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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 13 de julio de 2019

La palabra...











LA PALABRA, LA ACCIÓN Y LAS ENSEÑANZAS

Hablaba yo ayer de la importancia de que nuestras acciones sostengan lo que decimos, en medio de una tarde de diálogo sobre las deleznables palabras del gobernador y sus más allegados colaboradores en el nefasto chat que ya todo el país conoce.  Le relaté a mi interlocutor una experiencia con una conductora de Uber con quien sostenía un ameno intercambio.  Ella me contaba que había asistido a una actividad en un lujoso complejo que, pese a múltiples protestas, se construyó en lo que no sólo yo, sino el entonces Secretario de Justicia Roberto Sánchez Ramos mediante opinión concluye se ubica al menos parcialmente en zona marítimo terrestre.   Por ende, son terrenos de dominio púbico no sujetos a enajenación.  En palabras simples, los terrenos le pertenecen al pueblo y no pueden pertenecer a una persona en particular.  Pese a lo que considero una joya de opinión, lo que allí se planteó no prevaleció y el resultado es que la conductora de Uber y un montón de puertorriqueños van a un lugar que se considera “in” a disfrutar de lo que parece ser muy buen ambiente.

Cuando le dije a la conductora que yo no pisaba el lugar por una cuestión de principios –sigo creyendo que allí no debió construirse nada- me dijo que yo me estaba perdiendo algo muy bueno.  Puede ser, pero lo que no quiero perder es mi convicción.  No puedo patrocinar algo que creo que va en contra de principios elementales de bienes que son para el disfrute de todo el pueblo y no de unos pocos. Esta mañana ocurrió otro suceso de esos en los que debo poner a prueba mis convicciones.  Además, sentí la necesidad de dejar saber la carga negativa que tienen las palabras, que impiden que a much@s de nosotr@s algo nos parezca gracioso simplemente porque esté escrito de manera ingeniosa o lo ridículo de la situación.

Esta necesidad de expresar mi descontento con los chistes que no son graciosos porque denigran a seres humanos me ha traído dificultades y sinsabores.  Me han dicho que no tengo sentido del humor, que no hay nada malo en reírse de situaciones serias, porque con ello se libera estrés (hmmm-¿les suena familiar?), que no ven nada malo en el comentario, etc.  Dediqué poco más de quince años de mi vida a combatir el discrimen, ofreciendo charlas al personal de la agencia para la cual trabajaba.  Muchas veces, el mensaje que llevaba caía en oídos sordos, pero nunca dejé de llevarlo.  De hecho, a tres años y medio de haberme retirado, sigo llevando el mensaje, porque es un compromiso de vida. 

He solicitado hablar con gerentes de supermercado para indicar que los vehículos de la empresa están estacionados en espacios de personas con impedimento.  Continúo escribiendo sobre temas de hostigamiento sexual, hago recomendaciones sobre cómo debe modificarse el lenguaje para evitar herir sensibilidades.  La semana pasada  una persona que me brindaba un servicio y quería dar un ejemplo en torno a personas que no estaban capacitadas para llevar a cabo determinado trabajo se refirió a ciudadanos de cierta nacionalidad en términos de que no poseían las destrezas necesarias.  Con paciencia, le expliqué que él en realidad no quería decir que los oriundos de ese país no tenía esas destrezas y le afirmé “usted no dijo lo que dijo".  Él entendió y me respondió “es cierto, no lo dije”.  Con eso, llevé el mensaje y creo que la lección quedó aprendida.

Las recomendaciones no siempre son bien recibidas.  Cuando trabajaba, había empleados que me decían claramente que no opinaban lo mismo que yo, a lo que yo respondía que podían opinar lo que quisiesen, pero que lo importante era que conocieran la ley que prohibía el hostigamiento sexual.  A modo de ejemplo, les indicaba que una persona podía opinar que rotular determinado tramo de la carretera para ser transitado a 35 mph era ridículo, pero si infringía la ley, estaba sujeto a una multa.  Ahora que ya no es mi responsabilidad hacer recomendaciones, me siento compelida a seguir haciendo las denuncias que creo pertinentes.

Esta mañana me sentí obligada a reaccionar a una promoción vía redes sociales de un restaurante que me gusta mucho, en la que usaban parte del chat como si algunos de sus participantes estuviesen discutiendo asistir al restaurante.  Sin lugar a dudas, es ingenioso –de eso no hay duda.  Pero la podredumbre que se ha develado en el asqueante chat no me permite tomar a broma su contenido.  Manifestada mi incomodidad, me expresé en privado y el dueño del restaurante me contestó, cortésmente, que no se sintió obligado a responderme; que otros habían entendido el comentario (es decir, que yo no lo entendí) y que las redes sociales utilizan medios no convencionales para llevar un mensaje.  En esto último estamos de acuerdo, pero el problema es que se lleva un doble mensaje – por un lado se quiere lograr un impacto.  El mensaje que hay detrás, sin que el que lo divulga esté necesariamente consciente, es que toma a broma asuntos que son muy serios, en aras de la publicidad.  Y no es solamente el que divulga el mensaje quien no se da cuenta; muchos de los que lo leen tampoco.  Por eso estamos como estamos.

Lo que ha salido a relucir del odioso chat muestra un combete  de macharranes embriagados de poder que  se burlan de las mujeres y las ofenden, que buscan acallar las voces de los que no comulgan con sus ideas, que urden tramas para aniquilar reputaciones; en fin, son actos despreciables.  Si yo tuviera un negocio, ni de broma querría que se asocie con lo que allí se dice.  Manifesté mi incomodidad y el dueño del restaurante afirmó no ver nada incorrecto en su post, por lo que allí permanecería.  Es mi mayor deseo que en algún momento pueda ver mi punto de vista, pero independientemente de ello, dije lo que necesitaba decir.

Hace unos minutos entré a la página del restaurante y no vi el post.  Ojalá que el dueño haya decidido retirarlo. Yo suelo patrocinar los negocios locales y me daría mucha pena  no seguir patrocinando este.  Es mi forma de poner la acción donde pongo la palabra.  Creo firmemente que poco a poco vamos haciendo camino al andar.  Mi esperanza es que en algún momento, se comprenda el mensaje, pero el hecho de que no ocurra no quiere decir que vaya a dejar de emitirlo. Los tiempos exigen que no nos hagamos cómplices con el silencio.  Es necesario denunciar lo que está mal. Hay temas que no deben ser objeto de chistes: la violación, el hostigamiento sexual, la raza, el origen nacional, la orientación sexual, la muerte de seres humanos e incluso, de animales.  Si usted no se siente preparado para denunciarlo, por lo menos no se ría de una burla que  como mínimo  es discrimen y en última instancia, violenta algo sagrado – la dignidad del ser humano.

13 de julio de 2019


1 comentario:

  1. Me en canta cuando dices que si usted no se siente preparad@ para denunciarlo, al menos no se ría. Es tan importante no apoyar la violencia invisibilizada, esa violencia que no se ve, pero se siente. Hay que distinguir entre el humor y el Bulling. Si el chiste tiene una víctima, no es gracioso, es bulling.

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