¡MADRE MÍA!
Ayer asistí
a la producción local de la obra Mamma
Mía! Me regodeé para comprar los boletos y no pude ir con una amiga, así
que decidí ir sola. En estos tiempos
post María y post Junta, alguien como yo, con una pensión ya reducida y la
amenaza de una reducción adicional, piensa bien dónde va a gastar su dinero.
Vamos, el Centro de Bellas Artes no es exactamente una ganga, sobre todo en
planta baja, donde decidí sentarme para ver mejor. Después de ver el espectáculo me dí cuenta
que no gasté en un boleto –invertí en el talento extraordinario que produce mi
tierra.
Esta
producción enteramente en inglés presentaba un reto de producción enorme. Tiene un elenco numeroso, músicos interpretando
en vivo y una escenografía que debe ajustarse a un espacio escénico limitado,
comparado con los espacios de Broadway.
Todos los retos fueron superados con creces. Los músicos lograron
ambientar el inicio de la obra para colocarnos en el mood de las famosas canciones. Una vez se revela la escenografía,
entramos en ese ambiente de una isla
griega. Juro que me dieron ganas de
volver a Santorini. Y para los que no hayan visto la obra, no quiero revelar
otras maravillas de la escenografía y la iluminación, pero debo decir que el
extraordinario talento escenográfico quedó allí plasmado, por si alguien no lo
sabía.
Entonces
comienza la obra. Del talento de Ednita
Nazario no tenía dudas – es alguien que ha mantenido una exitosa carrera, con
una potencia, sentimiento y matices en su voz que nos ha deleitado a través de
los años. Anoche no nos defraudó. Para
muchos, según los comentarios que escuché y los que comparto, la sorpresa fue
Denise Quiñones. La chica hace honor a
la canción I believe in angels –cree en
ellos porque tiene ángel en escena y posee una hermosa voz. El resto del elenco está soberbio –se destacan
Sara Jarque, con una mezcla de coquetería y voz impecable. Braulio Castillo
demuestra una vez más su presencia escénica y capacidad para interpretar
canciones. Hay un chico con un papel
menor, aunque en teatro se dice que no hay papeles pequeños –Vin Ramos, que se
luce, particularmente en una escena con la veterana Sara Jarque.
El resto
del elenco está excelente, ninguno me defraudó.
Hay uno que tiene problemas con la dicción en inglés, pero se le
perdona, porque su interpretación es excelente.
Se nota una conexión entre los integrantes –una magia que se trasluce al
público cuando los actores se sienten a gusto unos con otros. Los bailes
estuvieron geniales. Hay uno en que los
varones bailan con chapaletas -si difícil es caminar con ellas imaginen bailar-
que está extraordinario. La obra es
divertida, emotiva –de esas experiencias de las que una sale energizada.
Dicen que
la música tiene la capacidad de activar las neuronas del cerebro –incluso la
utilizan para personas cuyos cerebros han perdido memoria, como los pacientes
de la enfermedad de Alzheimer. Lo cierto
es que escuchar las canciones del grupo ABBA me transportó a una época de mi
vida en la que enfrentaba ilusiones y desilusiones por igual. Puedo recordar
cuando escuchaba con lágrimas la canción Chiquitita,
con la que me sentía identificada debido a mi corta estatura. Curiosamente, no fue esta canción la que hizo
asomar lágrimas a mis ojos anoche.
La
primera canción que me emocionó fue Slipping
through my fingers, la cual Ednita le canta a su hija, que es el papel que
interpreta Denise. Lograr que alguien
como yo, que no tiene hijos, se identifique con esta interpretación no es cosa
fácil, pero la Diva lo logró. La otra
fue The winner takes it all, que
precisamente logró el mismo efecto cuando ví la película con nada más ni nada
menos que Merryl Sreep en el papel de Donna.
Decir Merryl Streep es decir palabras mayores y en esa película me
sorprendí porque no sabía que ella cantaba tan bien. Después de ver eso, creo que Merryl Streep
puede hacer cualquier cosa.
Evidentemente yo sabía de la extraordinaria voz de Ednita, así que no me
sorprendió. Lo que sí puedo decir es que
se dejó el corazón en esa canción.
Lograr
llevar esta producción a escena tiene que haber sido bien difícil. Todos los retos están ahí En primer lugar,
los económicos. Con un elenco tan grande
y músicos en vivo, esto tiene que haber costado un ojo de la cara. Si los boletos son caros para nosotros, para
la producción la renta de la sala y hasta los salones de ensayo en Bellas Artes
cuestan un ojo de la cara y la mitad del otro.
La escenografía es un reto enorme por el espacio y por la capacidad de
ser funcional, con escenas de diálogo y coreografía. El hecho de que la obra fuese en inglés – que
pienso se debe a que no hay una versión al español y eso habría añadido un
costo adicional- presenta un gran desafío para los actores que no dominan ese
idioma. Conseguir actores que dominen la
interpretación, el canto y el baile no es tarea fácil. Finalmente, lograr que el público asista a
una función costosa, tomando en cuenta la situación económica actual y encima
en inglés, es un testimonio de que alguien tiene una fe tan inquebrantable en
el talento de los nuestros que pudo llevar esto a feliz término.
Yo tengo
una alegría enorme de haber contribuido a esta producción con mi
asistencia. El orgullo que siento es
inconmensurable. ¡Madre mía, esta
chiquitita que cree en ángeles, no será una reina del baile, pero da las
gracias por la música! Sobre todo, da las gracias por venir de una tierra con
la capacidad de sobreponerse a la adversidad y ofrecer su extraordinario
talento al mundo.
5 de
noviembre de 2018
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