RECORDANDO A LOS
TRES CHIFLADOS
Antes de
compartir mis impresiones sobre los sucesos de las últimas dos semanas, quiero
dejar establecido que reconozco que la tarea que la gobernadora tiene ante sí
es harto complicada. En primer lugar, ha
asumido una responsabilidad que no buscó.
Para más, tiene que lidiar con el desastre que le dejó su inmaduro
antecesor (sin contar a Pierluisi el breve), que ha hecho palidecer el desastre
anticipado que dejó su mal recordado padre.
Pese a que Rosselló hijo se fue, permanecen ahí unos personajes nada
recomendables –el secretario de Salud, el secretario de Obras Públicas y el de
Agricultura, así como más recientemente el de Educación, el comisionado de la
Policía y la directora de ATM -el personaje de reparto que puso de manifiesto
de manera patente los faux pas de esta administración,. Eso sin contar todos los personajes
secundarios que administran asuntos menores en las agencias, que en muchos
casos son seleccionados –por la administración que fuera- en procesos que
constituyen una burla al sistema de mérito.
Tras los
últimos sucesos de la saga de intriga protagonizada por Mara y el comisionado
Escalera, muchos claman porque la gobernadora les destituya, así como a los
otros que ya he mencionado. No obstante,
el asunto no es tan sencillo. Reclutar un
personal altamente capacitado, competente y de reputación intachable es de por
sí complicado. Para los puestos en
cuestión no puede ponerse ahí a cualquiera –eso precisamente es lo que ha
generado el descalabro que tenemos. No podemos perder de vista que falta tan sólo
un año y un mes para las elecciones. No
hay muchos profesionales que tengan la preparación necesaria y estén dispuestos
a asumir tanta responsabilidad, sabiendo que estarán en la mirilla pública, sus
vidas se alterarán durante este período y tal vez más allá. No puedo imaginarme las horas angustiosas que
deben haber pasado la gobernadora y Zoe Laboy, a quien su cabello parece haberse
rebelado en medio de este desbarajuste, tras su desafortunado recorte. Se le revoluciona el pelo a cualquiera.
Establecido
que esto no está nada fácil, paso a decir que pese a que creo que la
gobernadora está haciendo unos grandes esfuerzos y que ciertamente hay un
cambio de estilo con su antecesor, ya va siendo hora de que deje saber qué es
lo que está ocurriendo, porque el pueblo no aguanta más incertidumbre y ya a
nadie le creen la mitad de lo que dice.
Empecemos por el episodio de Mara, quien alegó haber sido secuestrada en
Vieques, por lo que llamó a ese paladín de la seguridad y el orden en Puerto
Rico, el flamante comisionado de la Policía Henry Escalera. Esto generó que se le solicitara a un piloto
de FURA que saliera en helicóptero en una operación de “emergencia”. El piloto se negó. Los detalles han salido a
relucir poco a poco. En resumen, no
había tal “emergencia” que requiriera despachar a un helicóptero cuyo uso está
altamente regulado.
En una
conferencia de prensa luego de que saliera a relucir el asunto, el secretario
de Seguridad Pública Elmer Román, quien creo o creía que era una persona
competente, anunció que respaldaba la acción de Escalera al decir que los actos
del piloto constituían una insubordinación.
Ahí quedaron los dos más enredados que mi pelo tras un paseo por la
playa y de las explicaciones que siguieron ni se diga –que si era un traslado a
Morovis; que si era una medida cautelar; que si luego se revirtió el traslado
físico, pero se le quitaron las funciones de piloto. En todo esto se evidencia que parece que
nadie allí sabe un divino de administración de recursos humanos. Para empezar, los traslados no pueden ser
medidas disciplinarias. No se siguió
proceso alguno de notificación del alegado “traslado” y cuando se hizo, fue de
forma escueta. No hay un ápice de
fundamento para la acción. Luego, se
modifica la acción para dejar al piloto en su área, pero sin funciones de
piloto, como medida “cautelar”. El
vocablo cautelar implica que es algo preventivo, pero ¿qué es lo que se intenta
prevenir, si él es piloto y lo que motivó el suceso es precisamente que no
piloteó el helicóptero?
En vistas
ante el Senado, tanto Román como Escalera ofrecieron sus versiones por
separado, en algo que produce vergüenza ajena.
Es evidente que Escalera metió la pata hasta el ñu, pero no es menos
cierto que Román debió haber investigado más a fondo el asunto. Tal parece que en la Policía hay un
desconocimiento craso de la administración de personal o peor aún, que alguien
hizo las advertencias necesarias y optaron por ignorarlas.
Mientras
todo esto sucedía, la gobernadora dijo que relevaba a Mara de todo asunto
relacionado con Vieques y Culebra, para en la misma ocasión decir que le
relevaba de lidiar con los residentes de las islas municipio. Esas gestiones las haría ella personalmente,
o su jefa de gabinete, Zoe Laboy, en lo que constituye un ejemplo claro de micro management. Si usted tiene que atender personalmente
lo que se supone que atiendan los funcionarios a cargo de las agencias, usted
está en problemas. Hay que recordar además, que cuando Mara asumió el puesto,
designaría a un subdirector para hacerse cargo de la operación de día a día,
debido a su desconocimiento del área de transporte marítimo. Es decir, que sigue limitándose en sus
funciones. Me sospecho que no ha
recibido limitación en su salario. ¡Se
indigna cualquiera; qué no serán los residentes de Vieques y Culebra!
Luego de
esto, salió a relucir que la gobernadora había referido a Justicia al
secretario de Agricultura, por alegados actos impropios, whatever that means. Acto
impropio puede ser interrumpir con ruidos un concierto de Bach en la sala
sinfónica (que supongo el secretario no hará porque pienso que tal vez ni sepa
quién era Bach), dejar sonar el celular, tratar con excesiva confianza a altos
dignatarios, hacer chistes de mal gusto -en fin, vaya usted a saber. Pero claro, al referirse a Justicia tiene que
tratarse de actos que pudiesen constituir delito, así que no estamos hablando
de cualquier cosita. Y a este señor, que se le paga con fondos públicos, se le
refiere a Justicia y no tenemos la más mínima idea de por qué. Él, como cualquier ciudadano, está cobijado
por la presunción de inocencia. No
obstante, como funcionario de confianza no está cobijado por un derecho
propietario a su empleo.
Si la
gobernadora no quiere separarlo del puesto, pudo haber tomado una medida “cautelar”,
como se hizo con el piloto de FURA, pero cómo es que nos enteramos de todo lo
que se hizo contra ese empleado de carrera y con el de confianza no sabemos ni
por qué se le refirió a Justicia, lo cual puede ser hasta peor, porque se
especula cuál puede ser el posible delito, así que su reputación está en
entredicho de todos modos.
Poco
después sale a relucir que el gobierno federal ha congelado unos fondos del
Departamento de Educación y el secretario -con explicaciones cantinflescas- ha
dado pa' tras y pa' lante con esto, así como con la reducción a los fondos de
educación especial mientras se aumentan partidas administrativas. Y last, but not the least, ahora resulta
que a estas alturas -a dos meses de la fecha para su pago, no se sabe dónde
habrán de aparecer los $70 millones necesarios para el pago del bono de Navidad
a los empleados públicos. Esto sin contar
la fiesta de contratos en la legislatura, con personas sin competencia
conocida, a quienes se les paga sin pedirles cuentas, mientras muchos están
desempleados o tienen ínfimos sueldos. Nada, que en dos semanas hemos tenido un
repertorio completo de intrigas y evidencia de cuán enredado está todo lo
relacionado la administración pública en nuestro país. De lo que ocurre en Estados Unidos no hablo,
porque no acabo.
A los que
sean de mi generación o disfruten de ver antiguos programas televisivos famosos
en su tiempo, les dejo saber que he tenido grabadas en mi mente escenas frecuentes
de un programa de comedia norteamericana que en ese tiempo se transmitía -como
otros- doblado al español. El programa
se llamaba Los 3 chiflados (The 3 Stooges
en inglés). Se trata de las peripecias
de tres personajes –Curly, Larry y Moe, cuya torpeza les creaba divertidas
situaciones. En las escenas que
recuerdo, los personajes comenzaban a dar vueltas alocadas en círculo mientras
permanecían en el mismo lugar y se iba enredado hasta Moe, que era el que
supuestamente imponía el orden. Pues así
veo las acciones de esta administración: un grupo de tontos dando vueltas en el
mismo sitio, sin que la persona al mando sea capaz de dar un alto a las
alocadas vueltas.
11 de
octubre de 2019
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