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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

domingo, 24 de marzo de 2019

Grandeza





GRANDEZA

Desde hace años disfruto de la música interpretada por un artista excepcional que ayer se me reveló como un genio.  He sido fanática de varios artistas a través de los años.  Comencé con los Beatles, con una predilección especial hacia Paul McCartney.  Luego le siguieron Chucho Avellanet, Danny Rivera, Marco Antonio Muñiz, Milton Nascimento –durante una época con particular afición por la música brasileña. Ednita Nazario  llegó más tarde.  Irrumpieron a escena músicos del bel canto, precedidos por Luciano Pavarotti, quien sigue siendo mi favorito y Andrea Boccelli.  Como una estrella que se fue insinuando en mi corazón poco a poco, con la sutileza del instrumento que tan magistralmente ejecuta, llegó Yo –Yo Ma.

Imagino que lo escuché por primera vez en la radio y eso me provocó comprar un disco.  Luego de eso he adquirido varios, que escucho dependiendo de mi estado de ánimo.  Hace 14 años lo escuché en persona por primera vez  y quedé prendada no sólo del músico, sino también del ser humano.  Fui conociendo mas de sus esfuerzos para hacer música de géneros diversos y de acercarse a personas de distintas culturas. Ejemplo de ello es uno de mis discos favoritos, con temas festivos, en el que colabora con músicos de varios países e interpreta ritmos orientales, caribeños, europeos y norteamericanos.  Ya me iba formando una idea de que este hombre es un ser universal, un maestro no sólo por su maestría en la ejecución del violonchelo, sino porque nos muestra el camino hacia una mejor sociedad.

El pasado viernes y sábado pude constatar que estuve ante la presencia de un ser cuya grandeza trasciende su enorme talento musical. Asistí al concierto que ofreció el viernes en la sala de festivales del Centro de Bellas Artes, en el que interpretó las seis suites de Bach.  Yo había escuchado tal vez dos y porciones de otras.  Yo-Yo Ma estaba solo en el escenario –bueno, sólo con su chelo.  Hubo momentos verdaderamente sublimes.  Hay una magia especial en ver la simbiosis intérprete/instrumento que se establece entre ambos.  Por momentos, se siente que estamos ante un suceso íntimo en el que el maestro acaricia el instrumento; en otros, parece como si hubiese dos o tres chelos en lugar de uno solo.

Para mi, que prefiero los conciertos orquestales resultó un poco fuerte estar dos horas ante la interpretación de un solo instrumento, pero no dejé de apreciar momentos sublimes.  El maestro –me resisto a llamarlo Yo Yo, aunque estoy segura que a él no le molesta –dedicó la quinta suite a Puerto Rico, tras unas interpretaciones magistrales.  Fusionó la quinta y sexta y el concierto llegó a su fin, pero él anunció que había una sorpresa – y lo dijo en español.  De verdad fue una sorpresa –jamás lo hubiera imaginado.  Pensé que tal vez interpretaría El Canto de los pájaros, de Casals, pero no.

Entró a escena el coro de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Cayey, acompañado de Alberto Carrión y en compañía del maestro, interpretaron Amanecer Borincano. Al escuchar los primeros acordes las lágrimas se agolparon en mis ojos y luego fluían libremente por mis mejillas.  Me sorprendió la intensidad de la emoción, como me sorprende cada vez que la asocio con la tragedia que vivimos con el huracán María y la desnudez no solo de nuestros montes, sino de la realidad colonial que ha quedado tan patentemente retratada en los últimos tiempos.  Y ese dolor está ahí, aunque hayamos superado mucho, aunque personalmente no hayamos sufrido tanto como los habitantes de regiones más apartadas.  El abrazo cálido que el maestro le ofreció a Alberto Carrión al finalizar fue como si hubiese ofrecido un abrazo colectivo al país entero, como queriendo decir “estoy con ustedes”.  Todo me quedó aun más claro ayer.

Asistí a un conversatorio que formaba parte del mismo proyecto de la gira de Yo Yo Ma en el que participarían Luis Miranda –el papá de Lin Manuel- junto al promotor de La Respuesta en Santurce, quienes analizarían arte y desarrollo económico; el propio Yo Yo Ma y la directora del Museo de Arte Contemporáneo, para discutir el rol del arte en la revitalización de la isla y el Chef José Andrés y la dueña de uno de los food trucks que participó en la tarea titánica de alimentar la isla tras el paso del huracán.  Alguien le preguntó a Luis Miranda cómo hacer sentir en Los Ángeles la presencia de la cultura Boricua y Luis Miranda le respondió “haciéndolo”, lo cual fue sentando la tónica del conversatorio.

Siguió Yo –Yo Ma con Marianne Ramírez y dejó ver una vez más su calidad humana.  Saludaba con abrazos a los que tenía alrededor antes de subir al escenario y mientras lo presentaban, sonreía como un niño chiquito como queriendo decir “¿y ahora qué vamos a hacer?” Asumió el rol de entrevistador y le lanzó la siguiente pregunta a Ramírez: “si tuvieras los recursos para resolver los problemas del país qué harías?”  Yo quedé como la computadora cuando está buscando un archivo y Ramírez abordó el asunto.  De ahí fluyó la conversación y se abrió el foro para preguntas.  Una de las participantes recibió un micrófono que no funcionaba y Yo - Yo Ma se acercó desde el escenario y le dio el suyo.  Ese pequeño acto me reveló que nunca pierde de vista a los otros seres humanos.  El no se siente como un ente aparte, aunque tendría todo el derecho de hacerlo.  Como dicen por ahí, está fuera de liga. Creo que él no se da cuenta de cuán grande es.

En un momento dado Ma afirmó “ustedes tienen una identidad bien fuerte, pero es necesario que el resto del mundo sepa eso”. También dijo que debemos cambiar el nombre a Puerto Sí Podemos.  Una profesora de música preguntó qué era lo que había en Bach que apela al sentimiento y Ma contestó que representa empatía, como un tío lejano, pero que se sienta a escucharte.  Creo que por eso es que el maestro puede interpretar tan magistralmente a este compositor.  Él es también ese tío que nos escucha.

Tras su participación, permaneció un rato escuchando al chef José Andrés, quien también recalcó en la importancia del convencimiento de que podemos echar adelante el país nosotros mismos, particularmente tras la ineficiencia demostrada por FEMA y su empecinamiento en traer comida de afuera cuando aquí había recursos disponibles que tan sólo era necesario movilizar.  Tras el conversatorio, nos movimos a la plazoleta de Minillas, donde otros músicos, en este caso de música popular, participaban.  Yo-Yo Ma se les uniría, así que pese al candente sol, el hambre que arreciaba y el cansancio que arrastraba tras el intenso concierto de la noche anterior, quería volver a verlo.  Escuché parte de la música, pero tras un rato me desesperó, porque es de esa música que lleva una melodía al principio, pero luego rompe en una descarga que no es exactamente algo que me atrae.

Me despedí de mi prima Socorrito y su esposo, a quienes vi en el conversatorio y quienes me acompañaron un rato en la fila desesperante por algo de comer en uno de los food trucks disponibles, di una vuelta por las carpas con artesanía y me fui.  Hoy leí que Yo-Yo Ma interpretó una canción con PJ sin suela, alguien de quien he escuchado pero no conozco nada de lo que hace.  Según la reseña del periódico, interpretaron Avemaría, una composición del joven músico dedicada a Puerto Rico tras el paso del huracán.  La busqué un UTube y honestamente no me gustó, pero estoy segura que Yo-Yo Ma hizo una interpretación sublime, porque sin duda escucha algo que yo no escuché.  En el conversatorio aludió a que hay algo de ciencia en la música y que le sorprendió que ninguno de los integrantes del coro que lo acompañó la noche anterior eran estudiantes de música.  Es evidente que Yo-Yo Ma no sólo habla con la gente –los escucha.  Tiene un cerebro privilegiado, pero mas aún, tiene un alma privilegiada.

Cuando me disponía a realizar este escrito, busqué mis discos favoritos de Yo-Yo Ma –sí, los que aparecen en la foto son solo mis favoritos -hay más. En uno de ellos hay un folleto con un extracto de una entrevista que le hacen al maestro.  Le hacen alusión a una campaña publicitaria de un producto en el que se dice “I wanna be like Mike”, refiriéndose a Michael Jordan.  El entrevistador le pregunta a Yo-Yo Ma, que si hubiese una campaña denominada “Quiero ser como Yo-Yo”, cual producto promocionaría.  El respondió que un uniforme de mesero.  Tras una pausa –imagino que por la sorpresa- el entrevistador preguntó por qué.  Yo-Yo Ma respondió: “Porque creo que ser un buen músico es como ser un buen mesero.  No eres el chef – es al compositor a quien le corresponde ese uniforme-pero necesitas conocer bien lo que vas a servir para hacer bien tu trabajo.  Necesitas ser discreto.  Si haces bien tu trabajo, puedes verdaderamente añadir valor al disfrute de toda la experiencia”.

Este fin de semana, he descubierto la grandeza de Yo-Yo Ma en todo su esplendor.  Me recuerda la oración de San Francisco de Asís que reza en parte

Oh Señor hazme instrumento de Tu paz….
........
Donde haya desesperación que lleve yo alegría
Donde haya tinieblas que lleve yo la luz
Oh, Maestro haz que yo no busque tanto ser consolado sino consolar
ser comprendido, sino comprender
ser amado, como amar

Yo-Yo Ma me brindó en dos días lecciones en amor, humildad, empatía, gozo y constancia predicadas con su ejemplo.

Namasté.

24 de marzo de 2019



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