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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 31 de diciembre de 2018

HOY ESTRENO TOALLAS





HOY ESTRENO TOALLAS

En mi escrito anterior aludí a mis Christmas blues, que por alguna razón este año me han golpeado bastante duro. Estoy segura que la causa está relacionada con temores e inseguridades en torno al futuro.  Un día como hoy, en el que se despide un año, es inevitable pasar revista.  El periódico, la televisión, las redes sociales, todo nos invita a que reflexionemos en torno al año que en pocas horas habrá de concluir.  Y ni hablar del ejercicio de hacer resoluciones, pese a que año tras año vemos  cómo incumplimos la mayoría, cosa que indudablemente nos hace sentir peor.

He sido afortunada porque en estos días he recibido mucho afecto de mi familia extendida.  De hecho, esta noche decidí aceptar la invitación de mi amiga Carmencita a despedir el año en su casa.  Pese a que otros años me aventuraba a pasarlo sola, en esta ocasión no me siento muy fortalecida, así que no voy a tentar al espíritu de los blues a que haga de esta una noche totalmente miserable.

Hoy me dediqué a terminar una limpieza que comencé ayer.  Cambié mis sábanas y me disponía a colocar toallas limpias cuando me percaté de la lastimosa condición de la toalla que iba a colocar en mi baño.  Con el paso de los años, sus bordes están raídos y con hilos sueltos.  Hace como tres años había comprado unas toallas nuevas que permanecían sin usar, pensando que tal vez apareciera alguien con quien compartirlas.  Pues el alguien no se ha materializado y de momento me pregunté “¿por qué estoy dispuesta a usar algo que no ofrecería a otra persona? ¿Acaso no merezco unas toallas en perfectas condiciones?” Por supuesto, siempre tengo toallas en buen estado en el baño para visitantes, pero estaba utilizando para mi algo feo, deshilachado, maltrecho.

Poco a poco me fui dando cuenta de todas las cosas que se han ido deteriorando y no he sustituido.  Antier por fin me decidí a llamar para que repararan la luz de mi habitación, que llevaba mas de un año dañada y me obligaba a usar la luz de la lamparita de lectura, por lo que en las noches se me dificultaba encontrar objetos.  La toalla maltrecha me hizo pensar en que no me he estado tratando bien a mi misma.  Acto seguido, procedí a buscar las nuevas toallas.  Me embarqué en elucubraciones sobre cómo aun una persona como yo, con una autoestima mas o menos saludable, puede caer en estas conductas nada positivas.  Suelo complacerme –viajo, disfruto de buenas comidas, pero una simple toalla me demostró que merezco, como merece todo ser humano, brindarse lo mejor que sus posibilidades económicas le permitan.

Hoy, la noticia de la muerte de la periodista Keyla Hernández me hace pensar en la importancia de vivir la vida con intensidad, conscientes de que lo único que tenemos es el momento presente.  Muchas veces vemos mensajes sobre esto, pero lo olvidamos.  Hoy una simple toalla me recordó que merecemos disfrutar de todo lo que la vida tiene para ofrecernos.  No hay que esperar,   Podemos procurar asegurar nuestro futuro sin sacrificar el presente.  Esta noche, me dirijo a recibir el afecto de mi amiga y a brindarle el mío a través de una mezcla de bacalaítos que disfrutaremos con un Prossecco bien frío. Mañana probablemente vea otra amiga y así, a cada día procuraré dedicarle su propio afán.  No haré resoluciones.

Les deseo paz en sus corazones, amor y la conciencia de que merecemos lo mejor que la vida tenga para ofrecernos, incluyendo toallas en buen estado.

31 de diciembre de 2018


miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA NOSTALGIA NAVIDEÑA








LA NOSTALGIA NAVIDEÑA

Llevo días, por no decir que semanas, con un sentimiento indefinido, que entremezcla tristeza, desgano, desazón, acrecentado por eso que se ha denominado Christmas blues. No es nada extraño caer presa de estos sentimientos –es algo muy común.  En mi caso, pienso que se combina la incertidumbre personal con la colectiva -el país está en tremenda encrucijada y muchos ni cuenta se han dado.  El paso de los años ofrece la oportunidad de pasar revista sobre nuestras vidas e inevitablemente, se repasan las ausencias.  Me invade un sentimiento de culpa -que no ayuda en nada- cuando pienso en todas las bendiciones recibidas, que son muchas.

Para tratar de sacudir estos sentimientos, me embarqué en mis proyectos culinarios, algo que siempre ayuda.  Este año decidí hacer el coquito de chocolate en vez de la variante de café que por años estuve haciendo.  También hice una receta distinta de las bolitas de nueces, conocidas como snowball cookies.  Esta vez las hice de limón y almendras.  Creo quedaron muy dulces para mi paladar, pero han gustado.  Tal vez haga unos ajustes a la receta.  El majarete no sufrió alteraciones adicionales a las que ya había hecho con la receta de Giovanna Huyke.  Es un postre que me recuerda mucho a mi mamá y a Madrinita.  Creo que un medidor de cuán mal pueda estar en cuanto a mis Christmas Blues es ver que aún me impulso a hacer estas delicias.

Mi amiga Carmencita me envió un arreglo navideño que me hizo recordar a mi amiga Leila, quien solía enviarme arreglos para mi cumpleaños. El día de Nochebuena compartí con Flor Negroni y su familia, algo que me brinda ese calor de hogar que no depende de lazos de sangre. Me mantengo ligada a mi Buddy y sé que el afecto es indisoluble.  Hay sobrada evidencia de que no estoy sola y aún, me invade este sentimiento que no he podido sacudir.  Ojalá que este trío de manjares navideños, como los Tres Santos Reyes, logren despejar esta nube que se cierne sobre mi.  Y si a ustedes se les asoma la misma nube, espero que venga la brisa de la canción del ¡Fuá! y se la lleve.

Feliz rojiverde Navidad sin blues.

26 de diciembre de 2018

viernes, 21 de diciembre de 2018

Las tres puertas







LAS TRES PUERTAS

Ayer salió publicada una columna escrita por José B. Carrión, presidente de la Junta de Supervisión Fiscal -a quien no me referiré por el mote que se le conoce, porque no pasaría la prueba de 2 de las puertas- y  por Andrew Biggs, otro miembro de la Junta.  La susodicha fue publicada originalmente en inglés en el periódico The Washington Post, 3 días antes.  Evidentemente la intención era llevar el mensaje a las esferas de poder en Washington.  El mensaje de la columna es que Puerto Rico no ha cambiado sus políticas económicas y eso es lo que tiene al país sumido en un desastre económico y no los huracanes.  De paso, vuelve a defender el asunto de la eliminación de las licencias a los empleados y  el bono de Navidad, que ha sido una empecinada cantaleta de la Junta.  La insistencia es en comparar la isla con las jurisdicciones de E.U., como si les reventara que aquí haya un llamado bono de Navidad y allá no, así como varios beneficios laborales no existentes en otras jurisdicciones de E.U.

Lo que el señor Carrión no acaba de entender es que el bono de Navidad es parte de la compensación del empleado, cuyos salarios son menores que los salarios en E.U.  Para todos los efectos, pudiese incorporarse el llamado bono al salario, pero la realidad es que esa compensación sui generis opera como una especie de Christmas Club –es decir, el empleado no lo recibe mensualmente en cuyo caso se vería tentado a gastarlo, porque no hay una cultura de ahorro en muchos de nuestros hogares.

En cuanto a otros beneficios, sabido es que culturalmente le damos énfasis a la vida familiar.  Tener más días de licencia frecuentemente no es tan sólo para vacacionar, sino también para asistir a actividades de los hijos o acompañar a padres enfermos a citas médicas.  Nuestra población está envejeciendo y con ello vienen más enfermedades, que obligan a los empleados a ausentarse para ir al médico.  Sabido es que un empleado satisfecho produce más.  Yo no sé hasta qué punto los beneficios laborales en Puerto Rico impiden un aumento en los negocios que quieran establecerse cuando han sido muchas las empresas norteamericanas que se han establecido aquí, porque pese a que pagan estos beneficios, reciben grandes ganancias.  Creo recordar comentarios en torno a que la tienda J.C. Penney de Plaza es la más que vende en todo E.U.

En términos de los comercios locales, he estado viendo un auge de jóvenes empresarios que han establecido nuevos locales de comida, ventas  de artículos especializados y hasta un resurgir de la agricultura.  Los beneficios salariales no los han detenido.  Incluso, recientemente escuché que son los negocios locales los que más empleos generan.  Hay algunos, como el caso de los restaurantes de comida rápida El Mesón, que hasta han comenzado a expandir operaciones hacia la Florida.

La columna añade la reciente polémica en torno a la implantación del requisito de que los recipientes de la tarjeta de la Familia trabajen y señala que el gobierno ha tardado en implantar este programa.  Así que el señor Carrión enjareta (o como se dice por ahí, incluyendo a yours truly  “enjereta”) todas estas llamadas razones y se las pone en bandeja de plata al gobierno de Donald Trump para que nos mastique y escupa por malamañosos, vagos, corruptos, que es después de todo, lo que opina de nosotros.  Vergüenza le debe dar a un puertorriqueño que ande por ahí hablando pestes de nosotros.

Y no nos llamemos a engaño.  Hay muchos males que hemos arrastrado por años y nos han traído hasta aquí.  Comencemos por no atender el asunto del estatus.  Lo seguimos posponiendo, posponiendo y esto ya no aguanta más.  Pero a fin de cuentas, ¿no es esto una característica casi genética de la mayoría de nosotros? A ver, piense en cuántas cosas usted sabe que tiene que hacer y no ha hecho.  Lo otro es que aunque los males datan de años, este gobierno botó la bola con la improvisación y lo de tratar de hacer como los gatos con su cajita, que tapan las caquitas, pero si no se limpia, eventualmente sale la pestecita.  Pues son muchas las pestecitas y pestazas que se han ido descubriendo.

El desastre de María se combinó con el desastre administrativo de la actual administración y del propio gobierno federal, ese que supuestamente lo hace todo bien.  Pues en Puerto Rico metieron la pata hasta el ñu y parecía un programa de los 3 Chiflados. ¿Cómo es que un ejército que invade países y construye puentes temporales de un día para otro no podía ni tan siquiera repartir agua eficientemente?  ¿Cómo es que los toldos necesarios para cubrir lo que quedó de las casas tardaron meses?  Y el contratito con el peje blanco con vínculos con altas esferas en Washington?

Procede que hagamos un examen de conciencia colectivo.  Todos somos responsables en mayor o menor grado –unos por acción y otros por omisión.  No queríamos tocar el asunto del estatus, pues ahí van enredadas las leyes de cabotaje.  No quisimos escuchar las advertencias sobre los descuadres en los planes de pensión, pues ahora muchos tenemos pensiones reducidas y otros ni saben qué va a pasar cuando se retiren.  No se atendió adecuadamente al asunto de la financiación de la obra pública, lo que creó la monumental deuda, pues ahí está la Junta de Supervisión Fiscal, con el señor Carrión al mando y Natalie Jaresko de Directora Ejecutiva.  Esta señora ha tenido la desfachatez de decir que todos tenemos que sacrificarnos, pero que ella no está dispuesta a reducir su compensación de $625,000 anuales. No se atendieron tantos y tantos asuntos que están reventando ahora, como el tumorcito minúsculo que no atendimos y ahora amenaza con matarnos.

La pregunta es ¿y ahora qué?  Podemos seguir quejándonos como alma en pena, sin hacer nada para resolver el problema; podemos escapar al ritmo de Bad Bunny y viendo el programa de La Comay, que ya anunciaron regresará; podemos seguir hablando mal del país ante los círculos de poder, como ha hecho el señor Carrión o como lo hacen algunos que se fueron y se distancian de sus raíces, para que no los confundan.  Es lamentable que haya muchos dispuestos a alzar su voz para hablar mal de un país como el nuestro, que con todas sus debilidades, carencias y contradicciones, lucha por salir adelante y se ocupó de sí mismo tras María.  

La columna del señor Carrión es deleznable.  No aporta nada a la solución de nuestros problemas –es una pataleta porque el gobierno no accedió a su capricho de derogar la ley 80 sobre despido injustificado, ni recortó otros beneficios, como el bono de Navidad.  Es un acto mezquino, que no cumple con el análisis de las 3 puertas que vi en una entrada en Facebook y que se le atribuye a Buda.  La primera puerta -¿es verdadero?  Es parcialmente cierto que muchos de los problemas no se deben a los huracanes, pero deja fuera grandes verdades y distorsiona otras.  La segunda - ¿es amable? Obviamente, no lo es.  La tercera: ¿es necesario?  Claro que no.  Luego de fracasar en cumplir con esta prueba, me pregunto qué se logra con esta columna.

Dicen que uno no le da armas al enemigo.  No podemos tapar nuestra realidad, pero tampoco vamos a mostrarle nuestro flanco más débil a un truhán como Trump, acostumbrado a imponer su voluntad.  Señor Carrión, shame on you.

21 de diciembre de 2018


jueves, 22 de noviembre de 2018

GRACIAS SIN PAVO






GRACIAS SIN PAVO

Crecí en un hogar donde no era tradición comer pavo el Día de Acción de Gracias.  De hecho, a mi papá no le gustaba el pavo, hasta que yo lo empecé a hacer.  Como adoro la cocina, un año quise hacer el pavo- estilo tradicional, con relleno de pan.  A mí me gusta preparar recetas respetando su origen –no es que tenga un afán americano tipo doña Myriam.  Cuando hago recetas italianas,  chinas, mexicanas o de donde sean, quiero que sean lo más auténticas posibles.  Lo que inició como un experimento se convirtió en una tradición.  Ya Papi esperaba el pavo y cuando él ya no estaba, solía prepararlo y llevarlo a casa de su viuda.

Tengo un amigo que detesta el pavo, no sé si por el sabor, por una afirmación de puertorriqueñidad o todas las anteriores.   Algunos años compartí en casa de amistades, incluso aportando el pavo que yo misma horneaba y en otras, hacía la celebración aquí. En ocasiones he invitado a este amigo o a otros que no comen pavo y ofrezco alternativas adicionales.  Para colmo, últimamente tengo varias amistades vegetarianas, así que he tenido que ponerme aun mas creativa.

El gusto y los principios no se discuten, así que no impongo a nadie la obligación de comer pavo, pero a mí me gusta todo el ritual de seleccionar el pavo –chiquito –de unas 9 libras y toda la preparación.  Ponerlo a descongelar dos días antes y adobarlo, frotándolo con cariño con un masaje que preludia el gusto con el que habremos de ingerirlo es una actividad plena de sensualidad. Luego ponerlo al horno, sentir los olores y ver cómo se va dorando poco a poco es una fiesta para los sentidos. Hace unos años encontré una receta espectacular de relleno más criollo y la preparé.  Quedó de show.

Los acompañantes del pavo también han variado. Batata mameya con malvaviscos, gratinado de papa y apio, arroz con cebolla y últimamente horneado de croissant con setas han sido acompañantes del pavo a través de los años.  También ha habido variantes del postre –pastel de calabaza, flan de calabaza, cheesecake de calabaza, bizcocho de arándanos; en fin, que me gusta explorar –en la cocina y en otras actividades.  El año pasado, tras María, ya tenía luz y técnicamente pude haber hecho el pavo, pero decidí no hacerlo por miedo a que luego de pasar todo el trabajo, con el ave en el horno, se fuese a ir la luz.  Vamos, que no hay manera de hacer un pavo, por más pequeño que sea en una estufita de acampar.  Me conformé con un pollo que trajo otro amigo, un arroz con espárragos y no recuerdo qué otra cosa.

Este año quería preparar el pavo y me lancé en una búsqueda casi obsesiva por un pavo petite; conseguí uno de 10 libras y media que rebasa un poco la línea, pero de todos modos siempre sobra.  Y para lo que sobra, sobran las ideas.  Lo que no sobra son los comensales.  De hecho, todo el mundo estaba complicado, vegetariano o patriota a ultranza, así que el pavo permanece en el congelador en espera de otra ocasión, que esta vez será enteramente criollizada, porque vamos, ya estará la Navidad en pleno apogeo.

La experiencia me ha enseñado que no hay que obstinarse con los deseos.  Después de todo, lo importante es sentarnos a la mesa frente a algo que hayamos preparado con amor –ese es el elemento indispensable -el pavo no.  El amor que iba a poner en el pavo lo pongo en otros ingredientes y me sentaré a la mesa con el amigo que detesta el pavo –por las razones que sean- y daré gracias porque vivo en esta isla de belleza insuperable, con todas sus contradicciones, sus carencias, sus excesos.  Daré gracias porque tengo un techo acogedor, porque tengo amigos, familia, porque tengo opciones para colocar en mi mesa, porque este año no tuvimos otro huracán; por la salud; por la música; por los libros y por la esperanza –que incluye disfrutar en un futuro cercano del pavo que reposa en el congelador.

Feliz Día de Acción de Gracias.

22 de noviembre de 2018



lunes, 5 de noviembre de 2018

Madre mía






¡MADRE MÍA!

Ayer asistí a la producción local de la obra Mamma Mía! Me regodeé para comprar los boletos y no pude ir con una amiga, así que decidí ir sola.  En estos tiempos post María y post Junta, alguien como yo, con una pensión ya reducida y la amenaza de una reducción adicional, piensa bien dónde va a gastar su dinero. Vamos, el Centro de Bellas Artes no es exactamente una ganga, sobre todo en planta baja, donde decidí sentarme para ver mejor.  Después de ver el espectáculo me dí cuenta que no gasté en un boleto –invertí en el talento extraordinario que produce mi tierra.

Esta producción enteramente en inglés presentaba un reto de producción enorme.  Tiene un elenco numeroso, músicos interpretando en vivo y una escenografía que debe ajustarse a un espacio escénico limitado, comparado con los espacios de Broadway.  Todos los retos fueron superados con creces. Los músicos lograron ambientar el inicio de la obra para colocarnos en el mood de las famosas canciones. Una vez se revela la escenografía, entramos en ese ambiente de  una isla griega.  Juro que me dieron ganas de volver a Santorini. Y para los que no hayan visto la obra, no quiero revelar otras maravillas de la escenografía y la iluminación, pero debo decir que el extraordinario talento escenográfico quedó allí plasmado, por si alguien no lo sabía.

Entonces comienza la obra.  Del talento de Ednita Nazario no tenía dudas – es alguien que ha mantenido una exitosa carrera, con una potencia, sentimiento y matices en su voz que nos ha deleitado a través de los años. Anoche no nos defraudó.  Para muchos, según los comentarios que escuché y los que comparto, la sorpresa fue Denise Quiñones.  La chica hace honor a la canción I believe in angels –cree en ellos porque tiene ángel en escena y posee una hermosa voz.  El resto del elenco está soberbio –se destacan Sara Jarque, con una mezcla de coquetería y voz impecable. Braulio Castillo demuestra una vez más su presencia escénica y capacidad para interpretar canciones.  Hay un chico con un papel menor, aunque en teatro se dice que no hay papeles pequeños –Vin Ramos, que se luce, particularmente en una escena con la veterana Sara Jarque.

El resto del elenco está excelente, ninguno me defraudó.  Hay uno que tiene problemas con la dicción en inglés, pero se le perdona, porque su interpretación es excelente.  Se nota una conexión entre los integrantes –una magia que se trasluce al público cuando los actores se sienten a gusto unos con otros. Los bailes estuvieron geniales.  Hay uno en que los varones bailan con chapaletas -si difícil es caminar con ellas imaginen bailar- que está extraordinario.  La obra es divertida, emotiva –de esas experiencias de las que una sale energizada.

Dicen que la música tiene la capacidad de activar las neuronas del cerebro –incluso la utilizan para personas cuyos cerebros han perdido memoria, como los pacientes de la enfermedad de Alzheimer.  Lo cierto es que escuchar las canciones del grupo ABBA me transportó a una época de mi vida en la que enfrentaba ilusiones y desilusiones por igual. Puedo recordar cuando escuchaba con lágrimas la canción Chiquitita, con la que me sentía identificada debido a mi corta estatura.  Curiosamente, no fue esta canción la que hizo asomar lágrimas a mis ojos anoche.

La primera canción que me emocionó fue Slipping through my fingers, la cual Ednita le canta a su hija, que es el papel que interpreta Denise.  Lograr que alguien como yo, que no tiene hijos, se identifique con esta interpretación no es cosa fácil, pero la Diva lo logró.  La otra fue The winner takes it all, que precisamente logró el mismo efecto cuando ví la película con nada más ni nada menos que Merryl Sreep en el papel de Donna.  Decir Merryl Streep es decir palabras mayores y en esa película me sorprendí porque no sabía que ella cantaba tan bien.  Después de ver eso, creo que Merryl Streep puede hacer cualquier cosa.  Evidentemente yo sabía de la extraordinaria voz de Ednita, así que no me sorprendió.  Lo que sí puedo decir es que se dejó el corazón en esa canción.

Lograr llevar esta producción a escena tiene que haber sido bien difícil.  Todos los retos están ahí En primer lugar, los económicos.  Con un elenco tan grande y músicos en vivo, esto tiene que haber costado un ojo de la cara.  Si los boletos son caros para nosotros, para la producción la renta de la sala y hasta los salones de ensayo en Bellas Artes cuestan un ojo de la cara y la mitad del otro.  La escenografía es un reto enorme por el espacio y por la capacidad de ser funcional, con escenas de diálogo y coreografía.  El hecho de que la obra fuese en inglés – que pienso se debe a que no hay una versión al español y eso habría añadido un costo adicional- presenta un gran desafío para los actores que no dominan ese idioma.  Conseguir actores que dominen la interpretación, el canto y el baile no es tarea fácil.  Finalmente, lograr que el público asista a una función costosa, tomando en cuenta la situación económica actual y encima en inglés, es un testimonio de que alguien tiene una fe tan inquebrantable en el talento de los nuestros que pudo llevar esto a feliz término.

Yo tengo una alegría enorme de haber contribuido a esta producción con mi asistencia.  El orgullo que siento es inconmensurable.  ¡Madre mía, esta chiquitita que cree en ángeles, no será una reina del baile, pero da las gracias por la música! Sobre todo, da las gracias por venir de una tierra con la capacidad de sobreponerse a la adversidad y ofrecer su extraordinario talento al mundo.

5 de noviembre de 2018




martes, 16 de octubre de 2018

MOCIÓN PARA SOLICITAR SE PIENSE





EN EL TRIBUNAL DEL PUEBLO DE PUERTO RICO
SALA DE SAN JUAN


Ana A. Olivencia                                                                                  RS  (Redes sociales) 2018-001 
Demandante

V

Todos los puertorriqueños


MOCIÓN PARA SOLICITAR SE PIENSE

Comparece la demandante, abogada inactiva, puertorriqueña con conciencia y ser pensante y ante este Honorable Tribunal EXPONE, ALEGA Y SOLICITA:

1.      Que este noble pueblo lleva por un tiempo escuchando líricas de un género llamado trap, que glorifica la violencia, el tráfico de drogas y el total desprecio a la mujer. 

2.      Que dicho género ha logrado penetrar en diversos sectores de nuestra sociedad, particularmente en la juventud.
3.      Que las letras de las llamadas canciones contienen textos como:

 “vamos pa’la calle – aquí andamos con los sicarios; Ya Susan Soltero dijo que de balas va a haber aguacero. Gusanos como tu yo no los tolero; A tu mujer en cuatro voy a ponerla; Chin…ndo y fumando un pasto de la Perla; Tu cara ya nadie va a reconocerla”

4.      Que se hace evidente el tono del contenido de las letras, al menos para seres pensantes.

5.      Que la ciudadanía se lamenta de la violencia en nuestras calles y la policía reporta que la mayor parte de esa violencia está relacionada con el trasiego de drogas.

6.      Que la semana pasada ocurrió una balacera en la avenida Barbosa, a plena luz del día y muchos han quedado horrorizados.

7.      Que recientemente el gobernador citó a conferencia de prensa en el Condado con miembros de su gabinete y aludió a la necesidad de atender el problema de violencia, exigiendo a la alcaldesa de San Juan asumiera su responsabilidad, soslayando el hecho de que la responsabilidad primaria es de la policía estatal.

8.      Que el comisionado de la policía municipal hizo unas desafortunadas declaraciones, que luego repitió la alcaldesa, de que el problema de la criminalidad en San Juan era uno de percepción.

9.      Que en fecha reciente el cantante de trap Bad Bunny anunció la venta de boletos para su concierto en el Choliseo, el día 8 de marzo.  Para dicho anuncio utilizó muy hábilmente la estrategia de resucitar la figura del nefasto personaje de La Comay, pautando el anuncio en varios canales de forma simultánea.  La que suscribe pensó que algo sucedía al cambiar los canales y ver con horror que el despreciable personaje estaba en varios lugares.  Resulta incomprensible que se utilice una figura que se creía descartada por ofensiva.

10.   Que para mayor ironía, el concierto pautado para inaugurar es el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

11.   Que en uno de esos giros de esta realidad que resulta más increíble que la ficción, el gobernador envió un mensaje a través de las redes sociales, solicitándole a Bad Bunny que abriera una tercera función del concierto, porque él se “había ganado el cariño de todo Puerto Rico”.

12.   Que no es cierto que este personaje se haya ganado el cariño de todo Puerto Rico y ciertamente, no se ha ganado el mío.

13.   Que este país está sumido en unas monumentales contradicciones –por un lado se queja de la criminalidad y por otro lado, un número sustancial -incluyendo nada más ni nada menos que el gobernador- que patrocina un género musical que ensalza la violencia.

14.   Que un número sustancial de ciudadanos de este país ha optado por ignorar el bombardeo de mensajes violentos que se divulgan a través de las letras de estas canciones, que se difunden a través de vídeos que incluyen menores de edad, sin que se hacen voces de protesta, como deberían ser, por ejemplo, el Departamento de la Familia, el Colegio de Trabajadores Sociales y otros.  Dudo mucho que luego del respaldo del gobernador a Bad Bunny, la secretaria de la Familia vaya a decir algo sobre esto.

15.   Que muchos padres desconocen el contenido de las letras que personas como Bad Bunny difunden y hasta han ido a comprarle boletos a sus hijos.  Algunos, aún conociendo el contenido, no se detienen a pensar que resultará muy difícil imponer una disciplina cuando se patrocina la difusión de estos mensajes ofensivos.  No se puede patrocinar esto y al mismo tiempo pedir respeto para la autoridad.

POR TODO LO CUAL, RESPETUOSAMENTE SOLICITO A ESTE HONORABLE TRIBUNAL QUE:

1.      Tome conocimiento del contenido nefasto de las letras del género trap.
2.      Tome conocimiento de que la que suscribe no debe ser incluida en el grupo que el gobernador alega le ha tomado cariño a Bad Bunny
3.      Piense, rechace y haga sentir su voz en contra de las letras que fomentan la violencia, el trasiego de drogas y el desprecio a la mujer.

En San Juan, Puerto Rico, a 16 de octubre de 2018.
Ana A. Olivencia
Ciudadana pensante

Certifico: Que en esta misma fecha distribuí copia de esta moción a mi blog: anasindireccion. blogspot.com, a varias amistades a través del correo electrónico y a mi página en Facebook, autorizando su divulgación.





lunes, 1 de octubre de 2018

ME OPONGO







ME OPONGO

En torno al nombramiento del Juez Kavanaugh

Creo que casi todo el mundo ha incurrido en conductas que no son las más ejemplares, particularmente durante la época de estudiante.  Mi papá, que era un hombre extraordinario, hablaba de haber bebido muchísimo durante sus años de estudio en el Colegio de Mayagüez, algo que muchos –antes y ahora, admiten. ¡Hasta había una parodia del himno colegial que aludía a que “el tufo” –es decir, la peste a alcohol del Alma mater colegial-  llegaría hasta la torre de la Universidad y la tumbaría!  Pese a esto, nunca escuché a mi papá referirse a las mujeres de manera inapropiada.  Hay hombres que aunque se proyecten como “hombres de familia”, dejan escapar comentarios que reflejan que en el fondo son machistas y se gozan en rebajar a las mujeres. Ese no era el caso de mi papá.

En mi caso, no bebí durante mi época de estudiante, pero sí después.  Admito que ha habido momentos – como cuatro en mi vida- en que me he excedido en demasía, particularmente cuando estoy en casa con amistades y no es algo de lo que me sienta orgullosa.  Tan pronto ocurre un episodio de esos, me arrepiento y estoy varias semanas sin beber, hasta que retorno al consumo moderado de vino para acompañar algunas comidas.

Me arrepiento de pocas cosas en mi vida, pero una que recuerdo de mi época de estudiante en escuela superior es haberme unido al grupo que se burlaba de una compañera de estudios obesa.  Pienso que tal vez lo hacía para sentirme aceptada en el grupo, ya que al usar espejuelos no era exactamente una chica que se consideraba atractiva bajo el estándar riguroso de los adolescentes y de algunos hombres adultos también, que exhiben conductas de adolescente aunque tengan 50 años.  El recuerdo de mi participación en esa actividad me llena de vergüenza y quisiera -si tuviese la oportunidad- pedirle a la que ahora será una mujer, me perdone.

Las vistas de confirmación ante el senado federal del juez Brett Kavanaugh como posible integrante del Tribunal Supremo han sacado a relucir fantasmas del pasado de este hombre que dicen mucho de quien en verdad es. Una mujer ha hecho declaraciones muy valientes en torno a que en su época de estudiante, el juez Kavanaugh la atacó durante una fiesta en que varios jóvenes que participaron estaban ebrios y ella temió ser violada en el forcejeo que se suscitó.  Afortunadamente logró escapar.  De inmediato saltaron voces a cuestionar la veracidad de esta acusación, particularmente porque dudaban que si los hechos ocurrieron, ella no hubiese hecho la denuncia.  Esto pone de manifiesto algo que sucede en casos de agresión y hostigamiento sexual.

Muchas mujeres no hacen la denuncia porque precisamente, se convierten en foco de cuestionamiento.  ¿Por qué fue a la fiesta o al apartamento; por qué usó la ropa que usó; por qué bebió?  Y otra lindeza que ha salido, tristemente de boca de una mujer ¿pero cuál es el problema, si todas nosotras hemos sido toqueteadas (“groped”) en algún momento de nuestras vidas?  En otras palabras, las mujeres, tratadas como objetos, tenemos que aceptar que en algún momento un hombre nos toque sin nuestro consentimiento.  Pues no.

Quise ver la comparecencia del juez Kavanaugh y quedé horrorizada ante su comportamiento.  Puedo entender que niegue con vehemencia las acusaciones.  Obviamente se trata de un caso de he says/she says.  Es decir, las versiones son totalmente contradictorias y no mucha gente quiere meterse en este lío a testificar.  Presumiendo que fuese falso lo que la doctora Blasey Ford alega –que no creo que lo sea-, puede esperarse una defensa férrea del juez Kavanaugh, ya que nadie querría que se hagan unas acusaciones en su contra tan serias como esta, particularmente si no es cierto.  Lo que resultó sorprendente fue la actitud destemplada del juez.  Pasaba las páginas de su ponencia con coraje; hacía gestos extraños con la boca y atribuía todo esta investigación a la que llamó circo a un alegado complot de los demócratas, en la que participaban los senadores a cargo de su confirmación.  Pero donde botó la bola fue cuando una senadora, en tono pausado y de forma comedida le preguntó si habiendo bebido había “borrado cinta” alguna vez.  Él le ripostó, sin responder a la pregunta: “y usted, ha borrado cinta?”  Yo quedé horrorizada.  Este es el comportamiento de un hombre ante el comité que lo evalúa para uno de los más altos cargo de la esfera judicial.

Existe un entendido de que los jueces deben exhibir lo que se conoce como temperamento judicial, que se refiere a mantener una actitud ecuánime, libre de toda parcialidad o prejuicio.  Pues todo eso se fue por la borda en esa comparecencia, independientemente de las alegaciones de la Dra. Blasey Ford.  De paso, el debate ha abierto la herida que llevan miles de mujeres que sienten que lo que dicen no tiene validez ante lo que diga un hombre y que si les hacen comentarios sexistas o sexuales -o peor aún, las toquetean- lo deben tolerar, porque después de todo, boys will be boys.

Yo me opongo a la designación del juez Kavanaugh como miembro del Tribunal Supremo.  Me opongo a los comentarios sexistas y machistas, ya bien provengan de hombres o mujeres.  Me opongo a que se sigan aceptando conductas violatorias de la dignidad humana, bajo el palio de que son conductas propias de los adolescentes o cuando dejan de serlo, que se les justifique como bromas. Me opongo a que se pongan trabas a que se eduque sobre lo que constituye la igualdad de derechos para ambos géneros.  Me opongo a que se hagan nombramientos por pura consideración partidista, sin tener en cuenta las cualificaciones o carácter de los designados.  Me opongo a mantener silencio ante la flagrante violación a la dignidad humana que representa para las mujeres todo este proceso.  Si el juez Kavanaugh no es confirmado, habrá esperanza.

1 de octubre de 2018



jueves, 27 de septiembre de 2018

LÁGRIMAS MARIANAS







Texto incluido en la exhibición de fotos de GFR Media en Plaza las Américas



LÁGRIMAS MARIANAS

Ayer me decidí a visitar la exposición de fotografías de El Nuevo Día con el tema del huracán María. La conmemoración del primer aniversario me ha revolcado -como a tantos puertorriqueños- las emociones que tenemos guardadas y que a la menor provocación, salen a flote. Debido a que estoy suscrita al periódico, había visto la mayor parte de las fotos.  No obstante, el hecho de tenerlas tan cerca en formato agrandado y rodeadas de muchas otras, así como recursos audiovisuales, le añadió una dimensión más humana a la experiencia.  No se trataba de un ejercicio morboso de presenciar desgracias ajenas, sino de sentir a cierto nivel el dolor humano y ponerme en contacto con el recuerdo de lo vivido.

Todos en Puerto Rico, en mayor o menor grado, hemos sufrido por la experiencia de María. Hemos sentido el miedo de perder nuestros hogares o de sufrir daños físicos. Otros, tristemente, perdieron mucho: techo, trabajo, salud y en al menos 2,975 casos, hasta la vida. Todavía estamos sufriendo los efectos de una respuesta ineficiente del gobierno local y federal, así como las explicaciones que no se sostienen y la indignación que produce el ninguneo con el que nos desprecia ese que ha tenido la osadía de llegar a la presidencia de E.U. con el respaldo de un número tan grande de personas que asusta.

El sufrimiento no se ha limitado a nuestro archipiélago. Los puertorriqueños que viven mayormente en E.U. vivieron días de angustia, al poder ver las imágenes que nosotros no podíamos ver de los estragos que causó María, debido al apagón masivo que nos tuvo sumidos en la obscuridad por meses.  Fueron muchas las veces que lloré al escuchar por radio los ruegos de familiares dispersos por Florida, Nueva York, Texas y otros estados, preguntando, rogando que alguien le dijera si su mamá, su hijo o  su hermano estaban bien.  Del lado de acá, los que lograban comunicarse y ni siquiera sabían si el mensaje se recibiría, pedían que informaran que estaban bien, para que sus familiares pudieran tener algo de tranquilidad.

Entre las fotos en la exposición había textos con relatos.  Hubo uno que me estremeció por ser un testimonio del tesón de nuestro pueblo y su deseo de salir adelante a pesar de la magnitud de la pérdida.  Es además, testimonio del apego que le tenemos a esta tierra, al proclamar que “el amor de nosotros está aquí”. Y eso es cierto aún para los que han tenido que partir –su amor sigue estando aquí. Allí, en la sala de exhibición de esas fotos que nos han permitido palpar el dolor, dejé mis lágrimas marianas, que sé no serán las últimas.

Al regresar a casa me detuve en el correo y recibí un paquete que había olvidado y que me sorprendió por lo rápido de su entrega.  Hace unos días vi un reportaje de dos mujeres que se dieron a la tarea de inventar una novedosa empresa. Con los toldos que afortunadamente ya se descartaron porque las familias repararon sus techos, estas mujeres han fabricado unos bolsos, que logran varios propósitos.  El primero es reciclar el material, de forma tal que no se siga contaminando el ambiente.  Al transformar el material, se le da un uso práctico -el bolso puede usarse para cargar objetos.  Parte de las ganancias serán destinadas a aportar a proyectos que ayuden a la reconstrucción de comunidades.

Cada bolso trae una tarjeta que indica de dónde proviene el material.  El bolso que yo compré fue parte del toldo que cobijó a una familia de Toa Baja.  Eso me hace sentir conectada de alguna manera a aquellos que perdieron infinitamente más que lo que perdí yo y me ayuda a mantenerme consciente del deber que tenemos de ayudar a los que menos tienen.  Sí, he llorado muchas lágrimas marianas y sé que lloraré más, pero siento una necesidad de contribuir de algún modo a aliviar el sufrimiento de tantos y hacer las denuncias que sean necesarias, ante actos que resultan vergonzosos ante la enorme pérdida de tantos de nuestros hermanos.  Cada quien ayuda de la manera que puede, pero se hace imperativo hacer algo por aliviar el dolor ajeno. Llorar nos limpia el alma; ayudar le añade alegría. 

27 de septiembre de 2018



miércoles, 19 de septiembre de 2018

EL VIENTO EN LA MEMORIA





EL VIENTO EN LA MEMORIA

Un día como hoy hace un año, yo terminaba los preparativos en mi apartamento para salir rumbo a casa de mi prima Socorrito, donde pasaría dos angustiosas  noches resguardada ante lo que sería el embate del huracán María.  Fueron largas horas de incertidumbre ante lo que podía pasar en la casa, pese a que es una construcción sólida y el temor de lo que pudiese encontrar al regreso.  Afortunadamente, no hubo daños mayores.  Distinto fue el caso de miles de puertorriqueños que sufrieron daños significativos en sus casas y muchos que incluso, llegaron a perder eso que les protegía y les acogía en sus penas y alegrías.  Una de las que perdió su casa fue Wanda, quien me entregaba el periódico y se apareció varios días después, sin fallar, a dejarme ese recuento de desgracias que leía con angustia.

Pese a su pérdida, Wanda no se amilanó.  Ese primer día que me dijo que perdió su casa vi en su rostro una expresión de tristeza contenida.  La abracé y lloré un poco, pensando en la crueldad de este destino que se ensaña con aquéllos a quienes la vida les resulta más complicada.  Durante esos días Wanda y yo nos convertimos en amigas y varias veces compartimos el desayuno que yo preparaba en mi estufita de acampar, que nunca ha acampado, pero que me resolvió durante los 41 días que estuve sin luz eléctrica.

Hubo otros puertorriqueños que sufrieron la pérdida de un ser querido.  No conozco a nadie que sufriera esa pérdida, pero en cierto sentido, a un nivel celular, los conozco a través de las lecturas que hacía de los reportajes o al escuchar las historias por la radio.  Fueron muchas las veces que lloré escuchando los reportajes, o en las que debía suspender la lectura para llorar y luego continuar leyendo.  Toda esa gente es -en cierta medida- mi familia, porque los puertorriqueños nos unimos como nunca –los de aquí y los de allá-  para apoyarnos en este duro trance.

Las angustias colectivas se amplificaron gracias al manejo inefectivo, torpe e insensible por parte de los gobiernos local y federal. Al dolor se añadía el coraje de esa actitud empecinada de negar los muertos, que tiene que haberles causado una ira que haría estremecer el cuerpo de los dolientes.  Una ira que debe haberlos llevado a un llanto que va más allá de la angustia para entremezclar lágrimas con un soberano ¡coño! que debe haberles salido de bien adentro.

A un año de la tragedia la vida se va rehaciendo muy lentamente –todavía hay gente viviendo bajo toldos azules.  No me puedo imaginar la sensación de quienes viven en esas circunstancias al tan solo ver un cielo nublado y ni decir de escuchar  una ventolera de esas que se han sentido esporádicamente.  Aún los que no sufrimos mayores daños estamos en un estado que nos lleva a revivir la tragedia cada vez que anuncian que algún sistema salió del África.  En julio se anunció un pequeño sistema y la gente arrasó con el agua embotellada.

Hace unos días estábamos pendientes de la tormenta Isaac y yo miraba los boletines de Ada Monzón con ansiedad.  Tan pronto puso el código de una galleta –el sistema informal que usa para dejar saber en qué etapa de preparativos debemos estar- me puse ansiosa y hasta llegué a sugerir que al menos iniciara con media galleta.  Ver que los niveles de alerta aumentan, hace que aumente mi ansiedad, mi temor de que volvamos a vivir lo que vivimos.  Y no se trata de que no haya luz, ni gasolina, ni de que se complique la vida -se trata de un temor visceral a quedar desamparados, desprovistos de lo que nos da seguridad.

Hace unos meses comencé a perder pelo y me dijeron que podía deberse al estrés.  ¿Cuál estrés?, decía yo, si yo estoy retirada y además, no tengo las preocupaciones que tienen otros.  Hoy descubrí que toda esta situación me afectó más de lo que pensaba. Me encontraba en mi clase de yoga, acostada boca arriba.  La maestra puso una música que en el fondo parecía el sonido del viento.  ¿Qué es eso?, pregunté.  Es el viento, me contestó Anuradha.  Quítalo, por favor, le dije.  Y se me agolparon unas ganas de llorar, como si este año de angustia colectiva se hubiese manifestado en ese lugar de calma, con ese sonido grabado del viento que no quiero oir.

19 de septiembre de 2018