Datos personales

Mi foto
Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 12 de octubre de 2020

Basura

 


BASURA

La primera acepción de la palabra basura en el diccionario de la Real Academia alude a suciedad.  Me parece muy apropiado para la suciedad que nos arropa, a veces sin que de veras nos percatemos de ello. En fecha reciente salió a la luz una basura, que resulta ser un reciclaje para producir un nivel más asqueroso de basura.  El personaje de La Comay fue obligado a salir del aire hace unos años tras haber aludido al asesinato de un hombre de manera malsana haciendo alusiones sexuales y arrojando dudas sobre sus relaciones y reputación.  Tras un receso, el programa se recicló y apareció en otro canal de televisión que honestamente ni siquiera sé cómo se consigue.

Este oscuro personaje interpretado por un hombre que a todas luces no está bien cobró muchísima fama al hacer énfasis en el bochinche – ese perverso placer que provoca en algún@s escudriñar en la vida privada de la gente para averiguar indiscreciones, pecadillos y pecadotes, amoríos, desgracias financieras, debilidades y fealdades que nadie quiere sean expuestas.  Todas estas revelaciones iban acompañadas de risas burlonas y la fracesita de ¡qué bochinche! o de una indignada censura de actos que alguien con techo de cristal finitito no debía señalar.  El programa atraía a personas de toda extracción social, particularmente cuando anunciaba que haría una divulgación de algo impactante.  Hasta yo llegué a ver porciones del programa, intrigada por la revelación de algún escándalo de determinada figura pública, pero no soportaba ver el programa completo.  Siempre pensé que yo podía ser víctima de ese ser nefasto, porque no se conformaba con señalar figuras públicas, sino que también se mofaba de cualquiera que fuese blanco de críticas de algún vecino.  El dúo Santarosa-Travieso era un verdadero asco, como lo es la versión reciclada.

Previo a que el programa reciclado saliera al aire, en una movida que pienso era de utilidad para ambos bandos, el trapero Bad Bunny utilizó la figura de La Comay para promocionar su nuevo disco, dando la impresión de que el personaje retornaría, como en efecto lo hizo.  No puedo dejar de comentar sobre el mote de trapero que utilizo  para Bad Bunny, que acabo de descubrir tiene más significado de lo que yo creía. Me refiero a él de ese modo, porque es exponente del género trap, que se deriva del reguetón, pero tiene letras mucho más fuertes, ofensivas hacia las mujeres y violentas.  Pues resulta que la primera acepción de la palabra trapero en la definición, es “Persona que tiene por oficio recoger trapos para comerciar con ellos”.  Pues sí, me parece muy apropiado pensar que Bad Bunny acumula todos estos trapos de conductas antisociales para comerciar con ellos.

Retorno al nefasto programa.  En fecha reciente, el ser despreciable usó la foto de la hija de la licenciada Alexandra Lúgaro, candidata a la gobernación,  para hacer una crítica enérgica a la colocación de la foto que muestra a su compañero Manuel Natal sujetándola por una de sus piernas y brazos, en un evidente juego.  Como resultado del juego, la niña queda en una pose como de estrella, igual que cualquier persona que hiciese este ejercicio quedaría. Nadie, salvo una mente enferma, vería algo sexual en esto y menos se le ocurriría poner un parcho sobre el área genital en la foto, cuando evidentemente no estaba expuesta, como tampoco lo está en el caso de gimnastas y bailarinas que pueden exhibir la misma imagen en el instante que se toma la foto.  Al parecer,  no sólo puso la foto, sino que despotricó contra Lúgaro y Natal, acusándolos de exponer a la niña y hasta insinuando actos turbios con respecto a éste.

 El asuntó desató una ola de críticas en las redes por parte de otros candidatos, figuras de la farándula y ciudadanos en general.  Algunos cayeron en la trampa de criticar a la madre, como queriendo decir que ella tenía la culpa de que se usara la imagen de la niña y que falló en su deber de protegerla.  Es el mismo argumento de que las mujeres son víctimas de hostigamiento sexual por la forma en que se visten o de ser asesinadas o violadas por andar solas de noche.  El argumento de la alegada provocación lo escuché decenas de veces en mis talleres sobre hostigamiento sexual y siempre respondí de la misma manera.  La provocación es algo muy subjetivo – lo que provoca a una persona no necesariamente provoca a otra.  No es lo que yo tenga puesto, que dicho sea de paso siempre fue vestimenta profesional, sino lo que usted pueda tener en su mente cochina y refleje en palabras o gestos.

Entre los que salieron a criticar, se destacó Bad Bunny, quien de inmediato quiso desligarse de la figura de La Comay, diciendo que él no trajo al personaje de vuelta y que no lo asociaran con la basura que diga en su programa.  Sí, claro.  Bajo esa premisa, yo podría utilizar un vídeo de Donald Trump o de Adolfo Hitler para promocionar mi próximo blog y después decir que no tengo nada que ver con las ideas de estos individuos, por no decir una palabra que Bad Bunny diría sin rubor.  Todo se entrelaza, de un modo u otro.  No podemos ir por ahí exigiendo que salga el programa de La Comay y al mismo tiempo haciéndonos de la vista larga con las asquerosas letras de las canciones de Bad Bunny.  Las redes sociales tienen un alcance que la televisión y la radio no tienen y nuestr@s niñ@s están expuestos a eso todo el tiempo.

Hace unos días escuché una de esas canciones que provenía de una pequeña área de juegos contigua a mi apartamento.  Eran dos niñ@s de no más de 10 años, escuchando unas letras espantosas en sus celulares.  Y no me vengan conque en toda época han existido esas letras, que yo jamás escuché que a una mujer se le dijera pu** en una canción, ni que se amenazara con volarle la cabeza al contrario, ni vi vídeos en una cancha de un residencial repleta de niños, observando a sus ídolos simulando disparar con metralletas.  Que no me cabe en la cabeza que los padres le compren mochilas con el logo de Bad Bunny a sus hij@s, o que suelten a sus hij@s adolescentes en el Choliseo a escuchar la bazofia que sale de la boca de este joven.

Tenemos que adecentar nuestros mensajes si queremos una mejor sociedad.  Patrocinar el programa de La Comay es patrocinar faltarle a la dignidad de los seres humanos, del mismo modo que lo es callar ante las letras de las canciones de Bad Bunny y otros, por no parecer anticuad@s o tal vez por no tomarnos el tiempo de entrar a los canales de video para constatar que esas letras no son meramente algo risqué, sino que son reflejo de lo más podrido de nuestra sociedad.  ¿Cómo pretendemos reducir la violencia, enseñar respeto a toda persona y combatir el tráfico de drogas, si al mismo tiempo patrocinamos o miramos para otro lado ante lo que se muestra en las canciones de Bad Bunny o lo que dice La Comay?

Lo que se ha destapado con el último programa de La Comay puede resultar en algo positivo.  Debe provocar un proceso de introspección en cada un@ de nosotr@s.  ¿En qué medida este programa o las canciones de trap contribuyen a la sociedad que yo digo aspirar? ¿Por qué me tengo que quedar callada ante algo que no conduce a hacer de este un mundo mejor? Tanto Bad Bunny como Santarosa tienen la capacidad de transformar lo que hacen y mantenerlo dentro de los límites de lo que es aceptable.  ¿Por qué permitimos que sigan produciendo lo que no lo es? En la medida en que no somos capaces de cambiar esta realidad, somos responsables de lo que tenemos.

12 de octubre de 2020

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario