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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

martes, 18 de abril de 2017

Cartas







A VECES LLEGAN CARTAS…

La semana pasada me encontraba en mi ejercicio usual de leer el periódico, cuando me topé con la alusión a una carta que me recordó la letra de una canción que interpretaba Raphael.  En alguna de sus líneas la canción dice lo siguiente:

A veces llegan cartas con sabor amargo, con sabor a lágrimas…
A veces llegan cartas que te hieren dentro, dentro de tu alma…

Pues la carta que provoca esta reflexión va más allá de herir –esta carta ofende; esta carta injuria; esta carta indigna.  Me refiero a la carta que escribió un funcionario interino del sub  secretario de Justicia Federal, dirigida al gobernador de Puerto Rico, en torno al plebiscito pautado para el próximo 11 de junio.  Llama la atención que sea un funcionario de menor jerarquía que incluso, está actuando interinamente.  Aunque la persona que actúa como interina tiene los mismos poderes que una en propiedad, el puesto no es ni siquiera del jefe de la agencia, sino del sub secretario.

Cierto es que probablemente tanto el secretario como el sub estaban en sus vacaciones de Pascua, a lo cual tienen derecho, pero trasluce la poca importancia que el Departamento de Justicia Federal brinda al tema del status de Puerto Rico.  En el texto de la carta se le informa al gobernador que Justicia Federal no puede aprobar las definiciones contenidas para las fórmulas incluidas en la papeleta que se propone para el plebiscito.

No me voy a referir a las objeciones en torno a la opción de la estadidad, porque para mí, la estadidad no es una opción.  Para aquéllos que sientan que están ligados a la nación americana en cultura, visión de mundo e idioma, es una opción tan digna como cualquier otra, pero yo no me siento ligada a esa cultura ni en visión, ni en idioma, ni en cultura.  Tan sólo tengo cierta afinidad con conceptos de justicia social y adopción de ciertas costumbres surgidas por el paso del tiempo.

Aunque esto ya era algo que se había objetado aquí, la carta expone que la definición de libre asociación es una variante de la independencia.  El PNP, muy convenientemente, había enjaretado el concepto de libre asociación con el de independencia, porque sabe que una parte sustancial de la población le tiene miedo a la independencia.

Ese miedo tiene su raíz en varios sucesos.  Primero, los ataques al congreso de EU por parte de nacionalistas.   Nuestro pueblo es uno que ha rechazado la violencia de forma consistente.  Segundo, la visión de que muchas repúblicas vecinas se inclinaron a un régimen que ha sido visto como dictatorial – entiéndase Cuba y más recientemente, Venezuela.  No estoy entrando en un análisis de si esto es correcto o no –se trata de la percepción. Por último, el liderato independentista ha padecido por años de una actitud prepotente, altanera – de mirar por encima del hombro a todo aquel que no tenga su misma visión y nos trata como si fuéramos seres con cerebro de mime, incapaces de ver la única verdad, que por supuesto, ellos son los únicos que ven.

En el caso del Estado Libre Asociado, opción que no se incluyó, la carta no lo nombra, sino que se refiere a éste como el “actual status territorial”.  Más adelante discute el concepto de libre asociación como algo que pudiera percibirse como un “Commonwealth” mejorado, aspecto que ha sido rechazado anteriormente por el gobierno federal como inconstitucional y señalan sería “misleading”  - es decir, que induce a error y es en realidad una independencia.

Finalmente incluyen un párrafo que alude a la confusión con respecto a la ciudadanía bajo la libre asociación versus la independencia e indica que bajo ambos se requeriría una evaluación de lo que representaría para la ciudadanía americana, sin hacer expresión de lo que implicaría, pero sin cerrar la puerta a la permanencia de la ciudadanía.  Nada, una soberana mogolla que parece dejarnos peor que cuando empezamos.

Mientras se analiza el contenido de la carta, el Partido Popular continúa en una carrera en círculos, que me recuerda a los tres chiflados.  Resulta vergonzoso ver un partido cuyo norte era la justicia social, reducido a un organismo enfrascado en luchas semánticas.  Es triste ver cómo sus líderes se mantienen aferrados a la noción de algo que una vez fue, pero que tras la decisión del caso Sánchez Valle ha quedado totalmente derrotado.  Más allá de los aspectos legales, el asunto se reduce a un apego a la ilusión de lo que por años conocimos, pero que pese a nuestro anhelo, ya no es.

Puedo hablar con conocimiento de causa, porque soy criatura del Estado Libre Asociado.  Crecí bajo la creencia de que Puerto Rico había logrado un pacto bilateral con los Estados Unidos; que había hombres de palabra, como Muñoz, como Kennedy; que Puerto Rico había alcanzado un nivel socio económico envidiable, gracias a la cooperación de EU.  Independientemente de los errores que pueda haber cometido Muñoz, es innegable que logró levantar el nivel de vida de un país sumido en la pobreza más abyecta.  Con los años, el Partido Popular se fue olvidando de atender aspectos que iban a la médula del asunto de la relación con EU y se limitaron a atender escaramuzas incidentales.

El asunto no aguanta más.  Es imperativo y urgente un análisis serio, sin gríngolas, de la necesidad de renegociar esta relación que ya resulta indigna, principalmente porque lo hemos permitido.  Resulta indigno estar esperando que alguien nos diga lo que tenemos que hacer.  Es hora de definir lo que queremos en verdad, no de forma demagógica.  Y la bola está en la cancha del Partido Popular, porque el PNP tiene muy claro que su norte es la estadidad. No se trata de lo que sea estratégicamente conveniente, sino de plantarnos firme para decir qué es lo que queremos.  No podemos convencer a otros, si nosotros mismos no nos hemos convencido.

La carta es dolorosa por muchas razones.  El periodista Benjamín Torres Gotay la ha descrito como la “carta maldita” y me parece muy atinado.  Tanto así, que al escribir este ensayo la computadora se congeló y se negaba a responder a mis comandos.  Pero busqué la manera de terminar mis pensamientos.  Somos mucho más que unas definiciones fría y acomodaticiamente redactadas.  Somos un pueblo luchador, compasivo, talentoso, con una herencia de hombres y mujeres que trazaron el camino que ahora ignoramos.  Es hora de escribir nuestra propia carta que nazca del corazón y con base en la razón, que pueda resonar con la última línea de la canción que interpretaba Raphael:

A veces llegan cartas que te dan la vida, que te dan la calma…

18 de abril de 2017




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