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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 21 de mayo de 2022

Privilegio

 






EL PRIVILEGIO DE NACER EN ESTA TIERRA

 

A principios del mes de abril decidí quedarme unos días en Rincón, para celebrar de una forma muy particular el natalicio de mi papá.  Pasé tres días hermosos en Villa Cofresí, solita con mis estrellitas y Papi en el corazón.  Al regreso pensé escribir sobre la experiencia, pero otros asuntos interfirieron con mi disposición para sentarme a escribir.  Hoy he decidido juntar las experiencias de Rincón con otras, porque todas son parte del mismo regalo que me ha dado la vida al colocarme en esta bendita tierra.

Cuando tomé la decisión de ir a Rincón pensé que me llevaría mis dos estrellitas de guata, por aquello de que son una representación de las estrellas de mar, así que Estrellita y Perli (del personaje Pearl de la película Finding Nemo) me acompañarían. 


No me sirvieron de nada para resolver mis problemas direccionales, pero vamos, eran compañía.  La primera parada fue para contemplar la enorme bandera de Puerto Rico en el mirador camino a Quebradillas.  Ver esa bandera ondeando me emociona.  Más tarde, cuando tuve que dejar la carretera núm. 2, me perdí -¡tres veces!, pero finalmente llegué al hotel.

Durante la estadía disfruté de las espectaculares puestas de sol, caminatas por la playa y la amabilidad del personal del hotel  Sin duda, la distancia de la zona metropolitana tiene un efecto suavizador en el carácter de la gente.  Por las mañanas me sentaba a disfrutar el desayuno con Estrellita y Perli,   

 leía La Palabra Diaria y me ocupaba de registrar los agradecimientos por las bendiciones recibidas el día anterior antes de dar mi caminata para hacer el poco ejercicio que hago, escuchar el rumor de las olas, ver el vuelo de los pelícanos y sentir la arena y el agua salada en mis pies.

El día que debía regresar, tras la caminata, me senté a contemplar la belleza del paisaje marino y vino a mi mente la canción Bello amanecer, de Tito Henríquez. La melodía ha permanecido en mí y se ha arraigado durante estas semanas luego de esa visita.  Al regreso de Rincón, decidí detenerme en un lugar cercano al hotel en el que hacen unas empanadillas de marisco exquisitas –Kaplash.  Como no sabía si con el tiempo el tamaño habría variado, decidí pedir solo dos –una de camarones y otra de combinación de mariscos.  El tamaño no era pequeño y estaban bien rellenas, pero como soy tan glotona, pedí una de langosta. Las tres estaban exquisitas –con la sazón en su punto, crujientes, de un color dorado pálido, que denota que quien las frió sabe lo que tiene entre manos.  Esto de freír es un arte –hay que esperar a que el aceite esté a la temperatura adecuada, para que no se quemen por fuera ni absorban demasiada grasa.  Estaban de-li-cio-sas.

Con mi pancita llena de marisco enfilé rumbo a San Juan y afortunadamente no me perdí.  Me detuve en el negocio que hay en Quebradillas en el que venden dulces y quesos típicos.  Compré galletas cuca y marrallo para un amigo; gofio y dos tipos de queso para mí.  Uno de los quesos es el tradicional queso blanco y el otro no lo había visto antes –contenía hierbas y días después lo probé durante un almuerzo que preparé para unas amigas.  Estaba exquisito, pero no sé si tendré que volver a Quebradillas para conseguirlo, porque nunca antes lo había visto.

Durante las semanas siguientes he tenido experiencias muy hermosas de compartir con amigas muy especiales a las que me une el gusto por las artes y el buen comer. A veces salimos a disfrutar en algún restaurante y otras en mi apartamento o en su casa –lo importante es el compartir.  También el artista Carlos Sueños me recordó que la exposición de una coleción privada en el Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR) que contenía una de sus obras cerraba en esos días, por lo que me invitaba a verla.  Ese día estaba algo complicada, pero decidí ir porque quise honrar el pedido que me hacía.  La visita al MAPR resultó infinitamente mejor de lo que esperaba. Aparte de la obra de mi amigo, pude apreciar otras de Myrna Báez, Martorell, Arnaldo Roche, Jaime Suárez, Alicea y otros que admiro.  Carlos llegó al poco rato de yo estar allí y me dio mucho gusto saludarlo. Como si fuera poco pude ver la exhibición en préstamo del Museo de Arte de Ponce (MAP) que contenía el icónico cuadro de Leighton, Sol ardiente de junio (Flaming June).  ¡Fue como ir al MAP sin tener que llegar hasta Ponce!



Cuando salí de las salas de exhibición decidí pasar por los jardines del museo, porque me transmiten mucha paz.  Allí estaba el estanque con los peces koi, los cuales se acercaron al sentir mi presencia.  Quisiera pensar que acudieron a saludarme, pero sospecho que simplemente pensaron que yo los iba a alimentar.  Espero no se enojaran conmigo. 



Seguí el recorrido y vi cómo se mantiene esa sensación de paz.  Cargada de esas emociones tan sanadoras, me fui.  Luego recibí un mensaje de Carlos agradeciéndome mi visita y que fuese su amiga.  Se me nublaron los ojos, sobre todo cuando incluyó un mensaje que aparecía en las redes y termina diciendo “Sé como el agua…buena y transparente”.

Esto me retrotrajo a una llamada que recibí de un amigo que fue mi pareja hasta hace más de 20 años, en la que me manifestó que yo había sido en su vida como un vaso de agua clara en medio de aguas turbias. ¿No es hermoso?  Mi naturaleza pisciana me mantiene conectada al agua, los peces y por supuesto, las estrellas de mar.  Con el tiempo, he aprendido a fluir, dejando atrás todo lo que no me hace bien y fijando mi atención en todo lo hermoso que este mundo tiene para ofrecer.

Entre las bendiciones más recientes está mi voluntariado en la Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM), que me ha brindado la oportunidad de aprender más sobre nuestra historia y me ha traído nuevas y excelentes amigas con las que comparto en y fuera de la Fundación.  El pasado miércoles tuvimos la oportunidad de hacer una excursión organizada por el director del Archivo Histórico de la FLMM, Julio Quirós, para ver la exhibición de los 100 años de la radio en Puerto Rico, gestada por Luis Molina Casanova.  Fue una interesantísima experiencia. Tras esa visita y un corto encuentro en las oficinas de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, donde nos obsequiaron hermosos libros, hicimos un alto para almorzar y varias amigas escogimos un lugar que al menos yo, no había visitado. Se encuentra  cerca de la recién restaurada Iglesia San José, la cual yo no había visto tras  los trabajos recientes. Desde el lugar que escogimos para sentarnos a almorzar, divisé un ángulo de la fachada de la Iglesia que me pareció interesante y le tomé una foto.

Tras el almuerzo, pudimos ver el interior de la Iglesia, que está hermoso. Luego  visitamos otras exposiciones en Ballajá, incluyendo una de Antonio Martorell que me dejó anonadada. Había olvidado que esta exhibición contenía la pintura en tela Las manos de Andrea, un retrato de su hermana Consuelo embarazada, para lo cual usó de modelo las manos de Andrea, la mujer que fue asesinada por su compañero el año pasado.  En ese momento Martorell no imaginó el significado que adquiría su cuadro sobre tela, particularmente porque su hermana se llamaba Consuelo.  Me emociono sólo de pensar en el simbolismo inesperado de su obra.  Y hay otras piezas en la exhibición, plenas de simbolismos y que evidencian el genio creador que es Antonio Martorell. Tras ver las exhibiciones, visitamos las oficinas de la Oficina Estatal de Preservación Histórica, (SHPO por sus siglas en inglés), donde nos obsequiaron más exquisitos libros.  Salimos cargad@s de arte y buenas experiencias.

Y como si todo este despliegue de bendiciones recibidas en menos de dos meses no fuese suficiente, ayer fui al concierto de Danny Rivera – Alma de cantor- en El Teatro de la IUPI.  

Sí, así en mayúsculas, porque este es un teatro con magia, que encierra múltiples recuerdos de mis tiempos de estudiante.  Al llegar, fui primero a visitar la plaza frente a La Torre, porque para mí, visitar los predios de la IUPI tiene algo de sagrado y hay que acudir al altar. 


Y el entorno de la IUPI está también ligado a Danny Rivera, cuyas canciones se popularizaron durante esos tiempos.  Amada amante, Libre, Amar o morir son sólo algunas.  De tiempo posterior a mis años de estudiante es una contenida en su disco Serenata – Mujer abre tu ventana, que todavía me hace suspirar y desear que un hombre amoroso y tierno me brinde una serenata.

Danny no sólo cantó sus éxitos, sino también danzas y lo que fue para mí la gran sorpresa, el aria de la ópera Elixir de amor - Una furtiva lágrima, de Donizetti.  Se me hacía difícil creer que Danny fuese capaz de interpretar ópera y mientras cantaba, rogaba que no fuese a fallar, pero salió triunfante de ese reto que él mismo se impuso.  Hay que tener agallas para lanzarse a cantar algo así cuando se es un cantante de música popular más que reconocido, cuyo público quedaría más que complacido con tan sólo escuchar sus éxitos. Danny nos dio a tod@s una gran lección: nunca es tarde para abordar nuevos retos.

El concierto estuvo cargado de emoción y en un momento, tras interpretar Amada amante, el público, yo incluida, le proporcionó una merecidísima y prolongada ovación que hizo llorar al querido intérprete.  Por supuesto, el concierto finalizó con Tu pueblo es mi pueblo, que es una especie de himno que hace que tod@s nos pongamos de pie y cantemos con y desde el alma.  Salí de la IUPI feliz, cargada de hermosas emociones y sobre todo, orgullosa de saber que esta tierra es capaz de producir tanto talento en todas las manifestaciones del arte, así como producir gente de espíritu noble.

Los últimos años nos han golpeado muy fuerte: huracanes, terremotos, junta de Control Fiscal, la colonia al descubierto, los desmanes de compañías como Whitefish y LUMA, la corrupción que se descubre, pero nada, nada de eso puede opacar la grandeza de este pueblo reflejada en los pocos detalles que he tenido el privilegio de experimentar en menos de dos meses, pero que han estado en mi vida desde siempre.  Más aun, seguirán estando ahí, porque este pueblo tiene un alma gigante.  Por eso resuenan en mi mente unas líneas de la canción Bello amanecer:

Orgullosa me siento una y mil veces

Y le agradezco al Señor me permitiera

Haber nacido en esta tierra tan hermosa

En esta tierra donde mis ojos

Vieron la luz por vez primera.

21 de mayo de 2022

 

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