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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

viernes, 25 de diciembre de 2020

Una planta para renacer

 




UNA PLANTA PARA RENACER

Hubo un tiempo en mi vida –que parece otra vida-  en el que tuve muchas plantas que crecían fuertes y hermosas.  Yo estaba convencida que tenía el famoso “green thumb”.  Había helechos, plantas con flores, arbustos, canastas colgantes, en fin, mi marquesina parecía un jardín.  Pese a esa exuberancia, mi matrimonio mostraba signos de marchitarse.  No se murió de repente, sino que esa relación fue perdiendo color, las hojas de la alegría se fueron cayendo, pese a mis esfuerzos para revivir lo que iba abocado al desenlace.  Nos mudamos de casa, no recobré mi “green thumb” y el matrimonio llegó inevitablemente a su fin.

Luego que me mudé sola intenté recobrar mi talento para las plantas, pero esa habilidad parecía eludirme.  Los helechos parecen cabezas desgreñadas, las plantas de pascua no llegan a febrero y las plantas con flores se niegan a parir.  Recientemente hice un tercer intento con una planta de recao que parece asirse a la vida aunque se ve un poco triste.  Al menos ya he utilizado varias de sus fragantes hojas en mis guisos.  La única planta que permanece hermosa luego de unas dos décadas es Matita.

Matita es de la familia de los pinos y la adquirí cuando sufrí un percance con el piso de mi apartamento que me impidió poner el árbol de Navidad que acostumbraba.  Matita, bautizada así por mi Buddy, fue mi árbol en miniatura ese año y se mantiene hermosa.  No sé si es porque sabe que es mi consentida y le hablo casi todas las mañanas, pero el caso es que se ve fuerte y saludable en su reducido tiesto.  Matita sobrevivió al huracán George y también a María, cuando me trasladé con ella a casa de mi prima Socorrito.  Estaba aterrada de que el huracán penetrara en el apartamento y se llevase todo, incluyendo a Matita.

El miércoles fui a llevarle su regalo de Navidad a Flor Negroni, quien sí tiene una mano prodigiosa para las plantas. Me regaló un hijo de una planta que le recuerda a su niñez en su natal República Dominicana y me informó que era botín de bebé.  Yo de momento no entendía, porque asocié botín con lo que obtienen los piratas o los vencedores en un conflicto bélico, hasta que aludió a la flor, que tiene forma de un diminuto calzado de bebé y de ahí el nombre.

Ayer por la mañana, día de Nochebuena,  sembré la planta, rogando que retenga algo de la mano santa de Flor para que permanezca conmigo.  Hoy, día del nacimiento del niño Jesús, me parece una fecha ideal para que esta planta haga renacer en mí talentos olvidados.  Si recobro el talento para las plantas no será como volver atrás a una vida que no es recobrable, sino renacer con un alma nueva, abonada con los afectos prodigados pos tantos seres que me han acompañado y lista para reciprocar ese amor con hojas nuevas que provienen de un alma noble como lo es Flor, quien le hace honor a su nombre.

Deseo que hoy renazcan en amor.  Feliz Navidad.

25 de diciembre de 2020

 


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