CONTENTURA
Si mi
memoria no me falla, Héctor Rivera Cruz utilizó el vocablo contentura cuando
fue designado Secretario de Justicia y fue criticado por algunos. Me parece muy apropiado para describir esos
momentos en que no sentimos felices, contentos, gozosos y cualquier otra forma
de describir un momento en el que nos sabemos afortunados al poder disfrutar
determinadas experiencias. Se supone
que el verdadero gozo debe provenir de nuestro interior, independientemente de
las circunstancias externas, pero yo todavía no he alcanzado el grado de
iluminación que me permitiría sentirme gozosa en medio de una circunstancia
dolorosa.
Tengo un
recuerdo de mi rompimiento con un hombre que fue mi pareja durante casi un año
y con quien afortunadamente hoy conservo lazos de amistad. Al momento del rompimiento, hace como 10
años, yo asistía a la Iglesia Unity.
Quedó grabado en mi mente el instante en que cantábamos un himno precisamente
sobre el gozo y yo cantaba –bueno, intentaba cantar, mientras las lágrimas
bajaban por mis mejillas. En ese momento
no me sentía nada gozosa, como en muchas ocasiones.
El
domingo pasado disfruté de un excelente concierto de Pro Arte Lírico en compañía
de mi amiga Elena junto a su esposo
Tomás y luego fuimos a cenar. Sentados a
la mesa, surgió el tema de lo que significa estar contento o contenta, tema que
abordé en uno de mis escritos tras las desafortunadas palabras de la
gobernadora en torno al hecho de que los refugiados tras el terremoto
estuviesen contentos. No dudo de que
hubiese en ellos una satisfacción con el hecho de que se atendieran sus
necesidades inmediatas, pero contentos, lo que se dice contentos es algo
demasiado abarcador para personas que en este momento viven en una total
incertidumbre, lo cual dificulta mucho la toma de conciencia de ese gozo
interno al que todos debemos aspirar.
Creo que
cada uno de nosotros ha experimentado
momentos de profundo gozo, así como de profunda angustia y en ambos casos, no hay conciencia de que ese momento no
perdura. Todo pasa, pero lo importante
es tener el convencimiento de que, independientemente de las circunstancias
externas, hemos recibido bendiciones a lo largo de nuestras vidas. En este pasado fin de semana y aún todavía,
puedo decir sin ambages que me siento contenta, como resultado de experiencias
que comenzaron el pasado viernes. Ese día recibí en casa a mi prima Socorrito
para disfrutar de unos garbanzos con patitas que tanto ella como yo disfrutamos
a plenitud, todo acompañado primero con un vinito blanco que ella trajo, con un
nombre que nos hizo gracia: Blanquito y
luego con un tinto de Rioja que le iba de maravilla a las untuosas patitas.
El plato
principal estaba acompañado de tostones en dos versiones: de plátano, producto
de la cosecha de mi amiga Wilma y de pana de un regalo que me hizo otra amiga –Matildita. Como bendición adicional, esos tostones ya
estaban cortados y fritos la primera vez, lo que es una gran ventaja, ya que
mondar una pana no es una tarea muy divertida que digamos. Como elemento menor, pero no por ello menos
importante, Socorrito aportó un pan exquisito, producto de una panadería que
ella conoce. Pocas sensaciones son tan
sublimes en lo simple como el olor del pan recién horneado, la textura de ese
pan calientito que se siente crujiente por fuera y blando por dentro, mientras
contemplamos como se derrite la mantequilla que esparcimos sobre una o más
tajadas. Finalmente, ese primer bocado
que es una fiesta de sabor, texturas y sonidos, confirma que una humilde hogaza
de pan es una de las mayores bendiciones que podemos disfrutar.
El sábado
fui con mi amiga Wilma al Fiestón Cultutal del Instituto de Cultura en el Viejo
San Juan, el cual había sido pospuesto en un acto sin sentido durante las
Fiestas de la Calle San Sebastián dizque porque dado los terremotos su
celebración podía presentar riesgos de seguridad, como si la tierra hubiese dejado de temblar e ignorando que
después de todo, un terremoto puede ocurrir en cualquier momento y no por ello
ponemos la vida en suspenso. Bueno, pero
eso es otro tema. El punto es que soy
fanática de las artesanías y además, tenía pendiente comprar el regalo de
cumpleaños de mi amiga Elena, que sería al día siguiente.
La
cantidad y calidad de artesanías disponible era impresionante. Había muchos objetos que me hubiese gustado
adquirir, pero la realidad es que ya no me queda mucho espacio. Compré un collar con motivo africano, una pequeña y rústica talla de un barquito
para mí.
Para Elena, un collar de tela con tres círculos florales a los que luego les atribuí un
simbolismo. Cuando estábamos a punto de
irnos, Wilma me avisó de una artesana que trabajaba pañuelos que transformaba
en turbantes y se me activó la herencia africana. No me pude resistir y adquirí mi turbante, el
cual lucí por las calles del Viejo San Juan, que es otra bendición. Cualquier persona que haya pisado sus adoquines,
disfrutado del colorido de sus casas, contemplado la silueta de La Rogativa y presenciado el espectáculo
del cielo límpido y el océano que sale a su encuentro en los terrenos del Morro,
puede sentirse bendecida.
Ayer fue
mi cumpleaños y la ocasión me brindó nuevamente la oportunidad de hacer
inventario de mis bendiciones. Para empezar,
está el hecho de disfrutar de buena
salud, que es más de lo que mucha gente puede decir. Tener los padres que tuve es una bendición en
sí misma. Además, el recibo de felicitaciones
de muchas amistades me confirma que no estoy sola; que estoy rodeada de amor,
aunque no siempre lo perciba. Soy
afortunada al tener amigas que conozco desde la infancia y añadir otras, como
las adquiridas a través de mi voluntariado en la Fundación Luis Muñoz Marín.
Aún los que ya no están físicamente, son una bendición y su recuerdo siempre
trae una sonrisa a mis labios.
En la
noche, tuve una celebración con mi amiga Thalía y otro amigo, Efraín, que cumplió años el día anterior. Fuimos al
restaurante italiano del que fue socio de un amigo que ya no está físicamente,
Mario, lo cual le añadió brillantez a esta celebración que aún no termina. Recibí una pintura de Thalía, quien es
artista y de parte de Efrain, una botella de un vino italiano que nos encanta tanto a él como a
mí, por lo que resultó en una graciosa experiencia, pues yo había decidido
regalarle exactamente lo mismo.
La cena
era como estar en casa de un amigo, con Luigi trayendo los platos él mismo,
porque anoche los empleados no estaban.
No puedo imaginar cómo podía tomar las órdenes, cocinar y traer los
platos, sin perder su sonrisa inocente. La comida italiana es una de mis
favoritas, por lo que el rissotto de
setas no me decepcionó. Nos despedimos y
más tarde llegué a casa satisfecha y anticipando como una niña las
celebraciones que aún faltan para esta semana. Llegué, además, con la
contentura que emana de la conciencia de saberme bendecida durante toda mi
vida, aunque haya atravesado momentos de angustia.
4 de
marzo de 2020
Que alegría celebrar contigo desde D'Luigie. La mención de mi Mario es suficiente para volver a vivir. DTB.TQM. 💞😇❤
ResponderEliminarFlor Inés
ResponderEliminarFlor Inés
ResponderEliminarQue alegría celebrar contigo desde D'Luigie. La mención de mi Mario es suficiente para volver a vivir. DTB.TQM. 💞😇❤
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