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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

miércoles, 10 de mayo de 2017

Mi Buddy Vitral









MI BUDDY VITRAL

Tengo una amiga entrañable a quien llamo Buddy como resultado de un taller de crecimiento personal que ambas tomamos hace como 15 años.  El concepto de ser buddies es mucho mas antiguo de lo que yo me imaginaba.  Según el diccionario Merriam Webster, la palabra inglesa con probabilidad se derivó de una alteración del vocablo brother, según pronunciado por un infante que aún no dominaba el lenguaje.  Su primer uso se considera originó para el año 1896.  Ser buddies presupone que hay una relación muy cercana entre dos personas que se apoyan mutuamente y velan por el bienestar mutuo.

Al investigar un poco más sobre el concepto, descubrí que muchas organizaciones utilizan el buddy system como forma de lograr cohesión entre sus miembros, ya bien sea el ejército, los niños escucha, estudiantes u organizaciones laborales.  Es común escuchar el vocablo buddy entre los angloparlantes.  Yo no hallo un equivalente en español –hermano o pana se acercan al concepto, pero sigo sintiendo una diferencia.  Por supuesto, hay hermanos que no se llevan y panas que son solo para el “jangueo”, sin más expectativa, del mismo modo que hay buddies que son sólo para el vacilón, o que fueron pareados para una actividad que no trascendió.

Cuando Buddy y yo tomamos el taller, cada una iba buscando cómo manejar situaciones particulares de nuestras vidas, al igual que el resto de los participantes.  El taller consistía de varios niveles.  Durante el primer taller, ví a Buddy como una mujer demasiado habladora; como diría una amiga, “chula y presentá”; que quería ser el centro de atención.  Buddy ni siquiera me notó, que es tal vez la peor ofensa –yo era para ella inexistente.  Aparte de las diferencias de personalidad, físicamente no podemos ser más disímiles -algo así como Benitín y Eneas, C3PO y R2D2 o Danny De Vito y Arnold Schwartzenegger en Twins, amén de una diferencia de edad marcada (no hay por qué entrar en detalles).

Los organizadores del taller nos indicaron, sin manifestar el propósito, que debíamos buscar entre el grupo a la persona que menos se pareciese a nosotros y con quien no tuviésemos nada en común –es más que hasta nos cayera mal y nos colocásemos frente a esa persona.  Como yo soy muy buena siguiendo instrucciones, de inmediato me paré frente a Buddy, quien todavía estaba pensando qué hacer. El líder del taller anunció que esta persona sería nuestro Buddy durante toda la duración del taller –la persona que nos serviría de apoyo y de quien debíamos estar pendiente en todo momento. Oh shit, pensé, maldiciendo mi apego a seguir instrucciones.

Pese a nuestras diferencias, Buddy y yo desarrollamos una amistad basada en respeto mutuo.  Nos hemos enfrentado a grandes crisis en nuestras respectivas vidas –ella más que yo, pero no por eso ha dejado de apoyarme.  Lo que ella ha tenido que enfrentar hubiese quebrado el espíritu de cualquiera. Pese a los retos que la vida le ha lanzado, ha salido adelante y ha encaminado a sus hijas.  Ha mantenido su espíritu compasivo y no se ha tornado una persona amargada.  Sigue hablando mucho, pero se lo perdono. Ella no es santa -ha tenido momentos de desesperación; de desesperanza; de coraje profundo, pero con cada golpe, se levanta –unas veces más rápido que otras, pero siempre busca la forma de seguir adelante y ayudar a otros con alegría. Tras el taller, ambas perdimos el nombre –nos llamamos Buddy mutuamente y tenemos una relación de hermanas o de madre-hija, que es tan cercana que forma parte integral de nuestras vidas.  Resulta curioso que de todos los participantes, somos las únicas que se han mantenido unidas.

Esta semana me ha servido de apoyo en mi proceso de cirugía de cataratas.  No es nada serio, pero requiere cuidado.  Saber que Buddy me acompañaría me dio mucha paz desde el día antes.  El día de la operación leí como de costumbre La Palabra Diaria, una publicación de Unity que venía como anillo al dedo: Luz de Dios. Hace varios años escuché una canción del grupo Maná – Bendita tu luz, que aunque se inspira en otro tipo de amor, hacía mucho sentido para la relación que Buddy y yo establecimos.  La canción comienza así:

“ Bendito el lugar y el motivo de estar ahí.
Bendita la coincidencia.
Bendito el reloj que nos puso puntual ahí.
Bendita sea tu presencia.
Bendito Dios por encontrarnos en el camino
Y de quitarme esta solead de mi destino.”

Me pareció muy atinada porque la coincidencia de encontrarnos fue providencial. De no ser por el taller, Buddy y yo probablemente nunca habríamos sido amigas.  Obtuve beneficios del taller, pero encontrar a  Buddy fue una bendición. El día de la operación La Palabra Diaria aludía a la luz e incluyó una cita de la psiquiatra Elizabeth Kübler Ross en la que comparaba a las personas con vitrales: “Resplandecen cuando hay sol, pero cuando viene la oscuridad su belleza interna es revelada solo si hay luz interior.”

Muchas veces he bendecido la luz de Buddy, que emana de su interior.  Mientras escribo esta reflexión me percato que mi amiga Leila, que falleció hace año y medio, era también mi Buddy, aunque no la llamara así y poseía la misma luz interior.  He sido más que bendecida, porque he tenido varios vitrales en mi vida –el más grande y hermoso fue mi Papá. Hoy honro a todos mis vitrales a través de mi Buddy. Bendita la luz de todos ellos. Namasté.



10 de mayo de 2017


Nota: El vitral que aparece está en una pequeña capilla de Unity Village, en Missouri, a la que acudí varias veces durante mi estadía en marzo de 2014.

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