¿MADRE YO?
Mi mamá siempre
decía: las cosas se hacen bien o no se
hacen. Tal vez me tomé demasiado a
pecho el aforismo y por eso decidí no tener hij@s. Para algunas personas esta admisión es
inconcebible, porque piensan que el anhelo de toda mujer es ser madre. Tan fuerte es esta noción pre concebida, que
muchas no se atreven admitir que no quieren serlo y terminan teniendo hij@s por
la razón equivocada –no porque lo desean, sino porque es lo que se supone que
hagan. En el proceso, unas terminan
siendo madres espectaculares, pero otras, tristemente, terminan siendo madres
maltratantes, cuyos hij@s quedan marcad@s de por vida.
Poca
gente sabe que no soy madre por decisión, pero aquéllas a quienes les he
revelado esta realidad me han dicho que yo hubiese sido una madre
magnífica. Les agradezco el cumplido,
pese a que no estoy tan segura de ello y me hace pensar en el valor que
tuvieron todas las mujeres que ante las
dudas de su capacidad de ser buenas madres se lanzaron al vacío y se embarcaron
en este proyecto de toda una vida, que es traer al mundo una persona que en
primer lugar, ni siquiera saben qué retos de salud puede tener. En segundo lugar, no saben si esa criatura
resultará ser insoportable. Créanme –he visto
hij@s de madres espectaculares, que me confirman que tomé la decisión
correcta. Por último, criar no es una
tarea de sólo un tiempo –el vínculo madre-hij@ se mantiene de por vida y aún
más allá. Son miles las mujeres que
pensaron haber cumplido su misión, cuando un accidente les vuelve a poner al
cuido de ese ser que hace años dejó de ser menor de edad.
Hay
mujeres que han querido ser madres y por caprichos de la naturaleza no han
podido serlo y se lamentan toda la vida de esa realidad. Otras abrazan la idea
de la maternidad a través de la adopción y son tan madres de esa criatura como
cualquiera que le haya parido. Esas que
deciden criar a quienes no les une ningún vínculo de sangre o que teniéndolo no
tienen obligación de asumirlo, tienen todo mi respeto. Hay quienes se convierten en madres “postizas” de
sobrin@s, ahijad@s o niños que residen en hogares para niñ@s maltratad@s.
Según
algunas de mis amigas, yo canalizo la maternidad de otra forma. Y que conste que por mi condición de mujer
hablo de maternidad, pero en el caso de los varones, también ocurre que muchos
canalizan esa vocación de ser padres de distintas formas. Tener la capacidad de formar un ser humano no
es exclusivo de las mujeres –los hombres también tienen esa capacidad, pero ese
es otro tema.
Hoy
recibí un mensaje hermoso de mi Buddy, en el cual me manifiesta que yo he
ejercido la maternidad de diversas formas con ella, particularmente a través de
la cocina. Mi amiga Camencita me dijo
que yo soy madre de proyectos; cuidadora y apoyo de muchos. Mi profesora de italiano
me celebra mis consejos de “sabiduría
maternal”. Muchas de esas cualidades las heredé de mi mamá, que se ocupaba de
los vecinos, asumió la crianza por un tiempo de una sobrina, mi prima Adelita y
solía deleitarnos a tod@s con sus creaciones culinarias. Cada vez que hago postres, me conecto con
ella. Ofrecer un postre o un plato
especial es una forma de dar amor. En
ese sentido, me gusta mucho la palabra nurture
en inglés, porque encierra todo: criar, alimentar, cuidar.
Si existe
tal cosa como el instinto maternal, lo he puesto en práctica cuando cuidé a
Gatito, el gato amarillo de Buddy o a Morella, la gatita un poco antisocial de
Aura; cuando acaricio los gatos realengos que rondan mi edificio, cuando cuido
de Matita, el pequeño pino que me acompaña hace como 20 años. Lo pongo en práctica cada vez que miro la
situación de otros con compasión; cuando comparto mi comida con vecinos o
amistades, cuando busco la forma de contribuir a aliviar el dolor de los que
sufren o cuando me identifico con el esfuerzo de las madres al momento de
parir, pese a que nunca lo he hecho.
Y lo que
yo hago es poco, poquísimo, comparado con lo que hacen tantas mujeres que sin
haber tenido hijos, dan ese amor de madre a tantos seres. Creo que no hay
ejemplo mayor de ese amor totalmente desprendido que el de la Madre Teresa de
Calcuta, quien se entregó de lleno a cuidar a los más desposeídos. Hoy no faltarán felicitaciones para aquéllas
que han tenido hijos, estén o no presentes. Quiero de algún modo demostrar mi
aprecio a todas las mujeres que sin ser madres, han hecho una diferencia en la
vida de otro ser viviente.
Namasté
8 de mayo
de 2022
Esa maternidad que llevas en ti la has prodigado en abundancia.
ResponderEliminarGracias Ana. Tú sabes que decidí no tener hijos y la vida en su sabiduría me envió muchos de cuatro patas que celebran mi maternidad todos los días. Feliz por eso.
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