Datos personales

Mi foto
Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 31 de diciembre de 2020

MESA PARA UNA

 




MESA DE DESPEDIDA DE AÑO PARA UNA

No sé si por las restricciones impuestas por la pandemia o si ha sido un impulso natural, pero este año decidí que pasaría el 31 de diciembre sola.  Un amigo y su esposa me enviaron un regalo exquisito, de condimentos para salmón y carnes, un buen vino y un salmón ahumado.  Decidí que compraría un filete de salmón que aderezaría con uno de los condimentos y me bebería al menos parte de la botella de vino.  Poco a poco fui integrando elementos: mantel fino, copas delicadísimas y un atuendo elegante.  En el apartamento no habría más nadie-solo yo.

Nadie se lamente porque despediré el año sola. Me acompañan los recuerdos de buenos momentos y el agradecimiento de que tengo la capacidad de indignarme por las situaciones de muchos que no son tan afortunados como yo.  Este ha sido un año muy duro, pese a que algunos están en ese lugar que raya en la enajenación de pretender ver solo las cosas positivas, que las hay.  Una vez más, hemos demostrado que somos un pueblo solidario; que nos hemos ayudado unos a los otros a enfrentar las crisis de este año terrible: terremotos que dejaron a cientos sin hogar, incompetencia gubernamental para distribuir las ayudas, más incompetencia, mezclada con ambición desmedida de algunos en proveer las pruebas para detectar el virus del COVID.

Decisiones erráticas con respecto a los cierres de actividades comerciales y un caótico proceso de distribución de beneficios por desempleo fueron y siguen siendo la pesadilla de miles que quedaron sin empleo. Traspiés a tutiplén en un proceso electoral que hoy, al filo del nuevo año, aún no termina la fase de escrutinio. Otorgamiento de beneficios a personas de las altas esferas gubernamentales y nombramientos apresurados, sin una evaluación concienzuda han puesto un broche de latón –porque de oro no es- a este año caótico.

Y se preguntarán qué celebro.  Celebro que tengo amor –el que me han prodigado a través de los años familia, amistades y parejas.  Celebro haber nacido en esta tierra de gente capaz de compartir lo mucho y sobre todo, lo poco. Celebro la abundancia de mi mesa, que hoy está dispuesta para una, pero ha recibido amistades –ahora en número reducido- durante este tiempo y las volverá a recibir.  Celebro la conciencia de que hay otros menos afortunados y que hago mi parte para remediar en algo esa situación.  Celebro la esperanza de que mañana es una nueva oportunidad para mejorar nuestra realidad. Celebro el amor recibido, el brindado y el que vendrá.  Feliz Año Nuevo.

31 de diciembre de 2020


lunes, 28 de diciembre de 2020

Esta tarde vi llover...

 



ESTA TARDE VI LLOVER…

No todo el mundo es romántico y después de todo, no tiene que serlo.  De hecho, el romance tiene su espacio y no siempre es un buen momento para mostrar ese lado humano.  Sin embargo, creo que todo el mundo debe dejar salir ese  lado en algún momento. Dice una de las acepciones del vocablo romántico contenida en el Diccionario de la Real Academia Española que romántico es ser sentimental, generoso y soñador.  Todo esto describe a quien ha sido uno de los  compositores  románticos más grandes de nuestros tiempos; un hombre que no es grande en estatura, pero sí en talento y buenos sentimientos.  Supe  hoy en la mañana que falleció el maestro Armando Manzanero, sinónimo de romántico.

El día se mostraba gris, anunciando lluvia y de inmediato vino a mi mente una de sus composiciones más famosas, que relata las emociones de un hombre que contempla sucesos cotidianos: la lluvia, la gente corriendo, un lucero azul brillando en la noche; un ave enamorada que da besos a su amada, mientras tiene la conciencia de que su amor ya no está.  Esos sucesos cotidianos se repiten, mientras él se pregunta si ella lo quiere, si lo extraña o lo engaña.

Much@s de nosotr@s nos preguntamos cómo es que el mundo sigue girando y la vida fluye con normalidad mientras hemos perdido a un ser querido. El mundo hispano hoy llora la muerte de Armando Manzanero y se pregunta cuál será el futuro de la canción romántica ahora que uno de sus pilares ya no está.  No me cabe la menor duda de que la canción romántica nunca morirá.  Tenemos compositores más recientes, como Juan Luis Guerra y aquí en Puerto Rico, Tommy Torres y Kanny García, entre otros. Los estilos pueden ser distintos, pero hay poesía y sentimiento.

Aparte de los nuevos compositores e intérpretes, estamos l@s que disfrutamos de este género, que aunque podamos incorporar otros, siempre tendremos un espacio sustancial en nuestros corazones para esas canciones hermosas, que apelan al lado más elevado de las emociones humanas.  A aquéll@s que han comenzado a cultivar un género violento, que apela al lado más oscuro de las personas, espero que la figura del maestro Manzanero les sirva para buscar  el lado más hermoso y humano que nos habita. Esta tarde veremos llover y sabemos que el cuerpo de Armando Manzanero ya no estará, pero siempre tendremos la emoción de sus imperecederas canciones, listas para ser escuchadas en cualquier momento.

28 de diciembre de 2020


viernes, 25 de diciembre de 2020

Una planta para renacer

 




UNA PLANTA PARA RENACER

Hubo un tiempo en mi vida –que parece otra vida-  en el que tuve muchas plantas que crecían fuertes y hermosas.  Yo estaba convencida que tenía el famoso “green thumb”.  Había helechos, plantas con flores, arbustos, canastas colgantes, en fin, mi marquesina parecía un jardín.  Pese a esa exuberancia, mi matrimonio mostraba signos de marchitarse.  No se murió de repente, sino que esa relación fue perdiendo color, las hojas de la alegría se fueron cayendo, pese a mis esfuerzos para revivir lo que iba abocado al desenlace.  Nos mudamos de casa, no recobré mi “green thumb” y el matrimonio llegó inevitablemente a su fin.

Luego que me mudé sola intenté recobrar mi talento para las plantas, pero esa habilidad parecía eludirme.  Los helechos parecen cabezas desgreñadas, las plantas de pascua no llegan a febrero y las plantas con flores se niegan a parir.  Recientemente hice un tercer intento con una planta de recao que parece asirse a la vida aunque se ve un poco triste.  Al menos ya he utilizado varias de sus fragantes hojas en mis guisos.  La única planta que permanece hermosa luego de unas dos décadas es Matita.

Matita es de la familia de los pinos y la adquirí cuando sufrí un percance con el piso de mi apartamento que me impidió poner el árbol de Navidad que acostumbraba.  Matita, bautizada así por mi Buddy, fue mi árbol en miniatura ese año y se mantiene hermosa.  No sé si es porque sabe que es mi consentida y le hablo casi todas las mañanas, pero el caso es que se ve fuerte y saludable en su reducido tiesto.  Matita sobrevivió al huracán George y también a María, cuando me trasladé con ella a casa de mi prima Socorrito.  Estaba aterrada de que el huracán penetrara en el apartamento y se llevase todo, incluyendo a Matita.

El miércoles fui a llevarle su regalo de Navidad a Flor Negroni, quien sí tiene una mano prodigiosa para las plantas. Me regaló un hijo de una planta que le recuerda a su niñez en su natal República Dominicana y me informó que era botín de bebé.  Yo de momento no entendía, porque asocié botín con lo que obtienen los piratas o los vencedores en un conflicto bélico, hasta que aludió a la flor, que tiene forma de un diminuto calzado de bebé y de ahí el nombre.

Ayer por la mañana, día de Nochebuena,  sembré la planta, rogando que retenga algo de la mano santa de Flor para que permanezca conmigo.  Hoy, día del nacimiento del niño Jesús, me parece una fecha ideal para que esta planta haga renacer en mí talentos olvidados.  Si recobro el talento para las plantas no será como volver atrás a una vida que no es recobrable, sino renacer con un alma nueva, abonada con los afectos prodigados pos tantos seres que me han acompañado y lista para reciprocar ese amor con hojas nuevas que provienen de un alma noble como lo es Flor, quien le hace honor a su nombre.

Deseo que hoy renazcan en amor.  Feliz Navidad.

25 de diciembre de 2020

 


miércoles, 23 de diciembre de 2020

Amistades

 



AMISTADES

Nunca he sido persona de pertenecer a grandes grupos.  Cuando niña tuve una amiguita con quien compartía mis juegos y actividades.  Según crecí, fui ampliando el círculo de amistades, pero siempre he preferido calidad sobre cantidad.  Conservo una amiga de la niñez –Carmencita- a quien veo poco, pero cuando nos encontramos, sentimos esa conexión especial de alguien que hemos conocido durante las distintas etapas de la vida y con quien hemos compartido gozos y tristezas.  Tengo algunas amistades que datan desde el tiempo que estuve casada.  Una de ellas ya no está y su ausencia me causó mucho dolor.

Leila y yo fuimos cómplices de aventuras culinarias, diálogos extensos y disfrute de vinos. Pese a nuestra diferencia de edades, éramos espíritus similares –mujeres independientes, fuertes de carácter y capaces de prodigar afecto y consuelo.  Fueron muchas las veces que me recibió en su acogedora casa, donde siempre me sentí como si estuviese en casa de un familiar cercano.  Ella y su esposo Guillo se convirtieron en parte de mi familia.

De mi época de recién casada, retuve la amistad de Elena y su esposo Tomás.  Elena y yo solíamos involucrarnos en proyectos de hacer pastelillos o bizcochos.  Nuestras vidas han evolucionado de forma distinta, pero siempre hay momentos de intersección, como el desayuno que disfrutamos hoy.  Sentarnos a la mesa es lograr una comunión, un canto a la amistad verdadera.  Con el tiempo, los lazos se afianzan, aunque no nos veamos a menudo.

En el ocaso de mi matrimonio conocía a Flor, sus hijas y su esposo Mario Negroni.  Mi matrimonio no duró, pero la amistad con los Negroni sí.  Son muchas las veces que me he sentado a su mesa, que cambia de lugar, pero no de abundancia de afecto.  El recuerdo de Mario nos acompaña, así como los buenos momentos de disfrute de la conversación amena y por supuesto la buena mesa.  Llegar a casa de Flor es llegar a casa.  Allí me siento como una hija y siempre estoy disponible para recibir y brindar consuelo cuando hace falta.

Hace unos dieciocho años conocí a mi Buddy, alguien que jamás pensé sería una entrañable amiga, dada las diferencias tan sustanciales entre ambas.  Sin embargo, hoy puedo decir que mi Buddy forma parte de esa familia que he escogido.  Hemos enfrentado grandes crisis en nuestras vidas, así que hemos llorado una en el hombro de la otra más veces de las que hubiésemos querido.  Ella logró que yo publicase mi libro dedicado a mi Papito.  A través de mí, ella conoció a ese ser tan especial que abandonó este plano hace 30 años.  No me cabe duda de que Papi habría acogido a mi Buddy como parte de los suyos, así como acogió a Leila.

Más tarde conocí a Ramón, con quien mantengo una amistad que reta todos los pronósticos de cómo dos personas tan disímiles pueden encontrar caminos de convergencia. Ramón no tiene filtros, así que por momentos dice cosas que pueden sentirse como una esponja de Brillo, pero como Cinthia Azul, tiene el corazón blandito y ha sabido ser un amigo constante, siempre presto a ofrecer ayuda y presentarse con un aguacate, una botella de vino o unos platanitos.  Su sentido del humor y el mío van por caminos opuestos. He podido dudar de la pertinencia de sus comentarios, pero nunca de que nacen de maneras distintas de ver la vida o de pensar que es lo mejor para mí.  Edgar y José –el que vive en Washington, no mi ex- son otros dos buenos amigos varones cuya presencia permanece, a pesar de la distancia.  Hablar con ellos aunque pase mucho tiempo, constituye un gozo.

Luego de mi retiro hace casi cinco años -¡tantos!- decidí servir de voluntaria en la Fundación Luis Muñoz Marín.  Lo que menos imaginé es que en corto tiempo desarrollaría una relación de verdadera amistad con algunas de las componentes de ese grupo.  Todas son personas valiosas, pero por supuesto, he desarrollado más afinidad con algunas de ellas, al punto que me han demostrado ese afecto tan especial que sólo se encuentra en una verdadera amiga.

Hoy, como todas las mañanas, leí la Palabra Diaria y me pareció más que apropiada la lectura de hoy: Consuelo.  Dice en parte:

“Siento gratitud por mi familia, mis amistades y mi comunidad espiritual, especialmente en tiempos difíciles.  Las personas que me aman y se interesan por mi bienestar me ayudan a sobrellevar cualquier carga.  No importa lo que enfrente, saber que no estoy solo me consuela.

Así como soy alentado por otros, busco la manera de ser una fuente de solaz para familiares y amigos.”

He sido más que bendecida con una familia de sangre muy especial, que aunque reducida en número, me formó en amor como un ser humano capaz de dar y recibir afecto.  Para mayor bendición, me ha dado amigos y amigas que constituyen esa otra familia. A todos, infinitas gracias.

23 de diciembre de 2020


domingo, 6 de diciembre de 2020

Orar

 

The light of God surrounds us;

The love of God enfolds us

The power of God protects us

The presence of God watches over us

Wherever we are, God is

                    (and all is well)





ORAR EN INGLÉS

Yo soy innegable e incuestionablemente puertorriqueña y amo mi idioma.  Me esfuerzo por buscar la palabra apropiada en español y evito los anglicismos. Tuve el privilegio de estudiar en una escuela bilingüe, así que desde niña hablo, leo y escribo en inglés sin dificultad alguna.  Cuando adolescente me crié escuchando las canciones de los Beatles, grupo que ha trascendido generaciones y al mismo tiempo escuchaba a Chucho, Lucecita, Lissette y otros ídolos de la época.  Me sabía las canciones de los Beatles, así como las de los ídolos locales, así que me movía con facilidad entre dos idiomas.

Lo curioso de los artistas de la llamada Nueva Ola es que la mayor parte de los éxitos eran versiones al español de éxitos norteamericanos.  Escuchar I can’t stop loving you jamás me provoca la misma emoción que su versión al español – Jamás te olvidaré en la hermosa voz de Chucho Avellanet que todavía me hace suspirar.  Del mismo modo, cuando era niña no había Cable TV, así que las series eran dobladas al español.  En esa época yo no sabía que Pedro Picapiedra era en realidad Fred Flinstone, Pablo Mármol era Barney Rubble y que vivían en Bedrock. Luego de alcanzar la adultez y con el advenimiento de Cable TV suelo ver los programas norteamericanos en su idioma y no necesito subtítulos cuando hay una película en inglés en el cine.  Si un libro se escribió originalmente en inglés, prefiero leerlo en ese idioma porque las traducciones son -en ocasiones- pésimas.  A contrario sensu, si el libro se origina en español, lo leo en ese idioma.

En universidad estudié francés y posteriormente italiano básico, por lo que sé que aprender idiomas amplía completamente el panorama y nos ofrece la oportunidad de percibir matices que saber un solo idioma no ofrece.  Todas las actividades principales de mi vida son en español, incluyendo las oraciones básicas y esas conversaciones con Dios.  Estoy suscrita a La Palabra Diaria, la revista mensual de Unity, organización a la cual me acerqué hace muchos años y que tanto bien me ha hecho durante las diversas crisis que he tenido que afrontar.

En una época que yo describo como haber estado “peleada con Dios” alguien me invitó a un servicio de la pequeña iglesia que ofrece sus servicios en inglés y por muchos años, seguí asistiendo.  Asistí una que otra vez a otro templo de Unity que ofrece los servicios en español, pero la energía no era la misma.  No tenía que ver con el idioma, sino con el hecho de que era un local más pequeño y me hacía sentir más cómoda.  Allí aprendí la Oración de protección en inglés.  Esa versión se ha quedado conmigo, aunque existe una versión en español.  Suelo repetirla en momentos de desasosiego o como final a mis ejercicios de yoga –que hace tiempo no hago, pero esa es otra historia.  En incontables veces he intentado hacer la versión en español, pero se me trabuluquean los versos.  Finalmente, desistí de hacerla  en español y la sigo haciendo en inglés, que es la que me viene natural -como me viene natural el Padre Nuestro en español.  De todos modos, Dios me entiende.

6 de diciembre de 2020

 

sábado, 5 de diciembre de 2020

La gran jodienda

 




LA GRAN JODIENDA HUMANA

No soy nada tecnológica.  Me tomó años cambiar el teléfono celular para uno con acceso a internet y del mismo modo, comprar una cámara digital que no requiriese llevar los rollitos a revelar.  Cada vez que tengo que bregar con algo electrónico, me da estrés.  Siento como que algo en mí falla –que yo debería, con esta inteligencia que Dios me dio, ser capaz de manejar cualquier adelanto tecnológico.  Pero no; lo cierto es que me intimidan.  Y en el caso de las alternativas de comunicación a distancia, no solamente me intimidan, sino que siento que me veo ajada, cansada, con una imagen que refleja una mujer mucho mayor de lo que mi espíritu siente.  Anoche mismo me comuniqué con una artesana en una feria virtual y me horroricé de verme como alguien que está pasée. Y vamos, ya no soy una jovencita, pero quiero sentirme como alguien que puede manejar los cambios.

Hace un tiempo mi cd player con capacidad de aceptar 5 discos compactos dijo kaput! El equipo es parte de todo un sistema que no voy a revelar cuántos años tiene, pero estipulo que entre los equipos tiene un plato para tocar discos Lp.  Rara vez lo uso, porque eso de tener que cambiar el disco después de 6 canciones no me entusiasma, pero de mil en cientos, pongo un disco de Silvio Rodríguez que me encanta, sobre todo la canción Días y flores. Puedo buscar la canción en Youtube, pero no es lo mismo que poner el disco, verlo dar vueltas y esperar que llegue esa canción, que está en el lado B, a lo último.  Si la quiero oír de inmediato, tengo que posicionar el brazo del aparato, para colocarlo sobre el surco preciso donde se encuentra la canción, lo cual no siempre logro.  A veces cae sobre el final de otra canción, tras el sonido que  produce la aguja cuando se posiciona sobre el surco.  A veces cae sobre la canción ya comenzada en otra estrofa y tengo que volver a posicionar la aguja.

Hay un cierto deleite en escuchar el sonido anticipatorio de la aguja que se desliza por el surco, sin música, pero con un sonido de algo que se desliza, como algo que raspa y finalmente, los acordes de la guitarra.  En muchas ocasiones, vuelvo a repetir el ejercicio, para escucharla una y otra vez.  Cuando siento la necesidad inmediata de escuchar la canción, la busco en Youtube y ya –algo así como un quickie, pero lo otro es un lujo que se disfruta poco a poco.  Casi no uso el plato, pero me gusta saber que si lo quiero usar, podré hacerlo.

En el caso del cd player, le he dado paleta y tengo cientos de discos compactos.  Hay quien me ha dicho que los puedo bajar de internet, pero es que no es lo mismo.  Aparte de eso, ¿cuánto tiempo me va a tomar eso?  Y si los discos compactos ya no se usan, ¿para qué los siguen haciendo?  Para colmo, mi carro no trajo cd player, así que no los puedo escuchar allí.  Siento que me están presionando para que entre en un mundo para el cual no estoy lista.  No me ajoren, que para esto y otras cositas soy un poco lenta…

Cuando acepté que el cd player ya no tenía remedio, fui a Sears para comprar otro.  El joven que me atendió, casi conteniendo la risa, me dijo que eso ya no se fabrica.  Salí de allí defraudada, pero no vencida.  Me metí en Amazon y tras un tiempo de pensarlo, me decidí a comprar uno usado, porque en efecto, ya no los hacen.  El martes pasado llegó la caja.  Ese mismo día no me sentí con ánimo, así que esperé al otro día para instalarlo, lo cual requería –por supuesto, desinstalar el otro.  Me armé de valor y ¡manos a la obra!

El proceso resultaba complicado, porque el mueble donde está el sistema tiene sus añitos y se escocotó de atrás, razón por la cual se hace difícil moverlo.  No hay modo de instalar nada si no se mueve, porque las conexiones están en la parte de atrás.  Moví el mueble con cuidado, rogando que no se acabara de descoñetear, hasta que pude ver las conexiones.  No parecía ninguna ciencia –era cuestión de fijarme dónde estaban y hacia dónde iban los cables del aparato viejo, para instalar la más reciente –porque no es nueva- versión.  Por suerte el cable dividido tenía los mismos colores –rojo y negro, que debían encajar en los agujeros correspondientes del recibidor.  Ok.  Desconecté los cables viejos y le puse los nuevos al aparato que ordené. Desconecté el viejo del enchufe y conecté el más reciente.  Me había deslizado al suelo entre el mueble y una bocina muy alta, en un espacio reducido.  Cuando me fui a parar, no podía generar suficiente impulso y tenía miedo de agarrarme del mueble no se fuera a caer encima de mi. Tras un momento de pánico, logré ponerme de pie con unas maniobras no muy elegantes que digamos, pero no había nadie que me observara.

Tras el esfuerzo para ponerme en pie, prendí el recibidor, oprimí el botón de prender del “nuevo” aparato y ¡albricias!, se encendió.  Abrí la bandeja donde se colocan los discos y coloqué tres.  Deduje cuáles botones oprimir porque este aparato no es de la misma marca, pero esos equipos son todos más o menos la misma cosa.  Le di al botón que debía ser para tocar; el aparato marcaba que estaba en funciones, pero no oía nada.

Yo me quedaba contemplando como una idiota el aparato y revisaba el enchufe, los cables del aparato y nada,  Pensé que el aparato estaba defectuoso y ya mi mente estaba en el proceso de tener que empacarlo y llevarlo al correo, cuando de momento se me ocurrió volver a mirar el sistema por la parte de atrás.  Había instalado los cables del cd player y lo había  enchufado, pero no había conectado el cable que iba de cd player  al recibidor.  Me reí de mí misma y procedí a hacer la conexión.  Volví a prender el aparato y oprimir el botón para tocar, tras lo cual pude oír la voz diáfana, portentosa y emotiva de Mercedes Sosa.  En ese momento me sentí como la gran jodienda humana.

5 de diciembre de 2020


martes, 1 de diciembre de 2020

Bandolera

 





BANDOLERA

Hoy había decidido ir a J.C. Penney’s de Plaza las Américas a aprovechar un cupón de descuento y tuve una experiencia que me inquietó tanto que me quitó los deseos de permanecer en la tienda. Estaba buscando un artículo en particular, cuando me percaté de la canción que se difundía por el sistema de sonido, la cual resultaba, por lo menos incongruente con la Navidad que se supone comienza hoy y peor aún, inconsistente con la necesidad de que todos y todas tomemos conciencia del grave problema de violencia contra las mujeres en Puerto Rico.  La canción era Bandolera y escuchar sólo unas líneas me causó indignación: Pau, pau, pau, te vuelvo a dar, te voy a dar pa’ que aprendas, te voy a pegar, te voy a dar una pela…

Incomodada por esto, me dirigí a una empleada y le indiqué que debían evaluar la música que difunden y me sonrió, diciendo pero si esa canción es viejísima. Siguió atendiendo una clienta y ni se inmutó.  Salí de la tienda con pesadumbre.  Es lamentable que las mismas mujeres no asuman una postura solidaria con las víctimas de violencia y se hagan de la vista larga, aceptando pasivamente una canción que pregona abiertamente la violencia contra una mujer.  El hecho de que individualmente no hayamos sido víctimas, no debe impedir que alcemos nuestras voces para rechazar canciones como esta.  Más aún, las empresas que hacen negocios en Puerto Rico deben asegurarse que ofrecen a sus clientes un clima de respeto. 

Para completar, al salir escuché en la radio una entrevista con una de las candidatas recién electas del Proyecto Dignidad, oponiéndose a que se tomen medidas específicas para atajar la violencia contra la mujer, porque en Puerto Rico hay violencia contra hombres y mujeres y las mujeres no son víctimas por el mero hecho de ser mujeres.  Difiero. Cuando el atacante es una ex pareja la ataca precisamente porque es la mujer que creía era de su propiedad. Son demasiados los hombres que se creen con el derecho de golpear a una mujer, en algunos casos hasta matarlas, porque ella decidió terminar la relación.  No se trata de muertes para robar, o por control de puntos de drogar, sino por el mero hecho de que una mujer se atrevió a desafiar a su pareja, exigiendo respeto o simplemente se hastió de una vida de insultos y golpes.

Dicen que la palabra es poderosa y lo es. La letra de esta deleznable canción –sea vieja o sea una de las que cantan los exponentes del trap, deja entrever que la vida de una mujer tiene poco valor.  Se le puede golpear porque es una bandolera. No me cabe en la cabeza cómo es que una mujer puede escuchar esto en una tienda y seguir tranquilamente comprando sábanas, zapatos o regalitos de Navidad para los nenes.  Nos hemos acostumbrado tanto a escuchar palabras que hieren la sensibilidad que no nos inmutamos.  Peor aún, una de las  nuevas legisladoras del Proyecto Dignidad insiste en que no hay que tomar medidas específicas para atajar la violencia contra la mujer, porque esto es una “agenda de ideología” de un grupo particular y la violencia es contra todo el mundo, no sólo contra las mujeres.

Este último argumento recuerda  la respuesta de los blancos al movimiento Black Lives Matter, que cobró notoriedad tras el brutal asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco, mientras otros dos contemplaban el acto, impasibles.  Grupos de blancos se apostaban a orillas de las rutas de las protestas que coreaban Black lives matter! y respondían furiosos: all lives matter! Alguien utilizó una analogía que cabe perfectamente en este caso. Cuando una casa se está quemando, los bomberos acuden directamente a ella, aunque todas las casa son valiosas, porque esa es la que necesita atención.

En el caso de la violencia en nuestro país, es cierto que nos afecta a todos y  todas.  Ya muchos estudiosos del tema han dicho que en la mayoría de los casos, está vinculada al trasiego de drogas.  Pues hay que buscar estrategias para manejar ese problema en específico.  Del mismo modo, el problema de la violencia contra las mujeres nace precisamente de que un hombre se siente con derecho de dominar la vida de una mujer, controlando todos sus pasos.  Cuando ya no pueden ejercer ese control, algunos hombres llegan al extremo de asesinarlas.  Las mujeres que valientemente han denunciado estos actos con protestas merecen nuestro respeto.  Protestar contra el maltrato a las mujeres no es una agenda de una ideología, como pretenden hacer ver los sectores más conservadores de nuestra sociedad.  Es alzar la voz en nombre de aquéllas que no pueden hacerlo.

No me extrañaría que la legisladora que se estrenará en enero me catalogue como una feminista más con una agenda de adelantar una ideología.  Sí, me considero feminista y lo que quiero adelantar es que cobremos conciencia de que las palabras que se repiten van haciendo mella sobre el pensamiento colectivo.  Yo alzo mi voz contra todo aquello que justifique actos violentos –contra todos en general, pero contra las mujeres en particular por ser un sector en desventaja.  Yo no permito que nadie se sienta con derecho a golpearme, ni permanezco impasible ante conductas que propician la violencia contra la mujer.  Si usted es un hombre que piensa que su pareja es una bandolera, dé media vuelta y busque otra con quien compartir. O tal vez, mírese en un espejo, para ver si el bandolero es usted.

1 de diciembre de 2020