JUSTICIA POÉTICA
Empiezo
por decir que estoy prejuiciada en contra de los concursos de belleza. Me parece un anacronismo que en estos tiempos
haya mujeres desfilando ante un jurado que las va a inspeccionar con
detenimiento, incluso en traje de baño, para escudriñar cada pulgada, cada
paso, cada gesto, cada inflexión de voz.
Cierto es que con los tiempos, el concurso de Miss Universo se ha
modificado, para que refleje un espectro más amplio en el que la mujer se
destaque no sólo por su belleza, sino también por su capacidad de
expresarse. Pero no deja de ser un
concurso de belleza. Si no se tienen
ciertas medidas y características físicas, por más elocuente e inteligente que
sea, no llega ni a una competencia municipal.
Y
entonces llega como representante de Puerto Rico una joven -sí, porque tiene
que ser joven- con nombre de cadena de tiendas o presidente norteamericano. En
la competencia local no pudo expresarse en español porque su primer idioma es
el inglés, ya que nació y se crió en Estados Unidos, de madre puertorriqueña y
padre norteamericano. Esto generó un
debate sobre qué es lo que hace a alguien puertorriqueñ@. Cierto es que hay miles de puertorriqueñ@s en
la diáspora cuyo primer idioma es el inglés.
Creo que la culpa de que Madison no haya aprendido suficiente español no
es sólo de ella, sino de su madre, que no se ocupó de que su hija fuese
totalmente bilingüe. Distinto ha sido el
caso de la familia de Lin Manuel, de Marc Anthony, de Sonia Sotomayor, de
Esmeralda Santiago, quienes pese a haberse trasladado a Estados Unidos y criar
allí a sus hij@s, se ocuparon de que aprendieran español.
Pero el
asunto del idioma no es lo único que a mí personalmente me hace cuestionar la
legitimidad de su representación de nuestra isla -es el hecho de que previo a
representar a Puerto Rico, compitió para representar al estado de Florida, que
dicho sea de paso, es uno de los estados con más población hispana y en
particular, de puertorriqueños. Ella
reside hace años allí y no se ocupó de aprender español a cabalidad, hasta que
¡zas! se le ocurrió que tenía otra oportunidad de competir para ser la mujer
más bella del universo (¿cómo serán las marcianas?) porque su mamá es
puertorriqueña y eso la legitima para representarnos.
Madison
se encargó de aprender español en tres meses, porque boba no es. Claro, está el pequeño detalle de que antes
no le interesó, pero ahora sí porque tiene motivos ulteriores. El diseñador de trajes típicos se ocupó de
hacer una creación verdaderamente hermosa, en contraste con aquélla
monstruosidad post María que la pobre Kiara Liz tuvo que exhibir –porque no
puedo decir lucir, ya que nadie podía hacer lucir aquello. Madison fue afortunada al lucir todos los
vestidos que vi. En el caso del traje
típico, la flor de maga con el coquí es algo más que representativo, así que
ella ciertamente tenía en su persona los símbolos patrios.
Observé
en grabaciones posteriores al certamen- porque no soporto verlo- algunas de las
participaciones de Madison. Es innegable
que es hermosa, tiene porte y puede expresarse con soltura –porque el concurso
es en inglés- ante las preguntas que se le hicieron. Ya la mayoría de los
puertorriqueños que se expresaban en las redes le habían perdonado el que no
supiera español y creo que muchos hasta ignoraban el pequeño detalle de que
Puerto Rico no fue su primera opción para competir. Observé dos entrevistas a Madison y a la
ganadora –representante de Sudáfrica, que me parecen muy reveladoras. Mientras desfilaba con el vestido de gala, Zuzibini
dijo que sentía que Sudáfrica iba con ella. En otro momento, expresó que hace
unos años no era posible que una mujer como ella, con su color de piel y su
pelo crespo, llegara a ganar este certamen, por lo que era importante que niñas
como ella vieran en ella un ejemplo. Y
ejemplos necesitamos tod@s, porque lo cierto es que la mayor parte de las
mujeres boricuas no nos parecemos a Madison y ni hablar de las que niegan que
tengan más parecido con Zuzibini.
En
contraste con Zuzibini, Madison expresó que el mensaje que quiere llevar es que
hay que perseverar en los objetivos que nos trazamos y que lo verdaderamente
importante es que reflejemos lo que verdaderamente somos. Interesantes comentarios a la luz de su
realidad. La perseverancia es una virtud y no hay duda de que Madison perseveró
en su empeño de lograr la corona como la mujer más hermosa del universo, ya
bien fuera representando a los Estados Unidos o Puerto Rico. Nosotros fuimos plato de segunda mesa.
Honestamente
deseo que Madison aproveche esta oportunidad para descubrir todo lo hermoso que
hay en este país al que decidió representar como segunda opción. Para ello, tendrá que escudriñar en su
interior para encontrar aquello que la hace ser quien es. Hasta ahora, demostró que tiene talento para
el modelaje, es perseverante y lucha por lo que quiere. En el caso de Zuzibini, me quedó claro su
orgullo por su país, su raza y su deseo de ser ejemplo para otras niñas que por
su color, no han tenido las mismas oportunidades. Por el momento, veo a Madison como una Gigi Fernández
cualquiera –con talento y determinación
a cualquier costo. El certamen de
anoche resultó ser un ejercicio en justicia poética –triunfó la identidad por
sobre la determinación.
9 de
diciembre de 2019
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