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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 31 de diciembre de 2018

HOY ESTRENO TOALLAS





HOY ESTRENO TOALLAS

En mi escrito anterior aludí a mis Christmas blues, que por alguna razón este año me han golpeado bastante duro. Estoy segura que la causa está relacionada con temores e inseguridades en torno al futuro.  Un día como hoy, en el que se despide un año, es inevitable pasar revista.  El periódico, la televisión, las redes sociales, todo nos invita a que reflexionemos en torno al año que en pocas horas habrá de concluir.  Y ni hablar del ejercicio de hacer resoluciones, pese a que año tras año vemos  cómo incumplimos la mayoría, cosa que indudablemente nos hace sentir peor.

He sido afortunada porque en estos días he recibido mucho afecto de mi familia extendida.  De hecho, esta noche decidí aceptar la invitación de mi amiga Carmencita a despedir el año en su casa.  Pese a que otros años me aventuraba a pasarlo sola, en esta ocasión no me siento muy fortalecida, así que no voy a tentar al espíritu de los blues a que haga de esta una noche totalmente miserable.

Hoy me dediqué a terminar una limpieza que comencé ayer.  Cambié mis sábanas y me disponía a colocar toallas limpias cuando me percaté de la lastimosa condición de la toalla que iba a colocar en mi baño.  Con el paso de los años, sus bordes están raídos y con hilos sueltos.  Hace como tres años había comprado unas toallas nuevas que permanecían sin usar, pensando que tal vez apareciera alguien con quien compartirlas.  Pues el alguien no se ha materializado y de momento me pregunté “¿por qué estoy dispuesta a usar algo que no ofrecería a otra persona? ¿Acaso no merezco unas toallas en perfectas condiciones?” Por supuesto, siempre tengo toallas en buen estado en el baño para visitantes, pero estaba utilizando para mi algo feo, deshilachado, maltrecho.

Poco a poco me fui dando cuenta de todas las cosas que se han ido deteriorando y no he sustituido.  Antier por fin me decidí a llamar para que repararan la luz de mi habitación, que llevaba mas de un año dañada y me obligaba a usar la luz de la lamparita de lectura, por lo que en las noches se me dificultaba encontrar objetos.  La toalla maltrecha me hizo pensar en que no me he estado tratando bien a mi misma.  Acto seguido, procedí a buscar las nuevas toallas.  Me embarqué en elucubraciones sobre cómo aun una persona como yo, con una autoestima mas o menos saludable, puede caer en estas conductas nada positivas.  Suelo complacerme –viajo, disfruto de buenas comidas, pero una simple toalla me demostró que merezco, como merece todo ser humano, brindarse lo mejor que sus posibilidades económicas le permitan.

Hoy, la noticia de la muerte de la periodista Keyla Hernández me hace pensar en la importancia de vivir la vida con intensidad, conscientes de que lo único que tenemos es el momento presente.  Muchas veces vemos mensajes sobre esto, pero lo olvidamos.  Hoy una simple toalla me recordó que merecemos disfrutar de todo lo que la vida tiene para ofrecernos.  No hay que esperar,   Podemos procurar asegurar nuestro futuro sin sacrificar el presente.  Esta noche, me dirijo a recibir el afecto de mi amiga y a brindarle el mío a través de una mezcla de bacalaítos que disfrutaremos con un Prossecco bien frío. Mañana probablemente vea otra amiga y así, a cada día procuraré dedicarle su propio afán.  No haré resoluciones.

Les deseo paz en sus corazones, amor y la conciencia de que merecemos lo mejor que la vida tenga para ofrecernos, incluyendo toallas en buen estado.

31 de diciembre de 2018


miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA NOSTALGIA NAVIDEÑA








LA NOSTALGIA NAVIDEÑA

Llevo días, por no decir que semanas, con un sentimiento indefinido, que entremezcla tristeza, desgano, desazón, acrecentado por eso que se ha denominado Christmas blues. No es nada extraño caer presa de estos sentimientos –es algo muy común.  En mi caso, pienso que se combina la incertidumbre personal con la colectiva -el país está en tremenda encrucijada y muchos ni cuenta se han dado.  El paso de los años ofrece la oportunidad de pasar revista sobre nuestras vidas e inevitablemente, se repasan las ausencias.  Me invade un sentimiento de culpa -que no ayuda en nada- cuando pienso en todas las bendiciones recibidas, que son muchas.

Para tratar de sacudir estos sentimientos, me embarqué en mis proyectos culinarios, algo que siempre ayuda.  Este año decidí hacer el coquito de chocolate en vez de la variante de café que por años estuve haciendo.  También hice una receta distinta de las bolitas de nueces, conocidas como snowball cookies.  Esta vez las hice de limón y almendras.  Creo quedaron muy dulces para mi paladar, pero han gustado.  Tal vez haga unos ajustes a la receta.  El majarete no sufrió alteraciones adicionales a las que ya había hecho con la receta de Giovanna Huyke.  Es un postre que me recuerda mucho a mi mamá y a Madrinita.  Creo que un medidor de cuán mal pueda estar en cuanto a mis Christmas Blues es ver que aún me impulso a hacer estas delicias.

Mi amiga Carmencita me envió un arreglo navideño que me hizo recordar a mi amiga Leila, quien solía enviarme arreglos para mi cumpleaños. El día de Nochebuena compartí con Flor Negroni y su familia, algo que me brinda ese calor de hogar que no depende de lazos de sangre. Me mantengo ligada a mi Buddy y sé que el afecto es indisoluble.  Hay sobrada evidencia de que no estoy sola y aún, me invade este sentimiento que no he podido sacudir.  Ojalá que este trío de manjares navideños, como los Tres Santos Reyes, logren despejar esta nube que se cierne sobre mi.  Y si a ustedes se les asoma la misma nube, espero que venga la brisa de la canción del ¡Fuá! y se la lleve.

Feliz rojiverde Navidad sin blues.

26 de diciembre de 2018

viernes, 21 de diciembre de 2018

Las tres puertas







LAS TRES PUERTAS

Ayer salió publicada una columna escrita por José B. Carrión, presidente de la Junta de Supervisión Fiscal -a quien no me referiré por el mote que se le conoce, porque no pasaría la prueba de 2 de las puertas- y  por Andrew Biggs, otro miembro de la Junta.  La susodicha fue publicada originalmente en inglés en el periódico The Washington Post, 3 días antes.  Evidentemente la intención era llevar el mensaje a las esferas de poder en Washington.  El mensaje de la columna es que Puerto Rico no ha cambiado sus políticas económicas y eso es lo que tiene al país sumido en un desastre económico y no los huracanes.  De paso, vuelve a defender el asunto de la eliminación de las licencias a los empleados y  el bono de Navidad, que ha sido una empecinada cantaleta de la Junta.  La insistencia es en comparar la isla con las jurisdicciones de E.U., como si les reventara que aquí haya un llamado bono de Navidad y allá no, así como varios beneficios laborales no existentes en otras jurisdicciones de E.U.

Lo que el señor Carrión no acaba de entender es que el bono de Navidad es parte de la compensación del empleado, cuyos salarios son menores que los salarios en E.U.  Para todos los efectos, pudiese incorporarse el llamado bono al salario, pero la realidad es que esa compensación sui generis opera como una especie de Christmas Club –es decir, el empleado no lo recibe mensualmente en cuyo caso se vería tentado a gastarlo, porque no hay una cultura de ahorro en muchos de nuestros hogares.

En cuanto a otros beneficios, sabido es que culturalmente le damos énfasis a la vida familiar.  Tener más días de licencia frecuentemente no es tan sólo para vacacionar, sino también para asistir a actividades de los hijos o acompañar a padres enfermos a citas médicas.  Nuestra población está envejeciendo y con ello vienen más enfermedades, que obligan a los empleados a ausentarse para ir al médico.  Sabido es que un empleado satisfecho produce más.  Yo no sé hasta qué punto los beneficios laborales en Puerto Rico impiden un aumento en los negocios que quieran establecerse cuando han sido muchas las empresas norteamericanas que se han establecido aquí, porque pese a que pagan estos beneficios, reciben grandes ganancias.  Creo recordar comentarios en torno a que la tienda J.C. Penney de Plaza es la más que vende en todo E.U.

En términos de los comercios locales, he estado viendo un auge de jóvenes empresarios que han establecido nuevos locales de comida, ventas  de artículos especializados y hasta un resurgir de la agricultura.  Los beneficios salariales no los han detenido.  Incluso, recientemente escuché que son los negocios locales los que más empleos generan.  Hay algunos, como el caso de los restaurantes de comida rápida El Mesón, que hasta han comenzado a expandir operaciones hacia la Florida.

La columna añade la reciente polémica en torno a la implantación del requisito de que los recipientes de la tarjeta de la Familia trabajen y señala que el gobierno ha tardado en implantar este programa.  Así que el señor Carrión enjareta (o como se dice por ahí, incluyendo a yours truly  “enjereta”) todas estas llamadas razones y se las pone en bandeja de plata al gobierno de Donald Trump para que nos mastique y escupa por malamañosos, vagos, corruptos, que es después de todo, lo que opina de nosotros.  Vergüenza le debe dar a un puertorriqueño que ande por ahí hablando pestes de nosotros.

Y no nos llamemos a engaño.  Hay muchos males que hemos arrastrado por años y nos han traído hasta aquí.  Comencemos por no atender el asunto del estatus.  Lo seguimos posponiendo, posponiendo y esto ya no aguanta más.  Pero a fin de cuentas, ¿no es esto una característica casi genética de la mayoría de nosotros? A ver, piense en cuántas cosas usted sabe que tiene que hacer y no ha hecho.  Lo otro es que aunque los males datan de años, este gobierno botó la bola con la improvisación y lo de tratar de hacer como los gatos con su cajita, que tapan las caquitas, pero si no se limpia, eventualmente sale la pestecita.  Pues son muchas las pestecitas y pestazas que se han ido descubriendo.

El desastre de María se combinó con el desastre administrativo de la actual administración y del propio gobierno federal, ese que supuestamente lo hace todo bien.  Pues en Puerto Rico metieron la pata hasta el ñu y parecía un programa de los 3 Chiflados. ¿Cómo es que un ejército que invade países y construye puentes temporales de un día para otro no podía ni tan siquiera repartir agua eficientemente?  ¿Cómo es que los toldos necesarios para cubrir lo que quedó de las casas tardaron meses?  Y el contratito con el peje blanco con vínculos con altas esferas en Washington?

Procede que hagamos un examen de conciencia colectivo.  Todos somos responsables en mayor o menor grado –unos por acción y otros por omisión.  No queríamos tocar el asunto del estatus, pues ahí van enredadas las leyes de cabotaje.  No quisimos escuchar las advertencias sobre los descuadres en los planes de pensión, pues ahora muchos tenemos pensiones reducidas y otros ni saben qué va a pasar cuando se retiren.  No se atendió adecuadamente al asunto de la financiación de la obra pública, lo que creó la monumental deuda, pues ahí está la Junta de Supervisión Fiscal, con el señor Carrión al mando y Natalie Jaresko de Directora Ejecutiva.  Esta señora ha tenido la desfachatez de decir que todos tenemos que sacrificarnos, pero que ella no está dispuesta a reducir su compensación de $625,000 anuales. No se atendieron tantos y tantos asuntos que están reventando ahora, como el tumorcito minúsculo que no atendimos y ahora amenaza con matarnos.

La pregunta es ¿y ahora qué?  Podemos seguir quejándonos como alma en pena, sin hacer nada para resolver el problema; podemos escapar al ritmo de Bad Bunny y viendo el programa de La Comay, que ya anunciaron regresará; podemos seguir hablando mal del país ante los círculos de poder, como ha hecho el señor Carrión o como lo hacen algunos que se fueron y se distancian de sus raíces, para que no los confundan.  Es lamentable que haya muchos dispuestos a alzar su voz para hablar mal de un país como el nuestro, que con todas sus debilidades, carencias y contradicciones, lucha por salir adelante y se ocupó de sí mismo tras María.  

La columna del señor Carrión es deleznable.  No aporta nada a la solución de nuestros problemas –es una pataleta porque el gobierno no accedió a su capricho de derogar la ley 80 sobre despido injustificado, ni recortó otros beneficios, como el bono de Navidad.  Es un acto mezquino, que no cumple con el análisis de las 3 puertas que vi en una entrada en Facebook y que se le atribuye a Buda.  La primera puerta -¿es verdadero?  Es parcialmente cierto que muchos de los problemas no se deben a los huracanes, pero deja fuera grandes verdades y distorsiona otras.  La segunda - ¿es amable? Obviamente, no lo es.  La tercera: ¿es necesario?  Claro que no.  Luego de fracasar en cumplir con esta prueba, me pregunto qué se logra con esta columna.

Dicen que uno no le da armas al enemigo.  No podemos tapar nuestra realidad, pero tampoco vamos a mostrarle nuestro flanco más débil a un truhán como Trump, acostumbrado a imponer su voluntad.  Señor Carrión, shame on you.

21 de diciembre de 2018