UNA PLANTA PARA RENACER
Hubo un
tiempo en mi vida –que parece otra vida- en
el que tuve muchas plantas que crecían fuertes y hermosas. Yo estaba convencida que tenía el famoso
“green thumb”. Había helechos, plantas
con flores, arbustos, canastas colgantes, en fin, mi marquesina parecía un
jardín. Pese a esa exuberancia, mi
matrimonio mostraba signos de marchitarse.
No se murió de repente, sino que esa relación fue perdiendo color, las
hojas de la alegría se fueron cayendo, pese a mis esfuerzos para revivir lo que
iba abocado al desenlace. Nos mudamos de
casa, no recobré mi “green thumb” y el matrimonio llegó inevitablemente a su
fin.
Luego que
me mudé sola intenté recobrar mi talento para las plantas, pero esa habilidad
parecía eludirme. Los helechos parecen
cabezas desgreñadas, las plantas de pascua no llegan a febrero y las plantas
con flores se niegan a parir.
Recientemente hice un tercer intento con una planta de recao que parece
asirse a la vida aunque se ve un poco triste.
Al menos ya he utilizado varias de sus fragantes hojas en mis
guisos. La única planta que permanece
hermosa luego de unas dos décadas es Matita.
Matita es
de la familia de los pinos y la adquirí cuando sufrí un percance con el piso de
mi apartamento que me impidió poner el árbol de Navidad que acostumbraba. Matita, bautizada así por mi Buddy, fue mi
árbol en miniatura ese año y se mantiene hermosa. No sé si es porque sabe que es mi consentida
y le hablo casi todas las mañanas, pero el caso es que se ve fuerte y saludable
en su reducido tiesto. Matita sobrevivió
al huracán George y también a María, cuando me trasladé con ella a casa de mi
prima Socorrito. Estaba aterrada de que
el huracán penetrara en el apartamento y se llevase todo, incluyendo a Matita.
El
miércoles fui a llevarle su regalo de Navidad a Flor Negroni, quien sí tiene
una mano prodigiosa para las plantas. Me regaló un hijo de una planta que le
recuerda a su niñez en su natal República Dominicana y me informó que era botín
de bebé. Yo de momento no entendía,
porque asocié botín con lo que obtienen los piratas o los vencedores en un
conflicto bélico, hasta que aludió a la flor, que tiene forma de un diminuto
calzado de bebé y de ahí el nombre.
Ayer por
la mañana, día de Nochebuena, sembré la
planta, rogando que retenga algo de la mano santa de Flor para que permanezca
conmigo. Hoy, día del nacimiento del niño
Jesús, me parece una fecha ideal para que esta planta haga renacer en mí
talentos olvidados. Si recobro el
talento para las plantas no será como volver atrás a una vida que no es
recobrable, sino renacer con un alma nueva, abonada con los afectos prodigados
pos tantos seres que me han acompañado y lista para reciprocar ese amor con
hojas nuevas que provienen de un alma noble como lo es Flor, quien le hace
honor a su nombre.
Deseo que
hoy renazcan en amor. Feliz Navidad.
25 de
diciembre de 2020
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