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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

miércoles, 13 de marzo de 2019

¿VOLVER?









¿VOLVER?

El domingo pasado estuve en un concierto de Pro Arte Lírico que disfruté plenamente.  Es una entidad sin fines de lucro que fomenta la buena música, mediante la celebración de conciertos con intérpretes de gran calibre.  La música de ópera, operetas, zarzuelas y clásicos de la música popular internacional integran su repertorio.  En esta ocasión, entre otros, interpretaron el tango Volver. El presentador aportaba interesantes comentarios con respecto a cada canción.  En el caso de Volver, comentó que la tan trillada frase de que “20 años no es nada” es relativo, ya que no es lo mismo 20 años para una persona de 30, que para una de 50 o más.  No le dí mayor pensamiento a esto, hasta un intercambio que tuve con una amiga a raíz de relatar mis experiencias en torno a mi último cumpleaños.

Como plasmé en un escrito anterior, quise tener una celebración especial para de algún modo paliar el golpe al ego que representaba este cumpleaños.  Decía mi amiga –y estoy de acuerdo, que llegar a cierta edad es un privilegio.  Si alguien está consciente de eso soy yo – tuve una hermanita que murió de año y medio; mi mamá murió de 49 años y mi papá de 61.  No miento sobre mi edad, pero tampoco ando anunciándola.  Para mí es un gran misterio el porqué un mero número me afecta.  La mayor parte de la gente me asegura que no represento la edad que tengo y de hecho, a mí misma me cuesta trabajo pensar que tengo esa edad. 

Como poseo una mente analítica, la reflexión sobre el tango Volver del pasado domingo me hizo pensar si como le ocurre a muchos, hay un deseo oculto de volver atrás en el tiempo, cuando era más joven.  Hay gente que añora tiempos pasados.  Yo no.  Por alguna razón, los que añoran ese pasado tienen una memoria selectiva.  Incluso, hay quienes quieren escudriñar vidas pasadas, pensando que en otro tiempo serían reinas,  faraones o ricos hacendados, sin querer pensar que pudieran haber sido esclavos, mendigos o víctimas de crímenes horribles.

No quiero volver al pasado, sea este cercano o remoto.  Dice Gardel en el famoso tango: volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien; sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…Y termina Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que llora otra vez.  Sí, el tango es tal vez el género mas cortavenas que existe.  Por mi parte, afortunadamente no tengo aún la frente marchita, aunque las nieves del tiempo platearían mi sien si no fuese por el tinte que aplico de vez en cuando.  Lo que ciertamente no hago es aferrar mi alma a un recuerdo.  Rebusco en mi mente y no quiero volver al pasado.

Cierto es que tengo hermosísimos recuerdos.  Pero también los tengo muy dolorosos: mi divorcio, la muerte de gente muy querida, las angustias del entorno laboral.  Sin lugar a dudas no tengo ansias de retornar al pasado.  A raíz de la muerte de mis padres tuve pesadillas muy similares, aunque en momentos distintos.  Volvían a la vida, pero pensaba que se morirían de nuevo y no podría soportar ese dolor nuevamente.

Pensé también en la canción Volver a los 17, de Violeta Parra. He escuchado a mucha gente decir que quisiera volver a tener 15 años o incluso, regresar a la niñez.  Cuando era niña, no tenía mayores responsabilidades ni me tenía que preocupar de dónde provendría mi sustento, pero tampoco tenía libre albedrío.  A los diecisiete, esa edad de la que hablaba la Parra, yo asumí parte del cuidado de mi mamá ya enferma y me enfrentaba al comienzo de una vida universitaria que añadía más ansiedad a mi vida. No, no quisiera tener diecisiete años.  No obstante, hay algo en la letra de la canción que me hizo pensar en las posibles razones para esta desazón provocada por el último cumpleaños, aunque debo decir que ya estoy mas reconciliada con la idea.

No le había prestado tanta atención a la letra de la canción, que habla sobre la fragilidad de tener diecisiete; de sentir profundo, pero más que todo, la transformación que opera el amor, que con sus esmeros al viejo lo vuelve niño y que convierte sus años en diecisiete.  Creo que a esto es a lo que aspiran los que dicen querer volver a su juventud.  No es a la edad en sí –es a sentirnos llenos de ilusión, a sentir plenamente la experiencia de vivir.  Para eso no tenemos que volver a los 17.

Mi celebración de este último cumpleaños iba en esa onda – disfrutar plenamente, no como si tuviera diecisiete, porque con las experiencias  que he vivido creo que lo disfruté aún más.  El tiempo pasado jamás regresará, pero sí podemos usar las experiencias como peldaños, añadiendo más gozo, más sabiduría, sin olvidar el elemento indispensable, a mi modo de ver, para disfrutar plenamente y que se me había perdido y ando en su busca: la ilusión.

13 de marzo de 2019







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