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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

sábado, 18 de marzo de 2017

Team Rubio







TEAM RUBIO

No soy fanática de los deportes. De niña mi pasatiempo era la lectura y de adulta lo sigue siendo.  Tengo unas nociones generales de las reglas del beisbol, menos de las del baloncesto y 0 de las del fútbol.  Sí poseo  unos hermosos recuerdos de cuando Papi  nos llevaba a Mami y a mí al Estadio Hiram Bithorn a ver los juegos de pelota.  El tampoco era fanático, pero había algo especial en hacer esa expedición al parque, armados con emparedados y un termo de café que hacían suspirar a los que nos rodeaban.

A veces ni siquiera miro la sección de deportes del periódico y me levanto a hacer otras tareas cuando el noticiario transmite la sección deportiva. Ahora bien, cuando juegan los nuestros en torneos internacionales, sigo las incidencias de los partidos a través de la prensa y en ocasiones veo los juegos por la tele, si el sueño no me vence.  Ví parte del partido contra la República Dominicana hasta que honestamente me aburrí y ayer pensé ver el partido contra E.U., pero el sueño me venció.  Eso sí, en mi subconsciente estaba pendiente de los sonidos alrededor, a pesar de que en un momento se fue la luz.  Creo que como a la 1:30, todavía sin luz, escuché gritos y busqué temerosa mi celular, hasta que ví que Puerto Rico había triunfado.  Me alegré sobremanera, por muchas razones.

Las victorias que mantienen a nuestro equipo invicto demuestran el poder de un propósito común; del trabajo en equipo, de tener el objetivo claro.  El asunto de pintarse el pelo de rubio opera como un talismán – algo que le da fuerza a sus componentes, como el cabello largo de Sansón.  Pero más allá de ser un gimmick para aludir al dorado de una medalla al ganador, es una afirmación de que cada miembro del equipo es parte de un todo. Y eso, es algo que nos hace una falta enorme como país.  Este equipo nos está mostrando el secreto del triunfo.

Aparte del deseo natural de ganar que es característico en el deporte, este partido tenía otras connotaciones para muchos de nosotros, si no la mayoría –lo admitan o no.  Como puertorriqueños nos hemos sentido ninguneados, pisoteados, ignorados y despreciados por el gobierno de los Estados Unidos, la aprobación de la ley PROMESA y la imposición de la Junta de Control Fiscal.  Hay un sentido de indignación, de que este control férreo ha destapado una caja de Pandora que revela que por décadas vivimos como las mujeres engañadas -sabiendo, sin querer saber, que vivíamos en un mundo ficticio.

Una parte de mi quería ver el juego anoche y otra no quería verlo, temiendo que sufriéramos otra derrota.  Nuestro espíritu no lo resiste.  Necesitábamos esa victoria para de algún modo afirmar nuestra valía –no es que no la tuviéramos si perdíamos –es que hay una necesidad de tener modelos de triunfo, para convencernos de que podemos salir adelante como pueblo. Ya Mónica había adelantado algo de esto, pero el hecho de que ahora sea un equipo, le añade un elemento esencial a la lección.  Ganemos o no en los partidos que restan, la lección permanece.

Este equipo nuestro nos ha mostrado el camino -gracias, Team Rubio.


18 de marzo de 2017

miércoles, 15 de marzo de 2017

Ojitos haitianos





OJITOS HAITIANOS

Ayer coloqué más cerca de mí unos ojitos que me han acompañado hace años, desde distintos lugares. Sin saberlo, estos ojitos debían estar allí desde la década de 1980, cuando el gobierno de los Estados Unidos envió refugiados haitianos desde Miami, para ser instalados –sí, como piezas, en un campamento en las instalaciones militares de Fort Allen en Juana Díaz.  Allí estaban como si fuera un campo de concentración, cercados, alojados en casetas que eran como saunas en medio del calor agobiante de Juana Díaz. Estaban lejos de su tierra no sólo en términos geográficos, sino también en la distancia que nos separa cuando no hablamos el mismo idioma.

La situación de estos seres apiñados como reses, tratados como si fueran algo menos que humanos trajo recuerdos de los campos de concentración nazi y fueron muchas las voces que se alzaron en contra de este trato.  Hubo varios abogados que ofrecieron sus servicios y muchos artistas, religiosos e intelectuales, entre ellos la voz fuerte, apasionada de Inés Mendoza de Muñoz Marín, alzaron sus voces de protesta.  Puedo imaginar la angustia de estos seres humanos, quienes habían huido de la dictadura de Duvalier y la miseria más abyecta, tan sólo para terminar apresados, sin poderse comunicar y sin entender la razón de un encierro en el infierno del calor juanadino que parecía no tener fin.

No recuerdo cuándo Papi y yo nos encontramos con la imagen del niño que llamó poderosamente mi atención –tal vez fue en una de las ferias de artesanía que tanto nos gustaban.  Al preguntar al artesano, me dijo que era su representación de un niño haitiano en el Fuerte Allen.  Eso bastó para adquirir la obra, que luego mandé a enmarcar con cuidado y Papi la exhibía en su sala.  Cada vez que lo visitaba, esos ojitos me miraban, como buscando compasión.  Esos ojitos habrían visto miseria en su país de origen, pero también habrían visto colores brillantes, los moñitos atados con cintas de las niñas haitianas; tal vez vieron besos y abrazos entre sus padres; calles por las que podía correr libremente con sus pies descalzos; guisos cocinados en grandes calderos sobre leña, que unas manos fuertes moverían, mientras sus tripas le hacían reclamos urgentes de ser atendidas.

Para vergüenza de muchos –los que la sintieran y los que no, esos ojitos también vieron un mar embravecido; una yola frágil que parecía de papel; un arribo a un lugar desconocido, con personas que hablaban un idioma distinto, frío, ataviados con uniformes militares.  Esos ojitos vieron por primera vez un avión, que se los tragó, junto a familiares y vecinos y los escupió en otra tierra, con otro idioma que tampoco conocía.  Esa otra tierra se parecía más a la suya, con el calor inclemente, pero no tenía posibilidad de moverse.  Esos ojitos también vieron el mismo uniforme, pero ahora ocupado por personas que se veían distintas de las primeras y muchos hacían un esfuerzo por hacerse entender.  Esos ojitos vieron a varias personas llegar al campamento a visitar, a hacer preguntas y vieron como muchos marchaban dando gritos a las afueras del campamento.  Esos ojitos finalmente vieron los portones abrirse.  

El cuadro permaneció en el apartamento de Papi aún después de su muerte hace 27 años, porque Lillian, su viuda, vivió allí hasta su muerte en octubre pasado y no quise perturbar su entorno.  Muchos objetos de Papi quedaron allí, pero yo me sentía atada a esos ojitos y hace unas semanas los traje conmigo.  Estuvieron en un rincón, porque no sabía cómo ubicarlos.  Siempre he pensado que los objetos tienen su lugar.

Coloqué el cuadro en la sala y más tarde me di cuenta que sin querer, lo ubiqué en un espacio similar al que ocupaba en la sala de Papi.  Eso me confirma que es su lugar.  Esos ojitos me acompañan ahora y saben que tienen en mi el compromiso de no olvidar a los niños haitianos.  Tan sólo espero que los ojitos del niño que inspiró el cuadro hayan visto un hogar amoroso, hayan leído libros para alimentar su espíritu y un paisaje benévolo. Benediksyon.


15 de marzo de 2017

viernes, 10 de marzo de 2017

Morir en la víspera


MORIR EN LA VÍSPERA

Hay una frase que dice que nadie se muere en la víspera.  Todo tiene su momento –no es ni antes, ni después. No sabemos cuándo ese momento va a llegar.  Para algunos, ocurre de forma totalmente inesperada, como las víctimas de un accidente o de un crimen violento.  Para los familiares, tiene que ser desgarrador, con matices de surrealismo, enfrentarse al hecho de que se despidieron de su ser querido en la mañana y en la tarde ya no está.  Para otros, la muerte es algo que se anticipaba, aunque no se sabía exactamente cuándo iba a ocurrir.  Ese es el caso de las enfermedades en etapa terminal, porque hay una certeza médica de  que la persona no va a recuperar.

Para los familiares de una persona con una enfermedad en esa etapa  la angustia es de otra naturaleza.  Por el hecho mismo de que se sabe que la persona no va a recuperar, una se pregunta ¿será hoy?  Por otro lado, muchas veces la muerte sorprende comoquiera, como ocurrió con mi papá, que murió justo en el momento que yo salí de la habitación a llamar a la doctora. A menudo tenemos una lucha interna –por momentos nos resignamos; por momentos nos aferramos a cualquier esperanza, por mínima que parezca -buscamos tratamientos alternativos, hacemos decenas de consultas, rebuscamos todas las posibilidades.  El corazón se niega a aceptar lo que la mente ya sabe. Y también está la fe.

Por el hecho de que sabemos de cientos de casos en los que una persona se ha recuperado de forma milagrosa, nos aferramos a que nuestro ser querido sea uno de esos casos.  Después de todo, es una persona buena; no merece morir a destiempo –cualesquiera que sea la medida para determinar cuánto debe durar una persona. El poder de la oración existe, así que nos aferramos al convencimiento de que todas esas oraciones por este ser noble van a surtir el efecto deseado, que es detener la muerte, al menos por cierto tiempo, porque no hay duda de que todos vamos a morir.

En la madrugada de hoy falleció el periodista Papo Brenes, a quien no conocí, pero por todo lo que escuché era un excelente ser humano.  Su familia y amigos había estado en este sube y baja de emociones por más de un año.  Tras el diagnóstico inicial de cáncer en el páncreas y un intenso tratamiento, pareció recuperar y tuvo meses de calidad de vida.  Algo similar ocurrió con mi papá.  En ese momento sentimos que hemos derrotado la muerte y nos sentimos seguros del poder de la oración.  Luego, una recaída nos golpea tal vez con mayor fuerza.  Puedo identificarme con su familia en estos momentos y aunque ningún dolor es igual, puedo imaginar su sufrimiento.

Como yo no estoy vinculada a la farándula, no sé si en medio del dolor haya un grado de indignación, que es lo que yo siento, al ver que algunos comenzaron a difundir a través de las redes sociales la “noticia” del fallecimiento antes de que ocurriera.  Papo Brenes falleció en la madrugada de hoy viernes, pero desde ayer estoy viendo mensajes expresando la pena por el fallecimiento.  Lo más que me indignó fue ver un periodista o reportero apostado en las inmediaciones del hospital, mientras indicaba que estaría allí para notificar el fallecimiento una vez ocurriese.  La imagen de un buitre vino a mi mente. Creo que tuvo un momento de lucidez en que se percató de la magnitud de lo que había dicho y añadió algo en el sentido de que esperaba su recuperación, pero ya había incurrido en un horrible faux pas.

¿Dónde deja un comentario como este la ilusión de un familiar aferrado a ese tenue hilito de esperanza de que ocurra un milagro? Puedo entender que tratándose de la previsible muerte de un periodista de farándula muy conocido y querido, hubiese interés en dar a conocer la noticia lo más pronto posible, pero no veo la necesidad de transmitir en directo su buítrica presencia.  Con estar allí y hacer el anuncio en su momento hubiese bastado. Hubo muchos que informaron sobre la muerte de Papo Brenes en la víspera.  Pero no ocurrió en la víspera; ocurrió cuando tenía que ocurrir, que es algo que ninguno de nosotros puede determinar.

Como sociedad, nos hemos contagiado de esta fea práctica, al punto de que seguimos difundiendo mensajes de muertes que no han ocurrido, sin verificar si la “noticia” es cierta. Este no es el primer caso que he visto de rumores que se venden como noticia, del fallecimiento de una persona que en ocasiones ni siquiera está enferma.  Debemos dar a cada situación el espacio para que los familiares y amigos procesen el impacto que tiene en sus vidas la pérdida física de un ser amado.  Con el tiempo vendrá la aceptación y el convencimiento de que su presencia estará con nosotros siempre.  No antes, ni después, sino cuando corresponde.

10 de marzo de 2017




jueves, 9 de marzo de 2017

Hostigamiento sexual




HOSTIGAMIENTO SEXUAL

No pensaba escribir sobre esto hoy.  Pensaba enfocarme en lo positivo, no lo negativo y de hecho, ya elaboré el escrito que tenía pensado, en una nota más positiva.  No obstante, en una conversación que sostuve ayer con mi amiga Thalía, en la cual abordamos el tema, me dijo: “tienes que escribir sobre esto mañana”.  Yo sé por qué me lo dijo.  En primer lugar, es partidaria de educar.  Además, ella sabe que dediqué varios años de mi vida a orientar sobre este tema e incluso a combatir el discrimen. El hostigamiento sexual es una de sus modalidades.  Ella sabe que considero abominable el hostigamiento sexual.

Durante el tiempo que laboré en la agencia de la que me jubilé hace poco más de un año, ofrecí talleres a empleados y supervisores de todos los niveles, sobre el tema de discrimen, incluyendo hostigamiento sexual.  Poco a poco se fue diseminando el mensaje, que es uno de los requisitos de la ley 17 de 1988.  La ley exige además, que se establezca un procedimiento para la presentación y procesamiento de querellas, el establecimiento de medidas cautelares y sanciones en caso de que se demuestre que el hostigamiento sexual ocurrió.

Al principio había resistencia, particularmente en el caso de los supervisores.  Esa resistencia era producto del miedo a lidiar con una situación para la cual no se sentían preparados, pese a que el mensaje se difundió en persona a través de las oficinas centrales y las regionales.  Mientras más escolaridad tenían, más le buscaban las 5 patas al gato, así que decidí preparar un manual dirigido específicamente a supervisores, sobre cómo llevar a cabo investigaciones de discrimen, incluyendo el hostigamiento sexual.

Recuerdo claramente uno de esos supervisores, que dirigía un área administrativa en una oficina regional.  Era un hombre prepotente y hostil –en eso no discriminaba– era hostil con todo el mundo.  Asistió al taller para supervisores sobre cómo llevar a cabo las investigaciones y se le entregó copia del manual.  Como a los tres meses una empleada de esa división fue a mi oficina y relató que estaba confrontando una situación de hostigamiento sexual con un empleado y había acudido al supervisor –sí, el prepotente, quien le indicó que si no tenía testigos no se molestara en presentar una querella.  Imagino que mi cara quedó como la imagen de un emoji sorprendido.

Este supervisor estuvo en el taller y se le entregó copia del manual, preparado en forma de preguntas y respuestas.  La pregunta número 11 dice: ¿Es cierto que para poder probar un caso de hostigamiento sexual se necesitan testigos?  La contestación es No y va seguida de una explicación.  Evidentemente este supervisor no prestó atención a esto, o decidió que sabía más que yo en torno al asunto.
Otro problema frecuente era la resistencia de los empleados a abstenerse de hacer bromas de naturaleza sexual en el ámbito de trabajo.  Las bromas por si solas no van a constituir hostigamiento sexual –tiene que haber alguien que eso le resulte ofensivo, pero sin lugar a dudas presentan un gran riesgo.  Como siempre dije, el ámbito de trabajo es un campo minado, donde los compañeros pueden llevarse bien hoy y mañana no.  No me puedo explicar por qué la gente está dispuesta a asumir ese riesgo.

Con el tiempo se redujeron las querellas por hostigamiento sexual y ya no se veía la manifestación más burda, que es en la que se le hacen requerimientos de favores sexuales a una persona.  Si acaso se veía la modalidad de ambiente hostil –el que se genera precisamente por las bromas y comentarios de naturaleza sexual.  Con la generalización de los medios electrónicos, algunas personas compartían vídeos de naturaleza sexual en su área de trabajo.  Queda de parte de los supervisores estar en alerta para evitar cualquier conducta que pueda desembocar en una queja por hostigamiento sexual.  Cabe destacar que cuando el hostigamiento sexual es entre empleados del mismo nivel el patrono responde si conocía de la situación y no hizo nada para evitarlo.  Cuando el hostigamiento sexual es por parte de un supervisor, el patrono siempre responde.

La confusión que existe en algunas personas emana de la confusión general que impera en nuestra sociedad. Los medios nos bombardean con imágenes sexuales.  A las mujeres se les exhorta a verse sexy y en cierta forma, muchas  sienten que recibir miradas por su cuerpo es siempre positivo, aunque se trate de miradas inapropiadas en el ámbito de trabajo. Una cosa es verse atractiva y otra cosa es que nos dejen los ojos pegados en el trasero.  Por otro lado, muchos hombres intentan justificar su conducta, alegando infructuosamente que la mujer lo provocó.  Como decía en mis talleres –un impulso sexual es un impulso como cualquier otro.  En el área de trabajo, los impulsos sexuales se frenan –es sencillo.

Todo esto se repite a la saciedad y soy consciente que muchos patronos toman medidas para orientar al personal sobre este tema.  Entonces sale a la luz el caso del alcalde de Guaynabo City y una se cuestiona cuánto en verdad hemos avanzado.  Desde hace tiempo se rumoraba que existía un patrón de hostigamiento sexual por parte del alcalde y su hijo, quien no era empleado del municipio pero lo frecuentaba.  Es indiscutible que en un municipio no existe autoridad mayor que la del alcalde.  En el caso de Guaynabo City, se trata además de una figura de mucho poder en su partido.  Frente a esto, la mayor parte de las mujeres se sentirían más que intimidadas.

Según lo que ha trascendido en la prensa, se trata de una policía municipal que mantuvo una relación consensual con el alcalde.  Una vez esto se conoce, ya muchos dejan de razonar y empiezan a criticar los actos de la mujer, catalogándola de ramera –para usar una palabra más elegante, pero la que usan es otra, buscona; que se merece lo que ocurrió porque “un hombre llega hasta donde la mujer se lo permite”.  Lo más triste de todo es que muchos de estos comentarios provienen de otras mujeres –adiós solidaridad.

Es preciso analizar el asunto por partes.  Primero el aspecto de la relación consentida entre esta empleada y el alcalde, que es un hombre casado. Es curioso que muchos colocan el foco en ella y no en el alcalde.  El casado es él, así que en primer lugar, le falló a su esposa.  En el caso de la empleada es innegable que su conducta es impropia.  Sabía que él era casado y aún así, cedió a sus avances, como ocurre con miles de mujeres.  Los hombres infieles recurren a toda suerte de argumentos –tu eres la mujer de mi vida; mi esposa no me comprende –esta es clásica; ya nuestro matrimonio es sólo una farsa…  En el caso del alcalde, tenía la excusa perfecta para permanecer casado –divorciarse le podía afectar políticamente.

Por las razones que fueren, la mujer decide terminar la relación, pero el alcalde sigue insistiendo.  Y aquí es donde mucha gente se equivoca sobremanera.  El hecho de que ella hubiese consentido en un momento no quiere decir que lo tiene que seguir haciendo.  Es como los divorcios –ya se divorció –no tiene que seguir aguantando.  Peor aún, parece que no sólo había hostigamiento sexual, sino también agresión y hasta violación.  Cualquier acto incorrecto de la víctima al consentir inicialmente no justifica los actos que se le imputan al alcalde.

Las razones para haber tardado en hacer las denuncias también son comunes en estos casos.  La víctima no quiere que todo el asunto se sepa; prefiere que el problema se resuelva tal vez con un traslado.  También piensa que en un futuro las cosas van a mejorar.  Usualmente ocurre algo que pasa a ser el detonante.  La víctima no tolera más y decide hablar.  No sé cual fue el detonante, pero algo debió ocurrir que finalmente colmó la copa.

El asunto de la compensación económica no es el verdadero motivo en un caso real de hostigamiento sexual.  En el caso de quien fabrica una querella, usualmente no resulta exitosa.  Probar un caso de hostigamiento sexual no es tan sencillo. Obviamente, la víctima real siente que de algún modo el agresor debe pagar por lo que hizo y la ley provee para ello- tanto aquí como en el foro federal.  En este caso, no hay dinero que compense las angustias que esta mujer pasó, ni las que sigue pasando, particularmente ahora que es objeto de juicios por parte de otras mujeres.

Es lamentable que precisamente en estos días salga a la luz una situación que llevaba ocurriendo por años y que tanto hombres como mujeres se sientan que pueden mancillar a otro ser humano por el mero hecho de que se encuentra en una situación vulnerable.  No hay duda que aún nos falta un largo trecho por recorrer como seres humanos.

8 de marzo de 2017



miércoles, 8 de marzo de 2017

Solidarias









SOLIDARIAS
He dicho muchas veces que soy más que bendecida.  Como mujer, he tenido grandes ejemplos en mis padres –por un lado, una madre fuerte, con habilidades extraordinarias y modelo de superación al sobreponerse a una niñez difícil.  Por otro lado, un padre tierno, que me inculcó que yo podía lograr lo que  quisiera en la vida y me demostró lo que es el amor incondicional.  También he tenido nobles ejemplos en otros miembros de mi familia –mujeres valientes, trabajadoras, con un estilo innato; hombres fieles, tiernos, comprometidos.  Como si fuera poco, tengo en mis amigos una familia extendida.

Una de las características que más aprecio en mis amigas es la solidaridad, algo de lo que a veces se carece en demasía en estos tiempos difíciles.  A lo largo de los años, he sido testigo de la solidaridad que practican mis amigas.  Ivette Cancel, abogada que me sirve de ejemplo al superar varios retos en su vida personal, puede multiplicarse para brindar ayuda a varios miembros de su familia y ha sido apoyo incondicional para su hijo del alma.  Alba Pabón, otra abogada, dedicó gran parte de su tiempo a cuidar de sus padres enfermos, pese a sus múltiples obligaciones como fiscal.  Mientras laboramos juntas, dedicaba horas de su tiempo a explicarle a una compañera aspectos legales, con una paciencia infinita que yo no tenía -todavía no la tengo y dudo mucho que a estas alturas vaya a desarrollarla.

Carmen Zorrilla (Carmencita para mi) -amiga de la niñez, es una doctora destacada en el campo de la investigación y tratamiento del SIDA, que ofrece su tiempo para ayudar a otros con dificultades no sólo médicas, sino también emocionales por ser marginados, como son los miembros de la comunidad LGBTT. Mi Buddy, Giselda Fernández Borrero, es una mujer que lleva una lucha de años para sacar adelante su familia tras una tragedia que hubiese destrozado a muchos y aún así, saca tiempo para brindar apoyo a otros con amor y alegría, aunque a veces se sienta desfallecer.

Marta Bernier, ex compañera de trabajo, comparte conmigo creaciones culinarias y no dudó en acompañarme en las exequias fúnebres de Lillian.  Carmen Serrano, otra ex compañera de trabajo, compartía con nosotros los alimentos que tuviera, aunque tan sólo fueran suficientes para ella.  Gloria Mendoza, otra ex compañera, también evidencia el mismo espíritu de compartir no sólo sus alimentos, sino también su alegría y a la menos provocación, inventa un bembé . También mis primas Socorrito y Mari, psicólogas de profesión, apartan de su tiempo para ayudar a otros y son apoyo para otras mujeres.

Y hablando de psicólogas, otra amiga generó toda esta disertación sobre la solidaridad, porque me ha dado muestras de esa cualidad en varias ocasiones, la más reciente en estos días, pero han sido muchas.  Una de las que más me conmovió y tal vez ella ni lo recuerde fue en una conversación telefónica en la que le relataba el rompimiento de una relación que fue breve e intrascendente, pero que como todo rompimiento siempre deja una tristeza.  Era ya de noche, aunque temprano  y ella me preguntó si yo quería  que viniera a acompañarme a cenar.  Le agradecí el ofrecimiento, pero le manifesté que podía manejar el asunto.

La he visto detenerse para alimentar animalitos en la calle, dejar alimento a un deambulante tirado en la acera; me ha acompañado a la presentación de mi libro, me celebra mis escritos; ofreció una taller sin costo para una de mis actividades; se indigna con las situaciones del país que deberían indignar a más personas y recientemente hizo algo que pone de manifiesto su nivel de apoyo a una amiga.

Inicié mi blog y pensé que uno de sus cuadros me podía servir para ilustrar la portada.  Le pregunté si podía enviarme la foto de uno de sus cuadros y lo hizo sin vacilar, sin insistir en que se pusiera el crédito -hasta me dio las gracias por querer usarla y se ofreció a enviarme todas las que necesitara.  La foto que acompaña este escrito es de unos de sus cuadros, el que me regaló y me encanta, por ser símbolo de un brindis y que yo lo bautizo hoy Brindis de solidaridad. Así es Thalía Cuadrado, como son las amigas que me honran en acompañarme en este tramo de mi vida y las que me han acompañado en otros.

He sido bendecida con la presencia de tantas mujeres solidarias en mi vida.  Me entristece cuando veo que otras no tienen la misma dicha y de hecho, también he sufrido cuando no he recibido esa misma solidaridad de parte de otras mujeres, pero ese es otro tema.  En este momento quiero honrar a todas las mujeres solidarias de mi Patria y desearles que siempre reciban la bendición de la solidaridad.

Feliz Día Internacional de la Mujer Trabajadora.


8 de marzo de 2017

lunes, 6 de marzo de 2017

POPLÍTEO




POPLÍTEO

Jamás había escuchado la palabra. Me hallaba en mi clase de yoga, en una postura sencilla; es decir, todavía no me había colocado en una de esas contorsiones que hacen a una parecer un pretzel.  De hecho, en mi caso sería un intento de pretzel, porque todavía no tengo flexibilidad suficiente.  Mi maestro  Yakeen nos indicó que colocáramos las manos en los poplíteos.  ¿En los quééé?, dije para mis adentros, porque asisto a una clase con personas mucho más adelantadas que yo, que seguramente sabían dónde iban a colocar sus manos.

No me quedó más remedio que preguntar, porque de lo contrario no hubiese sabido dónde colocar las manos.  Al hacer la pregunta, lo hice en medio de risas, porque lo cierto es que poplíteo me resulta gracioso.  A mí me suena como a algo redondeado, lo que pudo haberme llevado a colocar las manos en los glúteos o el área de los ovarios.  Si fuese varón hubiese resultado algo embarazoso.

Si no hubiese estado en la clase de yoga, poplíteo me suena como a filósofo griego – entendería que Poplíteo le hacía compañía a Sófocles, Eurípides o Platón.  También suena a personaje de esos pasos de comedia del mediodía –sería un viejito despistado –Don Poplíteo, a quien le dirían Don Popli de cariño.  También me suena a ángulo, como los de los triángulos isósceles o escaleno. 

Cada vez que oía la palabra poplíteo, me reía con gusto.  Hay palabras que son graciosas por su sonido, como las hay que son feas –ese es el caso de la palabra sobaco.  Pensé que quizás la encuentro fea por asociación, pero axila no es una palabra fea.  De hecho, axila suena como a súper héroe femenina –Axila, cuyos poderes emanarían, precisamente del lugar que le daría nombre.  Sicote, que su sola mención hace que frunzamos el ceño, no es una palabra fea; de hecho, suena como a bebida ancestral mejicana.  No toda palabra que designa algo desagradable es fea.

A veces hablamos de una “peste a cebollín” que emana alguna persona sudorosa, pero cebollín no es una palabra fea.  A mí me suena como a personaje de cuento infantil. Coquí es una palabra linda, por asociación y por derecho propio, al menos para mí. Las palabras me suenan lindas o feas –no necesariamente malas o buenas.  Hay palabras de las llamadas “malas”, que no son feas; de hecho, son para mí neutrales, como por ejemplo la de cuatro letras que tiene ñ.  Es como del montón.  La otra con ñ que es mucho más larga, es una palabra contundente.  Y he ahí una palabra bonita –con-tun-den-te.  Hago uso de esa palabra en muy pocas ocasiones, porque es como decir artillería pesada.  Creo que en estos tiempos se abusa de ella –algo así como usar una escopeta para matar una mosca.  Una palabra así se guarda para ocasiones meritorias –como para cuando nos han ofendido, traicionado o se nos cae algo bien pesado en el dedo gordo –si es más liviano con la cortita basta.

Yakeen finalmente me explicó qué son los poplíteos, lo que también me llevó a preguntar si hay dos poplíteos en cada área y no -es un poplíteo por área.  Para los que no sepan, el poplíteo es un músculo localizado en las corvas.  Si no sabe lo que son las corvas, haga una búsqueda en  la RAE y diviértase un ratito con las palabras lindas, las feas y las del montón.

6 de marzo de 2017