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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 19 de octubre de 2019

CONFUSIÓN








CONFUSIÓN PRECIOSA

En días recientes ha habido una discusión sobre la propuesta nueva Ley de Armas, que está pendiente de la firma de la gobernadora.  No me he adentrado demasiado en el análisis, porque no es un asunto que me interese mucho.  No obstante, a base de lo que he leído, parece ser que el objetivo es liberalizar los procesos para obtener licencia para la tenencia e incluso portación de armas, con miras a que los ciudadanos “decentes” puedan protegerse de los delincuentes que están armados hasta los dientes.  Las armerías y los que tienen o aspiran a tener armas legalmente están muy a favor de estos cambios –los primeros por razones obvias y los segundos, porque necesitan aferrarse a un falso sentido de seguridad que les brinda tener un arma a su alcance.

Digo que es un falso sentido de seguridad, porque hay personas, como la fiscal asesinada hace unos años, cuya arma dentro de su cartera no le sirvió de nada.  Del mismo modo, un arma no va a servir de nada al pasar por una concurrida vía pública cuando se desata una balacera.  Son varias las personas inocentes que han caído víctimas de esta guerra entre dueños de los llamados “puntos”, que utilizan rifles de asalto, ametralladoras y otras armas potentes.  He visto este tipo de armas en fotografías de armerías y me pregunto: ¿para qué un ciudadano “decente” necesita un rifle de asalto? Porque vamos, no es que usted pueda andar con eso mientras va al supermercado, por más grande que sea su cartera.  Más aún, pienso que tener un arsenal en la casa se presta para que esas armas sean robadas y sean “recicladas” por los maleantes.  No podemos perder de vista que se robaron armas  de  nada más ni nada menos que el depósito  de éstas en la Policía.

Además del problema de las armas, hoy hay una discusión en el periódico sobre el número de balas que se adquieren, para lo que la Policía dice quiere crear un registro, pero que los dueños de armería dicen tal registro existe.  De hecho, la propia Policía ha dicho que hay personas que compran hasta 300,000 balas, lo cual abona a lo dicho por los armeros de que el registro existe porque si no, ¿cómo lo sabrían?  Que conste, que puedo pensar que haya gente que practique el tiro al blanco que les requiera comprar muchas balas –no sé si tanto como 300,000.  Hubo una deportista que se expresó en el reportaje, a quien se le identifica como vicepresidenta de las Damas de la Segunda Enmienda. Tengo una imagen de un escuadrón de mujeres uniformadas de rosita, rifle al hombro, marchando al compás del Battle Hymn of the Republic.  Ella se opone a que se limite el número de balas que pueda adquirir.

Dice esta dama de la segunda enmienda –a quien me imagino enfundada en un atuendo rosa, por aquello del toque femenino –gorra, guantes, protectores para los oídos- que ella ha gastado hasta 1,000 balas en un día de entrenamiento, por lo que ella entiende- y créanlo o no, estoy citando textualmente: “limitar eso es como limitar la cantidad de palabras que puedo leer en un libro. Es un derecho fundamental”.

En estos tiempos, ya pocas veces me quedo anonadada con la falta de mesura y cordura en lo que la gente dice.  Equiparar la cantidad de balas que puedan adquirirse con las palabras que puedan leerse es tan absurdo como la afirmación de que comprar balas es un derecho fundamental.  Me parece que debe acudir al  Diccionario de la Real Academia y buscar la definición de fundamental. En tiempos post María y post Junta, donde todavía hay gente sin techo; donde peligran las pensiones de miles de empleados públicos; donde está en riesgo la educación universitaria de nuestros jóvenes; donde nuestros viejos tienen que decidir si compran el medicamento o pagan la luz; donde miles de niños no tienen las herramientas adecuadas para el tratamiento a sus condiciones y sí, donde hay balaceras en las que se disparan hasta mil balas a plena luz del día -para matar, no como deporte- las palabras de esta mujer son una afrenta.  Debería comprar menos balas y leer más palabras; palabras que aludan a la solidaridad, a la empatía, a la comprensión de la complicada situación política y fiscal que nos ha llevado a donde estamos.

Tal vez, si esta dama lee más de estas palabras, salga de eso que un ex profesor mío llamaba, irónicamente,  una confusión preciosa.

19 de octubre de 2019

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