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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 31 de mayo de 2018

LOS FRÍOS NÚMEROS




LOS FRÍOS NÚMEROS

Mis muertos son pocos, pero son los míos, como son los de los que perdieron a un familiar, a un amigo, a su compañero de vida.  De mis muertos sé con bastante certeza a qué se debió su muerte –cáncer, trauma en la cabeza, derrame cerebral –en fin, lo esperado tras una enfermedad o un accidente fatal.  Aún cuando en algunos casos esperamos el deceso, no deja de sacudirnos su inevitabilidad –algo de un anhelo de un milagro siempre nos queda.  Distinto es el caso de las muertes que no esperábamos, que nos revuelcan la vida.  Peor aún, es el caso de las muertes que se derivan de una vida ya trastocada.

María nos trastocó la vida a todos –sus vientos y sus aguas nos sacudieron, nos arrancaron pedazos del hogar –a veces el hogar completo y en algunos casos, arrancó un pedazo del alma al llevarse un ser querido.  Llegó cuando ya nos había sacudido la certeza de estar inmersos en una deuda de proporciones que mi cerebro es incapaz de comprender a plenitud.  Se habla de $300 millones, de $3000 millones; $30,000 millones y yo soy incapaz de alcanzar a entender cómo se calcula eso, particularmente cuando hay cifras más pequeñas, como la de los $625,000 anuales que recibe Natalie Jaresko, o los $225,000 de Julia Keleher, que no parecen ajustarse a la realidad que tienen los que no reciben ni una décima parte de eso.

Los números de la deuda y los salarios o pagos por contrato se refieren a dinero –algo que se considera frío, con un valor relativo.  Con $400 alguien -imagino que Natalie- puede pagar unos zapatos; mientras que otro paga la mensualidad de su auto, la renta o la compra para uno o varios meses, dependiendo de la composición familiar o sus hábitos de consumo.  Hay otros números –los de los muertos, que pueden reflejarse en una fría tabla –tan fría como el cadáver, pero que tienen una connotación significativa para sus dolientes.

Recuerdo haber  leído el caso de unas hermanas ancianas que fueron sepultadas por un derrumbe.  No sé si finalmente fueron sepultadas como corresponde, o si sus cuerpos permanecen en el lugar en que las sorprendió una muerte que tiene que haber sido horrorosa.  Leí sobre varios casos de muertos que permanecieron en el hogar y hasta de uno que lo movieron a un auto, porque no había forma de trasladarlo a una funeraria, muchas de las cuales ni siquiera podían aceptar muertos por falta de energía eléctrica.  Tras números que fueron variando, el gobierno fijó el número de muertos asociados a María en 64. 

Como es de suponer, el número fue variando y la razón para mantenerlo así, según el secretario de seguridad pública, Héctor Pesquera, es que estas son las muertes que han sido debidamente certificadas.  No tengo claro si eso aparece literalmente así en el certificado de defunción.  Es decir, si la persona se ahogó en una  inundación durante el huracán, presumo que aparecería muerte por ahogamiento y en causa secundaría, como resultado de inundación.  Recuerdo haber escuchado a Pesquera en una entrevista hace varios meses, aludiendo a la necesidad de modificar los protocolos para poder reflejar con certeza lo que ocasionó la muerte de una persona.

Puedo entender claramente que haya unos formularios que sean demasiado restrictivos y no permitan afirmar categóricamente que una persona murió por causa del huracán.  Lo que no puedo entender, es que el gobierno no haya hecho el más mínimo intento de un ejercicio de sensibilidad y decir: sólo podemos atribuir 64 muertes al huracán según los certificados de defunción, pero a base de los datos recibidos de familiares, funerarias y otros, podemos decir que hay x número de muertes que entendemos fueron causa indirecta del huracán.

Son demasiadas personas que no recibieron terapias; que no recibieron atención médica para sus heridas; que no pudieron recibir diálisis, quimioterapia; que no pudieron comprar sus medicamentos ya bien fuera porque el paso estaba obstruido o porque no tuvieron acceso a los médicos para obtener las recetas.  Hace poco fui a una cita con mi oftalmólogo y me dijo que todos los pacientes que vio ese día estaban descontrolados en su terapia diaria de gotas.  Una de las pacientes a mi lado me dijo que no había podido obtener la receta, porque el médico no estaba trabajando debido a la falta de energía eléctrica.  Y estos no son pacientes de la reforma de salud. Son pacientes privados o bajo el programa Medicare.  No quiero ni imaginar la situación en las sínsoras; en esos montes a los que nunca he ido, pero que son mis montes, porque este es nuestro país y todos merecemos un trato digno.

Antier se revolcó el avispero con la divulgación de un estudio de la Universidad de Harvard, que no es una universidad de esas de cursos por correspondencia y diplomas de dudosa validez, publicado por el New England Journal of Medicine, una identidad más que reconocida en su campo, que concluye que  a base de las encuestas científicamente realizadas y cuya metodología aparece claramente divulgada, hubo un total aproximado de 4,645 muertes atribuibles al huracán.  Sorprende cómo muchos en las redes sociales y hasta Pesquera, intentaron restarle validez al estudio sin tan siquiera haberlo leído.  Por lo menos Pesquera luego se expresó en un tono más conciliatorio.  Representantes del gobierno y la propia Universidad George Washington, a quien el gobierno encomendó otros estudio tras el reclamo de que se ofreciesen números que reflejasen una realidad que se intuye mucho mas de 64, se vieron en la necesidad de hacer distinciones entre el estudio publicado y el que está aun en proceso. 

No entiendo los números de la deuda; tampoco los cómputos que hace la Junta y que el gobierno los desprecia por momentos y por otros los acepta, sin que haya justificación para unos u otros.  En cuanto a los números de los muertos, nadie da por bueno 64 –todo el mundo entiende que debe ser mayor. Cuán mayor va a depender de muchos factores.  Tan frío es 64 como 4,645; como fríos están los cuerpos de los que todo apunta a que sean mas cercanos a 4,645; como fría es la actitud de los que se enfrascan en un cruel juego de escatimarle a las familias el derecho a sentir que sus muertos forman parte de un número mayor y que su llanto tiene más compañía en tantas familias que lloran no solo la angustia del horror vivido, sino también la ausencia de quienes ya no están.

31 de mayo de 2018

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