CHOCOLATE Y CAFÉ
Me reconozco
chocaholic. Desde niña me ha
fascinado el sabor del chocolate. En el principio degustaba las famosas barras
y kisses de Hershey’s y luego los M y
M’s. Aunque probé otras versiones con
almendras, arroz, pasas, maní, siempre preferí el chocolate solito. Incluso, solía comer pedazos del chocolate Cortés
que Mami compraba para hacer el chocolate caliente –una bebida olorosa, espesa,
que acostumbraba hacer los domingos por la tarde. El acompañamiento obligado
eran las galletas Export Soda con
mantequilla y el queso de papa. Mami
rallaba el chocolate y lo echaba sobre la leche que batía en un ritual que
parecía ancestral. Mi paladar sufría
porque en mi afán de probarlo de inmediato, mientras humeaba, el chocolate me
quemaba y me dejaba el paladar en tiritas.
Pero como dice el dicho, sarna con
gusto no pica.
Bebía
chocolatina, añadía sirop de chocolate al helado de vainilla, cuando no había
el de chocolate, -que era, por supuesto- mi favorito. Solíamos comprar unos caramelos Kraft que
traían dos o tres con sabor a chocolate.
Papi – que también era chocaholic y
yo rebuscábamos en el paquete hasta dar con los pocos ejemplares del sabor tan
deseado. Curiosamente, años después
produjeron empaques con caramelos solo de ese sabor, pero el disfrute no era el
mismo –faltaba la emoción de encontrar aquello que se sabía escaso. Yo devoraba
los brownies que hacía mi mamá y
luego yo; preparé recetas de no se cuantos tipos de bizcocho de chocolate. Casi siempre que me ofrecen postre en un
restaurante, si hay algo de chocolate, sucumbo a la tentación, a menos que
sospeche que pueda ser un bizcocho de esos de tienda de descuento o que no esté
en su mejor momento, en cuyo caso se convierte en una masa seca y desabrida.
Con el
tiempo mi gusto se fue sofisticando y comencé a probar chocolates mas finos e
inclinarme por el chocolate oscuro – Dove, Lindt, helados Hāagen- Dasz, hasta
que llegué a Godiva, los cuales estuve disfrutando por años y de hecho, si se
me atraviesa uno en el camino, no lo voy a despreciar. En años recientes comenzaron a entrar al
mercado chocolates de muy alta calidad, producidos en Puerto Rico. Cortés tiene una línea finísima, Forteza, que
no solo tiene chocolates en cuadritos en un empaque de una lata muy chic, sino también trufas muy
atractivas, de colores atrayentes.
Indulge es otra línea local, así como Loíza Dark, la cual me encanta por
el uso del chocolate oscuro y la mezcla de sabores con frutas y hasta champán. Sus bocaditos de granos de café con chocolate
son el éxtasis para alguien como yo, fanática de ambos.
Precisamente
este gusto por los dos sabores me llevó a acudir a una exposición de ambos
productos que se llevó a cabo recientemente en el Centro de Convenciones. He probado varios tipos de café producido
aquí y ya llevo tiempo comprando Flor de Patria, además del de Hacienda Muñoz
que compro de vez en cuando. Un
representante de este último me explicó tras mi pregunta, que hay productores
locales que mezclan el café local con café de otros países. Esto ha llevado a varias personas a afirmar
que ningún café en Puerto Rico es 100% puertorriqueño, particularmente después
de María. Según el joven de Hacienda Muñoz, el que ellos representan sí lo es,
así como unos cuantos que producen en pequeña escala. Yo creo que eso es así y si no lo es, al
menos una porción de los cafés que se producen localmente provienen de aquí.
Me incomoda
sobremanera el afán de muchos de echar sombra sobre lo que se produce
localmente. Creo que no debe haber
anuncios engañosos y que el consumidor tiene derecho a saber la
procedencia del producto que compra,
pero debemos hacer todos los esfuerzos posibles para que nuestra industria se
recupere. Prefiero tomar café con algún
porciento de grano puertorriqueño que café 100% de otro lugar, por mejor que
sea. De nuevo, no voy a despreciar un
buen café de otro país, pero para mi consumo diario, que sea de aquí.
En la
exposición tuve la oportunidad de conocer otras marcas de chocolate fino
producidas localmente y asistí a una charla educativa sobre el cacao que me
dejó asombrada y me hace respetar aun más los agricultores
puertorriqueños. Con tesón han ido
levantando sus siembras de cacao. Según
aprendí, nuestro cacao no tiene plagas, lo cual lo hace ideal para su
cultivo. Muchos sufrieron pérdidas en
sus fincas tras María, pero ha sido uno de los cultivos menos afectados. Algunos de los que estaban en la exhibición
no solo cultivan cacao, sino que además fabrican chocolates, como Loíza Dark, Cacao 360 y Arabuco Kai. Dialogué con un joven de este último y me
sorprendió que tienen los chocolates identificados por región – Moca y San
Sebastián son dos de los que adquirí, pero también tienen otros. Según me indicó, cada región produce un cacao
con sabor diferente, tal y como ocurre con el vino.
Visité
otro puesto con café, pero en lugar de adquirir café adquirí una pulsera con
semillas de café entrelazadas con otras cuentas. Es como llevar la esencia del café
conmigo. En otro puesto anunciaban el
lanzamiento en un futuro cercano de vino de cacao, producido con cacao local. Otro
hace hasta té de cacao. Muchos de los productores anuncian que ofrecen
recorridos de sus fincas y estoy deseosa de hacerlos, para presenciar el esfuerzo
de nuestros agricultores, que se lanzan a esta actividad con entusiasmo,
esperanza y sobre todo fe.
Creo que
estos seres humanos están hechos de una madera especial –madera con olor a café
y cacao- que les hace enfocarse en su sueño, sin amilanarse ante la realidad de
una economía deprimida, el temor al fracaso o la posibilidad de que un huracán
eche al suelo sus ilusiones enredadas en árboles de cacao, arbustos de café u
otras cosechas. Estos agricultores y
empresarios son mis nuevos héroes. Lo mejor
que puedo hacer para honrar su labor es comprar sus productos y estimular a
otros para que también lo hagan.
Mientras yo estoy cómodamente sentada escribiendo esto, hay un
agricultor sembrando, abonando terreno o recogiendo frutos bajo el sol. Si de verdad queremos a Puerto Rico, tenemos
que demostrarlo. Sí, los Godiva son muy
buenos, pero los chocolates y otros
productos de aquí son igual de buenos –tal
vez más y además, llevan adentro el alma de un país que se enfrenta a la
adversidad y habrá de salir victorioso.
1 de
abril de 2019
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