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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

viernes, 24 de febrero de 2017

801




801-71-XXXX

Esta mañana estaba revisando mis mensajes de Facebook cuando vi un número en un mensaje de un amigo. No entendí qué quería decir el número, que empezaba con 801.  Pensé que se trataba de un código de área, pero luego iba seguido de dos dígitos en lugar de tres.  Seguí revisando mensajes y me topé con el de una amiga, que incluía también el 801, seguido de dos dígitos y 4 gallitos, con la referencia #ProductoUPR.  Finalmente entendí.  El 801 es el código en el número de estudiante, asignado al recinto de Río Piedras.  Los dos números que siguen corresponden al año de ingreso, que en mi caso es 1971.

Con la referencia de Orgullo UPR me di  a la tarea de buscar una página con ese nombre y la encontré.  La página recomienda demostrar  orgullo por nuestra Alma Máter y compartir nuestros logros, para que se sepa lo que produce esta Universidad en términos de calidad profesional.  Tres de mis amigos han colocado su número –con una porción camuflajeada, acción que se impone en estos tiempos paranoicos de robo de identidad.  Con esta acción demuestran su orgullo de ser producto de la Universidad de Puerto Rico, pero no dicen nada de sus logros.  Pues yo los voy a decir.

Uno de ellos es actor, director de teatro y fue mi maestro de actuación.  Es un hombre con un talento extraordinario, que demuestra su amor por el teatro no sólo en el aspecto de la actuación, sino que ama la estructura –el edificio mismo del cual es un celoso guardián.  Otra es una abogada dedicada, con varios (no voy a decir cuántos) años de experiencia en una corporación pública.  Allí se ocupa de defender los intereses de la agencia, independientemente de la administración de turno, ninguna de las cuales, debo decir, ha valorado en toda su extensión la enorme contribución que hace. Es una mujer que se da por entero a su familia y reserva casi nada de tiempo para sí misma, aspecto que le recrimino.

La más joven (su año es 2008 –o sea, los otros días) es directora ejecutiva de una ONG que administra un orfanato en Haití.  La conocí mientras me ofrecí de voluntaria para recaudar ayuda a Haití el año pasado y vi en ella una mujer entregada a la misión de ayudar a los que menos tienen.  Vi una mujer amorosa, dulce, capaz de inspirar con la acción.  Estos son sólo tres de los extraordinarios profesionales y seres humanos que ha producido la UPR y me siento más que orgullosa de haber compartido con ellos en diversas etapas de mi vida.

Como el propósito de la página es que se sepan los logros alcanzados por los egresados de la UPR, comparto que estudié Humanidades y tuve el honor de haber sido alumna de Luis Rafael Sánchez, nuestro escritor más destacado.  Un hombre con un talento que trasciende nuestros limitados confines geográficos y poseedor de una sensibilidad exquisita, la que esconde detrás de un façade  que intimida a muchos, pero que aprendí a amar.  Allí también estudié con Arcadio Díaz Quiñones, Mercedes López Baralt, Ana Lydia Vega; en fin, la crema y nata de la cultura de este país.  Aprendí francés con Ruth Hernández qepd, una profesora extraordinaria, quien me enseñó tan y tan bien, que mas de 20 años más tarde, con un repaso, puede desempeñarme en la lengua francesa en un viaje de placer a Francia.

Tras graduarme de bachillerato proseguí estudios en la Escuela de Derecho – de la YUPI, bien sur, donde tomé cursos con abogados de la talla de Demetrio Fernández, Michel Godreau, Rafael Escalera, Jaime Fuster, qepd y Raül Serrano Geyls, qepd, entre otros. La capacidad de análisis que adquirí en la facultad de Humanidades, cuando debía hurgar en la psiquis de los personajes y conocer su entorno, fueron una excelente preparación para mis estudios de derecho.  Vivo orgullosa de mi formación en Derecho, comparable a la de cualquier universidad norteamericana, a donde de hecho, van a proseguir estudios de maestría y doctorales egresados de la YUPI. Siento que la Universidad de Puerto Rico me formó como una profesional redondeada, lo cual me llevó a desempeñarme en diversas capacidades en el gobierno.  Llegué a dirigir una oficina de Derechos Civiles y a dirigir interinamente a la AMA.   Tras mi retiro, logré publicar mi primer libro, un tributo al ser extraordinario que fue mi padre.  Nada de eso hubiese sido posible sin la educación que recibí en la Universidad de Puerto Rico.  Vivo orgullosa de ser producto de la UPR y ahora más que nunca, hay que redoblar esfuerzos para que otros puedan alcanzar la misma educación de excelencia que yo.

18 de febrero de 2017





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