¿ESPERANZA?
Desde ayer,
día de los elecciones generales, me
encuentro en un sube y baja de emociones.
Me levanté esperanzada y me mantuve sin ver noticias locales. Acudí a votar a eso de las dos de la tarde,
porque no quería enfrentarme a largas filas.
Para mi sorpresa, había una gran congestión en las inmediaciones del
colegio donde me tocó votar y tuve que dejar el carro bastante apartado. En el colegio, las largas filas eran la orden
del día. Luego de como una hora, logré
entrar al colegio de votación. La joven
encargada de distribuir las papeletas me preguntó si tenía dudas de cómo votar
a lo que respondí enfáticamente que sabía cómo votar. No se lo dije, pero me había ocupado de
buscar información de candidatos que no conocía, imprimí las papeletas modelo y
practiqué mis marcas. Hasta llevé mi propio Sharpie.
Estaba inequívocamente lista.
Al llegar
a la caseta me ocurrió lo mismo de siempre: me emocioné. Siento que ese es un momento trascendental,
en el que con mi voto contribuyo a forjar el futuro de mi país. Este año me apartaba aún más del voto
tradicional, sobre todo al darle mi respaldo a Juan Dalmau e incluir a
candidat@s del Movimiento Victoria Ciudadana a la alcaldía de San Juan, junto a
candidat@s legislativos y la comisaría residente por parte del PPD. El voto por el NO a la estadidad completó
esta ensalada electoral que resultaba totalmente consistente y congruente con
mi filosofía en este momento de mi vida y la cual estoy segura tendría el
respaldo de mi querido padre. Con algo de ansiedad, me paré frente a la máquina
que se tragaría una a una las papeletas, me regocijé cada vez que podía leer papeleta adjudicada, tras lo que
exclamaba un sonoro ¡amén!
Al salir,
vi gran cantidad enorme de personas llegando, a 45 minutos de cerrarse los
colegios de votación. Para mí, esto era
una buena señal del deseo de que hubiese cambios sustanciales en nuestro
gobierno. En mi mente resonaba el Himno de la vergüenza, del Partido
Popular, que todavía me eriza la piel.
Ya no me considero parte de ese
partido y de hecho, de ninguno, pero esa letra sigue reflejando mi sentir: No hay dinero que compre mi conciencia, ni
razón para entregar yo mis derechos… Con la frente en alto voy buscando una
vida como la que yo he soñado…
Llegué a
casa a darme un buen baño, preparar algo sencillo para comer, acompañado de un
vinito –el estrés arreciaba. No quise
ver televisión local, -me mantuve viendo series norteamericanas. De vez en cuando veía algún resultado de la
elección en EU y me desalentaba que Trump tuviera aún tanto apoyo. A eso de las 11 de la noche me fui a dormir –o
intentar hacerlo- tras enterarme por internet que Pierluisi llevaba una delantera, así como Jennifer González.
Intentar
dormir fue bien difícil, por lo que eché mano de una novela de María Dueñas. Leía el mismo párrafo dos o tres veces,
mientras me repetía la pregunta de cómo era posible que después de lo ocurrido
en este cuatrienio se le confiara el país al mismo partido responsable del
desastre. Vinieron a mi mente los desmanes post María –incluyendo los muertos y
la gente que aún vive bajo toldos, el chat y la incompetencia de Rosselló, la
obstinación de Pedro Pierluisi en ocupar el puesto de gobernador pese a que la
ley aplicable tenía tales visos de inconstitucionalidad que hasta un estudiante
de primer año de derecho vería, el fiasco de las pruebas de COVID, el
desastroso manejo de los terremotos en el área sur, la aprobación de una ley
electoral a pocas semanas de iniciarse un proceso de votación, las monumentales
metidas de pata que convirtieron las primarias en secundarias, los escandalosos
sueldos o compensación mediante contratos en el Capito-lío y tantos otros. Finalmente dormí unas horas y desperté
apesadumbrada, pero resignada.
Aún en la
cama, busqué en internet y encontré una columna de Benjamín Torres Gotay, extraordinario
periodista con el que suelo coincidir, en la que aludía a que aunque no lo pareciera,
ayer hubo una revolución. Es
cierto. Ya los políticos no pueden
ejercer un dominio absoluto. El tercio
que parece haber obtenido un menguado y aguado triunfo, tiene que contar con
los otros dos tercios para lograr objetivos, si es que los tienen claros. Como la canción de Sting, vamos a decir
Every breath you take
And every move you make
Every bond you break, every step
you take
I’ll be watching you
Poco a
poco fui entendiendo que en medio de todo, hay esperanza. Cuando me senté a
desayunar, la lectura de hoy de La
Palabra Diaria – Esperanza- me lo
confirmó: Tengo esperanza y soy una
persona positiva…Miro más allá de las apariencias externas y confío en que el
Espíritu que mora en mí me inspirará a encontrar el bien en medio de todas las
situaciones. Los grandes cambios toman tiempo; no se logran de la noche a
la mañana, como bien lo supo el Dr. Martin Luther King, pero el camino se ha
iniciado y no hay vuelta atrás.
4 de
noviembre de 2020
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