PESADILLA
Yo no
tengo hijos. Pese a ello, puedo
aproximarme –nunca comprender del todo- a
contemplar el horror que debe representar la pérdida de su criatura para una
madre o padre. Me parecen
particularmente dolorosos esos casos de una muerte totalmente inesperada –esos
en que la persona ha visto en la mañana a ese ser que engendró y por la tarde
ya no está. Es doloroso siempre, pero en
el caso de los hijos se multiplica, porque entra en función todo lo que pudo
haber sido y a destiempo ya no será. Y resulta que el más reciente caso me
angustia, me persigue y me deja pensando varias veces al día en el dolor
inconmensurable de una familia cuyas vacaciones se convirtieron en una
pesadilla.
Un crucero
-la fantasía de muchos para escapar del
trajín diario, hacer o no hacer lo que les venga en gana. Flotar en el mar, dejándose llevar de un
destino a otro por alguien que asume todas las tareas y nos alimenta, en compañía
de nuestros seres más queridos. Hay
quien ahorra por años para tomar unas vacaciones como éstas. Para muchos
norteamericanos que nunca han visto el mar, nuestra isla y las circundantes es
algo que se le parece mucho a su idea del paraíso. Yo me imagino que la familia que llegó a San
Juan en un enorme crucero el pasado domingo tenía grandes expectativas en torno
a ese viaje. A base de lo que leído, se
trata de un matrimonio con dos hijos –un niño de unos 10 años y una niñita de año
y medio –la edad de la hermanita que perdí- que viajaban con los abuelos
maternos y paternos.
Dice el espeluznante
relato que el abuelo se asomaba con la niña en brazos por una ventana en un
piso muy alto de esa mole que puede ser un mega crucero de esos en los que fácilmente
me puedo perder, cuando ella se le resbaló y cayó sobre el muelle de cemento.
Yo, que no conozco a esta familia, me
angustio. Esos segundos en los que el
abuelo siente como pierde el agarre, tal vez piensa lo puede recobrar y luego
se percata que ya la niña ha caído. La
angustia de la madre y del padre; del resto de la familia, es algo que me
estruja el corazón. La tragedia tendrá
varios capítulos – el sentido de culpa, las recriminaciones, la soledad del
hermano que sobrevive, ese cuestionarse por qué el abuelo cometió esa torpeza, por
qué le permitieron cargar la niña, por qué hicieron el viaje, por qué se
movieron a ese piso, por qué, por qué…
Yo he
tenido varias pesadillas, pero tras unos momentos de angustia, sé que fue solo
eso y puedo continuar con mi vida. Para esta
familia, la pesadilla apenas comienza.
Desde lo más profundo, lo más humano, lo más espiritual de mi corazón,
elevo una oración para que la luz de
Dios les rodee, el amor de Dios les envuelva, el poder de Dios les proteja y
la presencia de Dios vele por ellos durante todo el triste camino que les toca
recorrer.
9 de
julio de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario