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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 19 de mayo de 2018

REINA EL AMOR







REINA EL AMOR

No pensaba ver la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle.  Hay algo de pompa excesiva, de convencionalismos restrictivos y sin sentido para nosotros, que no resuena en mí.  Por otro lado, una boda real trae recuerdos de los cuentos de hadas –de ese sueño de muchas niñas -entre las que debo confesar me incluyo- de encontrar ese príncipe azul que nos amará, cuidará y con el que viviremos felices para siempre.  Ya no creo en cuentos de hadas ni en príncipes azules, pero algo queda de esa ilusión de encontrar, no un príncipe, sino un hombre que me haga sentir como la reina de su corazón.
Supongo que la Princesa Diana tuvo al inicio el sueño de haber encontrado su príncipe, como yo lo tuve en algún momento.  Ella y yo nos casamos demasiado jóvenes, sin haber tenido suficiente experiencia de vida para identificar las señales de que ese que pensábamos era nuestro príncipe no era y en el caso de ella, se acercaba más a un sapo.  Pese a ello, conservo la ilusión de encontrar el verdadero amor, porque no me cabe duda de que existe.

Por alguna razón me motivé a ver la ceremonia real y no me arrepiento.  Tras la pompa, los sombreros extravagantes de las invitadas, los carruajes y la cara impasible de la Reina Isabel, se traslucía que entre Harry y Meghan hay algo genuino.  Hubo muchos ejemplos de que los tiempos han cambiado en la monarquía inglesa, como han cambiado para el resto del mundo.  Hace años era impensado que una actriz norteamericana divorciada, de madre negra, pudiese casarse con un príncipe inglés.  También era impensado que un negro pudiese ser presidente de Estados Unidos, o que Cuba flexibilizara sus restricciones de viaje a ciudadanos norteamericanos y permitiese el establecimiento de negocios por cuenta propia. 

Lo que a nosotros nos parece extraño -una monarquía, es totalmente normal para los británicos y hay un alto nivel de aceptación de esa extraña forma de gobierno que se combina con la existencia paralela de un primer ministro.  La monarquía ha ido modificándose en todas partes del mundo y las ruedas se mueven poco a poco, pero se mueven.  Como dice la canción de Bob Dylan, un cantante de protesta de los años ’60, The Times are A-changin’. Para los que no crean que hay cambios verdaderos, la boda de Meghan y Harry es un excelente ejemplo.

El vestido de la novia anticipaba que esta pareja está anclada en una visión mucho más práctica de la vida.  Era un vestido muy sencillo, aunque imagino que su costo era exorbitante.  La presencia de invitados del mundo del espectáculo también anunciaba los cambios, así como un coro de música góspel, todos negros, que interpretaron la canción Stand by me.  Al recitar los votos, no se incluyó la retahíla de nombres que tiene Harry, lo cual evitó que Meghan cometiera el error que cometió Diana al trasponer los nombres de Carlos en su boda. Al final de la ceremonia, un chelista negro interpretó la pieza Après un rêve (Después de un sueño), de Gabriel Fauré.  Cuando los novios -ya desposados- salieron de la iglesia, un coro góspel interpretaba This Little Light of Mine, que se popularizó durante los años cruciales de la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos.

Estoy segura que hay muchos más cambios, pero el que más me conmovió, por la trascendencia que tiene más allá de una boda entre dos personas de mundos diversos, fue el sermón del obispo afroamericano Michael Curry, de la Iglesia Episcopal.  Con un estilo similar al del Dr. Martin Luther King, ofreció un sermón dedicado al poder transformador del amor.  De hecho, citó al Dr. King, al decir “debemos descubrir el poder del amor -el poder redentor del amor y cuando hagamos eso, haremos de este viejo mundo un mundo nuevo. Porque el amor es el único camino.”  

Todo su sermón estuvo anclado en ese concepto del poder transformador del amor.  En un momento me sentí  conectada a la canción Imagine, del británico John Lennon, cuando el obispo invitaba a los asistentes a imaginar hogares y familias donde el amor es el camino; a imaginar vecindarios y comunidades donde el amor es el camino; gobiernos y naciones donde el amor es el camino; negocios y comercios donde el amor es el camino.  Nos invitaba a imaginar este mundo viejo y cansado cuando  el amor desinteresado, capaz de sacrificios y redentor es el camino.  Continúa diciendo que cuando el amor es el camino, hay suficiente lugar para todos los hijos de Dios, porque cuando el amor es el camino, nos tratamos unos a otros como familia. Termina su conmovedor sermón, afirmando que el Dr. King estaba en lo correcto, debemos descubrir el amor, el poder redentor del amor y le dice a Meghan y a Harry, “mi hermana, mi hermano, Dios te ame y te bendiga. Y que Dios nos sostenga a todos en esas manos todopoderosas del amor”.

Yo creo en ese poder redentor del amor, porque lo vi entre mis padres  -lo sentí y aún lo siento. Por ello, estas palabras resuenan en mi y quiero compartirlas con otros, con la esperanza de que los que aún no lo están, se convenzan del poder del amor, que está en cada uno de nosotros como esa pequeña lucecita en nuestro interior a la que alude la canción góspel, que clama porque la dejemos brillar.

19 de mayo de 2018





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