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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 7 de enero de 2021

Turbas Republicanas

 



TURBAS REPUBLICANAS

Cuando era niña escuchaba hablar de las turbas republicanas y no tenía muy claro a qué se referían.  Más tarde escuchaba –y todavía lo escucho- a varios adultos afirmar que los republicanos son malos.  Papi solía decir “son tan malos que se comen ellos mismos por los rabos”.  El partido Republicano en Puerto Rico se remonta a inicios del siglo 20, cuando se decía que unos grupos en ese partido se dedicaban a hacer “el trabajo sucio” y cometían actos vandálicos y de ahí, la referencia a las turbas.

El Partido Republicano de Puerto Rico pasó a ser el Partido Nuevo Progresista, pero los que conocieron el origen se siguen refiriendo a los novoprogresistas como republicanos, con un indiscutible desprecio y rechazo al aspecto más negativo de su historia.  Por supuesto,  los republicanos o novoprogresistas no son personas malas per se, del mismo modo que en Estados Unidos hay gente honorable en el Partido Republicano de allá, que no es equivalente al de acá.  Que filosóficamente podamos pensar o actuar distinto es otro cantar. Como cuestión de realidad, en el Partido Nuevo Progresista hay personas afiliadas al Partido Republicano de Estados Unidos, mientras otras están aliadas al Partido Demócrata.

El asunto es tan complejo que es sorprendente saber que Abraham Lincoln, una figura asociada a la abolición de la esclavitud, era Republicano.  Y claro, ahora mismo resulta más chocante aún, cuando la figura máxima de ese partido es Donald Trump. Ha exhibido conducta prejuiciada, machista, prepotente, en fin, lo peor de lo peor. Este ser es lo más deleznable que se ha visto en mucho tiempo. Con su actitud, aplasta a cualquiera que se le ponga de frente y tiene la capacidad de convencer a mentes débiles de que sus opositores están equivocados y él es el que posee la razón.  Ha llegado incluso a convencer a predicadores de poca monta de que él es el elegido de Dios. Utiliza además una técnica que le sirvió muy bien a Adolf Hitler: repetir a la saciedad una mentira, de forma tal que muchos la aceptan como la verdad absoluta. 

Donald Trump se aprovechó de una masa crítica ignorante que lo sigue no importa lo que haga o diga.  Además, se rodeó de personas con intereses económicos y utilizó sus dotes de empresario exitoso para atraer a personas que no eran ignorantes, pero que atribuían sus exabruptos a excentricidades de su personalidad. Algunos afirmaban que todo era un espectáculo, como su programa de televisión, pero que en su fuero interno, esa no era la realidad.  Unjú. Yo personalmente creo que este hombre está desquiciado. Es un loco astuto, hábil, manipulador y con dinero.  La mezcla perfecta para el desastre que se creó.

Desde antes de efectuarse las elecciones, Donald Trump intimó que de no resultar ganador, las impugnaría.  Dicho y hecho. Desde la noche de las elecciones se ha dedicado a repetir que él es el ganador.  Ha impugnado los resultados, con alegaciones de fraude, en múltiples tribunales, sin éxito.  Ayer rebasó el límite de su conducta enajenada. Arengó a sus seguidores para que fueran al Capitolio Federal a protestar.  No hay más que imaginar a estos seres de poca escolaridad, lo que conocemos como rednecks que no pierden tiempo en razonar, escuchando a Donald Trump decir que había que impedir que les robaran la victoria arrolladora que había proclamado para sí.

Yo contemplaba con asombro las imágenes de los noticiarios.  Si bien es cierto que estos actos eran previsibles, no es menos cierto que hay algo que en  much@s de nosotr@s se resiste a pensar que en efecto, el temor se vaya a materializar.  No puedo entender cómo es que estas turbas de salvajes pudieron lograr acceso al interior del Capitolio Federal.  En toda la transmisión pude ver un solo negro, lo que contrasta con las imágenes de las protestas tras la matanza de George Floyd, cuando los que marchaban por las calles eran rodeados por policías anti motines.  La pregunta que me bulle en la cabeza es qué hubiera pasado si la convocatoria hubiese sido hecha por líderes del movimiento Black Lives Matter. Apuesto que los hubiese recibido todo un batallón armado hasta los dientes y no hubiesen llegado ni a la puerta.

La nación americana es una nación de grandes contradicciones.  Es innegable su avance en materia de derechos para grupos marginados y libertades individuales.  Al mismo tiempo, arrastra un pasado de discrimen contra los negros y personas de otras etnias.  Las libertades originalmente contempladas en la Constitución no aplicaban a los negros, pues se les consideraba propiedad.  Eso no se ha desvanecido del todo.  Un hombre como Donald Trump envalentonó a los grupos racistas, que tomaron el movimiento Black Lives Matter como una ofensa personal.  Envalentonó a los xenófobos que desprecian a todos los latinos, de forma tal que los increpaban cuando hablaban en español y les instaban a regresar a su país.  Por eso, el grito de U-S-A; U-S-A.  Make America Great Again era en realidad Make America White Again.

Lo que ocurrió ayer en la capital federal pone de manifiesto que la división en la sociedad norteamericana es mucho más profunda de lo que se pensaba.  Sanar esa nación va a tomar décadas, como décadas tomó alcanzar los derechos por los que el Dr. Martin Luther King tanto luchó.  Del loco que habita la Casa Blanca nos podremos librar en dos semanas.  De las turbas republicanas no.

7 de enero de 2021

 

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