EMPAREJADOS
Ayer pasé
la tarde con mi Buddy y entre los muchos temas que abordamos, surgió el de la
vida en pareja, probablemente porque hoy se celebra San Valentín. El bombardeo de anuncios de parejitas tomadas
de la mano, corazoncitos y chocolates es inmisericorde. Para quienes estamos
sin pareja o para quienes estén en parejas disfuncionales, puede resultar en un
triste recordatorio de que nuestra situación no responde a lo que se espera de
nosotr@s. Desde Adán y Eva el Arca de
Noé para acá, la sociedad tiene una expectativa de que la vida espera que
estemos en pareja y si no lo estamos, hay un defecto. Sin lugar a dudas, es un defecto mayor cuando
la pareja no es amorosa y peor aún, cuando es maltratante.
Son
incontables los casos de mujeres que se mantienen en relaciones de maltrato
porque no saben cómo enfrentar la vida solas, por el qué dirán o por mantener
la imagen de la familia perfecta, aunque la realidad oculta diste mucho de
ello. En el caso de las mujeres sin
pareja, comme moi, es interesante ver el contraste que se establece en contraposición a un hombre sin pareja. El hombre sin pareja es un soltero
empedernido, que sabe vivir la vida sin ataduras. La mujer sin pareja lo está porque es muy
maniática y “algo le debe pasar si está sola”.
En mi
caso, llevo un tiempo sin pareja por decisión. Disfruto la compañía masculina,
pero no estoy dispuesta a sacrificar mis creencias fundamentales a cambio de ir
colgada del brazo de un hombre. No ha
sido fácil, lo admito. He tenido que soportar los comentarios de “es que tú
eres demasiado exigente, difícil”, etc.; presenciar cómo en un restaurante los
mozos se escabullen para no tener que atender la mesa de una mujer sola, o la
preguntita de ¿y ya tienes a alguien?,
seguida por el ah incómodo de mi
interlocutor.
He
disfrutado de experiencias maravillosas sola y admito que muchas veces añoro
esa relación especial con un compañero de vida, pero me recuerdo que esas
imágenes románticas no siempre son reales.
Hay gente que sobrelleva vidas llenas de hastío y de tristeza en pareja. Yo no quiero eso para mí ni para nadie. La gente debe estar junta porque se quieren,
se respetan; porque ven la vida de modo similar, acorde con sus principios.
Porque disfrutan su compañía, porque cuando ven algo hermoso sin su pareja,
están deseosos de verle para contárselo.
Estar juntos debe ser una decisión diaria, independientemente de las
circunstancias y las tensiones que trae la vida. Estar juntos debe ser una decisión de
acompañar a la pareja en sus penas y alegrías; compartir las carcajadas, las
lágrimas y saber entender los silencios.
Durante
este tiempo -que a veces siento demasiado largo sin pareja- me he permitido ver
incontables paisajes, asistir a conciertos, cenas, almuerzos, en mi propia
compañía. Algunas de las fotos que tomo
sorprenden a mis amistades al mostrar
algo que tal vez ell@s no han visto, porque la distracción de andar con otra
persona a veces no nos permite admirar el paisaje en toda su dimensión. Durante este tiempo he ampliado mi círculo de
amistades y estar sola me ha permitido ofrecerles toda mi atención. Mi vida es infinitamente rica por la
presencia de aquéll@s que me brindan su amistad.
La
felicidad no depende de vivirla en soledad -que no es lo mismo que sentirse
sol@- o en pareja. Consiste en
aprovechar al máximo cada día con quienes nos rodeen o disfrutar de nuestra
propia compañía. Feliz Día de San
Valentín, estén o no emparejados.
14 de
febrero de 2020
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