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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

viernes, 12 de julio de 2019

El chat









EL "CHAT" DE DORIAN GRAY

Hace años que se me quedó grabada la historia del retrato de Dorian Gray a través de una adaptación fílmica de una novela de Oscar Wilde.  Es una película  de 1945, así que debo haberla visto por televisión en uno de esos matinés que pasaban de películas viejas, seguramente doblada al español. No recuerdo detalles, pero el impacto del mensaje ha permanecido conmigo y hoy se me reveló como una gran lección para nuestros tiempos. En la historia, un joven muy atractivo comisiona a un pintor para que le haga un retrato.  La obra reflejó todo el atractivo del joven, dejando plasmada su impresionante y atrayente imagen, plena de juventud, vigor y sensualidad.  Por razones que no recuerdo, el retrato fue a parar al desván, donde permanecía oculto a la vista de todos.  El cuadro tenía la particularidad de que mientras su dueño permanecía joven y hermoso pese al paso de los años, la imagen se iba transformando.

El retrato que permanecía en el desván no sólo se transformaba para reflejar el paso de los años, sino tal vez de forma más significativa, reflejaba los malos comportamientos de su dueño.  Casi al final, Dorian Gray descubre que su retrato reflejaba una imagen grotesca, que denotaba no solo fealdad, sino también pura maldad. El cuadro en el desván mostraba su verdadera esencia corrompida, que no se revelaba en el cuerpo que ante todos permanecía atractivo.

En esta semana ha salido a relucir que el gobernador de Puerto Rico se comunicaba a través de un chat con sus más íntimos colaboradores, entre los que hay “expertos” en comunicaciones, sobre temas diversos.  Lo que revelan las comunicaciones es que el tono sería tal vez entendible si proviniese de adolescentes burlones, pero se hace difícil comprender cómo hombres –porque todos en el chat son hombres- que deberían estar discutiendo asuntos serios, se intercambian memes, hacen burla a personas por su apariencia, orientación sexual o por el simple hecho de que son mujeres.  El gobernador y otros denotan su desprecio a los miembros de la Junta de Supervisión Fiscal, que vamos, no es que hayan ganado un concurso de simpatías, pero debe haber un respeto mínimo a los cargos, sobre todo si se hace necesaria la comunicación con sus componentes. Lo que colmó la copa fue ver que el propio gobernador llamó pu*a a la ex concejala por Nueva York, Melissa Mark- Viverito.

Ya el pueblo estaba agobiado por los arrestos federales a, entre otros,  Julia Keleher,  ex secretaria de educación por contrato  y de Alberto Velázquez Piñol,  personaje de quien se conocía poco, pero que sin ser funcionario gubernamental, parece ejercía grandes influencias en varias agencias. Y lo triste es que esto no acaba aquí.  Se esperan más arrestos, que pueden ser a altos funcionarios, como a otros personajes que no ocupan ya puestos, pero que como muchos mencionan insistentemente, ejercían gran influencia –léase Elías Sánchez.  Y por supuesto, el gobernador indica desconocer de estas influencias, lo cual nos trae el nefasto recuerdo de la administración de su padre, bajo la cual resultó convicto por corrupción el entonces secretario del Departamento de  Educación, el tristemente recordado Víctor Fajardo.

El odioso chat pone de manifiesto la verdadera naturaleza de los que tienen en sus manos atender los asuntos de este país.  Es como para indignarse primero y llorar después, o viceversa.  El gobernador pidió perdón, pero el problema es que lo que dijo no se puede borrar.  La herida ya está y no se trata de que diga, como  un niño a quien lo sorprenden en la travesura, “prometo que no lo vuelvo a hacer”.  Lo que  dijo refleja un lado demasiado oscuro de su persona.  No es lo mismo “hablar malo”, que referirse de forma despectiva con respecto a otra persona.  Lo que ha dicho con respecto a Mark-Viverito denota un total desprecio hacia una mujer por el hecho de defender una causa distinta a la suya.  Es igualmente ilustrativo que la expresión de Erik Rolón, uno de los allegados en Fortaleza que exigió lealtad al gobernador, seguido por la expresión de Anthony Maceira de que a los que no siguieran la norma le iban a “volar la cabeza”.  Es como si estuvieran en una de aquéllas películas de Clint Eastwood de la serie “The good, the bad and the ugly”.  Puedo pensar en varios que podrían representar “the bad” y “the ugly”.  Sobre quién representaría “the good”, creo que necesito mucho tiempo para pensar.

La palabra es muy poderosa.  Con ella podemos expresar lo que sentimos.  Cierto es que a veces no usamos la palabra adecuada, pero cuando no refleja lo que quisimos decir, buscamos enmendar y encontrar la palabra apropiada.  Creo que casi todos nosotros hemos usado “malas palabras”. De hecho, yo usé una en Facebook el otro día, pero no era dirigida a una persona, sino un reflejo de mi coraje y frustración.  Ha habido momentos en mi vida –hace muchos años- en que he hecho chistes inapropiados y lo he reconocido, sobre todo porque me he dado cuenta que detrás del lenguaje ingenioso hay algo que le falta a la dignidad de la persona y eso no refleja lo que yo creo. Y de inmediato enmendé mis acciones, independientemente de que estuviese en círculos íntimos o no. No sólo no hago chistes que violen la dignidad de una persona, sino que  los rechazo cuando otros los hacen. Nuestra conducta tiene que reflejar aquello en lo que creemos.

De verdad me ha parecido que necesitamos un acto de contrición colectivo. A riesgo de sonar cantaletera (soy digna hija de mi madre), no podemos seguir aceptando que exponentes del género del trap se refieran a las mujeres como pu*as, o que ensalcen la violencia y las drogas - lo excusamos como algo normal, mientras nos horrorizamos por lo que dijo el gobernador, quien dicho sea de paso, recibió en su casa al máximo exponente del género a horas inusuales.  Muchos, pero no tantos, se expresaron en contra de esto.  Tenemos que adecentar la manera como nos expresamos a diario en las redes sociales.  Es frecuente ver los ataques personalistas, bajunos hacia personas que meramente expresan una opinión distinta

Tenemos que exigir respuestas coherentes cuando las explicaciones que se ofrecen no nos convencen.  Los empleados públicos no deben acatar órdenes ciegamente, cuando sospechan que algo no anda bien. Whitefish y Cobra, el nombramiento de Keleher –que no era empleada, sino  contratista -con compensación astronómica, los desmanes de Héctor Pesquera, el misterio de los vagones , el juego de pies con Donald Trump, el ridículo del avión de García Marín, los contratos exorbitantes de BDO y otros ocurre porque lo hemos permitido con nuestro silencio. Parafraseando al juez Serrano Geyls (Q.E.P.D.), el elector o el empleado público no debe ser tan ingenuo como para creer lo que nadie creería. Si queremos que el gobernante represente la dignidad de su cargo, tenemos que empezar por examinar nuestra conducta.  Tristemente, él es reflejo de un número sustancial de la sociedad que no solamente lo eligió, sino que aún luego de lo sucedido, lo defiende a capa y espada.  Algo similar ocurre con Donald Trump.

Voy a echarle una miradita a mi retrato en el desván, a ver cómo está. Me encantaría ver los de los participantes del chat, aunque luego tenga pesadillas.

12 de julio de 2019


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