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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 17 de agosto de 2017



DOS LADOS Y UNA HISTORIA

No sé si es porque soy pisciana –a los que no hayan visto el símbolo del signo de Piscis, son dos peces en dirección opuesta, pero lo cierto es que me produce fascinación la dualidad en el ser humano.  En mi caso, puedo ser osada para ir de viaje, a conciertos o a cenar  sola e incluso para hablar en público ante decenas o cientos de personas, pero me intimidan las reuniones o fiestas de grupos con quienes no frecuento.  Y todo ser humano tiene una dualidad.  Hoy leí una columna del ex secretario de Hacienda, Juan Zaragoza, sobre la figura de Roberto Clemente -otra dualidad fascinante, pero sería entrar en una de mis digresiones- y pensé en la imagen que suelo tener sobre hombres en el campo de las finanzas –fríos, calculadores, técnicos y al punto. Pues Juan Zaragoza, al igual que muchos otros, rompe con este estereotipo. He leído varias de sus columnas en las que integra elementos de literatura, filosofía, psicología y hasta teología.

Todo ser humano posee características positivas –a veces están muy escondidas.  Pienso en seres como los mafiosos, que tenían un alto concepto de la familia, pero eran capaces de despachar a quien los traicionara sin pestañear; o en un Adolf Hitler, de quien leí tenía interés por la pintura, quiso estudiar bellas artes y se convirtió en una figura que ejemplifica la crueldad.  En época más reciente, nos enfrentamos a la figura de Donald Trump.  Debo confesar que todavía no he visto el lado positivo de este hombre, aunque estoy segura lo tiene.

Desde que resultó nominado candidato por el Partido Republicano quedé más que sorprendida de que un hombre con su personalidad aspirase a ser presidente de los Estados Unidos –una nación que ha producido presidentes de la talla de Lincoln, Kennedy,  Carter y otros.  Cuando fue electo presidente quedé en shock, del que no he salido aún.  Pese a ello, seguí pensando que tal vez nos sorprendía.  Y sí, nos ha sorprendido, pero no para bien.  Parafraseando una línea del famoso poema de Elizabeth Barrett Browning, let me count the ways… Contar la historia reciente de Donald Trump es como contar las muchas maneras que ha ofendido a mujeres, periodistas, inmigrantes, artistas y hasta miembros de su propio partido.  La circunspección no está entre sus cualidades.

Con respecto a los incidentes del fin de  semana pasado en Charlottsville en el estado de Virginia, Trump inicialmente condenó los incidentes por parte de los bandos involucrados, indicando que en ambos grupos había excelentes personas (fine people). Es bien difícil identificar como excelentes personas a aquéllos que desfilan con antorchas, gritando con furia que las calles son suyas –de los blancos; que no dejarán que los judíos los reemplacen; repitiendo con voces ásperas y estridentes: blood and soil. Del otro lado, estaban los que se oponían al desfile de los representantes de los supremacistas blancos –que no se esconden para llamarse así o para admitir que son parte del KKK- coreando su repudio a dicha organización y a los nazis. Tras salir la noticia, vi varios reportajes, pero un video puso ante mí el horror de los incidentes del pasado fin de semana.  Es como volver atrás en el tiempo.

Es innegable que cuando dos grupos con visiones tan opuestas se encuentran, va a haber expresiones de coraje. Estoy segura que el grupo anti nazi no utilizó su más fino lenguaje y que par de puños o piedras fueron lanzados.  Es innegable también que la historia está ahí – en un ejército que luchó por mantener el derecho a poseer esclavos; en una organización como el KKK, que  torturaba y asesinaba negros por el solo hecho del color de su piel; en las leyes absurdas que le negaba a los negros un asiento en autobús; el voto y el derecho a la educación en igualdad de condiciones.  Es una historia que costó muchas vidas y que dio base a uno de los movimientos de resistencia pacífica más hermosos, con figuras como Martin Luther King y Rosa Parks a la cabeza.  Las estatuas a los héroes del lado confederado, como Robert E. Lee son una afrenta diaria a todo ciudadano negro y a todos los que tenemos conciencia  de la dignidad del ser humano.  Trump ahora quiere justificar la existencia de las estatuas como un retrato de la realidad –de un reconocimiento a la historia.  Pero esa historia no se pone en contexto.

En Washington DC hay un museo dedicado al holocausto.  Se pone en contexto la historia – no se erige una estatua a Adolf Hitler porque sea parte de la historia.  Robert E. Lee es parte de la historia.  Lo terrible es que hay un número demasiado grande de simpatizantes con su causa como para no preocuparnos de que la historia se repita.

17 de agosto de 2017



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