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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

miércoles, 30 de octubre de 2019

Lecciones inesperadas






LECCIONES INESPERADAS DE LATÍN

El viernes pasado se efectuó el velatorio de Juan Alfredo, el esposo de mi prima Socorrito.  Fue una muerte inesperada –un derrame cerebral masivo lo sorprendió el  sábado de madrugada, seguido por unos días en coma hasta su deceso el martes en la tarde.  Todo ocurrió muy rápido, sin tiempo para prepararnos para lo que deberíamos estar preparados, ya que ninguno de nosotros es eterno.  Sabemos que vamos a morir, aunque no el momento exacto, lo cual es una ventaja.  No puedo imaginarme la angustia si viviésemos -como la leche de cajita- con fecha de expiración.  Sin embargo, para la familia es un jamaqueón demasiado fuerte enfrentarse a una muerte que no viene precedida de una enfermedad más o menos prolongada, que ofrece la oportunidad de “prepararnos”.

En el caso de mi prima, esta es su segunda experiencia desgarradora, porque su hija Carla falleció cuando sólo tenía 35 años, en circunstancias similares.  Otras muertes, aunque dolorosas, habían seguido el curso “normal” de vejez, enfermedad y deceso. Y yo sé que mi prima es fuerte, pero no sé si estos y otros golpetazos la habrán aflojado.

Acudí a la funeraria temprano en la mañana y la vi tan fuerte como siempre.  Poco a poco fueron llegando amigos y parientes y nos sentamos a contemplar las fotos que resumen la vida de esta pareja: la boda – en la cual yo fui dama; los hijos, los viajes, los nietos. Un reflejo de una vida bien vivida. Tras unas dos horas, decidí ir a almorzar, para luego regresar a la misa.  Soy algo alérgica a las misas, por aquello de que pueden ser monótonas y pro forma, dependiendo de la personalidad y formación del sacerdote.  Me encontré con mi otra prima Mayi, a quien hacía tiempo no veía y tuvimos un momento muy agradable de compartir experiencias, previo al comienzo de la ceremonia.  Ya había conversado con su hermano y su esposa en la mañana, en otro agradable intercambio de esos en los que una se alegra de tener la familia que tiene- cosa que no todo el mundo puede hacer.

La ceremonia comenzó y el sacerdote leyó como carretilla pasajes usuales en estos casos.  Para colmo, insistía en referirse a José Alfredo, en lugar de Juan Alfredo, por lo que comencé a exasperarme y debí repetirme mentalmente que Dios debía estar claro que se trataba de Juan Alfredo y no José Alfredo.  Cuando subieron dos personas a hacer lecturas, rogué que alguna sacara al hombre del error, pero el sacerdote continuaba refiriéndose a José Alfredo, hasta que en un pequeño intercambio, creo que la misma Socorrito lo corrigió.  El sacerdote se disculpó y procedió a llamar por su nombre a Juan Alfredo. Para ese momento ya yo estaba resignada a una perorata, hasta que la homilía tomó un cariz más profundo.

Comenzó por expresar que él no conocía a los presentes, como tampoco lo conocíamos a él, pero que como hijos de Dios, éramos, en efecto, hermanos, así que estábamos allí para celebrar la vida de ese hermano que iba ahora a la casa del Padre. Expresó lo usual en estos casos, en torno a la alegría que eso representa, pero tuvo –en esa y en otras instancias, la sensibilidad de recalcar que respetaba el dolor por la pérdida de la presencia física.  Logró captar plenamente mi atención cuando  aludió a la etimología de la palabra difunto, palabra harto conocida –de hecho, hemos tenido demasiada exposición a ella, pero debo confesar que desconocía el origen de la palabra, que proviene del latín defunctus. El significado original no estaba ligado a la muerte, sino a la persona que había pagado su deuda o cumplido su misión.

En este punto, el sacerdote preguntó cuántos hijos tenía Juan Alfredo y habló sobre la misión que cada uno de nosotros trae, como la misión que trajo Jesús al mundo.  Nos hizo reflexionar sobre el hecho de que la imagen más conocida no es la del niño en brazos de María o de cuando se perdió en el templo, sino de su muerte en la cruz, porque nos recuerda los sacrificios que un padre hace por sus hijos.

La imagen que yo tengo de Juan Alfredo es la de un hombre bueno –un buenazo, como decimos.  Desde mi perspectiva, siempre me pareció -y puedo estar equivocada- que la instigadora de embelecos en esa pareja era Socorrito y que Juan Alfredo era el apoyo que siempre estaba allí para asegurar que los proyectos se llevaban a cabo.  Y eso no es poca cosa.  Todos nosotros necesitamos alguien en quien apoyarnos –alguien que sabemos va a estar ahí siempre animándonos, ofreciendo consejos.  Juan Alfredo podía hacer cuentos interminables de los proyectos y a veces, cuando había alguna complicación de negocios, hacía una defensa férrea de Socorrito.  Si algo había resultado injusto para ella, él lo tomaba personal.

Mientras el sacerdote hablaba de la misión que todos traemos, yo pensaba en la misión de Juan Alfredo, aunque a veces el cura le volvía a cambiar el nombre y lo llamaba José Juan.  No importa – yo sabía de quien hablaba.  Pensé también que había una lección subyacente en las palabras que este sacerdote pronunció.  Mi impresión original fue negativa y me formé un juicio sobre él por su lectura apresurada y los equívocos con el nombre.  Más tarde, me di cuenta que una impresión negativa no debe cerrar nuestro entendimiento sobre una persona. Lo que este hombre dijo ese día trascendió el momento y me hizo reflexionar sobre mi propia misión, que por momentos pienso se queda corta.

Juan Alfredo se fue luego de haber vivido una vida plena, en la que dio lo mejor de sí a su familia y a su comunidad –con gozo, con entrega, con entusiasmo. Yo me siento honrada de que Socorrito, junto a él, me ofrecieron albergue en su casa durante el huracán María.  Allí estuve recogida como un pajarito al que le dan albergue en un nido amoroso.

Yo tenía pendiente recibirlos para unos garbanzos con patitas cuando encontrara los ingredientes de calidad, porque mi mamá decía que las cosas se hacen bien o no se hacen.  No se pudo, pero cuando nos volvamos a ver, considéralo hecho Juan Alfredo.  Y descansa, que tu misión ha quedado más que cumplida.

30 de octubre de 2019






sábado, 19 de octubre de 2019

CONFUSIÓN








CONFUSIÓN PRECIOSA

En días recientes ha habido una discusión sobre la propuesta nueva Ley de Armas, que está pendiente de la firma de la gobernadora.  No me he adentrado demasiado en el análisis, porque no es un asunto que me interese mucho.  No obstante, a base de lo que he leído, parece ser que el objetivo es liberalizar los procesos para obtener licencia para la tenencia e incluso portación de armas, con miras a que los ciudadanos “decentes” puedan protegerse de los delincuentes que están armados hasta los dientes.  Las armerías y los que tienen o aspiran a tener armas legalmente están muy a favor de estos cambios –los primeros por razones obvias y los segundos, porque necesitan aferrarse a un falso sentido de seguridad que les brinda tener un arma a su alcance.

Digo que es un falso sentido de seguridad, porque hay personas, como la fiscal asesinada hace unos años, cuya arma dentro de su cartera no le sirvió de nada.  Del mismo modo, un arma no va a servir de nada al pasar por una concurrida vía pública cuando se desata una balacera.  Son varias las personas inocentes que han caído víctimas de esta guerra entre dueños de los llamados “puntos”, que utilizan rifles de asalto, ametralladoras y otras armas potentes.  He visto este tipo de armas en fotografías de armerías y me pregunto: ¿para qué un ciudadano “decente” necesita un rifle de asalto? Porque vamos, no es que usted pueda andar con eso mientras va al supermercado, por más grande que sea su cartera.  Más aún, pienso que tener un arsenal en la casa se presta para que esas armas sean robadas y sean “recicladas” por los maleantes.  No podemos perder de vista que se robaron armas  de  nada más ni nada menos que el depósito  de éstas en la Policía.

Además del problema de las armas, hoy hay una discusión en el periódico sobre el número de balas que se adquieren, para lo que la Policía dice quiere crear un registro, pero que los dueños de armería dicen tal registro existe.  De hecho, la propia Policía ha dicho que hay personas que compran hasta 300,000 balas, lo cual abona a lo dicho por los armeros de que el registro existe porque si no, ¿cómo lo sabrían?  Que conste, que puedo pensar que haya gente que practique el tiro al blanco que les requiera comprar muchas balas –no sé si tanto como 300,000.  Hubo una deportista que se expresó en el reportaje, a quien se le identifica como vicepresidenta de las Damas de la Segunda Enmienda. Tengo una imagen de un escuadrón de mujeres uniformadas de rosita, rifle al hombro, marchando al compás del Battle Hymn of the Republic.  Ella se opone a que se limite el número de balas que pueda adquirir.

Dice esta dama de la segunda enmienda –a quien me imagino enfundada en un atuendo rosa, por aquello del toque femenino –gorra, guantes, protectores para los oídos- que ella ha gastado hasta 1,000 balas en un día de entrenamiento, por lo que ella entiende- y créanlo o no, estoy citando textualmente: “limitar eso es como limitar la cantidad de palabras que puedo leer en un libro. Es un derecho fundamental”.

En estos tiempos, ya pocas veces me quedo anonadada con la falta de mesura y cordura en lo que la gente dice.  Equiparar la cantidad de balas que puedan adquirirse con las palabras que puedan leerse es tan absurdo como la afirmación de que comprar balas es un derecho fundamental.  Me parece que debe acudir al  Diccionario de la Real Academia y buscar la definición de fundamental. En tiempos post María y post Junta, donde todavía hay gente sin techo; donde peligran las pensiones de miles de empleados públicos; donde está en riesgo la educación universitaria de nuestros jóvenes; donde nuestros viejos tienen que decidir si compran el medicamento o pagan la luz; donde miles de niños no tienen las herramientas adecuadas para el tratamiento a sus condiciones y sí, donde hay balaceras en las que se disparan hasta mil balas a plena luz del día -para matar, no como deporte- las palabras de esta mujer son una afrenta.  Debería comprar menos balas y leer más palabras; palabras que aludan a la solidaridad, a la empatía, a la comprensión de la complicada situación política y fiscal que nos ha llevado a donde estamos.

Tal vez, si esta dama lee más de estas palabras, salga de eso que un ex profesor mío llamaba, irónicamente,  una confusión preciosa.

19 de octubre de 2019

viernes, 11 de octubre de 2019

Los tres chiflados















RECORDANDO A LOS TRES CHIFLADOS

Antes de compartir mis impresiones sobre los sucesos de las últimas dos semanas, quiero dejar establecido que reconozco que la tarea que la gobernadora tiene ante sí es harto complicada.  En primer lugar, ha asumido una responsabilidad que no buscó.  Para más, tiene que lidiar con el desastre que le dejó su inmaduro antecesor (sin contar a Pierluisi el breve), que ha hecho palidecer el desastre anticipado que dejó su mal recordado padre.  Pese a que Rosselló hijo se fue, permanecen ahí unos personajes nada recomendables –el secretario de Salud, el secretario de Obras Públicas y el de Agricultura, así como más recientemente el de Educación, el comisionado de la Policía y la directora de ATM -el personaje de reparto que puso de manifiesto de manera patente  los faux pas de esta administración,.  Eso sin contar todos los personajes secundarios que administran asuntos menores en las agencias, que en muchos casos son seleccionados –por la administración que fuera- en procesos que constituyen una burla al sistema de mérito.

Tras los últimos sucesos de la saga de intriga protagonizada por Mara y el comisionado Escalera, muchos claman porque la gobernadora les destituya, así como a los otros que ya he mencionado.  No obstante, el asunto no es tan sencillo.  Reclutar un personal altamente capacitado, competente y de reputación intachable es de por sí complicado.  Para los puestos en cuestión no puede ponerse ahí a cualquiera –eso precisamente es lo que ha generado el  descalabro que tenemos.  No podemos perder de vista que falta tan sólo un año y un mes para las elecciones.  No hay muchos profesionales que tengan la preparación necesaria y estén dispuestos a asumir tanta responsabilidad, sabiendo que estarán en la mirilla pública, sus vidas se alterarán durante este período y tal vez más allá.  No puedo imaginarme las horas angustiosas que deben haber pasado la gobernadora y Zoe Laboy, a quien su cabello parece haberse rebelado en medio de este desbarajuste, tras su desafortunado recorte.  Se le revoluciona el pelo a cualquiera.

Establecido que esto no está nada fácil, paso a decir que pese a que creo que la gobernadora está haciendo unos grandes esfuerzos y que ciertamente hay un cambio de estilo con su antecesor, ya va siendo hora de que deje saber qué es lo que está ocurriendo, porque el pueblo no aguanta más incertidumbre y ya a nadie le creen la mitad de lo que dice.  Empecemos por el episodio de Mara, quien alegó haber sido secuestrada en Vieques, por lo que llamó a ese paladín de la seguridad y el orden en Puerto Rico, el flamante comisionado de la Policía Henry Escalera.  Esto generó que se le solicitara a un piloto de FURA que saliera en helicóptero en una operación de “emergencia”.  El piloto se negó. Los detalles han salido a relucir poco a poco.  En resumen, no había tal “emergencia” que requiriera despachar a un helicóptero cuyo uso está altamente regulado.

En una conferencia de prensa luego de que saliera a relucir el asunto, el secretario de Seguridad Pública Elmer Román, quien creo o creía que era una persona competente, anunció que respaldaba la acción de Escalera al decir que los actos del piloto constituían una insubordinación.  Ahí quedaron los dos más enredados que mi pelo tras un paseo por la playa y de las explicaciones que siguieron ni se diga –que si era un traslado a Morovis; que si era una medida cautelar; que si luego se revirtió el traslado físico, pero se le quitaron las funciones de piloto.  En todo esto se evidencia que parece que nadie allí sabe un divino de administración de recursos humanos.  Para empezar, los traslados no pueden ser medidas disciplinarias.  No se siguió proceso alguno de notificación del alegado “traslado” y cuando se hizo, fue de forma escueta.  No hay un ápice de fundamento para la acción.  Luego, se modifica la acción para dejar al piloto en su área, pero sin funciones de piloto, como medida “cautelar”.  El vocablo cautelar implica que es algo preventivo, pero ¿qué es lo que se intenta prevenir, si él es piloto y lo que motivó el suceso es precisamente que no piloteó el helicóptero?

En vistas ante el Senado, tanto Román como Escalera ofrecieron sus versiones por separado, en algo que produce vergüenza ajena.  Es evidente que Escalera metió la pata hasta el ñu, pero no es menos cierto que Román debió haber investigado más a fondo el asunto.  Tal parece que en la Policía hay un desconocimiento craso de la administración de personal o peor aún, que alguien hizo las advertencias necesarias y optaron por ignorarlas.

Mientras todo esto sucedía, la gobernadora dijo que relevaba a Mara de todo asunto relacionado con Vieques y Culebra, para en la misma ocasión decir que le relevaba de lidiar con los residentes de las islas municipio.  Esas gestiones las haría ella personalmente, o su jefa de gabinete, Zoe Laboy, en lo que constituye un ejemplo claro de micro management.  Si usted tiene que atender personalmente lo que se supone que atiendan los funcionarios a cargo de las agencias, usted está en problemas. Hay que recordar además, que cuando Mara asumió el puesto, designaría a un subdirector para hacerse cargo de la operación de día a día, debido a su desconocimiento del área de transporte marítimo.  Es decir, que sigue limitándose en sus funciones.  Me sospecho que no ha recibido limitación en su salario.  ¡Se indigna cualquiera; qué no serán los residentes de Vieques y Culebra!

Luego de esto, salió a relucir que la gobernadora había referido a Justicia al secretario de Agricultura, por alegados actos impropios, whatever that means.  Acto impropio puede ser interrumpir con ruidos un concierto de Bach en la sala sinfónica (que supongo el secretario no hará porque pienso que tal vez ni sepa quién era Bach), dejar sonar el celular, tratar con excesiva confianza a altos dignatarios, hacer chistes de mal gusto -en fin, vaya usted a saber.  Pero claro, al referirse a Justicia tiene que tratarse de actos que pudiesen constituir delito, así que no estamos hablando de cualquier cosita. Y a este señor, que se le paga con fondos públicos, se le refiere a Justicia y no tenemos la más mínima idea de por qué.  Él, como cualquier ciudadano, está cobijado por la presunción de inocencia.  No obstante, como funcionario de confianza no está cobijado por un derecho propietario a su empleo.

Si la gobernadora no quiere separarlo del puesto, pudo haber tomado una medida “cautelar”, como se hizo con el piloto de FURA, pero cómo es que nos enteramos de todo lo que se hizo contra ese empleado de carrera y con el de confianza no sabemos ni por qué se le refirió a Justicia, lo cual puede ser hasta peor, porque se especula cuál puede ser el posible delito, así que su reputación está en entredicho de todos modos.

Poco después sale a relucir que el gobierno federal ha congelado unos fondos del Departamento de Educación y el secretario -con explicaciones cantinflescas- ha dado pa' tras y pa' lante con esto, así como con la reducción a los fondos de educación especial mientras se aumentan partidas administrativas. Y last, but not the least, ahora resulta que a estas alturas -a dos meses de la fecha para su pago, no se sabe dónde habrán de aparecer los $70 millones necesarios para el pago del bono de Navidad a los empleados públicos.  Esto sin contar la fiesta de contratos en la legislatura, con personas sin competencia conocida, a quienes se les paga sin pedirles cuentas, mientras muchos están desempleados o tienen ínfimos sueldos. Nada, que en dos semanas hemos tenido un repertorio completo de intrigas y evidencia de cuán enredado está todo lo relacionado la administración pública en nuestro país.  De lo que ocurre en Estados Unidos no hablo, porque no acabo.

A los que sean de mi generación o disfruten de ver antiguos programas televisivos famosos en su tiempo, les dejo saber que he tenido grabadas en mi mente escenas frecuentes de un programa de comedia norteamericana que en ese tiempo se transmitía -como otros- doblado al español.  El programa se llamaba Los 3 chiflados (The 3 Stooges en inglés).  Se trata de las peripecias de tres personajes –Curly, Larry y Moe, cuya torpeza les creaba divertidas situaciones.  En las escenas que recuerdo, los personajes comenzaban a dar vueltas alocadas en círculo mientras permanecían en el mismo lugar y se iba enredado hasta Moe, que era el que supuestamente imponía el orden.  Pues así veo las acciones de esta administración: un grupo de tontos dando vueltas en el mismo sitio, sin que la persona al mando sea capaz de dar un alto a las alocadas vueltas.

11 de octubre de 2019