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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 1 de abril de 2019

Chocolate y café






CHOCOLATE Y CAFÉ

Me reconozco chocaholic. Desde niña me ha fascinado el sabor del chocolate. En el principio degustaba las famosas barras y kisses de Hershey’s y luego los M y M’s.  Aunque probé otras versiones con almendras, arroz, pasas, maní, siempre preferí el chocolate solito.  Incluso, solía comer pedazos del chocolate Cortés que Mami compraba para hacer el chocolate caliente –una bebida olorosa, espesa, que acostumbraba hacer los domingos por la tarde. El acompañamiento obligado eran las galletas Export Soda con mantequilla y el queso de papa.  Mami rallaba el chocolate y lo echaba sobre la leche que batía en un ritual que parecía ancestral.  Mi paladar sufría porque en mi afán de probarlo de inmediato, mientras humeaba, el chocolate me quemaba y me dejaba el paladar en tiritas.  Pero como dice el dicho, sarna con gusto no pica.

Bebía chocolatina, añadía sirop de chocolate al helado de vainilla, cuando no había el de chocolate, -que era, por supuesto- mi favorito.  Solíamos comprar unos caramelos Kraft que traían dos o tres con sabor a chocolate.  Papi – que también era chocaholic y yo rebuscábamos en el paquete hasta dar con los pocos ejemplares del sabor tan deseado.  Curiosamente, años después produjeron empaques con caramelos solo de ese sabor, pero el disfrute no era el mismo –faltaba la emoción de encontrar aquello que se sabía escaso. Yo devoraba los brownies que hacía mi mamá y luego yo; preparé recetas de no se cuantos tipos de bizcocho de chocolate.  Casi siempre que me ofrecen postre en un restaurante, si hay algo de chocolate, sucumbo a la tentación, a menos que sospeche que pueda ser un bizcocho de esos de tienda de descuento o que no esté en su mejor momento, en cuyo caso se convierte en una masa seca y desabrida.

Con el tiempo mi gusto se fue sofisticando y comencé a probar chocolates mas finos e inclinarme por el chocolate oscuro – Dove, Lindt, helados Hāagen- Dasz, hasta que llegué a Godiva, los cuales estuve disfrutando por años y de hecho, si se me atraviesa uno en el camino, no lo voy a despreciar.  En años recientes comenzaron a entrar al mercado chocolates de muy alta calidad, producidos en Puerto Rico.  Cortés tiene una línea finísima, Forteza, que no solo tiene chocolates en cuadritos en un empaque de una lata muy chic, sino también trufas muy atractivas, de colores atrayentes.  Indulge es otra línea local, así como Loíza Dark, la cual me encanta por el uso del chocolate oscuro y la mezcla de sabores con frutas y hasta champán.  Sus bocaditos de granos de café con chocolate son el éxtasis para alguien como yo, fanática de ambos.

Precisamente este gusto por los dos sabores me llevó a acudir a una exposición de ambos productos que se llevó a cabo recientemente en el Centro de Convenciones.  He probado varios tipos de café producido aquí y ya llevo tiempo comprando Flor de Patria, además del de Hacienda Muñoz que compro de vez en cuando.  Un representante de este último me explicó tras mi pregunta, que hay productores locales que mezclan el café local con café de otros países.  Esto ha llevado a varias personas a afirmar que ningún café en Puerto Rico es 100% puertorriqueño, particularmente después de María. Según el joven de Hacienda Muñoz, el que ellos representan sí lo es, así como unos cuantos que producen en pequeña escala.  Yo creo que eso es así y si no lo es, al menos una porción de los cafés que se producen localmente provienen de aquí.

Me incomoda sobremanera el afán de muchos de echar sombra sobre lo que se produce localmente.  Creo que no debe haber anuncios engañosos y que el consumidor tiene derecho a saber la procedencia  del producto que compra, pero debemos hacer todos los esfuerzos posibles para que nuestra industria se recupere.  Prefiero tomar café con algún porciento de grano puertorriqueño que café 100% de otro lugar, por mejor que sea.  De nuevo, no voy a despreciar un buen café de otro país, pero para mi consumo diario, que sea de aquí.

En la exposición tuve la oportunidad de conocer otras marcas de chocolate fino producidas localmente y asistí a una charla educativa sobre el cacao que me dejó asombrada y me hace respetar aun más los agricultores puertorriqueños.  Con tesón han ido levantando sus siembras de cacao.  Según aprendí, nuestro cacao no tiene plagas, lo cual lo hace ideal para su cultivo.  Muchos sufrieron pérdidas en sus fincas tras María, pero ha sido uno de los cultivos menos afectados.  Algunos de los que estaban en la exhibición no solo cultivan cacao, sino que además fabrican chocolates, como Loíza Dark,  Cacao 360 y Arabuco Kai.  Dialogué con un joven de este último y me sorprendió que tienen los chocolates identificados por región – Moca y San Sebastián son dos de los que adquirí, pero también tienen otros.  Según me indicó, cada región produce un cacao con sabor diferente, tal y como ocurre con el vino.

Visité otro puesto con café, pero en lugar de adquirir café adquirí una pulsera con semillas de café entrelazadas con otras cuentas.  Es como llevar la esencia del café conmigo.  En otro puesto anunciaban el lanzamiento en un futuro cercano de vino de cacao, producido con cacao local. Otro hace hasta té de cacao. Muchos de los productores anuncian que ofrecen recorridos de sus fincas y estoy deseosa de hacerlos, para presenciar el esfuerzo de nuestros agricultores, que se lanzan a esta actividad con entusiasmo, esperanza y sobre todo fe.

Creo que estos seres humanos están hechos de una madera especial –madera con olor a café y cacao- que les hace enfocarse en su sueño, sin amilanarse ante la realidad de una economía deprimida, el temor al fracaso o la posibilidad de que un huracán eche al suelo sus ilusiones enredadas en árboles de cacao, arbustos de café u otras cosechas.  Estos agricultores y empresarios son mis nuevos héroes.  Lo mejor que puedo hacer para honrar su labor es comprar sus productos y estimular a otros para que también lo hagan.  Mientras yo estoy cómodamente sentada escribiendo esto, hay un agricultor sembrando, abonando terreno o recogiendo frutos bajo el sol.  Si de verdad queremos a Puerto Rico, tenemos que demostrarlo.  Sí, los Godiva son muy buenos, pero  los chocolates y otros productos de aquí son  igual de buenos –tal vez más y además, llevan adentro el alma de un país que se enfrenta a la adversidad y habrá de salir victorioso.

1 de abril de 2019


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