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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

viernes, 15 de marzo de 2024

Celebrar







CELEBRAR

Este año celebro una nueva década. Comencé a festejar con mi Buddy tres días antes, con esos detalles que ella se esmera en preparar -tarjetitas con mensajes, velas de estrellitas y un libro que resultó muy apropiado para la siguiente etapa de la celebración.  De hecho, el libro - muy adecuadamente titulado Gift From The Sea, de Anne Morrow Lindbergh, me acompañó en mi estadía en Rincón/Añasco.  Disfruté de una estadía de tres días y dos noches para mí solita en Rincón Beach Resort, lugar en que había estado antes y este año escogí para celebrarme a mí misma en esta nueva vuelta al sol.  Pedí específicamente que la habitación tuviera vista al mar y así fue.



Salí el sábado antes de mi cumpleaños rumbo a Rincón, porque no quería guiar el día de mi cumpleaños, que era al día siguiente.  Conducir por dos horas y media, si no me pierdo, me resulta agotador, sin contar el estrés de los locos en la carretera y la ansiedad que me produce ir a un lugar que no recuerdo cómo llegar, lo que me hace depender del dichoso Google Maps. Como voy manejando sola, dependo de esa voz de mujer que me dice que en 300 metros debo tomar la salida tal, que no siempre está rotulada o que en 400 metros debo doblar a la derecha y no sé cuál de las varias entradas corresponde a los benditos 400 metros. Había decidido partir por el norte y regresar por el sur.

Antes de mi aventura quise tomar la clase de natación, así que terminé saliendo a eso de la 1:10 de la tarde.  Me cogió un tapón de madre por Vega Alta y no veía la hora de llegar al menos a Arecibo, para sentir que ya estaba encaminada.  Finalmente llegué a Quebradillas, a esa cuesta desde la que se vislumbra el acantilado con nuestro mar de un intenso azul coronado por las olas que semejan crema batida y nuestra bandera ondeando majestuosa.  




Me detuve a contemplar el mar y sentir que mi hermosa bandera me cobijaba.  No tuve contratiempos, sin perderme y finalmente – a eso de las 4:30 llegué al hotel que, pese a su nombre, está en Añasco y no en Rincón.  Solté los motetes, me puse cómoda y salí a contemplar el paisaje.  Ya el sol comenzaba a arrojar luz plateada sobre el agua.



Tenía mucha hambre, porque con el desespero de llegar no me había detenido a almorzar, así que regresé a la habitación a bañarme y prepararme para cenar en el restaurante del hotel, que es muy bueno.  Comí dorado con salsa tropical y una copa de Chardonnay.  Al salir me detuve un momento a escuchar a una pareja de músicos cantar suaves melodías, pero el cansancio me venció así que regresé a dormir.  Luché con el sueño porque eran como las 8:30, pero finalmente me rendí y dormí muy bien.

Al otro día -el del cumpleaños- bajé con el traje de baño bajo una batita, mis chancletitas de estrellitas, el libro regalo de mi Buddy con la libreta donde anoto mis pensamientos del día en compañía de Estrellita y Perli -mis compañeras inanimadas de viaje- a tomar el desayuno, con intención de luego tenderme sobre un chaise lounge a contemplar el mar. 




Estuve un buen rato leyendo, escribiendo y la mayor parte del tiempo, eslembada -que dice Luis Rafael Sánchez que es una deformación de la palabra embelesar- mirando el mar.  También recibí llamadas cariñosas de amistades, que me confirman lo bendecida que soy de recibir tanto amor. Por momentos caminaba por la orilla, por otros leía o escribía, pero la más de las veces estaba en ese trance de eslembamiento. Tomé varias fotos y luego al revisarlas decidí que regresaría a tomar otro ángulo de una de ellas, pero debía darme una ducha para ir a Kaplash a comerme unas empanadillas de marisco.

Kaplash es parada obligada cuando voy por esos lares, por mi afición -como buena pisciana- a todo lo que provenga del mar.  El sitio es muy informal, con mesas, sillas, vasos y platos de plástico, así que pedí un mojito, porque el vino quedaba descartado.  Pedí una empanadilla de langosta y otra mixta, sin decidirme a pedir otra, porque quería cenar bien en la noche para celebrar mi cumpleaños como Dios manda.  Mientras esperaba por las susodichas le eché un vistazo a mi celular y para mi total deleite, descubrí una columna de Luis Rafael Sánchez en la versión digital en El Nuevo Día, que devoré con fruición, sobre todo por el título: Besar.  Suspiré. Lo tomé como otro regalo de cumpleaños y en ese escrito fue que encontré la alusión a la palabra eslembar, que es precisamente lo que hago cuando escucho a este escritor.  Me eslembaba desde que fui su estudiante en bachillerato y varias décadas después, me sigo eslembando. Ojalá todo estudiante tuviera un profesor(a) ante quien eslembarse con el embrujo de su voz, su dominio del lenguaje y su imponente presencia.  Pero retorno a las empanadillas.



 Las dos frituras estaban muy buenas y me debatí si debía pedir otra.  Finalmente me decidí a pedir una de pulpo, porque después de todo, no sé cuánto tardaré en regresar por esa área.  De regreso me detuve en una torre de observación, con la ilusión de divisar una ballena que se presentara a desearme feliz cumpleaños, pero no tuve tanta suerte.  Al menos pude divisar el hotel y sus alrededores a distancia.



Regresé al hotel en busca de un lugar donde leer tranquilamente y me fui a una terraza en un área común del piso donde estaba mi habitación, pero había bastante ruido porque da a la piscina, así que me moví.  Estuve en unos butacones en un pasillo cercano al vestíbulo.  Allí me puse a ver un vídeo que me envió una amiga, cuando entró una llamada de mi amigo José, que vive en el estado de Washington.  Me felicitó y me expresó tantas palabras hermosas sobre nuestra amistad de más de veinte años, que me sentí aún más privilegiada, como con la llamada de Thalía y Alba, con quien hacía mucho tiempo no conversaba.  Luego de ese baño de amor, era momento de otro baño para prepararme para la cena.

Bajé al comienzo del atardecer, con intención de tomar unas fotos del espectacular atardecer rincoeño.  Al acercarme al lugar se me adelantó un entourage de novios con fotógrafo armado de cámara, filtros, flashes y toda la parafernalia de los fotógrafos profesionales, así que me moví a otro lugar.  Al rato, vino el entourage a entorpecer mi labor aficionada, pero pude tomar lo que creo son bastantes buenas fotos con mi teléfono celular. 














Total, tengo grabados en mi mente esos espectaculares atardeceres de mi patria.
   No me canso de alabar su hermosura y de dar gracias porque este es mi hogar, al que vienen muchos a pasar unas breves vacaciones, mientras yo puedo disfrutar de esa belleza cuando quiera.  Finalizada mi sesión fotográfica, me dirigí al restaurante.

Me decidí por pedir carne de bisonte.  Después de todo, este no es un cumpleaños cualquiera.  Resultó con algunos pedazos un poco chiclosos, pero de muy buen sabor y la acompañé con un Chianti.  Al finalizar, pedí un brownie caliente y pedí otra copa, porque el chocolate con vino tinto es un verdadero deleite, que casi llega al pecado, como diría mi admirado profesor.  Pedí fósforos para prender la velita que llevé conmigo y el mozo la prendió con uno de esos Magi clicks que se usan para encender las estufas de gas.  En silencio pedí me deseo y la apagué.









Al otro día fui a desayunar y regresé al área donde estuve contemplando el mar y quise volver a tomar una foto de una porción de un árbol con una rama cuya forma semejaba una serpiente.  La marea estaba más alta que el día anterior y caminaba con dificultad.  El mar golpeaba mis pantorrillas, así que me apresuré a tomar la foto.  Vino una ola fuerte y llegué a temer que otra me arrastrara, así que desistí de caminar más allá y me regresé al chaise lounge.  Contemplando el mar sentí como si estuviera molesto, probablemente porque sí lo estaba, así que en mi mente le hablé.  Los seres humanos hemos abusado de su abundancia y belleza; invadimos su reino cada vez más y le arrebatamos sus hijos con avaricia, sin mesura y muchas veces cruelmente.  No sé si me entendió, pero lo sentí más calmado.












La hora de salida debía ser a las 11 am, pero me permitieron una hora adicional.  Consideré quedarme un día más, pero al día siguiente tenía compromisos y de hecho, tenía una semana complicada, así que hice una nota mental para quedarme cuatro días en lugar de tres la próxima vez.  El plan era regresar por el sur y detenerme en Salinas para encontrarme con un amigo a almorzar en un restaurante de mariscos que me encanta.  El trayecto se me hizo interminable, pero no me perdí.  Almorcé muy bien y ya en ruta familiar llegué a casa cansada, pero feliz.  Fueron tres días en contacto con mi ser interior, en contemplación del mar que me seduce e hipnotiza.  Recibí el amor de mis amistades a través de sus llamadas y mensajes.

Estaba sola conmigo misma, pero no me sentía sola.  Me celebré a mí misma, que es algo que mucha gente no entiende, como la mesera de un restaurante al que fui una semana después con unas amistades, que insistió en que, si mi amiga y yo estábamos celebrando, había que cantar.  Y yo insistía en que no y ella que sí, por lo que trajo como 4 mozos más y comenzaron a cantar, para mi total disgusto, Happy birthday to you…O sea, que no sólo me cantaron porque a ellos y no a mí les dio la gana, sino que encima cantaron en inglés, aunque luego lo hicieron en español.  Cuando nos marchábamos, me imagino que ella sentía que había hecho una gran obra por esta pobre mujer que necesitaba que le cantaran Happy birthday para celebrar su cumpleaños. Para añadir, comentó: “¿lo ve?; hay que celebrar”.  Jamás entendió.  Cada cual celebra como le parezca.  En ocasiones puedo celebrar escuchando Feliz cumpleaños, pero hay momentos en que quiero celebrar de forma callada, como si los ruidos que no provienen de la naturaleza puedan estropear ese momento mágico en que me adentro en mí misma para pensar en mis bendiciones, escribir sobre lo vivido, leer textos con alma, disfrutar de los sonidos del mar o simplemente, eslembarme ante su majestuosa presencia. Celebrar así es un privilegio.

15 de marzo de 2024

 




lunes, 5 de febrero de 2024

¿DORMIRÁN BIEN?

 



¿DORMIRÁN BIEN?

Recuerdo varias instancias durante mi tiempo como servidora pública en las que se me alteraba el sueño ya bien fuera porque me preocupaba por los trámites pendientes o porque me sentía intranquila con alguna decisión que había tomado.  ¿Hice lo correcto? ¿Qué consecuencias tendría mi decisión? ¿Miré todos los ángulos?  Gestionar fondos para la pequeña oficina que dirigía me causaba gran desazón, sobre todo cuando hacía grandes esfuerzos para justificar cada partida del presupuesto y terminaba con nada.  Hubo un momento en que tras el bofetón de la notificación rechazando los más que necesarios aumentos en ciertas partidas, me encerré a llorar de rabia y frustración. En ocasiones tuve que tomar decisiones que afectaban pequeños negocios o involucraban el personal asignado a mi oficina, que no siempre acogía de buen grado mis determinaciones.  En esos momentos podía pasar largas horas desvelada, o con sueño interrumpido, que me hacía recordar lo que me causaba desazón y me hacía sobresaltar en mi cama, con los ojos bien abiertos y sin asomo alguno de que Morfeo les rondara.  

En fechas recientes hemos escuchado de varias mujeres que han muerto o han sido agredidas a manos de sus parejas y las acciones de los diversos componentes del sistema -policía, fiscales, jueces- así como la comunidad.  Es una situación que se repite con demasiada frecuencia y ya no sabemos cuál fue el último caso.  El asesinato de una mujer, su madre y hermano cobró gran notoriedad por la colección de errores u omisiones de todo el aparato gubernamental involucrado, los que se embarcaron en un ejercicio de apuntar el dedo acusador hacia otro lado, con poca evidencia de haber hecho un esfuerzo genuino de introspección.  Los hechos se han analizado a la saciedad en cuanto medio noticioso hay.

Pese a las angustias que sufrí por decisiones que tomé, doy gracias a Dios que nunca tuve que tomar una decisión en la que estuviese en juego la vida de una persona.  Si mi sueño se alteraba por aspectos presupuestarios de una oficina que la más de las veces pasaba desapercibida, por una decisión que afectaba un negocio o que generaba reclamaciones de emplead@s, no quiero imaginar cómo se afectaría no digo yo mi sueño, sino mi sanidad mental, si una persona hubiese muerto como resultado de los actos de otr@ que yo hubiese podido evitar.  No tengo duda de que ninguna de las personas que intervinieron en el caso jamás pensaron en que el hombre que estuvo ante ell@s hubiese actuado como actuó.  De hecho, la víctima misma tampoco lo imaginó, porque el horror, como la ilegalidad no se presume.  Pero las señales de peligrosidad estaban ahí.

Tengo la impresión de que en este caso se juntaron varias omisiones de todos los actores de este drama.  Tal vez, si uno de los componentes hubiese dado el máximo, pensado en lo impensable, actuado con mayor previsión, el resultado hubiese sido otro.  Que si los policías hubiesen atendido la querella con más diligencia; que si la jueza hubiese tomado otras medidas; que si la fiscal hubiese examinado el historial previo y hecho las observaciones a la juez oportunamente…Hay situaciones de criminales que han logrado burlar la vigilancia del grillete electrónico; no sabemos si el asesino en este caso lo habría hecho, pero al menos queda la tranquilidad de haber hecho todo lo que estaba en manos de los involucrados, que aparentemente no se hizo.

Me pregunto cómo dormirán los tres actores en este drama.

5 de febrero de 2024


lunes, 1 de enero de 2024

Estrenando año

 


ESTRENANDO AÑO

Hoy estrenamos año.  En un momento pensé en los comienzos de año escolar, cuando estrenaba zapatos, uniforme y libros nuevos para el inicio de un nuevo curso y grado, con la emoción de sentir el olor de los libros nuevos, del cuero del bulto en el que habría de echarlos y hasta el de los forros de papel que tenían una textura especial que al inicio era tiesa, con el uso se gastaba, se hacía maleable y adquiría una tonalidad ceniza.  Todo se sentía nuevo, incluyendo la experiencia, sin tener aún conciencia de que en realidad, lo nuevo siempre viene acompañado de vivencias pasadas.

Y comencé a pasar revista de las vivencias del año que hace apenas unas horas terminó.  Ha sido un año de mucho crecimiento y experiencias extraordinarias.  Pude culminar un ciclo para darle cierre al proceso de venta del apartamento de Papi, que me resultó estresante al tener que lidiar con circunstancias inesperadas debido a que no dependía solo de mí, sino también de otras partes involucradas.  Aprendí a soltar, a hacerme cargo de lo que podía controlar y dejar ir lo que no.  En el proceso gané nuevas amistades que ahora ocupan ese espacio que tantas veces visité para compartir con Papi y me siento en paz.

Pensé en las experiencias trascendentales por la magnitud, como el viaje a Sudáfrica, que representó la culminación de un sueño que fue interrumpido en varias ocasiones y que finalmente pude concretar.  Las experiencias fueron extraordinarias –el contacto con especies en su hábitat natural, la conciencia de que pisaba el suelo que una vez pisó Mandela en su larga y tortuosa lucha en busca de la libertad personal y colectiva y conocer  gentes que son tan distantes en términos geográficos, pero que sentí muy cercanos a nuestra esencia.  Presenciar la majestuosidad de las cataratas Victoria fue espectacular.  A nivel más personal, la experiencia de viajar con otra persona resultó mucho más agradable de lo que pensé, dada mi tendencia a viajar sola.  La vivencia le añadió una nueva dimensión a mi amistad con Isabel, que se fortalece con el tiempo.

Hablando de amistades, no puedo dejar de dar gracias a Dios/Universo por las extraordinarias amistades que tengo –las de hace décadas y las más recientes.  Con ellas comparto las penas –las de ell@s y las propias, así como las alegrías –las simples y las más grandes.  Algunas enfrentan retos de salud o pérdidas y quiero servirles de apoyo.  Con todas comparto mis dudas, mis angustias existenciales relacionadas con el inexorable paso del tiempo, al igual que los grandes y pequeños gozos, casi siempre acompañadas del vinito que tanto disfruto.  Mi amiga Wilma me regaló un calendario al que pueden desprenderse hojas semanales y me encanta porque aunque uso el calendario en el celular, tenerlo en la puerta de la nevera me lo hace más visible. Hoy lo estreno. Fue precisamente ella quien me invitó a unirme a las clases de acuaeróbicos, lo cual eventualmente me llevó a tomar las clases de natación.

Nadar era una asignatura pendiente y tomé la decisión de enfrentar mis miedos.  Todavía no puedo decir que nado propiamente, pero estoy en camino.  Como todo, es un proceso y debo decir que me siento orgullosa de mí misma, que a los 69 años decidí enfrentarme a este miedo, haciendo a un lado la vocecita que me desalentaba diciendo que para qué iba a aprender a estas alturas, que no necesito saber nadar.  Y esa vocecita se mete en mi cabeza cada vez que saco la cara para coger aire y lo que cojo es agua, cada vez que entro en pánico cuando vamos a la parte honda de la piscina, agarrados del borde para nadar hacia la parte más llana y que responde con coraje cada vez que no logro ejecutar los movimientos como se debe.

Esa vocecita insidiosa es la misma que me repite que ya los años me delatan, que me instala el miedo a lo tecnológico, la resistencia a los cambios y me pinta un futuro sin un compañero de vida.  Es la misma vocecita que me instala el miedo al cáncer cada vez que veo una manchita en alguna parte del cuerpo o un síntoma de esos que me impulsa a buscar en WebMD qué podría ser esa manchita o esa molestia.  Y casi sin atreverme a decirlo, la que instala el pánico y el temor al Alzheimer cada vez que no encuentro el teléfono, las llaves o el bolígrafo que hacía unos minutos tenía en las manos. Me habla cuando voy a un sitio desconocido de esta habilidad suprema que tengo para perderme y últimamente lo combina con el miedo a manejar de noche por sitios oscuros, desconocidos o todas las anteriores.  Sospecho que tod@s tienen una vocecita similar. En este nuevo año estaré más consciente de agradecerle que se preocupe por mí, pero una vez atienda lo que es necesario atender, la mandaré a callar.

Entre las grandes alegrías cuento los tres -¡Tres!- encuentros fugaces con Luis Rafael Sánchez, con motivo del homenaje que le rindiera la Universidad de Puerto Rico, fuente de mi otro enorme agradecimiento.  Gran parte de lo que soy, después de mis padres, se lo debo a mi amada IUPI.  No puedo pensar en uno sin pensar en la otra, inseparablemente unidos en mi corazón. Me angustia ver la precaria situación de nuestra –sí, porque pertenece a todos y todas- debido a la incompetencia de la dichosa Junta y el gobierno de turno para lograr que nuestro primer centro docente siga ofreciendo una educación de calidad a las futuras generaciones.

No puedo sustraerme del coraje y la frustración que me provocan las estupideces de los que se supone sean líderes, pero que en realidad son personajes que persiguen agendas propias y al pueblo que sufra las consecuencias.  Cada vez que se va la luz me entra este coraje, esta rebeldía, porque es un reflejo palpable de lo mal que nos ha ido.  Y eso es lo de menos.  Lo más terrible son las familias que están aún sin techo tras el paso de María –¡María, María, que fue hace seis años! Y los trámites que deben hacer los afectados para lograr conseguir una casa –bien sea para adquirir o alquilar, con un vale que al fin de cuentas no sirve de nada, como las órdenes de protección para algunas mujeres a las que los tribunales, la policía y el sistema en general les ha fallado.  Y mientras, el gobierno nos atosiga con los anuncios de “haciendo que las cosas pasen”; añádase el último asqueroso ejercicio de usar la canción de Tony Croatto: “Yo habito una tierra luz”, justo ahora que a tantos les hace falta luz en sus hogares y a estos incompetentes en su alma.

Mi alma se conmueve con los horrores de la guerra Ruso-Ucraniana y Gaza - Israel. En esta última, el horror del ataque terrorista inicial ha dado paso al horror de la respuesta encarnizada de la víctima convertida en victimario.  No puedo imaginar la angustia de esa pobre gente que fue obligada a movilizarse al sur de Gaza, tan sólo para que allí les persigan los bombardeos.  Mientras aquí nos estremecen petardos, cuartos de dinamita y toda clase de pirotecnia lanzada al aire, allá son bombas que arrasan edificios, barrios enteros y destruyen las vidas de quienes celebraban la Navidad anterior en la calidez de sus hogares, rodeados de sus seres queridos.  Hoy no tiene hogar, no tienen ciudad, no tienen algunos seres queridos y muchos, brazos, piernas, ni siquiera vida.

La vida se compone de penas y alegrías.  Durante el año que acaba de concluir he tenido más alegrías que penas.  Miro este nuevo año con esperanza: nuestro pueblo ha ido comprendiendo que hay que buscar una nueva forma de elegir nuestr@s líderes.  He ganado sabiduría para lidiar con los retos y deshacerme de costumbres que ya no me producen alegría.  Les deseo a tod@s que este año les sea propicio y tengan, sobre todo, paz.

1 de enero de 2024