UNA MÁS; UNA MENOS
El sábado
regresé de unos días de ensueño en Rincón. Escuchaba uno que otro detalle de la
desaparición de una mujer. Por el hecho
de estar fuera de mi entorno y enfocada en el disfrute de la belleza que me
rodeaba, no estuve pendiente de todos los detalles. Ya al llegar el sábado en la tarde, me entero
de que había aparecido el cuerpo de una mujer en la laguna San José. Vi un reportaje por televisión, transmitido
en vivo, que me resultó espantoso. En él
seguían las lanchas sacando el cuerpo del agua; siguieron el vehículo del Instituto
de Ciencias Forenses en el tránsito hasta sus instalaciones y la cámara
enfocaba a los técnicos sacando algo enfundado en una de esas bolsas que se
utilizan para manejar cadáveres.
Otra
cámara se mantenía enfocada en los familiares y amigos que esperaban en las
inmediaciones del Instituto. Se les veía
abrazarse, llorar; una fémina peinaba allí, en medio de ese espacio a la que
entendí era la madre de la mujer desaparecida y a la que ya intuían era el
cadáver que acababa de llegar. Y yo me
preguntaba para qué yo tenía que ver eso.
¿Qué aporta a la necesidad que yo tengo de información el ver cómo sacan
una bolsa que no se sabe qué contiene? ¿Qué necesidad tengo yo de ver el más
mínimo movimiento de los familiares y cómo reaccionan en medio de su dolor? A
mí me parece una invasión a un mínimo de decoro que se debe al dolor de
familiares y amigos.
Yo
pensaba llegar de Rincón a relatar la hermosa experiencia que tuve, pero en
vista de lo ocurrido me parecía fuera de lugar, casi obsceno. Me duele el dolor
de esa madre que desde el principio intuyó que algo andaba mal; esa madre que
estaba en Orlando, tomó un avión y llegó aquí, a esperar a su hija a la entrada
del residencial donde vivía. Esa madre y
esos hermanos que se abrazaron en el dolor. Esa madre que se comunicaba a
diario con su hija. Poco a poco se
fueron sabiendo más detalles. Mientras
más sale, más me horrorizo.
Hoy hay
una hija, una hermana, una amiga, una empleada, una vecina menos. Hay una madre más que llora desde sus entrañas
la ausencia de una hija. Hay una hija
menos que llegará a abrazar a su madre.
Hoy hay una madre más para quien este Día de las Madres que estamos a
punto de celebrar se sentirá como un puñal en el centro del pecho, porque habrá
una hija menos. Nos toca a tod@s
trabajar para que cese esta violencia contra las mujeres. Esta no es una violencia como cualquier
otra. Es una violencia del hombre que se
siente con todo el derecho del mundo a disponer del cuerpo de una mujer como le
venga en gana. Ahora sabemos que Keishla
estuvo en esta relación por más de diez años, por lo que comenzó cuando apenas
era una adolescente.
Este
hombre -que por todo lo revelado y las acusaciones presentadas- disfrutó de
este cuerpo como quiso, al punto que mantuvo la relación aun después de estar
con otra, finalmente realizó el acto supremo de quien se siente dueño de un
objeto: la desechó de la forma más vil e inhumana porque le entorpecía sus
planes. Hoy hay una mujer menos -joven,
productiva, amorosa, a punto de ser madre.
Hay una menos. Hagamos nuestra
parte para que no haya ni una más.
3 de mayo
de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario