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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

martes, 28 de febrero de 2017

Los contratos


Nota:
Este texto, que incorpora unas citas, aparece con áreas en blanco.  Mi paciencia ha llegado al límite, así que lo publiqué de todas maneras.  Al sombrearlo puede leerse el contenido –al menos yo pude hacerlo.  Tómenlo como una aventura.

LOS CONTRATOS

En los últimos días han salido a la luz varios contratos  otorgados por el Senado de Puerto Rico para ofrecer servicios de “asesoramiento administrativo”.   De ordinario, esto  levantaría pocas cejas, pero es la identidad de los contratados lo que llevó cientos de pares de cejas a hacer movimientos que pueden llevar a varios a acudir a un cirujano plástico.  Se le crean líneas de expresión a cualquiera.

Muchos nos escandalizamos al saber que el ex alcalde de Toa Baja, Aníbal Vega Borges obtuvo uno de estos contratos.  Como he dicho antes, resulta en un contrasentido que una persona que ha dejado al municipio que dirigió por varios años en un descalabro total, vaya ahora a ofrecer asesoramiento administrativo.  Una se pregunta si va a asesorar sobre cómo no hacer las cosas, algo así como el ex convicto que va a las escuelas a relatar sus experiencias para que los estudiantes no sigan su ejemplo.
Y poco a poco fueron saliendo más contratos, tanto del Senado, como de otras agencias, algo así como un cucarachero recién descubierto.  Salió a relucir el contrato de la Secretaria de Educación, Julia Keleher.  Aquí debo consignar que no estoy opuesta a los contratos de personas o corporaciones para ofrecer servicios altamente especializados, que se salgan de la capacidad técnica de los empleados gubernamentales que cobran un salario por sus funciones.  No se trata de oponerse a toda contratación.  Como persona que se ocupó de la evaluación de contratos en la agencia de la que me jubilé hace un año, debía evaluar contratos en términos de su corrección.

A menudo recibía llamadas de personas en altas posiciones para saber el estatus del contrato de Fulanito o Menganito.  En ocasiones, el contrato ni siquiera había llegado a la oficina.  Ocurría con frecuencia, además, que lo único que recibía era el nombre de la persona, su seguro social, la naturaleza de los servicios y la cantidad que se le iba a pagar.  Recuerdo muy bien un caso del contrato de un americano que iba a prestar servicios en el área de tecnología, por el que empecé a recibir seguimientos continuos.  El contrato ni siquiera describía la naturaleza de los servicios, ni quien estaría a cargo de revisar las tareas.  Era un contrato de varios cientos de miles, que se renovó varias veces, por otros varios cientos de miles.

La persona que me llamaba con insistencia decía que yo no necesitaba más información, que con el número de horas trabajadas y la cuantía era suficiente.  Pues le tuve que decir que con el número de horas no era suficiente, que era necesario tener un desglose de tareas, con itinerario de cumplimiento, porque con sólo el número de horas y la cuantía la persona podía someter facturas por horas supuestamente trabajadas y podía pasarse todas esas horas jugando cerito.  Es pertinente destacar que la persona que tanta insistencia tenía ocupaba un alto puesto atendiendo, precisamente asuntos administrativos bajo la administración de Rosselló padre.

Yo no sé si esto pasó de moda, pero a mí me educaron bajo el concepto de que un servidor público está para cuidar los asuntos de la agencia para la cual trabaja, no los de Fulanito o Menganito; que no importa a qué presión estemos sometidos, nadie nos puede obligar a ejecutar actos que vayan en contra de los intereses de la agencia para la cual laboramos.  Pues este individuo estuvo contratado por varios años en la agencia.  Era algo así como un científico loco, que llegaba en bicicleta, todo sudado, con el pelo a la cintura todo alborotado y en ocasión asistió a una reunión en chancletas y  se trasteaba los dedos de los pies mientras hablaba – Ughhhhhh!  Poco me faltó para desmayarme de un ataque de asco.

Yo no sé si en verdad sus servicios eran de tal excelencia –no me tocaba a mi evaluar eso.  Como abogada hice lo posible para que los intereses de la agencia quedaran protegidos, pero creo que lo que se le pagó no rindió los frutos que debía, particularmente porque todos los manuales los preparaba en inglés y las personas que los iban a utilizar eran empleados de primer nivel que no siempre manejaban ese idioma  no digo ya con fluidez, sino ni tan siquiera medianamente bien.  Sospecho que quienes le verificaban las facturas no entendían a cabalidad el trabajo que debía llevar a cabo, por lo que no le exigían  servicios que verdaderamente respondieran a las necesidades de la agencia.

El caso de Julia Keleher es algo muy distinto y mucho más complejo.  No dudo de la competencia de esta persona –no tengo los elementos de juicio para evaluarla.  Por lo que leído en la prensa, ella ofrecía servicios al Departamento de Educación, que es una agencia administración central –es decir no es una corporación pública, por lo que los fondos debían provenir del fondo general.  Esto no me consta, pero es lo que presumo.  Los servicios los ofrecía por medio de una corporación; es decir, que el Departamento contrataba con una corporación, no con ella en su carácter personal.  Una vez es designada  Secretaria de Educación, el contrato se dejó sin efecto.  Todos pensamos que ella simplemente pasó a ser empleada del Departamento, pero ahora sabemos que pasó a ser contratista.

 Y aquí la cosa se complica aún más, porque el contrato no es con el Departamento, sino con una entidad que se llama Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal (AAFAF), entidad con personalidad jurídica propia y que se crea en el 2017 como sucesora, aparentemente de una entidad creada como Junta en el 2015, con modificaciones en el 2016. Aparenta ser que se le trasfirieron funciones, fondos y personal del Banco Gubernamental de Fomento. Como he dicho, es un aspecto legalmente complicado y no me voy a meter en toda una investigación sobre esto - estoy jubilada y aunque tengo una curiosidad intelectual, no me voy a meter en eso –al menos por ahora.

Pues aparenta ser que la Keleher es ahora contratista de esta entidad que es muy poderosa, con funciones que afectan todas las agencias en sus aspectos financieros y organizacionales.  Según el contrato, va a asesorar en aspectos del Departamento de Educación y se menciona que las funciones como Secretaria no están en conflicto con el asesoramiento que ofrecerá.  Una vez sale a la luz el contrato por la cantidad de $125,000, se forma todo un revuelo.  Debo destacar que esa cantidad es hasta junio de este año.  El gobernador justificó el contrato alegando que ya ella tenía un contrato, así que en efecto se estaba ahorrando el salario como Secretaria – un dos por uno, como las ofertas de Walgreen’s – compre uno y lleve uno gratis.  La Directora de la Oficina de Ética Gubernamental indicó que no había conflicto, porque el contrato no es con el Departamento de Educación.  Los maestros se expresaron -  criticaron el monto del contrato, indicando que ella recibiría en un mes lo que algunos maestros cobran en un año.

Aquí muchos vuelven a caer en el error de enfocarse en la cuantía a pagar y no en aspectos que pueden ser aún más serios que el de la cuantía.  Con los contratos ocurre igual que con los salarios –muchos se escandalizan con los montos elevados, pero no examinan la complejidad de las funciones, las responsabilidades y las largas horas invertidas por las personas contratadas.  El contratista, salvo disposición en contrario, debe cubrir los gastos, incluyendo pago a sus propios empleados, alquiler de oficina, seguros, en fin todos los costos relacionados con el sostenimiento de una oficina.  En algunos contratos, los gastos se cobran aparte, pero ese no parece ser el caso del contrato de la Keleher.  En ese sentido no es justo comparar lo que ella va a devengar con el salario del maestro, sin que esto se interprete como que menosprecio la labor de los maestros, quienes muchas veces invierten de su propio dinero y tiempo para dedicarse a sus estudiantes.

Lo importante con respecto a la cuantía es ver cómo va a asegurase AAFAF de que los servicios que ofrecerá la Keleher se prestan de manera adecuada y cónsona con los mejores intereses del Departamento de Educación.  Dudo mucho que la AAFAF tenga un conocimiento especializado en el campo de la educación.  Según la página de internet de dicha entidad y cito:

“La AFAAF fue creada con el propósito de actuar como agente fiscal, asesor financiero y agente informativo del Gobierno de Puerto Rico, sus agencias, instrumentalidades, subdivisiones, corporaciones públicas y o municipios, para asistir a tales entidades en confrontar la grave crisis fiscal y emergencia económica por la que atraviesa Puerto Rico. La AAFAF ha asumido la mayoría de las responsabilidades de agencia fiscal y asesoría que anteriormente tenía el Banco Gubernamental de Fomento para Puerto Rico.

El 18 de enero de 2017, el Gobernador Ricardo A. Rosselló firmó la Ley orgánica Núm. 2-2017. La nueva ley enmienda y remplaza algunos artículos de la ley anterior que creó la AAFAF para incluir, entre otras, la responsabilidad de renegociar, restructurar y/o llegar a un acuerdo con los acreedores sobre toda o parte de la deuda pública o cualquier otra deuda emitida de cualquier ente gubernamental.  Además, la AAFAF será el ente gubernamental encargado de la colaboración, comunicación y cooperación entre el Gobierno de Puerto Rico y la Junta de Supervisión Fiscal, creada a tenor con la Puerto Rico Oversight, Management, and Economic Stability Act, conocida como PROMESA (por sus siglas en inglés), Pub. L. 114-187.”

En contraposición al propósito de la AAFAF, agencia que contrata a la Keleher, está la misión del Departamento de Educación, la cual aparece en la página de internet de dicha agencia y no me fue fácil encontrar:

Garantizar una educación gratuita y no sectaria, que desarrolle las actitudes, destrezas y conocimientos de todos los estudiantes para que los preparen para desempeñarse con éxito en un mercado laboral globalizado y de manera competente y con creatividad a los retos del mundo moderno, independientes, aprendices de por vida, respetuosos de la ley y del ambiente natural, y capaces de contribuir al bienestar común.

Keleher fue nombrada Secretaria  por el gobernador y confirmada por el Senado pese a las objeciones de su presidente -que nada tenían que ver con el complicado entramado que se creó para que ella ejecutara esta misión, pero pagada por quien tiene otros objetivos. No se trata de que los objetivos de una  y la misión de otra sean malos o buenos, es que son bien distintos.  Uno va dirigido a estabilizar finanzas; otro va dirigido a proveer educación.  Es como si yo contratara a la persona que me va a instalar un programa nuevo, altamente sofisticado en la computadora y que de paso, me editara los textos de los ensayos que voy a difundir.  Son mentalidades totalmente distintas –es como si hablaran idiomas diferentes.  Y puedo hablar con conocimiento de causa.  Me gradué de Humanidades y me casé con un graduado de la Facultad de Administración Comercial.  Luego fui a trabajar como abogada a una agencia dirigida y dominada por ingenieros.  No digo que no nos podamos comunicar, pero no es nada fácil.  Los abogados y los ingenieros no hablamos el mismo idioma.  Sospecho que lo mismo ocurre con expertos en aspectos fiscales y los educadores. El enfoque de una agencia va dirigido a recortar gastos; el otro va dirigido a educar niños, teniendo la sensibilidad de buscar maneras innovadoras de enseñar, buscando los mejores recursos.

He dicho muchas veces que ignoramos las lecciones de experiencias pasadas.  La Ley núm. 7 de 2009, que declaró un estado de emergencia, buscaba reducir la nómina gubernamental y lo hizo de forma supuestamente objetiva, poniendo una fecha de corte a empleados de menos de x número de años de servicio, sin considerar cómo se afectaban las unidades de trabajo.  Todavía se ven los resultados de esta medida fundamentada sólo en recortar el presupuesto.

Los contratos de servicios profesionales en gobierno contienen una cláusula que dispone que el contratista tiene un deber de lealtad completa a la agencia que le contrata; en este caso, la AAFAF, no el Departamento de Educación.  Ese es un problema medular de este contrato, así como quién será la persona que pase juicio sobre los servicios de la Keleher.  Eso es más preocupante que el monto.

Por supuesto, la cuantía  del contrato levanta ronchas porque como dice el dicho, no es lo mucho, sino lo seguidito.  El ciudadano común está cada vez más limitado por el aumento en los costos de vida, pero sin un aumento en su salario.  Aparecen miles y hasta millones para aquéllos que tienen mayor poder adquisitivo; la Junta de Control Fiscal tiene un presupuesto de 2 millones mensuales y se reúnen nada más ni nada menos que en el Hotel Conquistador. Según decisión del tribunal, los ex gobernadores tienen un derecho adquirido a las escoltas que son en realidad alzacolas glorificados, mientras muchos, incluyéndome a mi, ven reducidas sus pensiones, que formaban parte del acuerdo contractual al emplearnos en gobierno, sin que prospere el alegato del derecho adquirido. Ya se habían revelado los contratos de Vega Borges y otros, cuando la semana pasada salió a relucir que el Senado otorgó un contrato para brindar asesoramiento administrativo a Glenn Monroig.  Tal parece que el Senado tiene un contrato tipo one size fits all –todo el mundo asesora administrativamente. Esto fue la gota que colmó la copa.

Yo no conozco la preparación académica ni la experiencia que pueda hacerle merecedor de un contrato nada más ni nada menos que con el Senado de Puerto Rico para asesorar sobre aspectos administrativos.  Lo que conozco de él está relacionado con ser excelente cantautor, hombre desaliñado, algo ordinario y dado a la falta de circunspección al hablar.  Si es experto en asuntos administrativos se lo tenía muy bien escondidito, pero el olfato de la mayoría del país apunta a que no existe tal expertise.

Mi experiencia de 30 años en gobierno me demostró que el talón de Aquiles de las agencias es precisamente el aspecto administrativo.  La mayoría son dirigidas por  profesionales con excelente preparación y en la mayoría de los casos un deseo genuino de servir.  Sin embargo, no se rodean de personas con un verdadero conocimiento en aspectos administrativos que permitan  establecer controles, supervisar adecuadamente y hacer el mejor uso de los fondos públicos.

El momento que vivimos exige el mayor de los escrúpulos en la administración de los fondos públicos. Cada centavo debe resistir el escrutinio que el pueblo realiza y debe poder justificarse con honestidad, no con argumentos rebuscados para justificar lo injustificable.  A la Keleher que escoja a cuál amo va a servir, a Vega Borges que busque contratos que no sean pagados con fondos públicos y a Glenn que se vaya  cantando bajito a hacer lo que sabe.

27 de febrero de 2017




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