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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 9 de marzo de 2017

Hostigamiento sexual




HOSTIGAMIENTO SEXUAL

No pensaba escribir sobre esto hoy.  Pensaba enfocarme en lo positivo, no lo negativo y de hecho, ya elaboré el escrito que tenía pensado, en una nota más positiva.  No obstante, en una conversación que sostuve ayer con mi amiga Thalía, en la cual abordamos el tema, me dijo: “tienes que escribir sobre esto mañana”.  Yo sé por qué me lo dijo.  En primer lugar, es partidaria de educar.  Además, ella sabe que dediqué varios años de mi vida a orientar sobre este tema e incluso a combatir el discrimen. El hostigamiento sexual es una de sus modalidades.  Ella sabe que considero abominable el hostigamiento sexual.

Durante el tiempo que laboré en la agencia de la que me jubilé hace poco más de un año, ofrecí talleres a empleados y supervisores de todos los niveles, sobre el tema de discrimen, incluyendo hostigamiento sexual.  Poco a poco se fue diseminando el mensaje, que es uno de los requisitos de la ley 17 de 1988.  La ley exige además, que se establezca un procedimiento para la presentación y procesamiento de querellas, el establecimiento de medidas cautelares y sanciones en caso de que se demuestre que el hostigamiento sexual ocurrió.

Al principio había resistencia, particularmente en el caso de los supervisores.  Esa resistencia era producto del miedo a lidiar con una situación para la cual no se sentían preparados, pese a que el mensaje se difundió en persona a través de las oficinas centrales y las regionales.  Mientras más escolaridad tenían, más le buscaban las 5 patas al gato, así que decidí preparar un manual dirigido específicamente a supervisores, sobre cómo llevar a cabo investigaciones de discrimen, incluyendo el hostigamiento sexual.

Recuerdo claramente uno de esos supervisores, que dirigía un área administrativa en una oficina regional.  Era un hombre prepotente y hostil –en eso no discriminaba– era hostil con todo el mundo.  Asistió al taller para supervisores sobre cómo llevar a cabo las investigaciones y se le entregó copia del manual.  Como a los tres meses una empleada de esa división fue a mi oficina y relató que estaba confrontando una situación de hostigamiento sexual con un empleado y había acudido al supervisor –sí, el prepotente, quien le indicó que si no tenía testigos no se molestara en presentar una querella.  Imagino que mi cara quedó como la imagen de un emoji sorprendido.

Este supervisor estuvo en el taller y se le entregó copia del manual, preparado en forma de preguntas y respuestas.  La pregunta número 11 dice: ¿Es cierto que para poder probar un caso de hostigamiento sexual se necesitan testigos?  La contestación es No y va seguida de una explicación.  Evidentemente este supervisor no prestó atención a esto, o decidió que sabía más que yo en torno al asunto.
Otro problema frecuente era la resistencia de los empleados a abstenerse de hacer bromas de naturaleza sexual en el ámbito de trabajo.  Las bromas por si solas no van a constituir hostigamiento sexual –tiene que haber alguien que eso le resulte ofensivo, pero sin lugar a dudas presentan un gran riesgo.  Como siempre dije, el ámbito de trabajo es un campo minado, donde los compañeros pueden llevarse bien hoy y mañana no.  No me puedo explicar por qué la gente está dispuesta a asumir ese riesgo.

Con el tiempo se redujeron las querellas por hostigamiento sexual y ya no se veía la manifestación más burda, que es en la que se le hacen requerimientos de favores sexuales a una persona.  Si acaso se veía la modalidad de ambiente hostil –el que se genera precisamente por las bromas y comentarios de naturaleza sexual.  Con la generalización de los medios electrónicos, algunas personas compartían vídeos de naturaleza sexual en su área de trabajo.  Queda de parte de los supervisores estar en alerta para evitar cualquier conducta que pueda desembocar en una queja por hostigamiento sexual.  Cabe destacar que cuando el hostigamiento sexual es entre empleados del mismo nivel el patrono responde si conocía de la situación y no hizo nada para evitarlo.  Cuando el hostigamiento sexual es por parte de un supervisor, el patrono siempre responde.

La confusión que existe en algunas personas emana de la confusión general que impera en nuestra sociedad. Los medios nos bombardean con imágenes sexuales.  A las mujeres se les exhorta a verse sexy y en cierta forma, muchas  sienten que recibir miradas por su cuerpo es siempre positivo, aunque se trate de miradas inapropiadas en el ámbito de trabajo. Una cosa es verse atractiva y otra cosa es que nos dejen los ojos pegados en el trasero.  Por otro lado, muchos hombres intentan justificar su conducta, alegando infructuosamente que la mujer lo provocó.  Como decía en mis talleres –un impulso sexual es un impulso como cualquier otro.  En el área de trabajo, los impulsos sexuales se frenan –es sencillo.

Todo esto se repite a la saciedad y soy consciente que muchos patronos toman medidas para orientar al personal sobre este tema.  Entonces sale a la luz el caso del alcalde de Guaynabo City y una se cuestiona cuánto en verdad hemos avanzado.  Desde hace tiempo se rumoraba que existía un patrón de hostigamiento sexual por parte del alcalde y su hijo, quien no era empleado del municipio pero lo frecuentaba.  Es indiscutible que en un municipio no existe autoridad mayor que la del alcalde.  En el caso de Guaynabo City, se trata además de una figura de mucho poder en su partido.  Frente a esto, la mayor parte de las mujeres se sentirían más que intimidadas.

Según lo que ha trascendido en la prensa, se trata de una policía municipal que mantuvo una relación consensual con el alcalde.  Una vez esto se conoce, ya muchos dejan de razonar y empiezan a criticar los actos de la mujer, catalogándola de ramera –para usar una palabra más elegante, pero la que usan es otra, buscona; que se merece lo que ocurrió porque “un hombre llega hasta donde la mujer se lo permite”.  Lo más triste de todo es que muchos de estos comentarios provienen de otras mujeres –adiós solidaridad.

Es preciso analizar el asunto por partes.  Primero el aspecto de la relación consentida entre esta empleada y el alcalde, que es un hombre casado. Es curioso que muchos colocan el foco en ella y no en el alcalde.  El casado es él, así que en primer lugar, le falló a su esposa.  En el caso de la empleada es innegable que su conducta es impropia.  Sabía que él era casado y aún así, cedió a sus avances, como ocurre con miles de mujeres.  Los hombres infieles recurren a toda suerte de argumentos –tu eres la mujer de mi vida; mi esposa no me comprende –esta es clásica; ya nuestro matrimonio es sólo una farsa…  En el caso del alcalde, tenía la excusa perfecta para permanecer casado –divorciarse le podía afectar políticamente.

Por las razones que fueren, la mujer decide terminar la relación, pero el alcalde sigue insistiendo.  Y aquí es donde mucha gente se equivoca sobremanera.  El hecho de que ella hubiese consentido en un momento no quiere decir que lo tiene que seguir haciendo.  Es como los divorcios –ya se divorció –no tiene que seguir aguantando.  Peor aún, parece que no sólo había hostigamiento sexual, sino también agresión y hasta violación.  Cualquier acto incorrecto de la víctima al consentir inicialmente no justifica los actos que se le imputan al alcalde.

Las razones para haber tardado en hacer las denuncias también son comunes en estos casos.  La víctima no quiere que todo el asunto se sepa; prefiere que el problema se resuelva tal vez con un traslado.  También piensa que en un futuro las cosas van a mejorar.  Usualmente ocurre algo que pasa a ser el detonante.  La víctima no tolera más y decide hablar.  No sé cual fue el detonante, pero algo debió ocurrir que finalmente colmó la copa.

El asunto de la compensación económica no es el verdadero motivo en un caso real de hostigamiento sexual.  En el caso de quien fabrica una querella, usualmente no resulta exitosa.  Probar un caso de hostigamiento sexual no es tan sencillo. Obviamente, la víctima real siente que de algún modo el agresor debe pagar por lo que hizo y la ley provee para ello- tanto aquí como en el foro federal.  En este caso, no hay dinero que compense las angustias que esta mujer pasó, ni las que sigue pasando, particularmente ahora que es objeto de juicios por parte de otras mujeres.

Es lamentable que precisamente en estos días salga a la luz una situación que llevaba ocurriendo por años y que tanto hombres como mujeres se sientan que pueden mancillar a otro ser humano por el mero hecho de que se encuentra en una situación vulnerable.  No hay duda que aún nos falta un largo trecho por recorrer como seres humanos.

8 de marzo de 2017



2 comentarios:

  1. Siempre da gusto leer tus escritos, estas hecha toda una "bloguera"

    Gloria Mendoza

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