DÉJÀ VU
En estos
días se ha revolcado el asunto de un contrato del Departamento de Educación
sobre el resurgimiento de un programa -plataforma, currículo o como le quieran
llamar- para insertar valores en las escuelas.
De inmediato me transporté a hace poco más de siete años, cuando se
implantó el programa, plataforma o como le quieran llamar, en las
agencias. Tengo grabada en la mente la
pantallita digital que aparecía en el elevador de la agencia para la cual
trabajaba, en la que se reproducían los valores: justicia, respeto, civismo,
responsabilidad, confiabilidad, bondad. Ciertamente, valores apreciables- los que aprendí de
mis padres mucho antes de que existiese una ley de ética gubernamental, que fue
la agencia líder en el proceso de divulgarlos.
Recuerdo con nitidez el coraje intenso que me causaba
leer la dichosa pantallita, particularmente el valor del respeto, cuando yo
sentía que a mi se me faltaba el respeto todos los días, desde el secretario
que nunca me concedió una reunión pese a que yo ocupaba un puesto de carrera
que por su naturaleza le respondía a él, pasando por el que me supervisaba
funcionalmente, quien hablaba con prepotencia y muchos otros que me ignoraban
de forma patente. El colmo fue cuando se me citó a una reunión para discutir
una “plataforma” que sería implantada, bajo un contrato otorgado a una firma
representada por un extranjero, que diseñaría un programa por computadora para
educar sobre el hostigamiento sexual. Me
sentí como si me hubiesen abofeteado, porque yo tenía un programa de
adiestramientos presenciales que me ocupé de llevar a todas las oficinas,
incluyendo a las regionales, para educar sobre el tema. Fui, durante mis 16 años de ocupar el puesto
a Caguas, Humacao, Ponce, Aguadilla, Mayagüez, Fajardo, Manatí; a oficinas
descentralizadas en el área Metro. Es
decir, me ocupé de llevar el mensaje y recopilar los records de asistencia de
los participantes de los talleres, los cuales fueron diseñados por mi.
Para estos talleres solía dividir los grupos, de forma
tal que los participantes se sintieran cómodos y en libertad de hacer
preguntas. Llevé el mensaje a
trabajadores que para mi sorpresa, no sabían leer; a conserjes; a personal
administrativo, a supervisores, profesionales, en fin, a todos los niveles de
la agencia, incluyendo a secretarios que se dejaban orientar, no como el que me
tocó para la época original de este programa de valores que ahora resucita.
En la reunión para discutir la implantación de la
dichosa “plataforma”, estaba presente el que se designó por la agencia como Project manager, un individuo que sabía
de cómo implantar talleres de hostigamiento sexual lo que yo sé de física
nuclear. Se me notificó que yo sería el
enlace con el representante de la firma.
Demás está decir el nivel de indignación que sentía. Para añadir sal a la herida, obtuve copia del
contrato, que en los primeros párrafos, aludía a que la agencia carecía de una
“plataforma” – y dale con la palabrita- de adiestramiento sobre hostigamiento
sexual, lo cual llevó mi indignación al más alto nivel.
El programa nunca se implantó, porque los encargados
del mismo (que no era yo) nunca los pusieron en vigor. A modo de ejemplo destaco que el día de la
presentación de la %*&@! plataforma, en presencia del representante de la
compañía a cargo de su diseño –que requirió del conocimiento de yours truly para poder hacerlo- y del
empleado que se reunía conmigo para obtener la información, el flamante Project manager se quedó dormido. No me dio ni vergüenza, porque nada de ese
embeleco me pertenecía.
Y como un inmenso dèjá vu, el contrato de los valores
me trae a la memoria aquél momento en que se desparramó por el país la campaña
de unos valores con los que todos podemos estar de acuerdo y que otros -hoy
como ayer- se encargan de pisotear.
Escrito con indignación hoy 13 de marzo de 2018
Nota: Incluyo el ensayo del 2010 sobre los valores
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LOS VALORES EN EL PAÍS DE
LOS BIZARROS
Cuando era niña me encantaba leer comics de Superman, en particular sobre sus orígenes, del planeta
de donde provino (de cuyo nombre no me acuerdo) y de la familia que lo
adoptó. También me gustaba mucho todo lo
relacionado a su relación con Lois Lane, de la cual podía intuirse que había un
interés de parte de Clark/Superman. Sin
embargo, como muchos hombres de este planeta, ni Clark Kent ni su alter ego,
Superman, definían claramente qué era lo que querían. Así, dejaban eternamente a la pobre Lois,
como nos dejan muchos hoy en día, tratando de adivinar qué rayos es lo que
quieren. Ah, porque hay que adivinar, ya
que si preguntas, sienten que los estás “presionando”. Prefiero quedarme en la fantasía y no
imaginar que como muchos hombres de este planeta, tanto Clark como Superman no supiesen lo que
querían.
Aparte de los comics
regulares, había unas ediciones especiales que tenían unas historias
adicionales en la parte de atrás, del país de los bizarros. Los personajes del país de los bizarros eran
como de piedra y en su mundo, las cosas eran al revés del nuestro. Lo que nosotros considerábamos hermoso era
feo para ellos y viceversa. Cuando alguien
cumplía años, debía regalar a sus invitados.
En fin, que todo era al revés.
Hace un tiempo este gobierno inició una campaña de
valores. Los divulga en el periódico, en
carteles gigantescos en las autopistas, en su portal cibernético, en fin, una divulgación
general sobre una “cultura de valores”.
Evidentemente, nadie puede estar en contra de la difusión de los seis
valores que se pretende estimular: bondad, respeto, civismo, justicia,
responsabilidad y confiabilidad. Muy
bonito. Ideal. Fantástico.
Pero algo no cuadra. Esos valores
que se pretende promulgar no guardan relación con la conducta de este gobierno.
Me di a la tarea de entrar a la página oficial del
gobierno y buscar el enlace de los valores.
En la introducción dice que “Los valores son importantes para crear una
mejor vida para todos los puertorriqueños. Con ellos vamos a tener el Puerto
Rico que todos queremos y nos merecemos. Vamos a ponerlos en práctica. Porque
hoy es un buen día para cambiar el mundo.”
Me parece muy bien. Si alguien
cree que podemos cambiar el mundo, esa soy yo, producto de la época del “peace
and love”, de los Beatles con su transformadora Imagine y de las canciones de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, las
cuales canto desenfrenada y desafinadamente cuando me indigno, que últimamente
es bastante a menudo. Porque la cosa
está como para indignarse.
Yo sí creo en lo que dice la introducción sobre los
valores que aparece en el portal oficial de este gobierno. Los que no creen en eso, son ellos. Basta analizar los valores y los comentarios
que aparecen en la página. Tomemos el
valor justicia. Dice el portal sobre éste: “Sigue las reglas
del juego. Toma turnos y comparte. Mantén una mente abierta. Escucha a los
demás. No tomes ventaja de los demás. No culpes a otro por tu descuido.” Pues las reglas del juego las cambian a cada
rato. Ya están tramando cambiar la ley
de la Universidad. Lo de mantener la
mente abierta y escuchar a los demás parece que José Ramón de la Torre no lo ha
leído, Fortuño tampoco, al igual que no ha leído lo de no culpar a otros.
Respeto. Este me
encanta. Dice el portal: “Trata a los demás con respeto. Sé tolerante con las
diferencias. Practica buenas costumbres. No uses lenguaje ofensivo. Sé
considerado con los sentimientos de los demás. No amenaces, golpees o lastimes
a nadie. Aprende las ventajas de la tranquilidad.” Si no fuera patético, sería gracioso. Yo no sé cómo todo el gabinete, el Gobernador
y sus ayudantes, incluyendo al rasputinesco Rodríguez Ema y la legislatura, con
su neo nazi Rivera Schatz a la cabeza del Senado, pueden ser tan cínicos de
pretender difundir esta cultura de valores en la que evidentemente no
creen. Parece ser que se confundieron en
lo de civismo, porque evidentemente
lo que sí abunda es el cinismo.
Para civismo, se
incluye lo siguiente:” Haz tu parte en la escuela y comunidad. Coopera en los
asuntos de la comunidad. Mantente informado. Sé un buen vecino. Cumple con las
leyes y normas. Respeta la autoridad. Protege el medio ambiente.” Que digan los vecinos de Ceiba y los que
viven cerca del proyectado gasoducto o “via verde” como le prefieren llamar, si
se cumple con esto.
Bajo responsabilidad
se indica: “Haz lo que se supone que debes hacer. Persevera. Síguelo
intentando. Siempre haz lo mejor. Mantente controlado. Sé autodisciplinado.
Piensa antes de actuar. Considera las consecuencias de un acto.” Uy, me encanta el control que exhibió aquél
policía pateando un estudiante y la forma en que Rodríguez Ema se mantuvo
controlado al expresar que sacaría a patadas a los estudiantes.
Confiabilidad – valor indispensable para un gobierno, ya que los
ciudadanos deben confiar en aquéllos que están a cargo de regir sus
destinos. El portal incluye bajo este
valor lo siguiente: “Sé honesto. Haz lo que has dicho. Ten la valentía de hacer
lo correcto. Construye una buena reputación. Sé leal a tu familia, amigos y
comunidad.” Creo que Fortuño ha sido
leal a su familia y sus amigos. Punto.
Bondad. Aquí fue donde yo quedé mala.
Dice el portal bajo este valor: “Sé amable. Sé compasivo. Demuestra que
te preocupas. Expresa gratitud. Perdona a otros. Ayuda a las personas en
necesidad.”. La compasión se fue de
vacaciones en este gobierno. Demostrar
que se preocupan no forma parte del manual de instrucciones que se les entregó
a los funcionarios de este gobierno o a todos se les borró ese capítulo. Y como la realidad es más increíble que la
ficción, prueba de que la bondad está ausente es que cuando trato de imprimir lo que aparece
bajo bondad, no sale nada. Bajo los otros
valores, sale el texto, aunque no el título del valor. En el caso de la bondad, no sale nada.
Mi papá solía decir que los republicanos son tan malos que se comen por
los rabos. Yo todavía creo en la
redención, pero me lo están haciendo bieeeeeeeeen difícil.
Llegué a la conclusión de que este gobierno pertenece
al país de los bizarros. A nosotros nos
aplican los valores que he descrito tal y como aparecen en el portal
oficial. A ellos no. A ellos les aplican la imposición, el cinismo, el abuso de poder, la intolerancia, la intriga
y la arrogancia. Lamentablemente,
las descripciones las vivimos todos los días.
19 de diciembre de 2010
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