SE DEPRIME CUALQUIERA
La foto
de la estufita de gas no es de los tiempos de María; es de hoy. Estaba en el ejercicio de adelantar los
procesos de limpieza, porque hoy se llevarían el agua a eso de la una de la
tarde, cuando de pronto sentí el ruidito de la batería de la computadora que
anuncia ese hecho que se repite con más frecuencia de la que quisiera: se fue
la luz. Eso, poco después de haber
escuchado el mensaje de la gobernadora, que es un insulto a la tolerancia y
paciencia de este pueblo. En plena época
pre primarias, ha hecho un mítin disfrazado de anuncio importante. Para eso no era necesario hacer un anuncio
público. Bastaba emitir un comunicado de
prensa indicando que estaría solicitando una sesión extraordinaria y enumerar
los proyectos que se someterían, aunque evidentemente el propósito es ofrecer
un catálogo de posibles soluciones a problemas que nos aquejan.
Creo que
salvo las propias aseguradoras, que tienen el apoyo de ellas mismas, los
pacientes y los proveedores de servicios médicos están hartos de los procesos burocráticos
y abusivos que convierten en una pesadilla la obtención de servicios médicos,
de laboratorio y las astronómicas sumas de los medicamentos. Del mismo modo, todos los empleados públicos
y pensionados quieren se garantice el pago
de sus pensiones. Para los afectados que perdieron sus viviendas por los
terremotos, escuchar que se busca transferir sin costo propiedades es música
–del género que se prefiera, claro- para sus oídos. Decir que se buscará la
aprobación de proyectos que actúen como varita mágica para solucionar estos
problemas tiene que haber sido una estrategia de un sagaz director de campaña
que recuerda aquél chiste que a la afirmación de que algo no era cierto,
respondió con sí, pero riégalo que nos
conviene.
Las cosas
no son tan simples como la gobernadora pretende hacernos creer. De hecho, hay soluciones para algunos de los
problemas planteados y otros que no, pero que están ahí, que no necesitan legislación
y no se han ejecutado. Es evidente que
cuando se fue la luz, mi coraje, que ya estaba ahí, se puso en Hi. Dentro de mi cabeza bullían los @#%&*! Y ahí no queda todo. Yo llevo dos o tres semanitas lidiando con un
asomo de depresión. En el fin de semana
tuve experiencias hermosas, por separado, con dos de mis primas. Ambas están experimentando situaciones
fuertes, que retan a cualquiera, pero han salido adelante y me honro en decir
que venimos de la misma estirpe.
Ayer
particularmente, me sentía feliz, tras haber preparado un almuerzo para una de
ellas. Me embarqué en uno de esos
proyectos que yo hago, en los que me empeño en hacerlo todo –el aperitivo, el
plato principal y el postre –en esta ocasión una receta nueva. Todo complementado con buen vino, claro. La sobremesa fue una sesión terapéutica para
ambas. Se habló de temas personales y de la situación del
país, que como sabemos, está difícil por demás.
Una mira l@s candidat@s a puestos electivos y dan ganas de encerrarse en
un cuarto y despertar el año que viene.
Pero pese a los temas escabrosos, esta mañana me desperté con la sonrisa
del recuerdo de la agradable velada e incluí una nota sobre ello en mi cuaderno diario de agradecimiento.
Y
entonces el anuncio de Wanda, el apagón, mi mal humor agravado por el hecho de
que tenía hambre, que es decir que me pongo como el famoso anuncio de Snickers Seguí con la limpieza, pendiente de la hora
en que el grifo dejaría de producir agua, como si fuera la carroza de
Cenicienta que se convertiría en calabaza.
La luz no llegaba, así que decidí buscar mi estufita de gas para
calentar algo de lo que sobró de ayer.
Puse a calentar arroz, cuando una vecina tocó a la puerta. Me pidió un favor, pero en el proceso ella enlazaba
un tema con el otro, cuando empecé a sentir un olor característico: arroz
ahumado. @#$%&*!
20 de
julio de 2020
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