ALLÁ…
Donald Trump juró como presidente
de los Estados Unidos de Norteamérica el pasado 20 de enero, fecha en que se
conmemoró el natalicio de Martin Luther King. La fecha varía, ya que se ha
designado el tercer lunes de enero para que se recuerde al hombre que luchó
toda su vida -literalmente hasta la muerte, para garantizar una vida digna no
sólo a los negros, sino también a otros grupos.
Como la fecha designada para juramentar al presidente de EUA es siempre
el 20 de enero (excepto si cae domingo), este año ocurrió esta suprema ironía
de que juramentase un presidente decidido a pisotear precisamente los derechos
por los que el Dr. King luchó. Siento
que EUA está quizás en su peor momento, en manos de un hombre peligroso por su
ambición de poder, su arrogancia, su capacidad de lograr lo que se proponga sin
importar las consecuencias, su proclividad a la mentira y tantas otras
cualidades negativas. Verlo me causa
indignación y repulsión.
No quise ver la ceremonia de
juramentación, pero al otro día me fui enterando de la legión de órdenes
ejecutivas que firmó, todas cónsonas con lo que había anunciado, por lo que no
debería ser sorpresa para nadie. Lo que sí resulta sorpresivo, es la rapidez
con la ejecución, que apunta a decisiones apresuradas, confusión y la
oportunidad para que l@s funcionari@s cometan errores que pueden costar vidas.
Durante los actos de juramentación aludió a que retomaría el Canal de Panamá,
renombraría el Golfo de Méjico como Golfo de América y volvió a mencionar la
toma de Groenlandia. El afán
expansionista es evidente. Quienes
critican a Putin deben mirar con detenimiento estas acciones -no son un chiste.
No es un chiste retirar a EUA del
acuerdo de París sobre cambio climático, dando al traste con los esfuerzos para
moverse a energía renovable. Su
comentario de “drill, drill, drill”, en referencia a la operación de pozos
petroleros es una oda a la destrucción de los recursos naturales en nombre de
la solución temporal de un problema, sin pensar en las consecuencias
futuras. La orden ejecutiva eliminando
los programas de diversidad, equidad e inclusión dan al traste con décadas de
esfuerzos para lograr que sectores marginados de nuestra sociedad tengan
oportunidad de lograr empleos, vivienda y servicios médicos. Peor aún, se despedirán l@s emplead@s que
interfieran -o se interprete que lo hacen- con estas directrices. Lo mismo
ocurrirá con quienes interfieran con las órdenes masivas de deportación
iniciadas de inmediato.
Trump tiene una obsesión con el
asunto del género, al punto de que creyó necesario establecer que en EUA
existirán solo dos sexos: masculino y femenino. La comunidad LGBTTQ+ se halla bajo asedio, así
como la intimidad de las relaciones.
Todo lo que huela a diferente parece amenazante para Trump, quien
eliminó la versión en español de la página de internet de Casa Blanca, cosa que
a mi mejor recuerdo había hecho antes.
Ya puedo ver a los rednecks envalentonados, urgiendo de forma
amenazante a los que hablen español en cualquier espacio público o privado, a
que hablen en inglés y “regresen a su país”.
Y han comenzado a salir aviones cargados de inmigrantes hacia Méjico y
Colombia. Este último negó el acceso a
un avión. Se ha ordenado la búsqueda de
inmigrantes con estatus ilegal en territorio norteamericano, considerados
criminales, en cualquier lugar, incluyendo iglesias y escuelas, lo cual tiene a
la comunidad latina en particular atemorizada.
Aplicarán sanciones también para aquéll@s que les den albergue.
Identificar a l@s inmigrantes como
criminales despierta temor en norteamericanos de poca escolaridad que no se
instruyen y sorprendentemente alcanza a algunos que deberían tener mayor
conocimiento por ser personas con estudios.
Se crea un clima de odio que impide todo proceso racional. Ese clima de odio llevó a cientos de
partidarios de Trump, denominados “Proud boys” a irrumpir en el Capitolio
federal buscando impedir la certificación de Biden, causando destrozos, agrediendo
los policías que hacían su trabajo y vomitando odio. Varios de los policías murieron en el
altercado. Lo que allí ocurrió era
impensable, como impensable era que el presidente otorgara el perdón a los
responsables de estos actos.
Cualquier persona que ose criticar
al presidente se convierte en su enemigo, incluso aquéll@s que lo hacen de
forma respetuosa. En un servicio
religioso dirigido por una obispa Episcopal en la Catedral Nacional de
Washington en la que participó el presidente, la primera dama y el
vicepresidente con su esposa, la obispa, con un tono pausado, respetuoso y muy
propio de su oficio le hizo una petición a Trump. Le pidió, en nombre de ese
Dios del cual según él sintió su mano providencial, que fuera compasivo y “tuviera
misericordia de todos aquéllos que ahora sentían miedo, por la posibilidad de
ser deportados -aquéllos que cuidan de nuestros niños, siembran nuestras
cosechas, trabajan en los restaurantes y hospitales en horarios nocturnos”.
Habló también del miedo de los que temían que se impusiesen sanciones por sus
preferencias sexuales y pidió para todos compasión.
La petición pausada, hecha de forma
amorosa de la obispa contrastaba con la cara dura, la mueca en el rostro y el
coraje contenido de Trump. La cara de
Melania era de disgusto, como si ella, que seguramente desprecia al hombre que
ha decidido seguirá siendo su marido, fuera la única con derecho a
confrontarlo, aunque fuera de manera piadosa.
Y ni hablar de las críticas que vinieron después, tildando a la obispa
de radical, representativa del movimiento woke e irrespetuosa, por
haberse atrevido a dirigirse al presidente.
La compasión estuvo ausente en esa catedral, como lo está de tantos y
tantos lugares en los que se abraza la figura de un presidente autoritario que
viene a “hacer a América grande otra vez.”
Creo que tod@s l@s que siguen
alabando a Trump como el gran salvador deben repasar la historia. Las señales están ahí para quienes las
quieran ver. A mí personalmente se me pararon los pelos al ver el saludo nazi
de Elon Musk, multimillonario designado por Trump para establecer la oficina de
eficiencia gubernamental, el día de su inauguración. La cacería de brujas contra quienes se
opongan a los dictámenes de Trump recuerdan las redadas nazis autorizadas por
un loco que buscaba el engrandecimiento de una raza en busca de los judíos calificados
como criminales y las consecuencias sobre quienes les protegieran. Trump se siente empoderado por su dinero y el
miedo que ha generado en quienes se opongan a sus designios. Se siente invencible porque ha sido convicto
y aún así fue electo presidente. La
lucha apenas comienza para l@s que creemos en la dignidad de todo ser humano.
27 de enero de 2025
Nota:
este escrito tiene una contraparte: “Y acá”, de esta misma fecha
Saludos Licenciada Olivencia, no hay más que decir, comparto 100% todo su escrito, lo compartiré a mis contactos
ResponderEliminarA mi me angustió muchísimo ver tanta barbaridad junta. Sus tácticas de intimidación tienen a la gente asustadas. Es tiempo de unirnos y apoyarnos para pensar con claridad. Él tiene el poder y el dinero para seguir con su agenda nefasta.
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