A VECES LLEGAN CARTAS…
La semana
pasada me encontraba en mi ejercicio usual de leer el periódico, cuando me topé
con la alusión a una carta que me recordó la letra de una canción que
interpretaba Raphael. En alguna de sus
líneas la canción dice lo siguiente:
A veces llegan cartas con sabor amargo, con sabor a
lágrimas…
A veces llegan cartas que te hieren dentro, dentro de
tu alma…
Pues la
carta que provoca esta reflexión va más allá de herir –esta carta ofende; esta
carta injuria; esta carta indigna. Me
refiero a la carta que escribió un funcionario interino del sub secretario de Justicia Federal, dirigida al
gobernador de Puerto Rico, en torno al plebiscito pautado para el próximo 11 de
junio. Llama la atención que sea un
funcionario de menor jerarquía que incluso, está actuando interinamente. Aunque la persona que actúa como interina
tiene los mismos poderes que una en propiedad, el puesto no es ni siquiera del
jefe de la agencia, sino del sub secretario.
Cierto es
que probablemente tanto el secretario como el sub estaban en sus vacaciones de
Pascua, a lo cual tienen derecho, pero trasluce la poca importancia que el Departamento
de Justicia Federal brinda al tema del status de Puerto Rico. En el texto de la carta se le informa al
gobernador que Justicia Federal no puede aprobar las definiciones contenidas para
las fórmulas incluidas en la papeleta que se propone para el plebiscito.
No me voy
a referir a las objeciones en torno a la opción de la estadidad, porque para
mí, la estadidad no es una opción. Para
aquéllos que sientan que están ligados a la nación americana en cultura, visión
de mundo e idioma, es una opción tan digna como cualquier otra, pero yo no me
siento ligada a esa cultura ni en visión, ni en idioma, ni en cultura. Tan sólo tengo cierta afinidad con conceptos
de justicia social y adopción de ciertas costumbres surgidas por el paso del
tiempo.
Aunque
esto ya era algo que se había objetado aquí, la carta expone que la definición
de libre asociación es una variante de la independencia. El PNP, muy convenientemente, había enjaretado
el concepto de libre asociación con el de independencia, porque sabe que una
parte sustancial de la población le tiene miedo a la independencia.
Ese miedo
tiene su raíz en varios sucesos.
Primero, los ataques al congreso de EU por parte de nacionalistas. Nuestro pueblo es uno que ha rechazado la
violencia de forma consistente. Segundo,
la visión de que muchas repúblicas vecinas se inclinaron a un régimen que ha
sido visto como dictatorial – entiéndase Cuba y más recientemente,
Venezuela. No estoy entrando en un
análisis de si esto es correcto o no –se trata de la percepción. Por último, el
liderato independentista ha padecido por años de una actitud prepotente,
altanera – de mirar por encima del hombro a todo aquel que no tenga su misma
visión y nos trata como si fuéramos seres con cerebro de mime, incapaces de ver
la única verdad, que por supuesto, ellos son los únicos que ven.
En el
caso del Estado Libre Asociado, opción que no se incluyó, la carta no lo
nombra, sino que se refiere a éste como el “actual status territorial”. Más adelante discute el concepto de libre
asociación como algo que pudiera percibirse como un “Commonwealth” mejorado,
aspecto que ha sido rechazado anteriormente por el gobierno federal como
inconstitucional y señalan sería “misleading”
- es decir, que induce a error y es en realidad una independencia.
Finalmente
incluyen un párrafo que alude a la confusión con respecto a la ciudadanía bajo
la libre asociación versus la independencia e indica que bajo ambos se
requeriría una evaluación de lo que representaría para la ciudadanía americana,
sin hacer expresión de lo que implicaría, pero sin cerrar la puerta a la
permanencia de la ciudadanía. Nada, una
soberana mogolla que parece dejarnos peor que cuando empezamos.
Mientras
se analiza el contenido de la carta, el Partido Popular continúa en una carrera
en círculos, que me recuerda a los tres chiflados. Resulta vergonzoso ver un partido cuyo norte
era la justicia social, reducido a un organismo enfrascado en luchas
semánticas. Es triste ver cómo sus
líderes se mantienen aferrados a la noción de algo que una vez fue, pero que
tras la decisión del caso Sánchez Valle ha quedado totalmente derrotado. Más allá de los aspectos legales, el asunto
se reduce a un apego a la ilusión de lo que por años conocimos, pero que pese a
nuestro anhelo, ya no es.
Puedo
hablar con conocimiento de causa, porque soy criatura del Estado Libre
Asociado. Crecí bajo la creencia de que
Puerto Rico había logrado un pacto bilateral con los Estados Unidos; que había
hombres de palabra, como Muñoz, como Kennedy; que Puerto Rico había alcanzado
un nivel socio económico envidiable, gracias a la cooperación de EU. Independientemente de los errores que pueda
haber cometido Muñoz, es innegable que logró levantar el nivel de vida de un
país sumido en la pobreza más abyecta.
Con los años, el Partido Popular se fue olvidando de atender aspectos
que iban a la médula del asunto de la relación con EU y se limitaron a atender
escaramuzas incidentales.
El asunto
no aguanta más. Es imperativo y urgente
un análisis serio, sin gríngolas, de la necesidad de renegociar esta relación
que ya resulta indigna, principalmente porque lo hemos permitido. Resulta indigno estar esperando que alguien
nos diga lo que tenemos que hacer. Es
hora de definir lo que queremos en verdad, no de forma demagógica. Y la bola está en la cancha del Partido
Popular, porque el PNP tiene muy claro que su norte es la estadidad. No se
trata de lo que sea estratégicamente conveniente, sino de plantarnos firme para
decir qué es lo que queremos. No podemos
convencer a otros, si nosotros mismos no nos hemos convencido.
La carta
es dolorosa por muchas razones. El
periodista Benjamín Torres Gotay la ha descrito como la “carta maldita” y me
parece muy atinado. Tanto así, que al
escribir este ensayo la computadora se congeló y se negaba a responder a mis
comandos. Pero busqué la manera de
terminar mis pensamientos. Somos mucho
más que unas definiciones fría y acomodaticiamente redactadas. Somos un pueblo luchador, compasivo,
talentoso, con una herencia de hombres y mujeres que trazaron el camino que
ahora ignoramos. Es hora de escribir
nuestra propia carta que nazca del corazón y con base en la razón, que pueda
resonar con la última línea de la canción que interpretaba Raphael:
A veces llegan cartas que te dan la vida, que te dan
la calma…
18 de
abril de 2017
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