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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 27 de julio de 2019

PARTE DE UN TODO









PARTE DE UN TODO

Creo que por el hecho de ser hija única me siento muy cómoda andando sola.  Cuando otras personas necesitan andar siempre acompañadas, salvo excepciones, yo no siento esa necesidad.  Escribir mis ensayos es un ejercicio en soledad, aunque luego los comparto con otros. Como dice un dicho popular, yo misma me canto y me lloro.  En estos días he cantado poco y llorado mucho.

Los horrores que destapó el nefasto chat del aún gobernador y sus más íntimos colaboradores hicieron reabrir la herida que tenía desde María.  Mi herida era pequeña a nivel individual, pero enorme a nivel colectivo.  Sola en mi apartamento lloraba al escuchar los relatos de mis compatriotas que la radio o el periódico revelaban –los pedidos de hijos o hermanos para localizar parientes; los horrores de gente que estuvo a punto de morir ahogada; los encuentros de padres e hijos tras semanas sin poder comunicarse.  Con el tiempo, la vida retomó su ritmo y pese a que sé que aún hay muchos que no han podido rehacer sus vidas, un número sustancial de puertorriqueños se ha levantado con tesón.

Y entonces sale a relucir este odioso chat, tras los arrestos de la secretaria de Educación por contrato y la directora de la Administración de Servicios de Salud, hecho que de por sí es indignante.  Mientras muchos aún luchan por salir a flote, estas funcionarias buscaban beneficiar a unos pocos.  El chat destapó la raíz de este proceder: un profundo desprecio por el pueblo.  Y lloré de rabia, mientras entonaba  una frase de la canción Días y flores, de Silvio Rodríguez: “la rabia coño paciencia, paciencia; la rabia es….mi vocación”.

La rabia se le instaló al pueblo entero y estalló en protestas masivas.  Una de ellas, la del lunes 22 de julio, resultó ser la mayor registrada en nuestra historia.  Y yo estuve allí. 


Me uní a un grupo de amigas, una de las cuales conozco hace años.  Thalía es uno de los seres más solidarios y desprendidos que he conocido en mi vida.  Nos recibió en su casa, para de allí partir.  Al regreso, enchumbás hasta más no poder, nos ofreció toallas para secarnos y cubrirnos, mientras  poníamos la ropa en la secadora.  Hasta Carla, una de sus gatos, se mostró compasiva cuando me vio sin camisa y mojada y procedió a pasarme su áspera lengua por el hombro, como queriendo decir: “déjame secarte un poquito”.

No contenta con el servicio de lavandería, Thalía nos ofreció quesitos, jamoncito (ella es vegetariana, así que esto vale doble) y vino.  Yo pude regresar con ropa seca a casa, aunque los zapatos tardaron día y medio en secarse.  Lo que hizo Thalía nace de lo que verdaderamente somos: gente generosa.  Fueron muchos los residentes del Viejo San Juan que pese a la angustia del ruido cada noche, los gases lacrimógenos y el graffitti en las paredes, ofrendaban agua para calmar la sed o aliviar el ardor en los ojos.  Muchos manifestaron que pese a los inconvenientes, pensaban que era un sacrificio necesario, para combatir un mal mayor.  Y es cierto, las paredes se pintan, pero la corrupción y el desprecio no se pueden borrar.

La noche del día 24 resultó una angustiosa.  El aún gobernador prolongó la agonía de un pueblo que esperaba con ansias un desenlace favorable.  Era como estar con un paciente en sala de intensivo, esperando la muerte liberadora.  Yo ansiaba ese momento y hasta había comprado una botella de champán unos días antes, para celebrar el momento.  Yo, que suelo irme a dormir a las 9 ó 10 de la noche, esperé hasta eso de las 11:40 para escuchar las ansiadas palabras.  Cuando ocurrió, no sentí la alegría que pensaba sentir.

Yo no sé si es la conciencia de que esto es sólo el comienzo, o el saber que estoy viviendo un momento histórico, pero más que alegría, siento una profunda emoción.  Este pueblo, al que muchos han llamado ñangota’o, dócil, aguantón, sometido o bocabajo y ha sido objeto de burlas por otras naciones, finalmente se sacudió y tiró la raya –hasta aquí. Te metiste con mi casa, con mis familiares, con mi salud económica, física y emocional y sobre todo, con mis muertos.  Como una mujer maltratada que al fin saca fuerzas, este pueblo dijo no más.

En estas dos semanas se juntaron todos los grupos sociales y generacionales y se alzaron en una voz.  Seguiremos teniendo diferencias, pero nos hemos unido en un propósito común: denunciar y sacar del poder a quienes la fallan de manera descarada a un pueblo que estaba en el piso tras María.  Hemos sacado fuerzas de donde no recordábamos que las teníamos para decir basta ya.  Esta patria chiquita le dio lecciones al mundo entero.

Tras la salida prometida, el Viejo San Juan, escenario de la lucha por desterrar al villano fue duramente golpeada, pese a que grupos ciudadanos se lanzaron cada mañana a ayudar en las labores de limpieza, pero su economía se ha visto afectada, ya que muchos negocios no podían operar, aparte de los cruceros que no pudieron atracar en su puerto.  Al llamado para que acudiéramos a hacer compras y disfrutar de sus restaurantes, acudí hoy, solita, para poder disfrutar de la ciudad que siento como una parte de mí, aunque nunca he vivido en esas casas que muy bien Don Ricardo Alegría logró fueran preservadas.  No obstante, son muchas las veces que he recorrido sus adoquinadas calles y contemplado el mar, sentido la brisa y disfrutado de sus delicias culinarias.

Decidí comenzar mi recorrido por el Paseo La Princesa, donde suelen apostarse artesanos.  En efecto, allí vi un artesano que trabaja en metal repujado sobre madera y me detuve a hablar con él, pues lo había visto en un programa sobre nuestra cultura.  Luego hablé con una artesana que trabaja vidrio sobre madera –me vi tentada a comprar una pieza, pero luego pensé en que ya me queda poco espacio.  Seguí caminando hasta llegar a la carpa de un artesano que realiza trabajos en madera sobre la que escribe y coloca piezas de vidrio.  No me pude resistir a una de ellas –ya veré dónde la coloco.



              


              

Continué mi ruta hacia la puerta de San Juan y me admiré del mar en pura calma –ese mar sobre el que unas embarcaciones escenificaron una protesta marítima, porque la inventiva del puertorriqueño se lució como nunca en estos días.


Subí hacia la estatua de la Rogativa, pera ver la entrada a la Fortaleza.  Todo en calma y pocos policías.  En la subida, un tronco pintado con nuestra bandera en jirones, como le quedó la vida a muchos de nuestros hermanos, mientras el aún gobernador y su grupo más cercano gozaban de privilegios y se burlaban del pueblo.  










Tomé la foto que he tomado en varias ocasiones –una perspectiva de la Puerta de San Juan y la Fortaleza, pero esta vez se sentía distinta.  Esta vez la estamos mirando con el convencimiento de que quien la habite, deberá asegurarse de que cumple con la voluntad del pueblo, porque ya no somos los mismos -ya no aceptamos ciegamente las versiones oficiales.



Subí por una pequeña y tranquila calle en dirección a la Calle del Cristo y antes de llegar allí me asomé a observar la entrada principal de la Fortaleza, en la calle que lleva su nombre.  Sentí que su actual morador  no se ha dado cuenta aún de lo que ha ocurrido. No quisiera estar en sus zapatos si alguna vez se da cuenta.  Debe ser horrible percatarse de que alguna vez tuvo la oportunidad dorada de dirigir un país y lo echó todo por la borda debido a actitudes inmaduras y terminó siendo rechazado por quienes una vez consideró inferiores.  Debe ser horrible además, tener que huir del país y sentirse que su vergüenza pública lo persigue, incluyendo la sombra de su padre.

Llegué hasta la Capilla del Cristo, que estaba abierta y entré a hacer una pequeña oración, que es algo que suelo hacer cuando estoy de viaje. 


Hoy estaba de turista en mi propio país, viéndolo con nuevos y admirados ojos.  Di gracias por este despertar, este nuevo país que ha nacido en dos semanas y me dirigí a almorzar en un restaurante que me encanta – Verde Mesa.  Su ambiente es como de un pequeño restaurant francés y tiene un menú que representa una re - interpretación de lo conocido, como por ejemplo el plato que ordené –serenata con bacalao.  A la vista no se parece en nada y al probarlo, se reconocen los sabores, pero con elementos distintos.  Me parece una metáfora del país que recién descubrimos – no se parece en su forma externa –dejó la docilidad atrás, pero retiene su esencia noble.  Somos distintos y al mismo tiempo, seguimos siendo quienes somos.

Salí satisfecha del restaurante y me dirigí a la librería Laberinto, donde compré dos libros.  Decidí emprender el camino de vuelta con una contentura muy particular.  Estaba sola, pero al mismo tiempo conectada a este país que amo tanto y sintiéndome aún mas orgullosa que nunca de ser PUERTORRIQUEÑA.

27 de julio de 2019


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