801-71-XXXX
Esta
mañana estaba revisando mis mensajes de Facebook
cuando vi un número en un mensaje de un amigo. No entendí qué quería decir
el número, que empezaba con 801. Pensé
que se trataba de un código de área, pero luego iba seguido de dos dígitos en
lugar de tres. Seguí revisando mensajes
y me topé con el de una amiga, que incluía también el 801, seguido de dos
dígitos y 4 gallitos, con la referencia #ProductoUPR. Finalmente entendí. El 801 es el código en el número de
estudiante, asignado al recinto de Río Piedras.
Los dos números que siguen corresponden al año de ingreso, que en mi
caso es 1971.
Con la referencia
de Orgullo UPR me di a la tarea de
buscar una página con ese nombre y la encontré.
La página recomienda demostrar
orgullo por nuestra Alma Máter y compartir nuestros logros, para que se
sepa lo que produce esta Universidad en términos de calidad profesional. Tres de mis amigos han colocado su número
–con una porción camuflajeada, acción que se impone en estos tiempos paranoicos
de robo de identidad. Con esta acción
demuestran su orgullo de ser producto de la Universidad de Puerto Rico, pero no
dicen nada de sus logros. Pues yo los
voy a decir.
Uno de
ellos es actor, director de teatro y fue mi maestro de actuación. Es un hombre con un talento extraordinario,
que demuestra su amor por el teatro no sólo en el aspecto de la actuación, sino
que ama la estructura –el edificio mismo del cual es un celoso guardián. Otra es una abogada dedicada, con varios (no
voy a decir cuántos) años de experiencia en una corporación pública. Allí se ocupa de defender los intereses de la
agencia, independientemente de la administración de turno, ninguna de las
cuales, debo decir, ha valorado en toda su extensión la enorme contribución que
hace. Es una mujer que se da por entero a su familia y reserva casi nada de
tiempo para sí misma, aspecto que le recrimino.
La más
joven (su año es 2008 –o sea, los otros días) es directora ejecutiva de una ONG
que administra un orfanato en Haití. La
conocí mientras me ofrecí de voluntaria para recaudar ayuda a Haití el año
pasado y vi en ella una mujer entregada a la misión de ayudar a los que menos
tienen. Vi una mujer amorosa, dulce,
capaz de inspirar con la acción. Estos
son sólo tres de los extraordinarios profesionales y seres humanos que ha
producido la UPR y me siento más que orgullosa de haber compartido con ellos en
diversas etapas de mi vida.
Como el
propósito de la página es que se sepan los logros alcanzados por los egresados
de la UPR, comparto que estudié Humanidades y tuve el honor de haber sido
alumna de Luis Rafael Sánchez, nuestro escritor más destacado. Un hombre con un talento que trasciende
nuestros limitados confines geográficos y poseedor de una sensibilidad
exquisita, la que esconde detrás de un
façade que intimida a muchos, pero
que aprendí a amar. Allí también estudié
con Arcadio Díaz Quiñones, Mercedes López Baralt, Ana Lydia Vega; en fin, la
crema y nata de la cultura de este país.
Aprendí francés con Ruth Hernández qepd,
una profesora extraordinaria, quien me enseñó tan y tan bien, que mas de 20
años más tarde, con un repaso, puede desempeñarme en la lengua francesa en un
viaje de placer a Francia.
Tras
graduarme de bachillerato proseguí estudios en la Escuela de Derecho – de la
YUPI, bien sur, donde tomé cursos con
abogados de la talla de Demetrio Fernández, Michel Godreau, Rafael Escalera,
Jaime Fuster, qepd y Raül Serrano
Geyls, qepd, entre otros. La
capacidad de análisis que adquirí en la facultad de Humanidades, cuando debía
hurgar en la psiquis de los personajes y conocer su entorno, fueron una
excelente preparación para mis estudios de derecho. Vivo orgullosa de mi formación en Derecho,
comparable a la de cualquier universidad norteamericana, a donde de hecho, van
a proseguir estudios de maestría y doctorales egresados de la YUPI. Siento que
la Universidad de Puerto Rico me formó como una profesional redondeada, lo cual
me llevó a desempeñarme en diversas capacidades en el gobierno. Llegué a dirigir una oficina de Derechos
Civiles y a dirigir interinamente a la AMA.
Tras mi retiro, logré publicar mi primer libro, un tributo al ser
extraordinario que fue mi padre. Nada de
eso hubiese sido posible sin la educación que recibí en la Universidad de Puerto Rico. Vivo
orgullosa de ser producto de la UPR y ahora más que nunca, hay que redoblar
esfuerzos para que otros puedan alcanzar la misma educación de excelencia que
yo.
18 de
febrero de 2017
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