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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 1 de octubre de 2018

ME OPONGO







ME OPONGO

En torno al nombramiento del Juez Kavanaugh

Creo que casi todo el mundo ha incurrido en conductas que no son las más ejemplares, particularmente durante la época de estudiante.  Mi papá, que era un hombre extraordinario, hablaba de haber bebido muchísimo durante sus años de estudio en el Colegio de Mayagüez, algo que muchos –antes y ahora, admiten. ¡Hasta había una parodia del himno colegial que aludía a que “el tufo” –es decir, la peste a alcohol del Alma mater colegial-  llegaría hasta la torre de la Universidad y la tumbaría!  Pese a esto, nunca escuché a mi papá referirse a las mujeres de manera inapropiada.  Hay hombres que aunque se proyecten como “hombres de familia”, dejan escapar comentarios que reflejan que en el fondo son machistas y se gozan en rebajar a las mujeres. Ese no era el caso de mi papá.

En mi caso, no bebí durante mi época de estudiante, pero sí después.  Admito que ha habido momentos – como cuatro en mi vida- en que me he excedido en demasía, particularmente cuando estoy en casa con amistades y no es algo de lo que me sienta orgullosa.  Tan pronto ocurre un episodio de esos, me arrepiento y estoy varias semanas sin beber, hasta que retorno al consumo moderado de vino para acompañar algunas comidas.

Me arrepiento de pocas cosas en mi vida, pero una que recuerdo de mi época de estudiante en escuela superior es haberme unido al grupo que se burlaba de una compañera de estudios obesa.  Pienso que tal vez lo hacía para sentirme aceptada en el grupo, ya que al usar espejuelos no era exactamente una chica que se consideraba atractiva bajo el estándar riguroso de los adolescentes y de algunos hombres adultos también, que exhiben conductas de adolescente aunque tengan 50 años.  El recuerdo de mi participación en esa actividad me llena de vergüenza y quisiera -si tuviese la oportunidad- pedirle a la que ahora será una mujer, me perdone.

Las vistas de confirmación ante el senado federal del juez Brett Kavanaugh como posible integrante del Tribunal Supremo han sacado a relucir fantasmas del pasado de este hombre que dicen mucho de quien en verdad es. Una mujer ha hecho declaraciones muy valientes en torno a que en su época de estudiante, el juez Kavanaugh la atacó durante una fiesta en que varios jóvenes que participaron estaban ebrios y ella temió ser violada en el forcejeo que se suscitó.  Afortunadamente logró escapar.  De inmediato saltaron voces a cuestionar la veracidad de esta acusación, particularmente porque dudaban que si los hechos ocurrieron, ella no hubiese hecho la denuncia.  Esto pone de manifiesto algo que sucede en casos de agresión y hostigamiento sexual.

Muchas mujeres no hacen la denuncia porque precisamente, se convierten en foco de cuestionamiento.  ¿Por qué fue a la fiesta o al apartamento; por qué usó la ropa que usó; por qué bebió?  Y otra lindeza que ha salido, tristemente de boca de una mujer ¿pero cuál es el problema, si todas nosotras hemos sido toqueteadas (“groped”) en algún momento de nuestras vidas?  En otras palabras, las mujeres, tratadas como objetos, tenemos que aceptar que en algún momento un hombre nos toque sin nuestro consentimiento.  Pues no.

Quise ver la comparecencia del juez Kavanaugh y quedé horrorizada ante su comportamiento.  Puedo entender que niegue con vehemencia las acusaciones.  Obviamente se trata de un caso de he says/she says.  Es decir, las versiones son totalmente contradictorias y no mucha gente quiere meterse en este lío a testificar.  Presumiendo que fuese falso lo que la doctora Blasey Ford alega –que no creo que lo sea-, puede esperarse una defensa férrea del juez Kavanaugh, ya que nadie querría que se hagan unas acusaciones en su contra tan serias como esta, particularmente si no es cierto.  Lo que resultó sorprendente fue la actitud destemplada del juez.  Pasaba las páginas de su ponencia con coraje; hacía gestos extraños con la boca y atribuía todo esta investigación a la que llamó circo a un alegado complot de los demócratas, en la que participaban los senadores a cargo de su confirmación.  Pero donde botó la bola fue cuando una senadora, en tono pausado y de forma comedida le preguntó si habiendo bebido había “borrado cinta” alguna vez.  Él le ripostó, sin responder a la pregunta: “y usted, ha borrado cinta?”  Yo quedé horrorizada.  Este es el comportamiento de un hombre ante el comité que lo evalúa para uno de los más altos cargo de la esfera judicial.

Existe un entendido de que los jueces deben exhibir lo que se conoce como temperamento judicial, que se refiere a mantener una actitud ecuánime, libre de toda parcialidad o prejuicio.  Pues todo eso se fue por la borda en esa comparecencia, independientemente de las alegaciones de la Dra. Blasey Ford.  De paso, el debate ha abierto la herida que llevan miles de mujeres que sienten que lo que dicen no tiene validez ante lo que diga un hombre y que si les hacen comentarios sexistas o sexuales -o peor aún, las toquetean- lo deben tolerar, porque después de todo, boys will be boys.

Yo me opongo a la designación del juez Kavanaugh como miembro del Tribunal Supremo.  Me opongo a los comentarios sexistas y machistas, ya bien provengan de hombres o mujeres.  Me opongo a que se sigan aceptando conductas violatorias de la dignidad humana, bajo el palio de que son conductas propias de los adolescentes o cuando dejan de serlo, que se les justifique como bromas. Me opongo a que se pongan trabas a que se eduque sobre lo que constituye la igualdad de derechos para ambos géneros.  Me opongo a que se hagan nombramientos por pura consideración partidista, sin tener en cuenta las cualificaciones o carácter de los designados.  Me opongo a mantener silencio ante la flagrante violación a la dignidad humana que representa para las mujeres todo este proceso.  Si el juez Kavanaugh no es confirmado, habrá esperanza.

1 de octubre de 2018



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