MI BUDDY VITRAL
Tengo una
amiga entrañable a quien llamo Buddy como
resultado de un taller de crecimiento personal que ambas tomamos hace como 15
años. El concepto de ser buddies es mucho mas antiguo de lo que
yo me imaginaba. Según el diccionario Merriam
Webster, la palabra inglesa con probabilidad se derivó de una alteración del
vocablo brother, según pronunciado
por un infante que aún no dominaba el lenguaje.
Su primer uso se considera originó para el año 1896. Ser buddies
presupone que hay una relación muy cercana entre dos personas que se apoyan
mutuamente y velan por el bienestar mutuo.
Al
investigar un poco más sobre el concepto, descubrí que muchas organizaciones
utilizan el buddy system como forma
de lograr cohesión entre sus miembros, ya bien sea el ejército, los niños
escucha, estudiantes u organizaciones laborales. Es común escuchar el vocablo buddy entre los angloparlantes. Yo no hallo un equivalente en español
–hermano o pana se acercan al concepto, pero sigo sintiendo una
diferencia. Por supuesto, hay hermanos
que no se llevan y panas que son solo para el “jangueo”, sin más expectativa,
del mismo modo que hay buddies que
son sólo para el vacilón, o que fueron pareados para una actividad que no
trascendió.
Cuando Buddy y yo tomamos el taller, cada una
iba buscando cómo manejar situaciones particulares de nuestras vidas, al igual
que el resto de los participantes. El
taller consistía de varios niveles.
Durante el primer taller, ví a Buddy
como una mujer demasiado habladora; como diría una amiga, “chula y
presentá”; que quería ser el centro de atención. Buddy
ni siquiera me notó, que es tal vez la peor ofensa –yo era para ella
inexistente. Aparte de las diferencias
de personalidad, físicamente no podemos ser más disímiles -algo así como
Benitín y Eneas, C3PO y R2D2 o Danny De Vito y Arnold Schwartzenegger en Twins, amén de una diferencia de edad
marcada (no hay por qué entrar en detalles).
Los
organizadores del taller nos indicaron, sin manifestar el propósito, que
debíamos buscar entre el grupo a la persona que menos se pareciese a nosotros y
con quien no tuviésemos nada en común –es más que hasta nos cayera mal y nos
colocásemos frente a esa persona. Como
yo soy muy buena siguiendo instrucciones, de inmediato me paré frente a Buddy, quien todavía estaba pensando qué
hacer. El líder del taller anunció
que esta persona sería nuestro Buddy
durante toda la duración del taller –la persona que nos serviría de apoyo y de
quien debíamos estar pendiente en todo momento. Oh shit, pensé, maldiciendo mi apego a seguir instrucciones.
Pese a
nuestras diferencias, Buddy y yo
desarrollamos una amistad basada en respeto mutuo. Nos hemos enfrentado a grandes crisis en
nuestras respectivas vidas –ella más que yo, pero no por eso ha dejado de
apoyarme. Lo que ella ha tenido que
enfrentar hubiese quebrado el espíritu de cualquiera. Pese a los retos que la
vida le ha lanzado, ha salido adelante y ha encaminado a sus hijas. Ha mantenido su espíritu compasivo y no se ha
tornado una persona amargada. Sigue
hablando mucho, pero se lo perdono. Ella no es santa -ha tenido momentos de
desesperación; de desesperanza; de coraje profundo, pero con cada golpe, se
levanta –unas veces más rápido que otras, pero siempre busca la forma de seguir
adelante y ayudar a otros con alegría. Tras el taller, ambas perdimos el nombre
–nos llamamos Buddy mutuamente y
tenemos una relación de hermanas o de madre-hija, que es tan cercana que forma
parte integral de nuestras vidas.
Resulta curioso que de todos los participantes, somos las únicas que se
han mantenido unidas.
Esta
semana me ha servido de apoyo en mi proceso de cirugía de cataratas. No es nada serio, pero requiere cuidado. Saber que Buddy
me acompañaría me dio mucha paz desde el día antes. El día de la operación leí como de costumbre La Palabra Diaria, una publicación de Unity que venía como anillo al dedo: Luz de Dios. Hace varios años escuché
una canción del grupo Maná – Bendita tu
luz, que aunque se inspira en otro tipo de amor, hacía mucho sentido para
la relación que Buddy y yo
establecimos. La canción comienza así:
“ Bendito
el lugar y el motivo de estar ahí.
Bendita la
coincidencia.
Bendito
el reloj que nos puso puntual ahí.
Bendita
sea tu presencia.
Bendito
Dios por encontrarnos en el camino
Y de
quitarme esta solead de mi destino.”
Me
pareció muy atinada porque la coincidencia de encontrarnos fue providencial. De
no ser por el taller, Buddy y yo
probablemente nunca habríamos sido amigas. Obtuve beneficios del taller, pero encontrar
a Buddy
fue una bendición. El día de la operación La Palabra Diaria aludía a la luz e incluyó una cita de la
psiquiatra Elizabeth Kübler Ross en la que comparaba a las personas con
vitrales: “Resplandecen cuando hay sol, pero cuando viene la oscuridad su
belleza interna es revelada solo si hay luz interior.”
Muchas
veces he bendecido la luz de Buddy, que emana de su interior. Mientras escribo esta reflexión me percato
que mi amiga Leila, que falleció hace año y medio, era también mi Buddy, aunque no la llamara así y poseía
la misma luz interior. He sido más que
bendecida, porque he tenido varios vitrales en mi vida –el más grande y hermoso
fue mi Papá. Hoy honro a todos mis vitrales a través de mi Buddy. Bendita la
luz de todos ellos. Namasté.
10 de
mayo de 2017
Nota: El vitral que aparece está en una pequeña capilla de Unity Village, en Missouri, a la que
acudí varias veces durante mi estadía en marzo de 2014.
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