EL DALAI LAMA Y SAN BENITO
En estos
días salió a la luz una noticia inquietante y que se me hace difícil comentar
porque involucra una figura que para mí ha representado ternura, bondad y
buenos sentimientos. Se trata del Dalai
Lama, monje tibetano que se vio forzado a vivir en el exilio tras pugnas con el
gobierno de China. A través del tiempo
este hombre, que obtuvo el premio Nóbel de la Paz, ha diseminado un mensaje de
conciliación y amor hacia todo ser viviente.
Lo he admirado y se me hace doloroso entender lo que puede ser un lado
oscuro en esta figura admirada. El
incidente fue público, así que no hay dudas sobre los hechos, aunque la
interpretación y las causas puedan ser objeto de análisis. Hoy apareció una columna en el periódico que
me motivó a escribir sobre el tema.
En la
columna, la Profesora Nieve de los Ángeles Vázquez se cuestiona, al ver el
vídeo del incidente –que yo hasta ahora no he sido capaz de ver- de qué se ríen
algunos de los presentes ante las acciones del Dalai Lama. Imagino que la risa estaba motivada por lo
que muchos atribuyen al muy conocido sentido del humor del monje, muy dado a la
risa franca y sin complicaciones. El problema estriba en que hay cosas que en
esencia no son graciosas, no importa cuántas personas así lo vean, por el
peligro que representan. Y dice la
profesora que much@s no ven el peligro en los actos del Dalai Lama, porque se
trata de una “disonancia cognitiva y ocurre cuando una persona tiene dos
cogniciones (ideas, creencias, opiniones) que son psicológicamente
inconsistentes)”. Prosigue diciendo que
las personas que observaban creían estar ante un “ser superior, supremo,
deificado. Por lo tanto, todo lo que hiciera ese hombre también entra en esa
categoría”.
Esto me
trae a la mente la situación que enfrentó Michael Jackson, cuando lo acusaron
de abusar de niños a quienes llevaba a su cama y la insistencia de éste en que
se trataba de actos inocentes. Nunca
compré su teoría y siempre me parecieron actos –en el mejor de los casos,
imprudentes. Sabemos demasiado sobre el
abuso de niños como para ignorar señales que deben ponernos en alerta. Los adultos tenemos el deber de proteger a
los más vulnerables y evitar colocarlos en situaciones peligrosas. Los actos del Dalai Lama son
preocupantes. Desconozco si se deben a
problemas de senilidad o que intrínsecamente hay un lado oscuro que salió a la
luz de forma inesperada, pero no debe ser motivo de “reírle la gracia”, como
hace alguna gente cuando un “viejo verde” – o algunos “pintones” - le hace un
comentario inapropiado a una mujer atractiva.
El humor
tiene que ser recíproco –gracioso para ambas partes o de lo contrario es un
acto en solitario, que complace sólo a quien hace el comentario. Y señala la profesora, con quien coincido
totalmente, que cada uno de nosotros
debe asumir la responsabilidad de que “nuestros propios sesgos cognitivos podrían
estar mostrando una realidad alterada… ahora más que nunca resultan importantes
las voces disidentes… las que dicen lo que nadie quiere oir”. He sido esa voz
disidente en muchas ocasiones, al denunciar que detrás del chiste sobre
manerismos puede esconderse la homofobia; detrás del chiste sobre determinada
falta de habilidad en una mujer puede esconderse el machismo y aludiendo a otro
incidente reciente, detrás del chiste fácil sobre la utilidad de que Tito
Trinidad o Amanda Serrano sea el gerente en Burger King se esconde una
violencia hacia la mujer que nunca se justifica. Dicho sea de paso, el verdadero gerente dio
una lección suprema de esto.
Hay una
costumbre generalizada, presumo que vinculada a la disonancia cognitiva a la
que alude la profesora en su columna de hoy, de endiosar a figuras públicas de
tal modo que se obvien las conductas que puedan ser preocupantes. El mejor ejemplo, para mí, es el caso de Bad
Bunny, convertido en San Benito por quienes sólo ven un lado de sus actos. Por un lado, denuncia la hipocresía, hace
obras benéficas, denunció los actos de Ricky de tal modo que contribuyó a su
salida, defiende su idioma y no esconde su origen. Todo esto lo aplaudo. Por otro lado, he sido la voz disidente que
ha criticado las letras que tratan a la mujer como meros objetos sexuales y las
explícitamente violentas. Por ello he
sido objeto de burlas y acusada de no moverme con los tiempos. Me muevo con los tiempos; con lo que no transo
es con renunciar a denunciar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
De Bad
Bunny no tenía grandes expectativas - por no decir que ninguna- así que no me
siento decepcionada. Espero –como creo
que lo hará- que en algún momento recapacite y se exprese sobre la necesidad de
un cambio de postura en cuanto a las letras que fomentan la violencia. En cuanto al Dalai Lama, sí me ha causado una
profunda decepción. Que no haya sido
capaz de ver lo incorrecto de sus actos en ese momento, aunque luego se excusó,
es motivo de preocupación. Pero más aún,
es motivo para estar alerta ante los actos que apuntan hacia ese lado oscuro
que será imposible vencer si nos negamos a mirarlo.
13 de
abril de 2023
Totalmente de acuerdo y tambien descepcionada con la figura del Dalai Lama. Fue horroroso el acto y ahora tambien me pregunto si no hay un grado de senilidad.
ResponderEliminarLa verdad no tengo conocimiento de lo sucedido con este Monge tibetano , deduzco que cometió un error pero Anita parte de la premisa que todos sabemos del suceso lo cual no es correcto, yo soy un asiduo lector, estoy al tanto del acontecer diario en mi país y en El mundo y jamás me enteré de lo que motivó a la escritora a hacer sus comentarios, pero sea cual fuere todos tenemos distintos puntos de vista sobre distintos asuntos y a veces se nos quiere “ encarrilar “ en el pensamiento de un grupo en particular o de x o y persona, concurro con Anita en sus expresiones sobre Bad Bunny pero yo con no escuchar ni ver ni interesarme en los asuntos de ese señor me basta, por otra parte ...cuál fue el asunto del Monge tibetano?
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