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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

domingo, 31 de diciembre de 2017

OTRO AÑO




OTRO AÑO

Se supone que mañana comienza un nuevo año, pero eso, por supuesto, depende de cuándo decidamos comenzar  a contar el paso de esos 365 días que se han designado como constitutivos del tiempo que tarda nuestro planeta en dar la vuelta al sol.  Y esto es algo que tomo por auto de fe, porque no me he puesto a hurgar en cómo se hace el cálculo.  Tampoco voy a indagar cómo se inició la costumbre de que el 1ro de enero es el comienzo de año.  Yo aprovecho para mirar cómo transcurrió mi vida –a nivel individual y colectivo y hoy he pensado que el conteo de ese año podría haberlo iniciado el 8 de enero, fecha en que en el 2016 decidí iniciar mi retiro.  Para celebrar esa fecha, tendría que esperar unos días.  Me cuesta creer que hace casi dos años mi vida cambió.

Hace casi dos años que no me siento limitada por horarios; que no tengo que asistir a reuniones para discutir lo que se discutió en incontables reuniones anteriores; que no tengo que preparar informes para cumplir con un requisito, pero que nadie lee; que no tengo que manejar asuntos que podrían relatarse en una obra de teatro del absurdo; que no tengo que pedir fondos que no me van a dar.  Tengo la ventaja de ir a mi antiguo lugar de trabajo como visitante –saludar a quienes quiero ver y ofrecer una sonrisa plástica a los que no.  He logrado dedicar mi tiempo a escribir sobre lo que me interesa, no porque tengo, sino porque quiero. 

También podría contar un nuevo año a partir de mi cumpleaños.  En mi caso, 63 no es poca cosa – mi mamá no llegó a cumplir 50 y Papi murió a los 61 años de edad.  Más allá de contar años de vida, prefiero contar experiencias  –retos superados, viajes realizados, afectos compartidos.  He tenido muchos retos a través de mi vida –ahora le llaman oportunidades, pero el balance es hacia lo positivo.
Algunas personas que han superado enfermedades serias como el cáncer, escogen celebrar su vida a partir de la fecha que superaron ese reto -me resisto a llamarle oportunidad, porque cualquiera  que haya tenido un familiar cercano con esa enfermedad sabe que verlos estremecerse de dolor y finalmente caer vencidos sabe que es una experiencia desgarradora, que usando palabras de ahora, es algo verdaderamente cabrón.  Recientemente vi un reportaje sobre el Doctor Johnny Rullán y me estremeció saber que nuevamente se enfrenta a esa enfermedad.  Mi mejor deseo es que emerja victorioso y pueda celebrar un año más como el guerrero que es.

Nuestro país podría celebrar colectivamente la fecha de este año en que tomamos conciencia de que la fuerza está en nosotros.  Primero, la fecha en que se descorrió el velo que ocultaba la verdadera relación colonial con los Estados Unidos.  En segundo lugar, la fecha en que enfrentamos el Huracán María.  De hecho, muchos cuentan los meses que llevan sin luz y no sería extraño, dado lo que hemos visto, que algunos lleguen a conmemorar un año sin luz.

El balance del año que contamos desde enero parece inclinarse a lo negativo, particularmente para aquéllos que han perdido su hogar –que son las paredes, el techo, el espacio en que nos dimos besos y abrazos; los documentos que será necesario reponer tras filas interminables en diversas agencias, las figuritas que atesoramos, las fotos familiares, los juguetes preferidos de los niños; el traje o zapatos favoritos.  Son aquéllas cosas que hemos olvidado, pero que de repente recordamos y revivimos el dolor de la pérdida. Para ellos, la pérdida es -como el dolor del cáncer, cabrón.  Pero aun  con una pérdida de esa magnitud, muchos no han perdido la sonrisa, ni el agradecimiento por estar vivos.

Durante esos meses post María, salvo algunas excepciones,  nuestro pueblo ha dado muestras de una solidaridad ejemplar.  Nos hemos cuidado los unos a los otros y hemos descubierto que nuestro concepto de lo que es necesario se modificó.  Nuestro país cambió de un día para otro.  De la devastación ha ido emergiendo una naturaleza exuberante y del desasosiego ha ido surgiendo un puertorriqueño fortalecido.  La mayoría se enjugó las lágrimas, se sacudió, recogió lo que pudo y se encamina a hacerle frente a lo que venga.  María puso al descubierto una pobreza que ya estaba ahí; una incompetencia gubernamental –de aquí y de allá- que ya estaba sembrada, pero que emergió como un hongo que amenaza con cubrirlo todo.  Pese a ello, es tan evidente que no queda de otra que hacerle frente.  No me cabe duda que será una batalla dura y larga, pero habremos de vencer. Ese es el balance positivo.

Como decía Martin Luther King en su último discurso, he escalado la montaña y he visto la Tierra Prometida.  Tal vez yo no llegue (no tengo planes de morirme en el futuro inmediato, tranquilos), pero sé que este pueblo habrá de salir adelante, más fortalecido que nunca.  No importa la fecha que usen como punto de partida, feliz Año Nuevo.


31 de diciembre de 2017

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