Datos personales

Mi foto
Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 1 de enero de 2024

Estrenando año

 


ESTRENANDO AÑO

Hoy estrenamos año.  En un momento pensé en los comienzos de año escolar, cuando estrenaba zapatos, uniforme y libros nuevos para el inicio de un nuevo curso y grado, con la emoción de sentir el olor de los libros nuevos, del cuero del bulto en el que habría de echarlos y hasta el de los forros de papel que tenían una textura especial que al inicio era tiesa, con el uso se gastaba, se hacía maleable y adquiría una tonalidad ceniza.  Todo se sentía nuevo, incluyendo la experiencia, sin tener aún conciencia de que en realidad, lo nuevo siempre viene acompañado de vivencias pasadas.

Y comencé a pasar revista de las vivencias del año que hace apenas unas horas terminó.  Ha sido un año de mucho crecimiento y experiencias extraordinarias.  Pude culminar un ciclo para darle cierre al proceso de venta del apartamento de Papi, que me resultó estresante al tener que lidiar con circunstancias inesperadas debido a que no dependía solo de mí, sino también de otras partes involucradas.  Aprendí a soltar, a hacerme cargo de lo que podía controlar y dejar ir lo que no.  En el proceso gané nuevas amistades que ahora ocupan ese espacio que tantas veces visité para compartir con Papi y me siento en paz.

Pensé en las experiencias trascendentales por la magnitud, como el viaje a Sudáfrica, que representó la culminación de un sueño que fue interrumpido en varias ocasiones y que finalmente pude concretar.  Las experiencias fueron extraordinarias –el contacto con especies en su hábitat natural, la conciencia de que pisaba el suelo que una vez pisó Mandela en su larga y tortuosa lucha en busca de la libertad personal y colectiva y conocer  gentes que son tan distantes en términos geográficos, pero que sentí muy cercanos a nuestra esencia.  Presenciar la majestuosidad de las cataratas Victoria fue espectacular.  A nivel más personal, la experiencia de viajar con otra persona resultó mucho más agradable de lo que pensé, dada mi tendencia a viajar sola.  La vivencia le añadió una nueva dimensión a mi amistad con Isabel, que se fortalece con el tiempo.

Hablando de amistades, no puedo dejar de dar gracias a Dios/Universo por las extraordinarias amistades que tengo –las de hace décadas y las más recientes.  Con ellas comparto las penas –las de ell@s y las propias, así como las alegrías –las simples y las más grandes.  Algunas enfrentan retos de salud o pérdidas y quiero servirles de apoyo.  Con todas comparto mis dudas, mis angustias existenciales relacionadas con el inexorable paso del tiempo, al igual que los grandes y pequeños gozos, casi siempre acompañadas del vinito que tanto disfruto.  Mi amiga Wilma me regaló un calendario al que pueden desprenderse hojas semanales y me encanta porque aunque uso el calendario en el celular, tenerlo en la puerta de la nevera me lo hace más visible. Hoy lo estreno. Fue precisamente ella quien me invitó a unirme a las clases de acuaeróbicos, lo cual eventualmente me llevó a tomar las clases de natación.

Nadar era una asignatura pendiente y tomé la decisión de enfrentar mis miedos.  Todavía no puedo decir que nado propiamente, pero estoy en camino.  Como todo, es un proceso y debo decir que me siento orgullosa de mí misma, que a los 69 años decidí enfrentarme a este miedo, haciendo a un lado la vocecita que me desalentaba diciendo que para qué iba a aprender a estas alturas, que no necesito saber nadar.  Y esa vocecita se mete en mi cabeza cada vez que saco la cara para coger aire y lo que cojo es agua, cada vez que entro en pánico cuando vamos a la parte honda de la piscina, agarrados del borde para nadar hacia la parte más llana y que responde con coraje cada vez que no logro ejecutar los movimientos como se debe.

Esa vocecita insidiosa es la misma que me repite que ya los años me delatan, que me instala el miedo a lo tecnológico, la resistencia a los cambios y me pinta un futuro sin un compañero de vida.  Es la misma vocecita que me instala el miedo al cáncer cada vez que veo una manchita en alguna parte del cuerpo o un síntoma de esos que me impulsa a buscar en WebMD qué podría ser esa manchita o esa molestia.  Y casi sin atreverme a decirlo, la que instala el pánico y el temor al Alzheimer cada vez que no encuentro el teléfono, las llaves o el bolígrafo que hacía unos minutos tenía en las manos. Me habla cuando voy a un sitio desconocido de esta habilidad suprema que tengo para perderme y últimamente lo combina con el miedo a manejar de noche por sitios oscuros, desconocidos o todas las anteriores.  Sospecho que tod@s tienen una vocecita similar. En este nuevo año estaré más consciente de agradecerle que se preocupe por mí, pero una vez atienda lo que es necesario atender, la mandaré a callar.

Entre las grandes alegrías cuento los tres -¡Tres!- encuentros fugaces con Luis Rafael Sánchez, con motivo del homenaje que le rindiera la Universidad de Puerto Rico, fuente de mi otro enorme agradecimiento.  Gran parte de lo que soy, después de mis padres, se lo debo a mi amada IUPI.  No puedo pensar en uno sin pensar en la otra, inseparablemente unidos en mi corazón. Me angustia ver la precaria situación de nuestra –sí, porque pertenece a todos y todas- debido a la incompetencia de la dichosa Junta y el gobierno de turno para lograr que nuestro primer centro docente siga ofreciendo una educación de calidad a las futuras generaciones.

No puedo sustraerme del coraje y la frustración que me provocan las estupideces de los que se supone sean líderes, pero que en realidad son personajes que persiguen agendas propias y al pueblo que sufra las consecuencias.  Cada vez que se va la luz me entra este coraje, esta rebeldía, porque es un reflejo palpable de lo mal que nos ha ido.  Y eso es lo de menos.  Lo más terrible son las familias que están aún sin techo tras el paso de María –¡María, María, que fue hace seis años! Y los trámites que deben hacer los afectados para lograr conseguir una casa –bien sea para adquirir o alquilar, con un vale que al fin de cuentas no sirve de nada, como las órdenes de protección para algunas mujeres a las que los tribunales, la policía y el sistema en general les ha fallado.  Y mientras, el gobierno nos atosiga con los anuncios de “haciendo que las cosas pasen”; añádase el último asqueroso ejercicio de usar la canción de Tony Croatto: “Yo habito una tierra luz”, justo ahora que a tantos les hace falta luz en sus hogares y a estos incompetentes en su alma.

Mi alma se conmueve con los horrores de la guerra Ruso-Ucraniana y Gaza - Israel. En esta última, el horror del ataque terrorista inicial ha dado paso al horror de la respuesta encarnizada de la víctima convertida en victimario.  No puedo imaginar la angustia de esa pobre gente que fue obligada a movilizarse al sur de Gaza, tan sólo para que allí les persigan los bombardeos.  Mientras aquí nos estremecen petardos, cuartos de dinamita y toda clase de pirotecnia lanzada al aire, allá son bombas que arrasan edificios, barrios enteros y destruyen las vidas de quienes celebraban la Navidad anterior en la calidez de sus hogares, rodeados de sus seres queridos.  Hoy no tiene hogar, no tienen ciudad, no tienen algunos seres queridos y muchos, brazos, piernas, ni siquiera vida.

La vida se compone de penas y alegrías.  Durante el año que acaba de concluir he tenido más alegrías que penas.  Miro este nuevo año con esperanza: nuestro pueblo ha ido comprendiendo que hay que buscar una nueva forma de elegir nuestr@s líderes.  He ganado sabiduría para lidiar con los retos y deshacerme de costumbres que ya no me producen alegría.  Les deseo a tod@s que este año les sea propicio y tengan, sobre todo, paz.

1 de enero de 2024