¿CUÁNDO PASAMOS LA
PÁGINA?
Hace unos
días una amiga me dijo que hacía tiempo que no escribía. Esto del tiempo es relativo. Mi último escrito
es de hace dos semanas –y al momento que ella me pregunta semana y media, lo
cual es indicativo de que no hace tanto tiempo.
Lo que ocurre es que en estas dos semanas ha ocurrido el equivalente a años
de historia. Ricardo Rosselló anunció su
renuncia el 24 de julio al filo de la medianoche. Más tarde, nombra a Pedro
Pierluisi como Secretario de Estado y la Cámara de Representantes le dio su
aval, tras un proceso complicado de juegos de pies. Pero si complicado fue
esto, más complicado es que el 2 de agosto –es decir hace una semana, se hizo
efectiva la renuncia de Ricardo Rosselló y Pedro Pierluisi, sin haber sido
confirmado por el Senado, juramentó como gobernador, amparándose en una
enmienda de 2005 a una ley que establecía el orden de sucesión en caso de
renuncia u otras circunstancias en que el gobernador abandonara el cargo.
De
inmediato se levantaron voces alegando que dicha enmienda era inconstitucional,
porque nuestra Constitución requiere que el secretario de estado sea confirmado
por ambas cámaras, cosa que no había ocurrido.
Pierluisi se aferró a la norma de que una ley es constitucional mientras
un tribunal competente no declare lo contrario y se dedicó a reunirse con
diversos sectores y tomarse fotos reunido con funcionarios, como diciendo: ya me senté y apelando a la necesidad de
pasar la página. De hecho, grabó un
mensaje en esa dirección. Fueron muchos
los que se dejaron convencer por esa cara de hombre serio y respetable,
clamando por la necesidad de una estabilidad. Mientras tanto, Thomas Rivera
Schatz, presidente del Senado y figura dictatorial, controversial, cínica,
prepotente, arrogante, poderosísima –y no
sigo, porque sería redundar- en el PNP, presentó una demanda que posteriormente
fue elevada al Tribunal Supremo, solicitando entre otras, se declarase
inconstitucional la ley en cuestión.
No hay
que enredarse en “matar al mensajero”. Pese
a que para muchos –incluyéndome- Rivera Schatz es una figura detestable, en
este caso actuó con toda razón. Resulta
abominable que una persona advenga al poder aprovechándose de un error en una
ley que Pierluisi -como abogado que es- tenía que saber no podía prevalecer
sobre la Constitución o al menos, había sobradas razones para pensar que podía
ser invalidada. Cierto es que mientras
la ley no se impugne, es válida, pero ¿quién quiere exponerse a que el tenue
agarre sobre la silla de gobernador se desvanezca de un tirón?
Pues eso fue lo que pasó – el Tribunal Supremo, en una decisión histórica,
unánime, declaró inconstitucional la ley.
Nuestra Constitución –esa que muchos desprecian, prevaleció. Pierluisi tuvo que abandonar la preciada
silla.
Una vez
ordenada la salida de Pierluisi, el orden de sucesión dispone que no habiendo secretario
de Estado, sea Wanda Vázquez, hasta hace dos días secretaria de Justicia, quien
ocupe el cargo de gobernadora y como tal juramentó en la sede del Tribunal
Supremo, ante su Jueza Presidenta, con todas las de la ley. Y esto sigue…La batalla está en pleno apogeo,
ya que Rivera Schatz y Wanda Vázquez se detestan. En el caso del primero, no hace ni el
esfuerzo de disimular. Ya ha hecho
exigencias de que Vázquez debe abandonar el puesto y cederle el paso a la
Comisionada Residente Jennifer González.
Yo no soy fanática de Wanda Vázquez –creo que hay mucho que no ha
quedado claro en su proceder con ciertas investigaciones –las hechas y las que
no se hicieron. Pero intentar imponer a
una persona por sobre la decisión que es claramente de la gobernadora es cuando
menos, una soberana falta de respeto.
La misma
incomodidad que me causó que Pierluisi se sentara en la codiciada silla (no sé
por qué – yo no quisiera ese tostón), me causa que un hombre machista y
engreído –sí, redundo, pero es que este personaje tiene que ser denunciado de
todas las maneras posibles- le falte el respeto al puesto de gobernador(a),
pretendiendo usurpar la autoridad intrínseca de nombrar un secretario o
secretaria de estado. Esa facultad –le guste
o no a Rivera Schatz, le corresponde a la gobernadora. Al cuerpo que él dirige y a su homólogo, les
corresponde confirmarlo. Eso es lo que
dispone la Constitución que él salió a defender.
Aquí no
se trata de si Jennifer es mejor que Wanda –que no lo sé y si por mi fuera no
escogía a ninguna- se trata de que las instituciones se respetan y hay que
dejar a un lado, aunque sin perder de vista, el juego de las estrategias
políticas, cosa que a Rivera Schatz se le hace bien difícil, porque hay que
reconocer que es sagaz como pocos. Este
momento histórico que hemos tenido el privilegio de vivir, requiere que nos
concentremos verdaderamente en el bienestar del país, no de la boca pa’ fuera. La exigencia va también para nosotros como
pueblo, de que soltemos los amarres a ideas pre - concebidas. No nos hemos tirado a la calle a protestar de
todas las maneras posibles, para ahora exigir ciegamente la renuncia o
permanencia de Wanda; de enfocarnos en las intrigas del odiado Tommy o de pasar
resignadamente la página para sentir el consuelo pasajero de que volvemos a la
aparente normalidad.
Nuevamente
surgen las mismas voces de la necesidad de pasar la página. No la podíamos pasar con Pierluisi y con
Wanda se hace necesario poner el marcador
en el libro, para obtener más información; mirar objetivamente las
alternativas, sabiendo que hay una urgencia por terminar este libro, pero no
podemos hacerlo leyendo como el papagayo. Hay algunos que pretenden interpretar
el libro a su conveniencia; otros pretenden ignorarlo. No hay vuelta atrás;
nuestro mundo cambió en apenas tres semanas de protestas y tres gobernadores,
dejando al descubierto sus protagonistas. Jamás será el mismo. Y yo me alegro.
9 de
agosto de 2019
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