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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

domingo, 5 de mayo de 2019

CONTROVERSIAL












CONTROVERSIAL

La muerte de Rafael Hernández Colón ha provocado en mi una profunda reflexión sobre lo que significa una vida –la de él o la de cualquiera de nosotros. En los últimos años desarrollé una antipatía hacia sus posturas conservadoras y su obstinado apego al actual estatus colonial, empeñado en no ver lo que creo la mayor parte ve –que lo que creímos ya no era. Por supuesto, su insistencia en las escoltas que tanto nos cuestan empeoró el malestar.

Cuando Rafael Hernández Colón lanzó su primera candidatura a la gobernación yo tenía 18 años y mi visión de mundo estaba coloreada por el prisma de mi papá, un popular “de clavo pasa’o”, que además había sido empleado gubernamental hasta que la elección de Luis Ferré le obligó a renunciar a su puesto, que entonces era de confianza, pero que en su inicio era de carrera.  Papi fue escalando posiciones poco a poco y de él aprendí lecciones de honestidad, de orgullo por el trabajo bien hecho y la importancia de ser imparcial.  Papi trabajaba largas horas y fueron muchas las veces en que no lo vi llegar a casa, porque Mami imponía las 7 de la noche como hora de ir a dormir.

Hernández Colón captó la atención de muchos con su juventud, sus nuevos estilos y lo cierto es que a muchas de nosotras nos atraía su presencia.  El jingle de “Hernández Colón me encanta, Hernández Colón me encanta…pa’ gobernador” tenía para muchas una doble connotación.  Yo me lancé a ayudar a Papi y serví como funcionaria de colegio a su lado.  Al finalizar los trabajos nos trasladamos a un cuartel de la policía que quedaba en la Ponce De León para velar los maletines con las papeletas.  No sé cómo nos comunicamos con Mami –debe haber habido un teléfono público y ella estaba emocionadísima porque comenzaban a llegar los resultados favoreciendo al nuestro.  Le supliqué que se calmara, porque ya la enfermedad hacía estragos y su emoción se interrumpía con una tos persistente.  Yo sé que gran parte de esa emoción se debía a que veía esa victoria como una reivindicación por los sufrimientos que Papi había tenido.

En ese cuatrienio Hernández Colón intentó hacer grandes cambios, pero la crisis del petróleo le afectó grandemente.  Cuando retorna al gobierno en 1985 yo ya estaba casada, era abogada y había establecido una pequeña oficina por mi cuenta, con una amiga, bajo circunstancias que no me es grato recordar.  Papi tenía un amigo que a su vez conocía al que llegó a ser director ejecutivo de una pequeña corporación pública llamada CODREMAR.  Buscaban un@ abogad@ con urgencia, por lo que el nombramiento sería transitorio.  Mi papá me dijo que yo lo que necesitaba era una oportunidad para entrar en gobierno y que de ahí en adelante yo debía demostrar mi capacidad.  Así fue.  Me convertí en la persona de confianza de ese jefe, a pesar de que el abogado que estaba allí llevaba años.

Trabajé largas horas y hasta llegué a presentar un recurso al Tribunal Supremo que resultó exitoso, en defensa de pescadores comerciales para recobrar compensación tras el paso de un huracán.  Hubo veces que era yo la que cerraba las oficinas y debía atravesar el oscuro estacionamiento.  No sé si hoy día me atrevería a hacer lo mismo.  Había un grupo de compañeros igualmente comprometidos, que dábamos el todo por el todo por lograr un trato justo para los pescadores comerciales- esos que no tienen grandes lanchas, sino que salen en sus yolas al amanecer, arriesgando sus vidas para alimentar a sus familias.  Estuve cinco años en esa agencia y aprendí de pesca, de finanzas, de redacción, de funcionamiento gubernamental, en fin, adquirí las destrezas que me sirvieron durante mis 30 años en el servicio público –años en los que me enfrenté a situaciones difíciles.  Mi proceder siempre fue pulcro, fiel a los principios que me inculcó mi padre.

A menudo, ese proceder chocaba con el de los que querían actuar de otra forma para favorecer  intereses particulares, incluyendo hacer las cosas de cierta manera porque “siempre se había hecho así”. Fueron muchas las veces que se me vio como una persona controversial, difícil.  El hecho de ser mujer tampoco ayudaba.  Me sorprende como muchos soportaban hasta improperios de jefes varones, pero no soportaban que yo los mirara de manera particular, con una ceja levantada.  Tal como me anunció Papi, mis ejecutorias me abrieron camino en el servicio público y por mis méritos fui escalando posiciones.  Para mi último puesto –el que ocupé por 15 años- me desvinculé de la política activa, porque aunque no era un requisito, yo consideraba que mi imagen de imparcialidad se podía ver afectada si me asociaban con un partido en específico.  Me resulta gracioso que cuando el Partido Popular estaba en el poder muchos pensaron que yo era PNP y viceversa.

Aparte de la circunstancia de mi puesto gubernamental, la situación en el Partido Popular se fue deteriorando al punto que pese a mis simpatías con muchos de sus postulados, no me considero miembro de éste y comencé a votar mixto, cosa que antes no hacía.  Lo que ocurrió en los últimos tiempos, relacionado con la ley PROMESA, el caso Sánchez Valle y la postura empecinada de Hernández Colón y otros que afectaban el libre flujo de ideas en el partido terminaron por desilusionarme.  Lo cierto es que hasta la mera mención de Hernández Colón me irritaba.

Entonces ocurre su muerte.  Y no es que operase eso que ocurre cuando alguien se muere y de inmediato todo el mundo empiece a hablar de lo bueno que era, sino que al hacerse un recuento de su vida comencé a repasar todo lo que logró: leyes de avanzada para la mujer, nombramientos de jueces probos para el Tribunal Supremo, aportaciones en el campo jurídico y en los últimos tiempos, una batalla de frente contra la Ley Promesa.  Esto no borra sus posturas equivocadas en torno a múltiples asuntos.  No quiere decir que se convirtió de un día para otro en un santo, pero me hace ver su vida en la justa perspectiva - como debemos ver la de todos nosotros.  Ninguno de nosotros ha actuado de forma encomiable en todos los aspectos.

Con respecto a mi, se ha dicho que soy intensa, honesta, responsable, mandona, fiel, comprometida, inteligente, arrogante, cariñosa, comemi…, buena amiga, controladora, justa, injusta y estoy segura que bi.. –aunque nadie se ha atrevido decírmelo a la cara- usted escoja cómo me ve. Creo que soy todo eso (excepto bi.., claro), aunque no al mismo tiempo.  Hernández Colón ha hecho aportaciones extraordinarias al país, particularmente en momentos difíciles y con ideas totalmente innovadoras.  Muchos de nosotros podemos sentarnos desde nuestra zona cómoda a juzgar, sin haber hecho ni una pequeña parte de su esfuerzo para lograr cambios verdaderos en el país. Sí, ha cometido errores y se negó a ver unas realidades, pero ¿no nos pasa lo mismo a todos?

Muchos no estarán de acuerdo con mis decisiones ni proceder, pero espero, que en el balance del análisis la balanza se incline a lo positivo, como hoy puedo decir que veo la balanza de Rafael Hernández Colón.

5 de mayo de 2019

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