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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 18 de noviembre de 2017




DISTRACCIÓN

Se fue, cuando lo debieron haber ido, el que ocasionó la madre de las distracciones.  El personaje de Ricardo Ramos, hasta ayer Director Ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica es, por si solo, como un circo de esos que ofrecen espectáculos simultáneos –lo que se conoce en ingles como un three ring circus. Por varias semanas, nos mantuvimos como espectadores horrorizados –con una mezcla de incredulidad, vergüenza e indignación- ante este circo de múltiples pistas que protagonizó Ricardo Ramos.

En una de las pistas, apareció el cuento de que no pudo contactar a la entidad que agrupa organizaciones estatales de energía eléctrica, conocida por sus siglas en inglés APPA, porque no tenía comunicación telefónica ni de internet, mientras que en el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), a los dos o tres días tenían toda una operación montada y luego se descubre que los contactos con la firma privada se establecieron en algún momento entre Irma y María.  Y esa operación privada es la pista principal del circo donde Ricardo Ramos es el maestro de ceremonias, con chistera, frac y ademanes rimbombantes.

En la pista central – la firma Whitefish Energy Solutions, una oscura compañía del lejano estado de Montana, que antes de ser contratada por la AEE, tenía solo dos empleados.  Su operación, pues, estaría montada sobre subcontratación, lo cual encarece sustancialmente la operación –al son de nada más ni nada menos que de (redoble de tambores) ¡300 millones! – los mismos que no tenemos y que FEMA no va a pagar. Según lo informado por la prensa, hubo un contrato inicial, por una cuantía menor, que luego fue enmendado.  Surge también que el contrato tenía cláusulas que resultan inoficiosas por ser contrarias a la ley, como disponer que el mismo no podía ser auditado y que de tener que pagar impuestos, sería aumentado para compensar por lo que tuviese que pagar por ese concepto.

Tras posponer una función, el circo trasladó su espectáculo principal al Congreso federal, ante el cual compareció Ricardo Ramos a dar las explicaciones que ni el mismo creyó. El público observa el espectáculo con muestras de una vergüenza cósmica, sabiendo que no es sólo que el espectáculo es un fracaso a nivel de esa función, sino que habrá de costar en el futuro porque pone en entredicho nuestra capacidad de administrar los fondos que pudiesen asignarse.

Esta semana se incorporó otra pista al circo, al divulgarse que Ricardo Ramos contrató a su amigo como asesor, al son de $99,000 anuales.  El problema no es que lo contratara, es que esa contratación no tuvo el aval de la anterior Junta de Directores cuando Ramos intentó nombrarlo subdirector, por cuestionamientos debido a la participación del amigo en los líos de otro circo –el de De Castro Font.
Mientras todo este circo está en funciones, hay pueblos enteros que todavía no tienen luz.  Los comercios languidecen –algunos jamás podrán recuperarse de esta.  En la zona metro, las interrupciones del servicio son frecuentes.  Yo todos los días recito mi oda a la nevera, para que resista esta intermitencia y no tener que acudir a comprar otra, porque no tengo el beneficio, a mucha honra, de trabajar en uno de estos circos.  También me apresuro a escribir, porque en cualquier momento -¡puf!, se va la luz.

Los puertorriqueños usamos el humor como válvula de escape. Esto es como un circo, pero es un asunto muy serio.  Una distracción es, obviamente, según el Diccionario de la Real Academia, el efecto de distraer, que en sus primeras dos  acepciones  significa desviar, divertir o entretener.  Ricardo Ramos no nos está desviando de la atención que tenemos a todos estos asuntos. Más bien, está incurriendo en actos contenidos en una acepción que no conocía de la palabra distraer: “apartar a alguien de la vida virtuosa y honesta”.  Se apartó él mismo y parece ser que al dueño del circo también, si no es que ya estaba apartado.


18 de noviembre de 2017

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