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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 9 de diciembre de 2019

Justicia poética




JUSTICIA POÉTICA

Empiezo por decir que estoy prejuiciada en contra de los concursos de belleza.  Me parece un anacronismo que en estos tiempos haya mujeres desfilando ante un jurado que las va a inspeccionar con detenimiento, incluso en traje de baño, para escudriñar cada pulgada, cada paso, cada gesto, cada inflexión de voz.  Cierto es que con los tiempos, el concurso de Miss Universo se ha modificado, para que refleje un espectro más amplio en el que la mujer se destaque no sólo por su belleza, sino también por su capacidad de expresarse.  Pero no deja de ser un concurso de belleza.  Si no se tienen ciertas medidas y características físicas, por más elocuente e inteligente que sea, no llega ni a una competencia municipal.

Y entonces llega como representante de Puerto Rico una joven -sí, porque tiene que ser joven- con nombre de cadena de tiendas o presidente norteamericano. En la competencia local no pudo expresarse en español porque su primer idioma es el inglés, ya que nació y se crió en Estados Unidos, de madre puertorriqueña y padre norteamericano.  Esto generó un debate sobre qué es lo que hace a alguien puertorriqueñ@.  Cierto es que hay miles de puertorriqueñ@s en la diáspora cuyo primer idioma es el inglés.  Creo que la culpa de que Madison no haya aprendido suficiente español no es sólo de ella, sino de su madre, que no se ocupó de que su hija fuese totalmente bilingüe.  Distinto ha sido el caso de la familia de Lin Manuel, de Marc Anthony, de Sonia Sotomayor, de Esmeralda Santiago, quienes pese a haberse trasladado a Estados Unidos y criar allí a sus hij@s, se ocuparon de que aprendieran español.

Pero el asunto del idioma no es lo único que a mí personalmente me hace cuestionar la legitimidad de su representación de nuestra isla -es el hecho de que previo a representar a Puerto Rico, compitió para representar al estado de Florida, que dicho sea de paso, es uno de los estados con más población hispana y en particular, de puertorriqueños.  Ella reside hace años allí y no se ocupó de aprender español a cabalidad, hasta que ¡zas! se le ocurrió que tenía otra oportunidad de competir para ser la mujer más bella del universo (¿cómo serán las marcianas?) porque su mamá es puertorriqueña y eso la legitima para representarnos.

Madison se encargó de aprender español en tres meses, porque boba no es.  Claro, está el pequeño detalle de que antes no le interesó, pero ahora sí porque tiene motivos ulteriores.  El diseñador de trajes típicos se ocupó de hacer una creación verdaderamente hermosa, en contraste con aquélla monstruosidad post María que la pobre Kiara Liz tuvo que exhibir –porque no puedo decir lucir, ya que nadie podía hacer lucir aquello.  Madison fue afortunada al lucir todos los vestidos que vi.  En el caso del traje típico, la flor de maga con el coquí es algo más que representativo, así que ella ciertamente tenía en su persona los símbolos patrios.

Observé en grabaciones posteriores al certamen- porque no soporto verlo- algunas de las participaciones de Madison.  Es innegable que es hermosa, tiene porte y puede expresarse con soltura –porque el concurso es en inglés- ante las preguntas que se le hicieron. Ya la mayoría de los puertorriqueños que se expresaban en las redes le habían perdonado el que no supiera español y creo que muchos hasta ignoraban el pequeño detalle de que Puerto Rico no fue su primera opción para competir.  Observé dos entrevistas a Madison y a la ganadora –representante de Sudáfrica, que me parecen muy reveladoras.  Mientras desfilaba con el vestido de gala, Zuzibini dijo que sentía que Sudáfrica iba con ella. En otro momento, expresó que hace unos años no era posible que una mujer como ella, con su color de piel y su pelo crespo, llegara a ganar este certamen, por lo que era importante que niñas como ella vieran en ella un ejemplo.  Y ejemplos necesitamos tod@s, porque lo cierto es que la mayor parte de las mujeres boricuas no nos parecemos a Madison y ni hablar de las que niegan que tengan más parecido con Zuzibini.

En contraste con Zuzibini, Madison expresó que el mensaje que quiere llevar es que hay que perseverar en los objetivos que nos trazamos y que lo verdaderamente importante es que reflejemos lo que verdaderamente somos.  Interesantes comentarios a la luz de su realidad. La perseverancia es una virtud y no hay duda de que Madison perseveró en su empeño de lograr la corona como la mujer más hermosa del universo, ya bien fuera representando a los Estados Unidos o Puerto Rico.  Nosotros fuimos plato de segunda mesa.

Honestamente deseo que Madison aproveche esta oportunidad para descubrir todo lo hermoso que hay en este país al que decidió representar como segunda opción.  Para ello, tendrá que escudriñar en su interior para encontrar aquello que la hace ser quien es.  Hasta ahora, demostró que tiene talento para el modelaje, es perseverante y lucha por lo que quiere.  En el caso de Zuzibini, me quedó claro su orgullo por su país, su raza y su deseo de ser ejemplo para otras niñas que por su color, no han tenido las mismas oportunidades.   Por el momento,  veo a Madison como una Gigi Fernández cualquiera –con talento y determinación  a cualquier costo.  El certamen de anoche resultó ser un ejercicio en justicia poética –triunfó la identidad por sobre la determinación.


9 de diciembre de 2019

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