ALEXA
Parafraseo
a Charles Dickens: vivimos en el mejor de los tiempos y vivimos en el peor de
los tiempos. Tenemos adelantos
tecnológicos que hasta permiten que un aparatito al que llaman Alexa, haga
búsquedas con un comando de voz. Podemos
investigar sobre diversos temas usando motores de búsqueda como Google, que nos
permite acceder a información en cuestión de segundos, lo cual resultaba
impensado en los tiempos de la enciclopedia.
Los sistemas hasta nos alertan cuando una palabra está mal escrita, lo
cual nos evita errores embarazosos a gente como yo, a quienes eso les importa.
Podemos compartir al momento fotos, vídeos e información a través del teléfono
móvil, lo cual permite que cualquier ciudadano que posea uno pueda desmentir
información oficial de dudosa validez o denunciar abusos.
Desde el
punto de vista humano, después del Huracán María hace poco más de dos años y
los terremotos del pasado enero fuimos capaces de ofrecer ayuda desinteresada a
miles de puertorriqueños que quedaron sin hogar. Ofrecimos aliento, comida, artículos de
primera necesidad y nos conmovimos con las tragedias individuales y colectivas
que se suscitaron tras los desastres. En
el verano pasado, la indignación colectiva tras la revelación de lo que se
escondía tras un gobierno de fachada, logró la renuncia de un gobernante que
nunca debió llegar a serlo, sin que hubiese derramamiento de sangre. Los
adelantos tecnológicos fueron instrumentales en lograr desenmascarar toda la
podredumbre que se escondía tras el rostro de niño bueno.
Y
entonces nos enteramos de la tragedia de otra Alexa, que ha desvelado ese lado
oscuro de nuestros tiempos. Surge a través de los medios noticiosos que una
transexual entró a un baño de mujeres en un restaurante de comida rápida y
alguien denunció que intentaba utilizar un espejo para mirar al cubículo
contiguo. Esta versión fue
posteriormente desmentida, pero precisamente la inmediatez de las
comunicaciones de nuestros tiempos hizo que el asunto se tornara lo que ahora
llamamos “viral”, es decir que se propagó con rapidez. Durante esa noche o a la madrugada siguiente,
se encontró el cuerpo baleado de quien ahora sabemos era esta infortunada
Alexa. También se difundió un vídeo de
los presuntos perpetradores del crimen, en el que se les escucha proferir
insultos a la víctima y la cazaron como un ciervo asustadizo.
Lo que se
trasluce del vídeo es un desprecio absoluto hacia un ser humano por el mero
hecho de querer vivir una vida distinta
a la aceptada por la mayoría. Muy
probablemente, tuvieron acceso a la información inicial de que había intentado
mirar con un espejo a la mujer del cubículo contiguo y sin que hubiera proceso
de reflexión alguno, salieron a linchar a este ser humano, en un acto que
recuerda los tiempos del infame Ku Kux Klan. Poco a poco vamos conociendo
retazos de la vida de Alexa, que sufría de depresión y se mostraba en otro
vídeo de un buen samaritano como un ser asustadizo, que miraba con ojos que nos
hacen recordar la mirada de un ciervo que intenta huir de su cazador.
Esa misma
tecnología que nos ayuda a realizar tareas y a descubrir injusticias, se usó
para propagar una imagen distorsionada de Alexa. He sido testigo en muchas ocasiones de
información que la gente difunde a través de las diversas plataformas, dando
como cierta información de dudosa validez, sin que la persona se detenga a analizar
la necesidad de enviar algo que pudiese ser falso. De ese modo se difunden ideas erróneas sobre
enfermedades, desastres naturales o circunstancias de determinada figura
pública. Son varios los anuncios difundidos sobre el fallecimiento de artistas
sin que tal muerte se haya producido. He observado además, la manera grosera
que algunos responden a comentarios que puedan haberse hecho en las
publicaciones que algunos medios u otros usuarios de redes puedan haber
colocado. En ocasiones, si la persona no
está de acuerdo con una observación pertinente que yo haya hecho, llega al
ataque o burla a mi persona, sin ofrecer ni un ápice de argumento en torno al
tema en cuestión.
El mismo
Puerto Rico solidario de los tiempos post María es el mismo Puerto Rico capaz
de generar una tragedia como la vida torturada de Alexa, que finalizó con su
asesinato. La tragedia de Alexa comenzó
cuando se atrevió a querer ser diferente. Parece ser que la solidaridad es más
fácil cuando podemos identificarnos con las víctimas; cuando podemos pensar que
yo pude ser quien perdió su casa, pero es más difícil cuando no nos vemos como
la persona sin hogar como una forma de vida, no como resultado de un desastre natural. Para muchos, es impensable querer asumir la
realidad de que su ser interno no guarda relación con el cuerpo en el que le
tocó vivir y su honestidad resulta una afrenta para quienes están dispuestos a
vivir una vida de embuste a cambio de ser aceptados.
La
tecnología que produce un aparatito conocido como Alexa, ha contribuido al
asesinato de Alexa el ser humano. La
culpa no es de la tecnología; la culpa es de quienes no estén dispuestos a hacer el mejor uso posible de
ésta, de manera que podamos vivir en el mejor de los tiempos.
26 de
febrero de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario