Este escrito es reciente y quiero compartirlo -espero lo disfruten.
BIENVENIDO
Hacía
meses que no recibía visita de este ser especial. Hubo un tiempo que las visitas eran frecuentes
y hasta algunos de su familia llegaron a hospedarse conmigo en varias
ocasiones. Al principio hubo algo de desconfianza y un deseo de mantener
distancia, pero poco a poco triunfó el amor, al punto de compartir el
dormitorio. Establecimos una
comunicación silenciosa. Él advertía mi
presencia y se dejaba acompañar. Respeté
su decisión de marchar sin despedirse y muchas veces me pregunto si murió sin
que yo lo supiese. También pensé que la
presencia de un amigo al que le disgusta
su presencia le mantuvo alejado.
El
sábado pasado escuché su voz. Al principio no estaba segura de que
estuviera aquí – pensé que tal vez permaneció en el patio, pero no –está en el
balcón. No sé si esta vez dejará que lo
contemple, pero espero que pueda sentir mi afecto, mi conexión con su
existencia, que es una conexión ancestral –la conciencia de que todos somos uno. Es un reconocimiento a su tenacidad, que
resulta admirable tomando en cuenta la fragilidad de su cuerpo. Como decía el Principito, “lo esencial es
invisible a los ojos”, así que a los que estemos dispuestos a ver con el
corazón aprenderemos lecciones de él –a resistir los embates de agresores, a
valorar nuestra identidad, a cantar de alegría por la bendición de la lluvia, a
estar en paz con nuestro pequeño tamaño, a mostrar nuestra vulnerabilidad ante aquellos
que sabemos nos quieren bien.
Yo te
recibo con alegría, te honro, te doy la bienvenida. Namasté, coquisito.
21 de
febrero de 2017
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