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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

martes, 8 de marzo de 2022

Voluntarias

 




LAS VOLUNTARIAS TAMBIÉN SOMOS MUJERES TRABAJADORAS

Hoy, 8 de marzo, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en recuerdo de las luchas de mujeres que por años reclamaron mejores salarios y condiciones de trabajo. Esa lucha  se puso aún más de manifiesto a comienzos del siglo 20, cuando cientos de mujeres quedaron atrapadas en una fábrica en llamas.  En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.  Desde entonces, se han celebrado miles de actividades que pretenden, a veces sin lograrlo, destacar la aportación de la mujer.

Algunas de esas celebraciones se centran en la imagen tradicional de madres abnegadas y perpetúan la grave injusticia de la doble jornada, destacando que muchas mujeres laboran de forma asalariada durante 8 o más horas, para luego llegar a la casa a hacer los oficios del hogar –cocinar, limpiar, ayudar a los hijos con las tareas y terminar extenuadas.  Es de notar que en muchos hogares hay varones que muy bien pueden compartir las tareas, pero ni se inmutan.  Algunas mujeres no trabajan fuera del hogar, pero trabajan sin remuneración manteniendo un hogar y resolviendo los problemas de la familia inmediata y de la lejana también.

Hay otro grupo de mujeres que trabajen asalariadas o no, deciden hacer trabajo voluntario.  A ese grupo pertenecemos las voluntarias de la Fundación Luis Muñoz Marín, quienes nos dedicamos a trabajar con documentos históricos de Puerto Rico relacionados no sólo con Muñoz, sino con todo lo que acontecía en el país o el mundo durante su tiempo.  Cabe destacar que también hay hombres voluntarios, pero constituyen, como excepción a la regla de que las mujeres somos más, una exigua minoría.  Las razones son múltiples y no soy socióloga, pero una conocida me ofreció su versión al intentar justificar por qué ella no trabajaba como voluntaria.

Según esta mujer, los hombres no están dispuestos a trabajar sin remuneración y son siempre las mujeres las que se ofrecen.  En su caso, no está dispuesta a ofrecer su tiempo de forma gratuita.  De ese modo, ella “nivela” la disparidad entre hombres y mujeres. Las generalizaciones son peligrosas y aunque hay algo de verdad en lo que ella plantea, hay muchos hombres que hacen trabajo voluntario.  Las razones por las cuales muchos no lo hacen son complejas y tienen que ver con un condicionamiento social.  Sostengo, como teoría y porque lo he visto, que tanto hombres como mujeres tienen la capacidad de dar de sí de forma desinteresada.

Lo otro que resulta peligroso es la actitud de muchas mujeres que –en un reclamo legítimo de igualdad, pretenden acercarse al modelo tradicional del hombre trabajador, cuando debería ser al revés.  No se trata de que los imitemos en todo, sino en aquello de beneficio como sociedad.  Por eso me parece horrible que muchas mujeres quieran practicar el boxeo-una actividad cruenta cuyo objetivo es golpear al oponente hasta que no se pueda levantar.  El objetivo debería ser que todos –hombres y mujeres- no entraran en esa actividad.  Del mismo modo, para alcanzar el éxito laboral las mujeres debemos hacer uso de nuestra mayor fortaleza –la empatía, la atención a los detalles, en lugar de tratar de imitar unos estilos agresivos del mundo corporativo.  Y los estilos son sólo eso, no pertenecen a un género, pero nos han sido inculcados generación tras generación y tanto hombres como mujeres somos presa de ese condicionamiento social.

La mujer que me expresó su resistencia a ser voluntaria es presa de ese condicionamiento y se pierde una oportunidad de oro.  Quienes ejercemos el voluntariado, contrario a lo que se dice, sí recibimos algo a cambio, aunque no lo buscamos.  En mi caso, el orgullo de aportar algo en beneficio de la preservación de nuestra historia.  He tenido la oportunidad de participar de varias actividades culturales.  Tengo el privilegio de transitar por los predios donde una vez vivió un matrimonio que con los errores que décadas después se sacan de proporción o de contexto, estuvo dedicado al servicio al país.  Tod@ puertorriqueñ@ debería ver esa casa y sus alrededores. Por último y no menos importante, he conocido mujeres extraordinarias, de diversos trasfondos, pero todas dando lo mejor de sí.  Algunas de ellas se han convertido en verdaderas amigas.

Las mujeres voluntarias, como las asalariadas o las amas de casa, también somos trabajadoras, porque por definición hacemos un trabajo.  Ese trabajo se remunera de forma distinta, pero sigue siendo un trabajo, que en este caso debo decir que es sagrado.  A todas las voluntarias, independientemente del tipo de organización en la que presten servicios, les extiendo mi felicitación en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

8 de marzo de 2022

 

 

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