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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Esperanza

 




¿ESPERANZA?

 

Desde ayer, día de los elecciones generales,  me encuentro en un sube y baja de emociones.  Me levanté esperanzada y me mantuve sin ver noticias locales.  Acudí a votar a eso de las dos de la tarde, porque no quería enfrentarme a largas filas.  Para mi sorpresa, había una gran congestión en las inmediaciones del colegio donde me tocó votar y tuve que dejar el carro bastante apartado.  En el colegio, las largas filas eran la orden del día.  Luego de como una hora, logré entrar al colegio de votación.  La joven encargada de distribuir las papeletas me preguntó si tenía dudas de cómo votar a lo que respondí enfáticamente que sabía cómo votar.  No se lo dije, pero me había ocupado de buscar información de candidatos que no conocía, imprimí las papeletas modelo y practiqué mis marcas. Hasta llevé mi propio Sharpie. Estaba inequívocamente lista.

Al llegar a la caseta me ocurrió lo mismo de siempre: me emocioné.  Siento que ese es un momento trascendental, en el que con mi voto contribuyo a forjar el futuro de mi país.  Este año me apartaba aún más del voto tradicional, sobre todo al darle mi respaldo a Juan Dalmau e incluir a candidat@s del Movimiento Victoria Ciudadana a la alcaldía de San Juan, junto a candidat@s legislativos y la comisaría residente por parte del PPD.  El voto por el NO a la estadidad completó esta ensalada electoral que resultaba totalmente consistente y congruente con mi filosofía en este momento de mi vida y la cual estoy segura tendría el respaldo de mi querido padre. Con algo de ansiedad, me paré frente a la máquina que se tragaría una a una las papeletas, me regocijé cada vez que podía leer papeleta adjudicada, tras lo que exclamaba un sonoro ¡amén!

Al salir, vi gran cantidad enorme de personas llegando, a 45 minutos de cerrarse los colegios de votación.  Para mí, esto era una buena señal del deseo de que hubiese cambios sustanciales en nuestro gobierno.  En mi mente resonaba el Himno de la vergüenza, del Partido Popular, que todavía me eriza la piel.  Ya no me considero  parte de ese partido y de hecho, de ninguno, pero esa letra sigue reflejando mi sentir: No hay dinero que compre mi conciencia, ni razón para entregar yo mis derechos… Con la frente en alto voy buscando una vida como la que yo he soñado…

Llegué a casa a darme un buen baño, preparar algo sencillo para comer, acompañado de un vinito –el estrés arreciaba.  No quise ver televisión local, -me mantuve viendo series norteamericanas.  De vez en cuando veía algún resultado de la elección en EU y me desalentaba que Trump tuviera aún tanto apoyo.  A eso de las 11 de la noche me fui a dormir –o intentar hacerlo- tras enterarme por internet que Pierluisi  llevaba una delantera, así como Jennifer González.

Intentar dormir fue bien difícil, por lo que eché mano de una novela de María Dueñas.  Leía el mismo párrafo dos o tres veces, mientras me repetía la pregunta de cómo era posible que después de lo ocurrido en este cuatrienio se le confiara el país al mismo partido responsable del desastre. Vinieron a mi mente los desmanes post María –incluyendo los muertos y la gente que aún vive bajo toldos, el chat y la incompetencia de Rosselló, la obstinación de Pedro Pierluisi en ocupar el puesto de gobernador pese a que la ley aplicable tenía tales visos de inconstitucionalidad que hasta un estudiante de primer año de derecho vería, el fiasco de las pruebas de COVID, el desastroso manejo de los terremotos en el área sur, la aprobación de una ley electoral a pocas semanas de iniciarse un proceso de votación, las monumentales metidas de pata que convirtieron las primarias en secundarias, los escandalosos sueldos o compensación mediante contratos en el Capito-lío y tantos otros.  Finalmente dormí unas horas y desperté apesadumbrada, pero resignada.

Aún en la cama, busqué en internet y encontré una columna de Benjamín Torres Gotay, extraordinario periodista con el que suelo coincidir, en la que aludía a que aunque no lo pareciera, ayer hubo una revolución.  Es cierto.  Ya los políticos no pueden ejercer un dominio absoluto.  El tercio que parece haber obtenido un menguado y aguado triunfo, tiene que contar con los otros dos tercios para lograr objetivos, si es que los tienen claros.  Como la canción de Sting, vamos a decir

Every breath you take

And every move you make

Every bond you break, every step you take

I’ll be watching you

 

Poco a poco fui entendiendo que en medio de todo, hay esperanza. Cuando me senté a desayunar, la lectura de hoy de La Palabra DiariaEsperanza- me lo confirmó: Tengo esperanza y soy una persona positiva…Miro más allá de las apariencias externas y confío en que el Espíritu que mora en mí me inspirará a encontrar el bien en medio de todas las situaciones. Los grandes cambios toman tiempo; no se logran de la noche a la mañana, como bien lo supo el Dr. Martin Luther King, pero el camino se ha iniciado y no hay vuelta atrás.

4 de noviembre de 2020


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