny bajo el programa PR Emprende y colocó una foto en Twitter donde aparece entregándolo con una nota en la que indica “Un creativo boricua exportando al mundo lo mejor que sabemos hacer en Puerto Rico, música. Éxito en #TrapKingz y en toda tu carrera”.

Luego del revuelo empezaron las cantinflescas explicaciones de que no era un premio, sino que se le otorgó el certificado como empresario bajo el Programa.  Si el joven cumple con todos los requisitos, con simplemente emitir el certificado bastaba.  Era innecesario aludir a que representa lo mejor que hacemos en Puerto Rico.  A mí se me cae la cara de vergüenza de pensar que a este joven, con todo el talento que pueda tener, se le exalte como exportador de lo mejor que sabemos hacer, cuando las letras de sus canciones ensalzan la droga, las armas y denigran a la mujer.

A mí, que no me amen duro –que me amen con ternura, con pasión, con intensidad; que no me ofrezcan amor puro como la coca, sino amor puro como las aguas de nuestros manantiales; que no me muestren fajos de billetes, pero que si está dentro de sus posibilidades, me lleven a viajar, a conciertos de buena música; a disfrutar de buena comida y estimulante conversación con vocabulario que no ofenda a otras personas.  Y a los que amamos esta Patria, deseo que nos encarguemos de hacer ver a quienes propician letras denigrantes, que hay otras formas de demostrar el talento que nos sobra y que si algo no necesitamos, es más publicidad negativa.

5 de mayo de 2018


martes, 1 de mayo de 2018

Aunque no marche




AUNQUE NO MARCHE

Aunque no marche, estoy en paro.  Estoy en paro de toda transacción comercial.  Estoy en paro de silencio –me manifiesto a través de este corto escrito, porque la situación resulta insostenible.  No soy economista, así que no puedo presentar modelos económicos que nos ayuden a salir de esta enorme crisis en el menor tiempo posible.  Varios profesionales de ese campo han presentado alternativas y han ofrecido su asesoramiento.  Lo que  si puedo hacer es manifestar mi indignación con respecto a todos los irresponsables que tomaron decisiones financieras sobre nuestro futuro, con igual o menos conocimiento del que yo tengo de economía.  Estas malas decisiones nos trajeron hasta aquí, pero las decisiones o falta de ellas del gobierno de turno no ayudan en nada.

Tras advenir al poder, la improvisación es la orden del día, así como los pagos exorbitantes a altos ejecutivos, que son una afrenta al pueblo trabajador.  No pretendo que tengan un salario de obrero –es innegable que puestos como secretarios de gabinete y ejecutivos de alto calibre en el mundo financiero tienen sobre sus hombros grandes responsabilidades que les requieren largas horas de trabajo, los siete días de la semana. Pero los pagos a  Keleher, Pesquera, Jaresko,  Higgins III y otros mediante contrato presentan serios cuestionamientos en torno a su necesidad y corrección, dado que no son empleados, sino contratistas.  No puedo creer que no haya personas dispuestas a asumir la dirección de una agencia como empleado, aunque tenga que contratar asesores para aspectos más especializados.  Tampoco puedo creer que alguno de estos tenga un verdadero compromiso con el país.

La falta de sensibilidad, la arrogancia y el desprecio son la orden del día.  Las decisiones difíciles que haya que tomar se hacen más difíciles bajo opresión.  Recuerdo muy bien lo difícil que se me hizo aprender las tablas de multiplicar bajo una mirada y un lenguaje de severidad.  Con sutileza, las imposiciones de la Junta y las decisiones impulsivas y sin análisis del gobierno siguen siendo duras, pero con imprecisión, falta de comunicación y arrogancia son insostenibles.  Es momento –de hecho, hace rato que lo es, de indignarse.

No marcho, pero estoy en paro, apoyo a los que marchan y deseo que las acciones de hoy envíen un mensaje claro y contundente.

1 de mayo de 2018